El periodismo suele manejar conceptos
arbitrarios y antojadizos, que a fuerza de repetición se convierten en verdades
incontrastables. Esto es mucho más que la diferencia que apreciaba el escritor
Mark Twain, cuando afirmaba: “La
diferencia entre una palabra casi justa y la palabra justa no es una pequeña
cuestión, es como la diferencia entre una luciérnaga y la luz eléctrica.”
Uno de los conceptos utilizados hasta
el hartazgo y no precisamente de forma inocente es: “El Estado paga sueldos en
negro.” Se refieren a los conceptos no remunerativos que se han venido
implementando de la época de Menem y Cavallo. La calificación es absolutamente
errónea. Lo negro, por definición, no
está registrado, no figura en ningún lugar. El empleado que cobra en negro
no tiene obra social, no está registrado en el ANSES, no figura en los libros
del empleador, no podrá alegar los años de trabajo en esa condición en el
momento de jubilarse; en caso de despido tiene primero que acreditar una
relación laboral omitida y ocultada. En cambio los conceptos no remunerativos
figuran en el recibo del empleado registrado en el ANSES, son determinados por
el gobierno, en muchos casos acordados en paritarias, es decir entre
representaciones empresariales y sindicales.
Se los considera, en diferentes acuerdos como el de los empleados de comercio del 13 de junio del 2012, para el cálculo del aguinaldo, las vacaciones, el despido y tributa impuesto a las ganancias cuando corresponda por superar su monto a las deducciones por mínimo no imponible, deducción adicional, cargas de familia y otros conceptos deducibles. Es cierto también que en las liquidaciones de sueldos de la administración estatal no se lo suele tomar para el cálculo del aguinaldo y su consideración en las indemnizaciones se ha dado generalmente por vía judicial.
Es evidente la diferencia, salvo que
se desprecie el lenguaje y la precisión en los conceptos. En el
reciente conflicto en la liquidación de sueldos de gendarmes y prefectos, los
periodistas “independientes” denominaron, una vez más, en negro a los conceptos
no remunerativos. Dijo Alfredo Leuco en
su editorial por Radio Continental el 10 de octubre: “En realidad el grave
problema que se generó con gendarmes y prefectos fue responsabilidad de todo el
gobierno nacional. Van a cumplir una década en el poder y todavía siguen
haciendo responsable a Menem y Cavallo del desquicio administrativo producido
por esa plaga llamada aumentos no remunerativos. Un eufemismo como para que los
estudien los lingüistas. Todo para no decir la verdad: son pagos en negro. Es el estado nacional el que dice
combatir el trabajo no registrado y pagaba a los integrantes de la fuerza de
seguridad en muchos casos el 70% de sus sueldos en negro.”
Joaquín Morales Solá desde sus columnas en “La Nación”,
efectuaba su frondoso aporte a la confusión. El domingo 7 de octubre falsifica
el concepto de “negro” cuando escribe: “La sorpresa que destapó el conflicto es
que gran parte de los salarios del Estado se paga en negro, si por negro se
entiende que son ingresos por los que no se hacen aportes previsionales.” Con
la persistencia que lo caracteriza, levanta la apuesta, mezcla premeditadamente
situaciones diferentes. Escribió el miércoles 10 de octubre, página 8: “Los
jueces supremos nunca olvidaron un día en que Cristina Kirchner anunció, junto
al entonces aliado Hugo Moyano, un aumento de salarios "no
remunerativo". Ese mismo día, la Corte había insistido, en una resolución
de un caso particular, que tal subterfugio carecía de legalidad y de equidad
social. Llama la atención que eso lo
haya hecho la misma presidenta que presiona sobre los empresarios para que
abandonen la práctica de pagar en negro. "El salario en negro es malo cuando lo pagan otros, pero resulta que
parece que es bueno cuando lo hace el Gobierno", señaló un funcionario
judicial”.
Acá está el meollo de la pretendida confusión: calificar como
“negro” un concepto que es blanco; por lo cual si el Estado paga en negro, está
justificado el negro real que se perpetra en el sector privado. Ya durante el
conflicto del gobierno con las patronales del campo, el recordado dirigente
campestre Alfredo De Angeli, poseedor de una lengua que suele autonomizarse del
cerebro, trató de justificar la alta evasión en su sector (negro real)
pretendiéndose ampararse en la falsa
infracción del Estado. El columnista estrella de La Nación, como un avezado
prestidigitador, embarulla todo para ir contra el Estado y el actual gobierno.
Continuó escribiendo: “El problema del Gobierno es que esa
práctica no es exclusiva para las fuerzas de seguridad. Legisladores, maestros,
docentes universitarios y hasta los médicos del Estado cobran cifras "no
remunerativas". Es cierto que el sistema comenzó a aplicarse en los años
90, durante el menemismo. Hasta los ministros cobraban entonces un salario
ridículo, que era compensado con generosos fondos reservados.” Los
ministros cobraban entonces, sin recibo oficial, de dinero proveniente de los
fondos reservados. Tan en negro eran dichos importes, que cuando Julia Alsogaray fue juzgada por
enriquecimiento ilícito, trató de justificar parte del mismo con lo que
percibió sin comprobante oficial. Morales
Solá lo sabe, pero la verdad de los hechos no es su preocupación. Lo
importante es cubrir o justificar la evasión en el sector privado enjugándolo
falsamente, en estos casos, como si el
Estado también evadiese. Como decía Raúl
Scalabrini Ortiz: “Nuestra ignorancia fue planificada por una gran sabiduría.” Y en esa tarea no podía faltar la incorporación estrella del grupo
Clarín Jorge Lanata, que en su columna sabatina del 13 de octubre escribió: “La
inseguridad se combate con sueldos en negro…”
El periodista Nelson Castro, que radialmente es la
voz de Clarín, desde su columna en Perfil del domingo 14 de octubre escribió:
“….sería ominoso para el país que Clarín o cualquier otra empresa no cumpliera
con la ley , tan ominoso como eso es que un gobierno no cumpla con la ley, cosa
que hace el actual cuando les paga a los gendarmes y prefectos en negro….”
El concepto de salarios
no remunerativos es muy cuestionable y decididamente absurdo cuando involucra
un monto superior a los remunerativos. Se amplificó su instrumentación en los
aciagos años inmediatamente posteriores a la crisis del 2001. Se intentaba en
aquellos días, donde no había horizonte y la profundidad de la caída no
alcanzaba a divisar el fondo, que el salario se cobrara sin la quita de los
aportes previsionales y a los empresarios se los eximía de las contribuciones
en el mismo concepto.
Pero no es un pago en
negro, aunque su práctica deba terminar.
El Estado sí violenta la
realidad cuando encubre una relación
laboral obligando al empleado a inscribirse como monotributista. Ahí si hay una
simulación que oculta una relación laboral. Pero no es ahí donde el periodismo
“profesional” apunta sus cañones.
Por otra parte, esta práctica es bastante extendida también en
el sector privado de la economía.
LA
PLATA DE LOS JUBILADOS
Es frecuente escuchar o leer la frase: “están usando la plata de
los jubilados”, cuando la expresión correcta es “la plata destinada a los
jubilados.” Como se observa, entre ambos conceptos hay una diferencia
sustancial. En un sistema de reparto, basado en la solidaridad entre aportantes
activos y beneficiarios pasivos, el dinero es del estado que lo aplica a sus
obligaciones previsionales. Como no se da la relación adecuada de cuatro
aportantes para afrontar la obligación de un beneficiario, no llegando ni
siquiera a la mitad, los aportes de los activos sólo cubren el 58% de los
recursos necesarios, cubriéndose el 42% restante con el traslado de lo
recaudado de diferentes impuestos. Con la actual estructura tributaria es imposible
afrontar como jubilación generalizada el 82% de los salarios que cobran los
empleados en actividad. Llamativamente los que más insisten son los que votaron
en contra de la estatización de las AFJP, sin la cual hubiera sido imposible
las dos actualizaciones anuales que hasta ahora han superado la inflación
padecida. Cuando se informa que se podría abonar el 82% con el fondo de
sustentabilidad recibido de las AFJP, que el estado invirtió y multiplicó en un
100%, los que lo proponen saben que una vez consumido su monto Sin una
modificación del sistema tributario de carácter progresivo, el 82%
generalizado, no tiene sustentabilidad en el tiempo y en un par de años los pagos mensuales serían insostenible.
Pero los que nunca se preocuparon por los jubilados, los que
querían continuar con las AFJP, los periodistas estrellas de los medios
dominantes, los seguidores de los mismos, seguirán hablando de la “plata de los
jubilados.”
COLECCIÓN
DE FALSEDADES
El falso concepto “campo”; la presunta necesidad de la
“independencia del Banco Central” (como una especie de enclave fondomonetarista
fiscalizador del gobierno si éste se aparta de los caminos tradicionales); la
supuesta imposibilidad de utilizar las reservas para pago de deudas o
inversiones en infraestructura; la
obligación de poseer una cantidad de reservas equivalentes al dinero en
circulación, como si todavía estuviera vigente la convertibilidad; utilizar la
palabra “confiscación” cuando se estatiza el 51 % de YPF mediante el
procedimiento legal de la “expropiación”; el uso intencionadamente malicioso de
la expresión “manotazo” para calificar políticas soberanas; el sesgado discurso
por el cual una subestimación de la tasa de crecimiento significa posteriormente más recursos para Cristina, en lugar que para
el gobierno, con el propósito de dejar la sospecha de que esos fondos van al
patrimonio de la Presidenta; el autocalificativo “independiente” del periodismo
opositor para ocultar su dependencia de los intereses económicos que
representan. Apenas un pequeño
muestrario de un amplio repertorio de falsedades conceptuales.
El gobierno también ha creado un
lenguaje propio donde el discurso ha pasado a denominarse relato, la
sensación térmica se la ha trasladado a otros ámbitos, la inflación ha sido
sustituida por un reacomodamiento de precios, las candidaturas falsas se
denominaron testimoniales, la profundización del modelo a nivel nacional y ajustes de intensidad aún baja a nivel provincial se denomina sintonía fina, las alteraciones de índices son mejoramientos
técnicos.
PRECISIÓN
CONCEPTUAL Y SEMÁNTICA
En su poesía “Palabras como cuerpos” del año 1978, Joaquín
Sabina escribió: “Recuperar de nuevo/
los nombres de las cosas/llamarle pan al pan/vino llamar al vino/ sobaco al sobaco/miserable al destino/ y al que mata/ llamarle de una vez asesino/ nos lo que robaron todo/las palabras, el sexo, los nombres entrañables/ del amor y de los cuerpos/ la gloria de estar vivos/la crítica, la historia/pero no consiguieron/ robarnos la memoria”
los nombres de las cosas/llamarle pan al pan/vino llamar al vino/ sobaco al sobaco/miserable al destino/ y al que mata/ llamarle de una vez asesino/ nos lo que robaron todo/las palabras, el sexo, los nombres entrañables/ del amor y de los cuerpos/ la gloria de estar vivos/la crítica, la historia/pero no consiguieron/ robarnos la memoria”
El lenguaje es también un campo donde
se libra la batalla cultural. “La diferencia entre una palabra casi justa y la
palabra justa no es una pequeña cuestión, es como la diferencia entre una
luciérnaga y la luz eléctrica.”
ACLARACIONES
PARA DESINFORMADOS Y/O TENDENCIOSOS
Apropiarse del lenguaje,
desnaturalizarlo, amoldarlos a las necesidades de clase, es lo que el poder
realiza subliminalmente, al punto que hasta dirigentes sindicales hablan de los
conceptos no remunerativos como “pagos en negro.” Claro que si un periodista
asimila una situación desagradable en un aeropuerto con la desaparición de
personas durante la dictadura, si María
Laura Santillán le pregunta a una integrante de la producción de “Periodismo
para Todos”, si había tenido miedo de desaparecer en Venezuela, donde no hay un
solo caso de esa práctica miserable, si
una política en estado denunciativo permanente identifica toda situación con el
nazismo o el fascismo, si todo atolladero de
tránsito es un caos, si muchos aseguran que no se puede salir a la calle
mientras están cómodamente transitando por ellas, si sostienen que viven en una
dictadura mientras manifiestan sin ningún peligro de ser reprimidos; si otros
afirman que no hay libertad de expresión mientras lo repiten ante todos los
micrófonos que se le ponen delante, si algunos afirman que no se puede salir
del país mientras pasean por Miami, Roma o Berlín, el lenguaje ha pasado a ser
una jerga inentendible.
Conviene, tal vez, recordar una frase
del dirigente negro norteamericano Malcom X: "Si no estás prevenido ante los medios de
comunicación te harán amar al opresor y odiar al oprimido." O esta otra
del dirigente negro sudafricano, Stephen Biko, luchador contra el apartheid: “El
arma más poderosa del opresor es la mente del oprimido”.
15-10-2012
Hugo Presman. Todos los derechos
reservados. Para publicar citar fuente.
Gracias, Hugo. Más claro, imposible
ResponderEliminarImpecable. Cierto hasta la evidencia y difícil hacer que se vea. En un registro diferente, me preocupan mucho las mismas cuestiones.
ResponderEliminarhttp://elperrotendra.blogspot.com.ar/
Un saludo.