11 septiembre 2023

Estuve en Chile durante la campaña que concluyó con el triunfo de Salvador Allende y regresé 37 años más tarde, recorriendo los lugares emblemáticos de su derrocamiento. Las notas fueron publicadas el 3-02-2008 y 15-02-2008 Las transcribo nuevamente sin retocarla, 16 años después.

 POSTALES DE UN VIAJE ( I)


Después de treinta y siete años vuelvo a Chile. Me recuesto en la butaca de Lan Chile y dejo volar la memoria. Fue en julio de 1970. Hacia siete meses había egresado de Ciencias Económicas y dejaba atrás la militancia universitaria. La política transitaría a partir de entonces por otros ámbitos. América Latina se abría a dorados sueños en Argentina, en Bolivia, en Chile, en Perú, en Ecuador, en Panamá.  En nuestro país había acaecido ese hecho histórico que fue el Cordobazo repetido el año siguiente con menor intensidad por el Viborazo. “La Revolución Argentina”, autocalificación del gobierno de Onganía, revelaba en el lenguaje que aún un proceso profundamente reaccionario, debía envolverse con la denominación que caracterizaba a la época: revolución En Chile se acariciaba la vía chilena al socialismo. En Perú un movimiento militar profundamente original encabezado por Juan Velasco Alvarado despertaba la simpatía de los sectores populares. En Bolivia un proceso interesante iniciado por Ovando Candía adquiriría radicalización en octubre cuando Juan José Torres derrocaría a Ovando. En Ecuador, un proceso menos radicalizado era encabezado por José María Velazco Alvarado. En Panamá, Omar Torrijos avanzaba con un gobierno nacionalista hacia la recuperación del canal.

Aquel viaje iniciático con mi compañero Américo Fojo, se inició con un recorrido en tren a Mendoza, el cruce de la cordillera con el mismo medio, la observación de la campaña electoral chilena, un breve paso por Viñas y Valparaíso, el recorrido en precarios colectivos desde Santiago a Lima, deteniéndonos en Arequipa, hasta llegar y permanecer unos cuantos días en la Capital del Perú, la visita a Machu Picchu, el lago Titicaca y la imposibilidad de entrar a Bolivia más allá de Desaguadero. Lo hicimos con escasos recursos, con una mochila de sueños y con todo el futuro por delante.

La vida dice, a veces, tiene un delicado equilibrio. Tal vez eso sea en muchos casos difícil de percibir. Mientras vuelo con mi mujer a mi lado, treinta y siete años después, reflexiono que hoy tengo muchos más recursos económicos que cuando tenía 25 años, pero también mucho más pasado que futuro. El mundo ha cambiado tanto en estas casi cuatro décadas, apenas un suspiro en la historia, y más de la mitad del recorrido de una vida. Lo único inalterable es acunar los mismos sueños, aunque ahora no hay mochilas sino valijas. Mientras los Andes siguen siendo tan impresionantes, mucho más desde aquel tren hoy inexistente que desde este avión. No puedo olvidarme aquél cruce de hace 37 años, cuando todos quedábamos reducidos a unos insignificantes puntos en medio de una geografía a cuyo lado todo se empequeñece

Vuelvo al Chile de las ilusiones juveniles después de treinta y siete años. Pablo Milanés no se aparta imaginariamente de mis oídos y me emociona otra vez cuando recuerdo: “Yo pisaré las calles nuevamente/de lo que fue Santiago ensangrentada/y en una hermosa plaza liberada/me detendré a llorar por los ausentes.

 NADA ESTÁ COMO ERA ENTONCES    

Santiago es una capital moderna y a primera vista pujante. Tiene un poco más de seis millones de habitantes. Sin presencia política callejera y al mismo tiempo sin mayores exteriorizaciones visibles de pobreza. Alguna persona durmiendo en la calle. En algunos semáforos, chicos haciendo malabarismos para recoger algunas monedas. No se aprecia nada de aquel clima político febril de julio de 1970. Paso por la Universidad de Chile, donde hace 37 años le escuché al Chicho prometer un vaso de leche para cada niño chileno. Recorro el Cerro Santa Lucía donde reposábamos entonces de las largas caminatas. De nuevo escucho a Pablo Milanes y su inolvidable canción “Yo pisaré las calles nuevamente” cuando dice “Y evocaré en un cerro de Santiago/a mis hermanos que murieron antes”. La ciudad está surcada por un metro moderno, estatal y de notable eficacia. Difícil que uno espere más de un minuto para que arribe el tren. Hace más de tres décadas recién empezaban los proyectos de lo que hoy es una realidad. Comparativamente se siente no tanto el avance chileno sino el retroceso argentino. Buenos Aires tuvo su primer subte en 1913 (la línea A) y la B de alrededor de 1930. En los últimos años recién se han sumado algunos kilómetros nuevos, pero el material rodante es muy viejo y cuando se lo renueva se compra trenes usados de países del primer mundo. 

Los diarios como en la Argentina no traen temas importantes. La gran preocupación es el Transantiago un proyecto de renovación y rediseño de los colectivos en la Capital. El problema radica que originalmente contemplaba una flota de seis mil quinientos buses. Dice la revista chilena Análisis: “Cuando comenzó en febrero de 2007, se habló de una cifra de cuatro mil. Pocos meses antes, quienes diseñaron el sistema hicieron notar que eran necesarios más de cinco mil. Recientemente el ministro del ramo planteó el aumento de la flota como una de las metas inmediatas de su gestión. Y todo esto tras cinco años de planificación…. Entre las muchas sorpresas, paradojas e incógnitas del más publicitado proyecto de transporte urbano del gobierno, está la ausencia de discusión acerca de las causas, tras la enorme variación de una de las principales variables de diseño del sistema- el tamaño de la flota- que está indisolublemente ligada a la dimensión que más importa a los usuarios: la frecuencia de servicio” El Mercurio, el diario del establishment chileno, propulsor del golpe en 1973, informa que el Transantiago tuvo 358,6 millones de déficit en 2007. Otros Títulos. La crisis norteamericana produce la mayor caída en la Bolsa chilena de los últimos 10 años. Bachelet afirma que “el orden público va a ser una prioridad para el gobierno”. Siento cierta nostalgia por “el desorden” de las calles de Santiago en aquellos años tumultuosos. Se discute si el gobierno debe sostener o no el precio del dólar.  El diario “ La Tercera” tituló: “Bachelet pide probidad en cumbre oficialista tras serie de escándalos”  En la bajada dice:  “El llamado de la mandataria surge una semana después que se interpusiera una querella por malversación de caudales públicos contra el ex titular de ferrocarriles” Bajo el título Gendarmería se transcribe: “ Hace 10 días la Controlaría emitió un informe que obliga al embajador en Madrid, Osvaldo Puccio, a devolver los dineros que recibió por una cuestionada asesoría a Gendarmería”. También se denuncia un caso de leche no apta para consumo importada de Uruguay. Una parte de la misma ya ha sido consumida por chicos en las escuelas

Con la frivolidad que afecta al periodismo mundial, El Mercurio coloca en tapa y en lugar destacado: “Revuelo en Chile y Argentina por nacimiento del hijo de Valenzuela y Juana Viale” o “Ex marido demanda a Pampita por injurias” En páginas interiores “La Tercera” afirma que “Bolocco y Menem llegan a acuerdo para iniciar divorcio y Máximo se queda con ella”. Mis elogios al subte de Santiago no son compartidos por el Presidente del Metro: “Este año fue el peor de la historia. En 2006, el tren transportó 330 millones de personas, cifra que casi se duplica a 601 millones durante 2007, como efecto directo del Transantiago. Los usuarios viajaron hacinados en los vagones, hasta 6,4 por metro cuadrado, y hubo decenas de estaciones por la masiva afluencia”

En las calles me parece escuchar ecos de voces lejanas, de 1970: “Tu verás la victoria del socialismo”, “Caminamos, rompiendo la maraña de los intereses creados”, “Avanzar sin transar” “Los marxistas insultan a las amas de casa”. Pero es solo mi imaginación. El Chile de hoy mira hacia el Pacífico, le gusta considerarse el Primer Mundo en la América Latina devastada por el neoliberalismo y está lejos, por el momento, de la idea de pertenencia a los nuevos vientos que atraviesan el continente. No parece cercano un remake del abrazo Allende- Cámpora y el entrelazamiento de caminos.

ESTADIO NACIONAL
Nuestro chofer y guía Diego Ulloa nos previene que no va a ser fácil ingresar al Estadio Nacional. Es una mañana radiante y agradable donde se perciben con nitidez los cerros de Santiago. Hacemos los trámites y nos permiten entrar. Pasamos por los vestuarios que habían sido adaptados como salas de torturas. No hay una sola placa que recuerde aquellos días de una primavera despiadada.  El Estadio vacío es mudo testigo de aquellos años del horror. En este escenario Chile obtuvo un tercer puesto en el Mundial de 1962. Ahí donde aún se puede encontrar hurgando en la memoria las diabluras de Leonel Sánchez o el trajín de Eladio Rojas. Pero esas imágenes se superponen con la que imagino en esas tribunas habitadas por chilenos condenados a la tortura y a la muerte clandestina. Ubico en una de esas tribunas a Víctor Jara pasando sus últimas horas. Por un momento el Estadio se llena de música. Es Víctor y su guitarra que canta Manifiesto: “Yo no canto por cantar/ni por tener buena voz, /canto porque la guitarra/tiene sentido y razón/Tiene corazón de tierra/y alas de palomita/es como el agua bendita, /santigua glorias y penas.

Aquí se encajó mi canto/como dijera Violeta, /guitarra trabajadora/con olor a primavera.

Que no es guitarra de ricos/ni cosa que se parezca, /mi canto es de los andamios/para alcanzar las estrellas

Que el canto tiene sentido/cuando palpita en las venas/del que morirá cantando/las verdades verdaderas, /no las lisonjas fugaces/ni las famas extranjeras/sino el canto de una lonja/hasta el fondo de la tierra.

Ahí donde llega todo/y donde todo comienza/canto que ha sido valiente/siempre será canción nueva, /siempre será canción nueva, /siempre será canción nueva.”

Trato de ayudarme en los recuerdos con el relato que hace la revista argentina Sudestada en un número especial dedicado al cantante chileno: “Para entrar al estadio había que cerrar los ojos: potentes reflectores cegaban la visual de los detenidos que se iban acomodando en las tribunas, soportando golpes e insultos. Ametralladoras pesadas sobre trípodes apuntaban hacia las gradas, intimando a los prisioneros, que crecían en número con el pasar de las horas. Desde el megáfono del estadio, una voz marcial recibía a los recién llegados: “Les habla el comandante a cargo de este recinto para decirles que ustedes están presos aquí porque son enemigos de la patria y no merecen ser llamados chilenos. Y esta que tenemos aquí montada, es una ametralladora punto treinta……Les pido por favor que me den un motivo para poder usarla, aunque sea uno pequeño que me justifique, porque ustedes, infrahumanos, no merecen seguir viviendo en Chile ni tampoco en ningún lugar del mundo” ….  “Jara estaba en un pasillo cerca de los vestuarios, separado del resto de los cautivos. Incomunicado, maltrecho y desfigurado, sin agua ni alimento, olvidado un rato de sus carceleros. Su única salvación entonces era poder volver a las tribunas con el resto, intentar desvanecerse en la masa prisionera, demorar lo inexorable. Víctor se paró con esfuerzo y, cuando empujó las puertas para escapar al pasillo, se chocó con el temido “Principe”. Aparentemente, segundo a cargo del estadio, se había ganado el odio y el temor del resto de los prisioneros con sus amenazas repetidas y su excitación evidente ante semejante contexto. “El Príncipe” reconoció a Víctor en el acto, y sonrió: “No permitan que se mueva de aquí. Este me lo reservo”, les indicó a los guardias apostados contra la puerta. Las horas transitaron sin cambios. Camiones con su carga de prisioneros llegaban…En las entrañas del estadio, escenas desgarradoras, torturas, muertes, fusilamientos a la vista de todos……Sin tiempo para nada, vinieron a buscarlo. Víctor consiguió sacarse del bolsillo los papeles y dejárselos a Boris Navia, justo cuando los soldados lo tomaban de los brazos y se lo llevaban. Nunca volvieron a verlo.” Cuenta su mujer la bailarina Joan Turner: “Le quiebran las manos. Luego lo acribillan hasta matarlo, y su cuerpo es arrojado a la calle y recogido después por una patrulla, que lo lleva hasta la morgue de la ciudad. Allí lo encuentro yo, entre montones de cuerpos de estudiantes, de trabajadores, de profesores.”

Me parece escuchar el ruido de los disparos en ese estadio inmensamente vacío. Y luego la voz nítida de Víctor Jara cantando “De nuevo quieren manchar/mi tierra con sangre obrera, /los que hablan de libertad/y tienen las manos negras;/los que quieren dividir/a la madre de sus hijos/y quieren reconstruir/la cruz que arrastrara Cristo.

Quieren ocultar la infamia/que legaron desde siglos, /pero el color de asesinos/no borrarán de su cara. /Ya fueron miles y miles/los que entregaron su sangre/y en caudales generosos/

multiplicaron los panes.

Ahora quiero vivir/junto a mi hijo y mi hermano/la primavera que todos/vamos construyendo a diario

No me asusta la amenaza,/patrones de la miseria,/la estrella de la esperanza/continuará siendo nuestra.

Vientos del pueblo me llaman,/vientos del pueblo me llevan,/me esparcen el corazón/y me avientan la garganta./Ahí cantará el poeta/mientras el alma me suene,/por los caminos del pueblo/desde ahora y para siempre” 

TOMÁS MORO

 

Pasamos por la hermosa iglesia de Los Dominicos y enfilamos para la ex residencia presidencial en la Calle Tomás Moro. Esa que fue bombardeada ese 11 de septiembre, careciendo de todo valor estratégico. Parece un símil de aquel avión final que descargó sus bombas sobre Plaza de Mayo, antes de emprender su fuga hacia Montevideo, cuando la criminal asonada del 16 de junio de 1955 en la Argentina había fracasado. En ese lugar funciona el “Hogar de Ancianos Nuestra Señora de los Ángeles” que en algún momento fue regenteado por la Fuerza Aérea. Por los portones entre abiertos pero sin acceso al público se puede observar un hermoso parque. En uno de los costados de la puerta de entrada el escudo chileno con su amenazante frase: “Por la razón o la fuerza”. Nada exteriormente recuerda el bombardeo de ese martes de septiembre. De ahí partió Salvador Allende para resistir en la Casa de Gobierno.    
 
LA MONEDA

Está ubicado entre dos amplias plazas. Una de ellas, denominada De la ciudadanía fue inaugurada en diciembre del 2005 como parte de las obras del Bicentenario.  Por su entrada sobre la calle Moneda y en la esquina de Morandé se levanta la estatua de Salvador Allende Gossens (1908-1973). Tanto al frente como a su espalda se consignan frases de su discurso póstumo: “Tengo fe en Chile y su destino 11-09-1973 ““Mucho más temprano que tarde de nuevo se abrirán las grandes alamedas por donde pase el hombre libre para construir una sociedad mejor”.

Entramos ahí donde luchó y finalmente se suicidó Salvador Allende. Solo se pueden visitar los patios. Nada recuerda a la vista del público el hecho histórico. Recordemos por un momento esas horas finales de la pluma de Catriel Etcheverri en “Salvador Allende La Revolución desarmada”: “A primera hora del martes 11 de septiembre un llamado telefónico alertó que el Almirante José Toribio Merino estaba sacando las tropas a la calle y que el regimiento Maipú del Ejército también abandona el cuartel. El Presidente ordenó cerrar los caminos que llevaban a Santiago al tiempo que se vestía apresuradamente y le pedía a un joven oficial de Carabineros que lo llevase a La Moneda. Una vez allí, poco antes de las 8 de la mañana, dirigió al pueblo chileno sus primeras palabras en ese fatídico día. Advirtió sobre el levantamiento militar contra “el gobierno legítimamente constituido, el gobierno que está amparado por la ley y la voluntad del ciudadano. Allende estaba decidido a resistir, pero no a que corriera sangre de la gente del pueblo, y por ello pidió a todos los trabajadores que ocuparan sus puestos de trabajo. Confiaba aún sin saber que era el principal responsable del alzamiento, que el General Pinochet cumpliría con su deber.  

Apenas terminó de decir su mensaje, el edecán aéreo, Comandante Roberto Sánchez, le acercó una oferta: un avión DC-6 lo estaba esperando para escapar junto a su familia hacia el destino que él indicase. En ese momento debe haber recordado Allende al ex presidente radical Aguirre Cerda, y furioso respondió, como aquél, que no abandonaría el cargo que el pueblo le había encomendado. Años más tarde, el libro Interferencia secreta, de Patricia Verdugo, revelaría la grabación de la comunicación que había captado un operador de radio entre los militares golpistas, en la que Pinochet indicaba “el avión se cae, cuando vaya volando” y, en una segunda intervención, se le escuchó ordenar “En el camino lo van tirando abajo”. Poco antes de las 9, un mensaje radial indicaba que “ el señor Presidente de la República debe proceder a la inmediata entrega de su alto cargo a las Fuerzas Armadas y Carabineros de Chile” y amenazaba que, de no acatarse la orden “ recibirán castigo aéreo y terrestre” Allende respondió por radio una vez más: “…Hago presente mi decisión irrevocable de seguir defendiendo a Chile en su prestigio, en su tradición, en su forma jurídica, en su constitución” “Pronto llegaron a la Moneda decenas de las personas más allegadas al presidente, dispuestas a brindar su ayuda para defender al gobierno. Entre ellas, sus hijas Isabel y Beatriz, embarazada de ocho meses, la Payita y los integrantes de la guardia presidencial conocida como GAP (Grupo de Amigos del Presidente) entre quienes se contaba Enrique Ropert, el hijo de la Payita.

Cuando los aviones comenzaron a sobrevolar de manera amenazante La Moneda, y Allende supo que no había salida posible y que todas las fuerzas de seguridad lo habían traicionado, se dirigió una vez más al pueblo: “…Pagaré con mi vida la defensa de los principios que son caros en este país” Más tarde, cuando el bombardeo era inminente pronunciaría su célebre y conmovedor discurso. Luego pidió a todos los que no fueran su guardia personal que se retiraran. Hubo que sacar a la fuerza a sus hijas. Cuando su amigo Augusto Olivares se suicidó en medio de las bombas, pidió un minuto de silencio a sus compañeros y les dijo: “Ya es hora de rendirse y salir”. “Todos accedieron Allende los llevó hasta la puerta y los hizo poner en fila “Primero la Payita” ordenó. El saldría último. Jamás lo hizo. Comenzaba, dice Etcheverri, la época más negra de la historia chilena. Una época que se adivinaba desde el mismo momento en que la Payita salió de La Moneda con el Acta de la Independencia en sus manos – Allende le había entregado la reliquia para salvarla del fuego- y un soldado anónimo, representante de quienes gobernarían con mano de hierro por casi dos décadas, se la arrebató para romperla en pedazos”  

 FIN DE LA PRIMERA PARTE 

Dejo La Moneda con un nudo en la garganta después de pasar por la puerta de Morandé 80, por donde salieron los últimos sobrevivientes y que Pinochet tapió. Desde principios del siglo XX y hasta el golpe, esta puerta fue el acceso por el que históricamente ingresaron los Presidentes de Chile, los que hasta la presidencia de Carlos Ibáñez del Campo tuvieron su residencia particular en La Moneda. Compro “La Tercera”. Leo: “Involucran a la embajada de Chile en Buenos Aires, en la venta irregular de autos diplomáticos” En la carta de lectores un nieto de Allende agradece al Movilh, “un movimiento que desde el regreso de la democracia se ha dedicado a proteger y a promover el derecho de las minorías sexuales en nuestro país, de los cuales orgullosamente soy parte”. Camino hacia el hotel con mi compañera. Vuelvo a escuchar imaginariamente a Milanés: “Más temprano que tarde sin reposo/retornarán los libros, las canciones/que quemaron las manos asesinas/Renacerá mi pueblo de sus ruinas/y pagarán sus culpas los traidores/Un niño jugará en una Alameda/y cantará con sus amigos nuevos/y ese canto será el canto del suelo/a una vida segada en la Moneda” Sobre la voz del cantante cubano se superpone la de Salvador Allende: “Seguramente Radio Magallanes será acallada y el metal tranquilo de mi voz ya no llegará a ustedes. No importa. La seguirán oyendo. Siempre estaré junto a ustedes. Por lo menos mi recuerdo será el de un hombre digno que fue leal con la Patria…… Tienen la fuerza, podrán avasallarnos, pero no se detienen los procesos sociales ni con el crimen ni con la fuerza. La historia es nuestra y la hacen los pueblos.

 03-02-2008

        POSTALES DE UN VIAJE (II)

 
En la primera parte conté el regreso a Chile luego de 37 años. El recorrido por los lugares donde transcurrieron los hechos reflejados poéticamente por Pablo Milanés, cuando el derrocamiento de Salvador Allende abrió las puertas del infierno. Así pasaron el Estadio Nacional, la casa de Tomás Moro, la Moneda. La lejanía en tiempo y cambio total en el espacio político. El despliegue de lo que ha dado en llamarse, comprimiendo las diferentes etapas, marchas y contramarchas como “el modelo chileno” En una parte decía: “En las calles me parece escuchar ecos de voces lejanas, de 1970: “Tu verás la victoria del socialismo”, “Caminamos, rompiendo la maraña de los intereses creados”, “Avanzar sin transar” “Los marxistas insultan a las amas de casa”. Pero es solo mi imaginación. El Chile de hoy mira hacia el Pacífico, le gusta considerarse el Primer Mundo en la América Latina devastada por el neoliberalismo y está lejos, por el momento, de la idea de pertenencia a los nuevos vientos que atraviesan el continente. No parece cercano un remake del abrazo Allende- Cámpora y el entrelazamiento de caminos.” Es un doloroso lugar el que deja vacante Chile, donde la idea de salvarse individualmente como país “serio y previsible” debilita los lazos de la solidaridad latinoamericana. El país trasandino tenía con Pinochet la integración siniestra en el macabro Plan Cóndor. La latinoamericanización el terrorismo de estado. Ni la Democracia Cristiana, cómplice importante del derrocamiento de Salvador Allende ni un partido Socialista con las uñas recortadas y transitando la socialdemocracia recogen el legado continental de O´Higgins. En una delicada transición que llevó a que para dejar atrás al pinochetismo, bajo el control del verdugo, hubo que clausurar durante mucho tiempo el pasado para intentar avizorar un futuro diferente. En ese largo periplo, algunas lecciones históricas quedaron bajo la anestesia de la amnesia.
 
EL MODELO CHILENO 

Apenas algunos esbozos de un proceso complejo y lejos de la linealidad que habitualmente propagandizan los liberales argentinos. El gobierno iniciado en septiembre de 1973 tiene un primer período que concluye en una crisis de gigantescas proporciones en 1981, y se extiende hasta 1983, con algunos rasgos identificatorios con el abismo argentino del 2001. Una caída del PBI de aproximadamente del 16% y con un Estado haciéndose cargo de la deuda privada.

En esta primera etapa se aplicó el programa de estabilización de la ortodoxia monetarista. El gobierno se abocó a combatir la inflación, mientras se daban los pasos iniciales a la liberalización de algunos sectores económicos claves, como los mercados de capitales internos y el comercio internacional y la privatización de algunas empresas nacionalizadas.

Como el combate antiinflacionario tenía progresos muy menguados, en 1975 el Ministro de Hacienda Jorge Cauas efectuó una política de shock acompañada de una orientación monetaria restrictiva, sosteniendo la tradicional posición monetarista que la creación de dinero para financiar el déficit fiscal era la causa básica de la inflación al tiempo que se efectuaba una apertura de la economía. La deuda externa creció entre 1973 y 1982 de 3667 millones a 17153 millones según datos del Banco Central de Chile. La economía se concentró. La seguridad social quedó a partir de 1980 en las AFP, del cual derivarían las AFJP argentinas durante el menemismo. En el libro “Monetarismo y liberalización. El experimento chileno” de Sebastián Edwards y Alejandra Cox Edwards se sostiene: “En 1981-1982, la economía chilena fue embestida por tres choques negativos de considerable magnitud provenientes del exterior. En primer lugar, la relación de intercambio cayó en 30% entre 1980 y 1982. En segundo lugar, se dispararon las tasas de interés mundiales. Esto, más el menor valor de las exportaciones chilenas y la acelerada acumulación de la deuda externa en los años anteriores, condujo al incremento en la proporción del servicio de la deuda con respecto a las exportaciones, proporción que aumentó del 37% en 1980 a cerca del 60% en 1982. En tercer lugar, la repentina suspensión de las entradas de capital provenientes del exterior dio lugar a una gran disminución del gasto real……El papel clave desempeñado por el fracaso del sector financiero ….ha planteado la necesidad de comparar los males de una reglamentación excesiva con los de una falta casi absoluta de supervisión efectiva del sector financiero…….De hecho la situación financiera de la mayoría de los grupos más grandes fue tan débil que ya en 1980 muchas de sus empresas solo pudieron evitar la quiebra  mediante la inyección continua de deuda…En enero de 1983 el gobierno reforzó su intervención y liquidó dos bancos a la vez que nacionalizó  otros. Los dos grupos principales fueron también intervenidos y los funcionarios de uno de ellos fueron acusados de fraude. En ese tiempo se descubrió, para sorpresa de algunos, que la proporción de préstamos que los bancos habían hecho a las empresas propiedad de los grupos era extraordinaria. Por ejemplo, casi el 50% de los préstamos del mayor Banco Privado (el Banco de Chile) se había concedido a empresas que eran propiedad de ese grupo. Acaso la medida más controvertida que se adoptó para esas fechas fue la nacionalización de la deuda externa de los bancos liquidados, deuda que se había contraído con el exterior sin garantía gubernamental. Como respuesta a las presiones de los bancos internacionales, el gobierno chileno decidió asumir esa deuda, garantizando ahora su pago.” Todo esto además produjo una notable desocupación.

Está claro entonces que esta época puede ser asimilada económicamente al menemismo, impuesto con terrorismo de estado, que culmina con la crisis de la deuda y la solución adoptada es parecida a la que implementó Cavallo cuando era presidente del Banco Central durante la dictadura criminal. Pero los carniceros chilenos tuvieron el tacto y el interés propio de no privatizar Codelco, la empresa estatal del cobre que para Allende era el sueldo de Chile y para el grupo económico- militar que asalto el poder implicaba para este último un desvío del 10% de las exportaciones del cobre como aprovisionamiento de recursos.

La segunda etapa es 1982 -1997, donde se cambia la política cambiaria y alrededor de ella la política económica. Al principio del período hay una modificación del tipo de cambio y luego ajustes periódicos menos significativos. Entre 1982 y 1988 la devaluación real del peso ronda el 90%. Se realizó una intensa política de fomento de las exportaciones a través de incentivos fiscales. A la vera del tipo de cambio se desarrolló la construcción industrial y la especialización en la exportación de salmón a Japón, celulosa, papel, minería y vinos.

Entre 1984 y 1988 la economía creció a un 7,5 % promedio anual. Disminuyó en forma considerable la desocupación Hay en esta segunda etapa, salvando las distancias, algunos parecidos con el kirchnerismo. En una tercera etapa 1998-2007, los números macroeconómicos se mantienen favorables pero el ritmo de crecimiento no supera un 5% promedio. Ha bajado la pobreza, pero se mantiene altos índice de inequidad entre los sectores más y menos pudientes. De manera que el elogio en bloque al modelo chileno como si fuera una política inequívoca a lo largo de 34 años es una falacia interesada.

Según Jorge Liotti en la revista Debate de septiembre del 2007: “El modelo económico no ha sido eficaz para reparar las profundas inequidades generadas por las políticas neoliberales. La salud en Chile está altamente privatizada y las diferencias que existen en la calidad de los servicios con los prestadores públicos es abismal…. . La CUT, la Central única de trabajadores solicita un régimen de indemnización por despidos- hoy casi inexistente-, y la posibilidad de encarar negociaciones colectivas, un derecho vedado desde el pinochetismo….. A la vez el Estado aporta estabilidad y calidad institucional, defensa del territorio y acompañamiento para la estrategia exportadora del país. ….La revuelta de los pingüinos fue un fuerte llamado de atención sobre el sistema educativo. Los estudiantes secundarios reclamaron la reforma de la ley establecida en la época de Pinochet, la gratuidad del boleto escolar y del examen de ingreso a la Universidad. En Chile hay escuelas públicas, en general para los sectores pobres; escuelas subvencionadas por el Estado, en la que los padres deben pagar una cuota de aproximadamente 30 dólares; y colegios privados que son los más caros y exclusivos. En estos últimos la cuota es de entre 400 y 500 dólares mensuales a los que accede sólo el 10% de los chilenos ……Por todo ello según el Programa para el Desarrollo de las Naciones Unidas (PNUD), Chile es el país más desigual de América Latina, después de Brasil, en virtud que el 10% más rico de la población goza del 47% de los ingresos, y el 10% más pobre apenas recibe el 1,2%. Siempre se habló del Chile del Primer Mundo, con sus autopistas inteligentes y su desarrollada política exportadora, y el Chile del Tercer Mundo, con sus bolsones de pobreza y marginalidad, semejante a cualquier otro país de la región. Si bien esta fragmentación no es nueva, es mucho más difícil de sostener en tiempo de bonanzas, como la que vive el país trasandino. Hoy hay una disputa feroz por la distribución del excedente de la renta”

 El Prof. Pedro Godoy Presidente del Centro de Estudios Chilenos es lapidario con relación a las dos últimas presidencias presentadas como socialistas. Afirma: “Lagos y Bachelet son la expresión más típica de este socialismo que denominan "renovado" y sus adversarios "repodrido" que es socialdemocracia a la europea, neoliberal y pronorteamericana.”


 NERUDA


Nos desplazamos con nuestro guía y chofer Diego Ulloa hacia Isla Negra la mítica residencia de Pablo Neruda. Mientras recorremos los 120 kilómetros desde Santiago, algunos versos del poeta persisten en mi memoria: “Puedo escribir los versos más tristes está noche./Escribir, por ejemplo: «La noche esta estrellada,/y tiritan, azules, los astros, a lo lejos»./El viento de la noche gira en el cielo y canta./Puedo escribir los versos más tristes esta noche./Yo la quise, y a veces ella también me quiso./En las noches como ésta la tuve entre mis brazos./La besé tantas veces bajo el cielo infinito./Ella me quiso, a veces yo también la quería./Cómo no haber amado sus grandes ojos fijos./Puedo escribir los versos más tristes esta noche./Pensar que no la tengo. Sentir que la he perdido. /Oír la noche inmensa, más inmensa sin ella. /Y el verso cae al alma como al pasto el rocío. / Qué importa que mi amor no pudiera guardarla. /La noche está estrellada y ella no está conmigo. /Eso es todo. A lo lejos alguien canta. A lo lejos. /Mi alma no se contenta con haberla perdido. /Como para acercarla mi mirada la busca.” Tengo una relación contradictoria y crítica con Neruda. Su trayectoria política siempre vinculada al Partido Comunista, su oda a Stalín, el abandono de su única hija. Prefiero recordarlo como poeta. Llegamos. Hay que esperar para poder ingresar a la casa. La sala de la administración del museo tiene las paredes con fotos a través de las cuales puede recorrerse la vida del personaje. El lugar- que no es una isla- tiene una belleza natural formidable. La playa y el Pacífico en su visión salvaje. La lancha amarrada en el suelo que convertía a Neruda en un marinero de tierra.  Las diferentes campanas que anunciaban cuando Neftalí Reyes- su verdadero nombre- llegaba al lugar. La casa tiene el diseño y la ambientación de un barco con una decoración adecuada recolectada en los múltiples periplos del Neruda diplomático. El dormitorio con sus gigantescos ventanales mirando al océano bravío. Me recuerda el concepto paisajístico de la casa del pintor Carlos Páez Vilaró en Punta del Este. Un lugar del cual es difícil imaginarse salir, si se es propietario, de alguna manera, de ese mar y esa playa. Regresemos por un momento en el tiempo a la cercana llegada de la primavera de 1973. Neruda estaba gravemente enfermo de un cáncer. Moriría a las 22,30 horas del 23 de septiembre, cuando en la Argentina la fórmula Perón – Perón triunfaba con el 62% de los votos. Apenas habían pasado 12 días del derrocamiento y suicidio de Salvador Allende. Cuenta Sergio Villegas en Funeral Vigilado. La despedida de Pablo Neruda”: “Algunos días después del once llega un bus con soldados a la casa de Isla Negra. Llevaban cascos. Iban al mando de un oficial, también con casco. Eso me lo contó Matilde (su compañera). Llegaron registrando, dando las voces de costumbre: “¡Que nadie se mueva!” ¡Todos afuera!” Todos salieron Pablo estaba arriba, en su cama, y ahí se quedó. Desde esa cama, junto a los dos ventanales que hacían esquina en su pieza, se veía todo el jardín. Seguramente fue al atardecer, porque pronto los soldados encendieron linternas para continuar el trabajo, la revisión cuidadosa, detalle por detalle, plantas, matorrales, árboles, la biblioteca, el jardín de piedra afuera. Pablo estaba mirando todo eso por la ventana y para él, según Matilde, fue especialmente terrible. Era la agresión física a su casa, la impresión física de los soldados entrando por todas partes, la visión de la brutalidad absoluta. El oficial preguntó por Pablo. Le dijeron dónde estaba y él subió cautelosamente, con el arma en la mano. Ocurrió algo curioso, entonces. El oficial entró por adentro, por el lado del comedor, subiendo una escalerilla estrecha, típica de esas casas de Pablo que el ideaba y construía. Abrió la puerta y se encontró a boca de jarro con Pablo en la cama. Era, al parecer, un hombre joven. Cuando vio al poeta tan de improviso, tan cerca de él, se desconcertó. Se sacó el casco, en el ademán de descubrirse, dijo: “Señor Neruda, perdone” y se fue. Bajó por la misma escalerilla, dio unas órdenes y se retiró con su gente. No rompieron nada. No se llevaron nada. Era demasiado para el oficial. Pero Pablo quedó aplastado con aquella visita. Al día siguiente, Matilde se lo llevó a Santiago en una ambulancia que pidió a la Clínica Santa María”. El viaje fue interminable con las rutas sometidas a múltiples controles. Su médico de Valparaíso había sido apresado, así que no lo pudo acompañar.     
Pasamos por Valparaíso y su pintoresca belleza, con un cierto aire a la Boca. No llegamos a la casa de Neruda ubicada sobre un cerro con vista panorámica a la ciudad. Ésta fue saqueada y destruida por infantes de marina, con sus colecciones y rarezas artísticas.
 
Ahora estamos al pie del Cerro San Cristóbal. Ahí donde está otra de sus casas La Chascona, apodo de su segundo mujer Matilde Urrutia. Era el bulín que tenía para mantener la relación clandestina con Matilde mientras estaba casado con Delia del Carril. Una vez muerta ésta, blanqueó la relación, dejó esa parte de la casa para las visitas y extendió la misma. El parque estaba surcado por un canal con cascada. En función de ello diseñó la casa con vista a las montañas que circundan Santiago. A ese riacho las fuerzas armadas arrojaron diferentes objetos para construir un dique que desvió las aguas e inundaron la casa. Quemaron los más de 8000 libros de la biblioteca de La Chascona. El cadáver de Neruda fue llevado  a este lugar para cumplir su última voluntad. Cuenta Sergio Villegas en la obra citada: “Cuando llegamos los muchachos amigos trabajaban arremangados, chapoteando, con el agua más arriba de las rodillas. El agua caía a la calle como una catarata por la escalera de acceso. Arriba el comedor estaba inundado, con un agua que tenía una altura de medo metro más o menos. Más allá estaban otros jóvenes sacando las cosas con que habían taponado el canal para desbordarlo. Las habían sacado de la casa. Podían verse ahí de todo, cuadros, sillas, un organillo, que era una de esas rarezas que Pablo recogía en cualquier parte, marcos, cajones, lámparas. La casa empezó a llenarse de gente. Entraron a avisarle a Matilde que unos representantes de la Junta Militar deseaban expresarles sus condolencias oficiales y que esperaban abajo…Matilde les mando a decir que se fueran, que no los recibiría.” El comunicado oficial intentaba deslindar responsabilidades: “Las Fuerzas Armadas y Carabineros no proceden así. Esto es vandálico y solo pueden haberlo hecho delincuentes”. Eran efectivamente los mismos delincuentes que habían bombardeado La Moneda.
 
El velatorio y entierro de Neruda fue el primer actor opositor a Pinochet. Muchos años después, los restos de Neruda y Matilde Urrutia fueron trasladados a Isla Negra.
 
Tal vez hubiera correspondido transcribir estos versos: Llénate de mí. /Ansíame, agótame, viérteme, sacrifícame. /Pídeme. Recógeme, contiéneme, ocúltame./Quiero ser de alguien, quiero ser tuyo, es tu hora./Soy el que pasó saltando sobre las cosas, /el fugante, el doliente.
 HISTORIAS DE VIDA
En estas postales de viaje he tratado de entrelazar el presente con el pasado. Y diariamente la vida entrecruza las historias. Como en el caso de Volodia Teitelboim, referente del Partido Comunista chileno muerto hace unas semanas a los 92 años. Tiene entre su vasta producción literaria una biografía de Neruda. Como sucedió con las agrupaciones de izquierda en los sesenta y setenta se proponían cambiar la sociedad, pero trasladaban a sus hábitos internos las pautas más conservadoras de esa sociedad. La mujer de Volodia quedó embarazada de un compañero y para evitar sanciones para ella y limitar las posibilidades de ascenso partidario del escritor, éste decidió darle el apellido y considerarlo su auténtico hijo. Pero todo en secreto y sin decirle nunca la verdad al hijo. Mientras Volodia permanecía internado en el Hospital Clínico de la Universidad Católica, en el diario LA TERCERA, del 27 de enero podía leerse: “Una de las ausencias de ayer en la Clínica de la Universidad Católica fue la de Claudio Bunster, quién fue criado por Volodia Teitelboim. En el PC, que ha sido fuertemente criticado por Bunster, señalan que el físico no había tomado contacto anoche con el recinto asistencial. Según sus cercanos, Bunster se encuentra en Santiago y desde 2005 rompió relaciones con el dirigente. El Premio Nacional de Ciencias creyó, hasta abril de 2005, que Teitelboim era su padre. Sin embargo, en esa fecha, un cercano le reveló que su padre biológico era el diplomático Álvaro Bunster Briceño y que la verdad había sido ocultada por su madre, Raquel Weitzman, para evitar que su marido, Volodia Teitelboim tuviese problemas dentro del Partido Comunista. El físico cambió su apellido por Bunster y empezó a tomar contacto con su medio hermano Cesar Bunster y su tío, el coreógrafo Patricio Bunster. “ Mi madre fue crucificada, dejada sin trabajo y se le prohibió ver a su hijo. A mi padre, Álvaro Bunster, también se le impidió reconocerme. El intentó hacerlo, pero la misma organización se lo impidió…Y creo que mi mamá siendo comunista de viejo cuño, siguió respetando esas decisiones hasta el fin y pensando que de alguna manera ella era culpable de algún delito”, comentó el científico en septiembre de 2005. Cercanos a Teitelboim coinciden en que la ruptura con Claudio Bunster fue un fuerte golpe para él.
 
“El decidió seguir otro camino y yo lo respeto ¡No voy a negar que siento un vacío con su alejamiento! Siento que hubo una relación que ahora debe respetarse y no ensuciarse con cuestionamientos que no están a la altura de los 60 años que Claudio fue mi hijo” dijo Teitelboim en 2005”
 
Otra historia apasionante es la de Humberto Sotomayor “Tonio” que trabaja como jefe del equipo médico de la Moneda y en tal carácter estuvo a cargo de la atención del Presidente Ricardo Lagos y ahora de Michelle Bachelet. Fue en los 70, el encargado de seguridad de Miguel Enríquez, el jefe del MIR (Movimiento de Izquierda Revolucionaria). Estando el MIR en la clandestinidad después del golpe de Pinochet, en diciembre de 1973, Enríquez se trasladó a una casa de seguridad ubicada en Santa Fe 785 en San Miguel, pero debido a varios errores de inteligencia despertaron sospechas de los vecinos.  Cuenta el diario La Tercera:        “ El cerco se cerró el 5 de octubre. La noche anterior se le sumó para reforzar la seguridad José Bordaz, alias “Coño Molina”, jefe de la fuerza central del MIR. En la mañana salieron con la tarea de buscar nueva residencia, ya que habían estado 10 meses en Santa Fe. Sin embargo, en la tarde llegaron los efectivos de la DINA, encabezados por el teniente Miguel Krassnoff y el tiroteo comenzó a los pocos minutos. Enríquez disparaba su fusil AK y Carmen Castillo, su compañera embarazada, cayó herida e inconsciente. Luego una esquirla de una granada impactó en la cara de Enríquez, quien cayó al suelo. Según la explicación que daría meses después Sotomayor, el se acercó al líder del MIR y creyó que estaba muerto, tras lo cual  junto a Bordaz escapó por el patio de atrás. Sin embargo, Enríquez se recuperó y siguió combatiendo un buen rato antes de morir. Sotomayor ha argumentado en su defensa que cometió un error médico al creer que Enríquez estaba muerto y por eso huyó. Pero según ex miembros del MIR, la versión es poco creíble, ya que el propio Bordaz- que murió meses después en un enfrentamiento en Vitacura-  comentó que mientras arrancaban escuchaban que se reiniciaba el tiroteo. El comportamiento de Sotomayor fue duramente cuestionado por el MIR. No solo por haber huido sin defender a Enríquez, sino por ingresar al día siguiente a la embajada de Italia, pese a que en el grupo existía la política de que  “el MIR no se asila” como decía el slogan de la época. Según las investigaciones del académico del Centro de Estudios Públicos Cristián Pérez, Sotomayor fue citado por el MIR a la Habana para explicar lo sucedido. Varios miristas le quitaron el habla y otros incluso exigían que fuera ejecutado “por traición y cobardía”. Entre  los más duros se encontraba el hermano de Enríquez, Edgardo. Finalmente, el médico fue relegado por las autoridades de la isla a ejercer su profesión en sectores cercanos a la provincia de Cuba. Sotomayor rehizo su vida como médico trabajando en Cuba y en Méjico. En 1988 se volvió a casar, en la Habana, con la mejicana Silvia Piñones. Según el periodista Manuel Cambiases, director de Punto Final, el médico ingresó al PC y se volvió cada vez más crítico del MIR, incluso publicó artículos contrarios al movimiento como “ El ultraizquierdismo, caballo de Troya del imperialismo”. Ex miembros del MIR sostienen que con ello intentó dar un sustento ideológico a su actuación del 5 de octubre
 
POSTALES DE UN VIAJE (II)
 
Trato de estirar las piernas en estas latas de sardinas que se han convertido los aviones desde la desregulación del comercio aéreo. Abajo la cordillera. Al frente los televisores con las instrucciones. Miro por la ventanilla y el accidente de los rugbiers uruguayos llamado “ El Milagro de los Andes” se cruza como un flash. Cierro los ojos para no ver los gigantescos macizos nevados. Y de nuevo desfilan como en una película proyectada a velocidad La Moneda, el Estadio Nacional y Víctor Jara, la residencia de Tomás Moro, las casas de Neruda, el metro de Santiago, los colores de Valparaíso, la belleza de Viña del Mar. Pablo Milanés canta: “Yo pisaré las calles nuevamente/de lo que fue Santiago ensangrentada/y en una hermosa plaza liberada/me detendré a llorar por los ausentes.” Allende vuelve a repetir: “Seguramente Radio Magallanes será acallada y el metal tranquilo de mi voz ya no llegará a ustedes. No importa. La seguirán oyendo. Siempre estaré junto a ustedes. Por lo menos mi recuerdo será el de un hombre digno que fue leal con la Patria…… Tienen la fuerza, podrán avasallarnos, pero no se detienen los procesos sociales ni con el crimen ni con la fuerza. La historia es nuestra y la hacen los pueblos.” La  voz de Víctor Jara se superpone sobre las explicaciones de la azafata: “No me asusta la amenaza,/patrones de la miseria,/la estrella de la esperanza/continuará siendo nuestra.” Escucho que Neruda lo interrumpe y recita: “Puedo escribir los versos más tristes está noche.”
 
15-02-2008
 
 

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