Ganaron los sectores populares
venezolanos. Triunfaron los que apoyan los gobiernos denostados como populistas
en América Latina. Vencieron los que apuestan a cambios posibles en medio del
triunfo mundial de un capitalismo brutal sumido en una profunda crisis.
Celebramos los que luchamos contra las campañas difamatorias de los medios
dominantes, defensoras de sus intereses y representantes del poder económico
concentrado. Nos emocionamos los que confiamos en que en circunstancias
límites, los pueblos tienen un GPS político que los orienta a favor de los
líderes que se han preocupado por mejorar sus vidas. A pocas horas de la
trascendental elección, decía en mi nota “Batallas Sudamericanas”: “El 7 de octubre son las elecciones presidenciales
en Venezuela. ……No sólo está en juego la suerte de Venezuela, sino también una
parte sustancial del proyecto latinoamericano. Nadie como Chávez tiene conciencia de la necesidad de concretar el
proyecto de la unidad latinoamericana, el más revolucionario del siglo XIX y
que es fundamental en el siglo XXI. Con una oposición unida y con el
establishment económico detrás, con los medios hegemónicos de todo el continente
movilizados en su contra y con EE.UU tratando de recuperar un espacio
fundamental para su abastecimiento, Chávez lucha contra ese conglomerado y
contra su cáncer.
Contra ese poderoso
contubernio se levantan los enormes avances concretados en estos años. Cuenta
Ignacio Ramonet: “La gran fuerza del presidente Chávez es que su acción
concierne ante todo a lo social (salud, alimentación, educación, vivienda), lo
que más interesa a los venezolanos humildes (75% de la población). Consagra el
42,5% del presupuesto del Estado a las inversiones sociales. Ha dividido por la mitad la tasa de
mortalidad infantil. Erradicado el analfabetismo. Ha multiplicado por cinco el
número de maestros en las escuelas públicas (de 65.000 a 350.000). Venezuela es
hoy el segundo país en la región con mayor número de estudiantes
matriculados en educación superior (83%
detrás de Cuba pero delante de la Argentina, Uruguay y Chile, y es quinto a
escala mundial, superando a Estados Unidos, Japón, China, Reino Unido, Francia
y España). El gobierno bolivariano ha generado la sanidad y la educación
gratuitas, ha multiplicado la construcción de viviendas, ha elevado el salario
mínimo…, ha mejorado las infraestructuras de los hospitales, ofrece a las
familias modestas alimentos mediante el sistema Mercal, un 60 % más baratos que
en los supermercados privados, ha limitado el latifundio, ha duplicado la
producción de alimentos…, ha reducido la desigualdad, ha disminuido la deuda
externa.”
Ante todos estos
avances, hay debilidades que se manifiestan en una inflación, inseguridad y
corrupción elevada, limitaciones poco
justificables en materia de soberanía alimentaria, ineficiencias burocráticas y un proceso que depende vitalmente de la
presencia de Chávez. Pero será difícil
que alguien que fue atendido por un médico por primera vez en su vida, que
accedió a una consulta odontológica, obtuvo su primer par de anteojos, todo en
forma gratuita, accedió a una vivienda digna, totalmente equipada, lo olvide al
entrar al cuarto oscuro, donde los humildes, los postergados, los explotados,
los excluidos, no son ingratos.”
Los veedores
internacionales, la oposición interna, habían proclamado en las horas previas
al escrutinio que la elección había sido impecable. Tal vez pensando en su
victoria, situación similar a la enarbolada por la Unión Democrática en la
Argentina en las históricas elecciones del 24 de febrero de 1946, que
concluyeron con el triunfo de Perón.
Hoy herederos de
aquella entente reaccionaria como Eduardo Amadeo, Federico Pinedo, Patricia
Bullrich, Gabriela Michetti, concurrieron a Venezuela con la esperanza que la
derrota de Chávez fortificara la unidad de de la oposición dispersa, mantenida
en terapia intensiva por los medios dominantes y precipitara el fin anticipado
del gobierno de Cristina Fernández.
Anoche seguramente
Simón Bolívar, desde su gloria eterna, celebró que dos siglos después, él no
había “arado en el mar”. Le hace en la excelsa compañía de San Martín, de
O`Higgins, de Belgrano, de Sucre, de Artigas, de Mariano Moreno, de Morazan, de
Solano López, de Felipe Varela, del Chacho Peñaloza, de Sandino, de Bernardo de
Monteagudo, de Manuel Ugarte, de Perón,
de J.A Ramos, de Velazco Alvarado, de Salvador Allende, de J.E Spilimbergo, de Emiliano Zapata, de tantos otros patriotas que lucharon por los Estados Unidos de Méjico
hasta Tierra del Fuego. Los que fueron
algunos asesinados, casi todos exiliados e inexorablemente denostados.
Una batalla ganada de una lucha inacabada. Con avances y retrocesos. Con millones de latinoamericanos que celebramos con un llanto contenido
que se derrama por los ojos. Y con
el recuerdo de las memorables palabras de Salvador Allende a minutos de
suicidarse: “…no
se detienen los procesos sociales ni con el crimen ni con la fuerza. La historia es nuestra y la hacen los
pueblos… mi voz será
acallada y su metal tranquilo ya no llegará a ustedes. No importa. La seguirán
oyendo. Siempre estaré junto a ustedes. Por lo menos mi recuerdo será el de un
hombre digno que fue leal con la Patria….. Sigan ustedes sabiendo que, mucho más temprano que tarde, de nuevo
se abrirán las grandes alamedas por donde pase el hombre libre, para construir
una sociedad mejor.”
08-10-2012
Todos los derechos reservados. Hugo Presman. Para publicar citar
fuente.
digan lo q digan allende no pudo haberse suicidado, ver, buscar video delreportaje a allende y fidel enchile, vista de fidel a allende.
ResponderEliminarMuy interesante la analogía de la batalla latinoamericana con la guerra de posiciones gramsciana. Resulta complicado comprender dónde está el verdadero baluarte de los grandes capitales concentrados; parece ser que no alcanza con que los modelos nacionales y populares manejen la mayoría de los Estados para asegurar la legitimidad y la soberanía de nuestra América en Nuestro Propio territorio. Aunque es un paso adelante en la lucha contra los grandes intereses concentrados, me parece que la batalla está muy lejos de ser ganada...
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