El “galope de Gish”, importado por la
política desde el debate científico. Resabios de Durán Barba. La huella de los
Eskenazi en la sórdida trama del millonario juicio por la estatización de YPF
Sebastián Lacunza
Claudia Carlotto (de espaldas), Ángel
Santucho, Estela de Carlotto, Buscarita Roa y Horacio Pietragalla (sentados),
durante el anuncio de la recuperación de la identidad del nieto 133, el 27 de
julio de 2023. Abuelas de Plaza de Mayo
30 de julio de 2023 DIARIO AR
En días recientes, voces prominentes
de Juntos por el Cambio (JxC) pusieron sobre la mesa temas que consideran
cruciales para la Argentina que viene. Ninguno estuvo relacionado a la
recuperación del nieto 133 por parte de Abuelas de Plaza de Mayo. La identidad
del hijo de Cristina Navajas y Julio Santucho, del hermano de Camilo, Miguel y
Florencia, del nieto de Nélida Navajas, del primo y sobrino de tantas víctimas
de una misma familia, se mantuvo secuestrada durante 46 años, hasta horas
atrás.
Por algún motivo que la historia
juzgará, la coalición conservadora decide que los asuntos vinculados a los
crímenes de lesa humanidad no son de su incumbencia —ni siquiera los
esperanzadores, como una identidad recuperada— , mientras le dedica energía a
personajes como Roberto García Moritán, o temas como los siguientes.
Uno: Varios de sus dirigentes se
prendieron a la versión de que la ministra Carla Vizzotti autorizó que una
conocida despidiera a su marido antes de morir de COVID-19, en agosto de 2020,
cuando visitas de ese tipo, según la denuncia, estaban prohibidas. El caso
transitó una ruta conocida. Los portales y diarios de mayor difusión dieron
aire a la denuncia, los canales de noticias y las radios oficiaron de altavoz
de la “polémica”, y líderes de la coalición conservadora prometieron el fin de
los privilegios inaceptables.
Dos: María Eugenia Vidal creyó ver
“otro relato K” en el precario acuerdo con el FMI anunciado por Sergio Massa y
arriesgó que “el peronismo” negoció más préstamos con el organismo multilateral
que “los militares” y cualquier otro Gobierno. En el cómputo de la
exgobernadora bonaerense, el mérito mayor se lo lleva Cambiemos, que solamente
contrajo un único crédito con el Fondo, en 2018.
Tres: Uno de los precandidatos
presidenciales de JxC, Horacio Rodríguez Larreta, hizo de la baja en los
homicidios en la Ciudad de Buenos Aires uno de los ejes de su campaña. Atribuye
el logro a su “gestión”. El lema “la capital más segura de América Latina”
resuena decenas de veces por semana.
La conversación
Con intermitencias, cuando quedan
estacionadas promesas de cárcel, combates a todo o nada contra las “mafias” y
alegorías eliminatorias del adversario, el imaginario de JxC se ilusiona con un
ágora pacífico y civilizado: “la conversación pública”. Una discusión en torno
a datos, argumentaciones elaboradas y ejemplos de virtud. Es decir, una
Argentina de debates cordiales en el MALBA, no ocupada en historias de
desaparecidos, sin peronismo ni una izquierda más disruptiva que la corporizada
en el Partido Socialista de Santa Fe.
No es objeto de esta nota abundar en
los ejes mencionados (Vizzotti, FMI, homicidios en CABA), pero algunas
aclaraciones básicas son ilustrativas para enmarcar la verdadera calidad de la
“conversación pública”.
En el momento en que Vizzotti
supuestamente habilitó el privilegio excepcional para su conocida (el marido de
la mujer en cuestión murió el 24 de agosto de 2020), ya era pública la vigencia
de protocolos para acompañar a pacientes graves de coronavirus. El dato es
crucial, porque echa por tierra la intención de reeditar el justificado enojo
colectivo ante el festejo del cumpleaños de Fabiola Yáñez en Olivos o la
vacunación de algunas decenas de personalidades VIP cuando comenzó la
inmunización.
Sobre la deuda externa, el macrismo
dio muestras de una osadía difícil de medir. El 40% de los votos con el que se
despidió Cambiemos de la Casa Rosada en 2019 permitía prever que continuaría
dando batalla, pero cabía esperar que sus dirigentes evitaran hablar del
endeudamiento, dado el traumático experimento de Macri. La intuición fue
errónea. No bien dejaron el Ejecutivo, los dirigentes de JxC sacaron a relucir
todo tipo de alquimias para denunciar que el verdadero “endeudador serial” era
Alberto Fernández. ¿Mercados de deuda en pesos y dólares cerrados, con un
default prácticamente consumado? ¿FMI con la cuota de endeudamiento excedida en
1.000% por el préstamo a Cambiemos? ¿Pandemia? ¿Guerra en Ucrania? Pequeños
detalles.
La inercia llevó a Vidal a tuitear
sobre acuerdos con el FMI sin considerar que el único que contrajo Macri, por
US$ 57.000 millones (de los que se efectivizaron US$ 44.500 millones), fue el
mayor de la historia del organismo y largamente superior a la suma de todos los
préstamos otorgados al país hasta entonces, que además habían sido, en su
mayoría, refinanciaciones de créditos anteriores.
La bandera sobre la baja en los
homicidios dolosos en la ciudad de Buenos Aires es algo más sofisticada. El
descenso es real. Los 89 asesinatos cometidos en la Capital Federal en 2022
fueron menos que los 96 de 2019 (-7%), o los 185 de 2014 (-50%). Ocurre que ese
descenso es consistente con lo que viene ocurriendo en todo el país tras el
máximo histórico de homicidios dolosos en 2002. Por caso, en la provincia de
Buenos Aires, que es utilizada por Rodríguez Larreta para marcar el contraste
con su “gestión”, en 2023 hubo 740 homicidios, frente a 877 de 2019 (-15%) y
1.496 en 2014 (-50%). Son datos del Sistema Nacional de Información Criminal.
¿Se trata, entonces, de una excepcionalidad disparada por la eficiencia del
precandidato presidencial, o es más bien un patrón nacional que merece
explicaciones más detalladas?
La mentira, al galope
La antropóloga estadounidense Eugenie
Scott, exdirectora del National Center for Science Education, confrontó durante
buena parte de su carrera con el creacionismo, andamiaje que busca refutar con
literalidad bíblica las teorías sobre evolucionistas el origen del universo y
el ser humano. Preocupada más por el cómo que por el qué discutir con ese
movimiento —le interesaba llegar a su público, no daba entidad alguna a sus
teorías—, Scott creó el concepto “Gish gallop”, o “galope de Gish”, que remite
al bioquímico Duane Gish, mentor del creacionismo.
La prédica de Gish consistía en
combatir a la ciencia tradicional con una metralleta de datos, algunos ciertos,
muchos falsos, hilvanados de forma antojadiza en un loop infinito en el que la
certeza pareciera imposible. Mediante el aprovechamiento de hitos inexplicados
por el evolucionismo, deslegitimaciones personales (el enemigo tiene intereses
ocultos o, directamente, no es persona) y falacias de composición, Gish
encontró sus “verdades”.
El secreto del galope de Gish radica
en que su refutación requiere explicaciones áridas, o tal vez simples, pero que
no están a mano en el momento del debate. Bajo el reino de las redes sociales y
la comercialización de datos privados para hurgar en los lugares más recónditos
de las preferencias personales, los impulsores de las teorías conspirativas se
hacen un festín.
Feijóo naufraga en la repregunta
Aunque la política es mucho menos
nítida que la ciencia, el concepto Gish se trasladó de terreno y en las últimas
semanas abrevó en España.
El conservador Alberto Núñez Feijóo
(Partido Popular, PP) comenzó la campaña con viento a favor, seguro de su
victoria. Así llegó al debate televisivo “cara a cara” con Pedro Sánchez. El
gobernante socialista creía que tendría allí una oportunidad de revertir la
ola, pero perdió. Según la opinión unánime, el conservador manejó mejor el
tono, la actitud, golpeó de entrada y descolocó a su rival. “No es cierto”, “no
es así”, atinó a defenderse Sánchez, desencajado, ante datos disparados a
repetición por Núñez Feijóo.
El postulante conservador mintió.
Maquilló o malversó cifras, citó documentos y fallos judiciales inexistentes,
inventó pasados. Lo hizo con convicción; dio mejor en cámara. Es el “galope de
Gish”, identificó el escritor y periodista Guillermo Martínez.
La mentira enseñoreada en política
tiene un aliado fundamental en el periodismo, sea por complicidad, mala praxis,
recursos insuficientes o la vocación equilibrista para dar lugar a las dos
campanas. Ya lo dijo el poeta. Si nada es verdad porque a cada uno le cabe un
poco de razón, terminamos revolcaos en un merengue y en un mismo lodo, todos
manoseaos.
Una periodista del canal público
Televisión Española no dejó pasar una falsedad del candidato en cuanto a los
aumentos jubilatorios durante los gobiernos del PP. Ante esa experiencia
inédita (la repregunta), el galope de Gish-Feijóo tropezó. El candidato se
ofuscó y las redes conservadoras pidieron la cabeza de la cronista.
A partir de allí se desencadenó una
seguidilla de episodios en los que sacaron a Núñez Feijóo de libreto. Algunas
voces sostienen que la victoria en el debate le terminó propinando una derrota
al candidato conservador. Que el KO a Sánchez haya sido tan notorio hizo que
los argumentos del Núñez Feijóo quedaran demasiado expuestos y, con ellos, su
falsedad. Por esa u otras causas, se produjo una oscilación en el voto de los españoles
que permaneció imperceptible para las encuestas y alejó al conservador de un
puesto para el que ya se había calzado el traje.
Se llama “galope de Gish” porque la
antropóloga Scott no conoció a Jaime Durán Barba.
El manual del buen mentir
“Pobreza cero”, “un tercio de los
argentinos son pobres” (2015), “la mitad de los argentinos son pobres” (2023),
“catorce toneladas de piedras”, “se robaron un PBI”, “sus únicos aliados son
Irán y Venezuela”, “hace cuarenta años que Argentina no crece”, “setenta años
de populismo”, “sumamos 110 hectáreas de espacios verdes”, “cada vez viaja
menos gente en subte, no tiene sentido construir más”, “rechazaron las vacunas
de Pfizer, las mejores, por ideología”.
Se llama 'galope de Gish' porque la
antropóloga Scott no conoció a Jaime Durán Barba
Frases rectoras, de comprensión
inmediata, algunas de las cuales parecen contener un dato. Allí hay una
combinación de falsedades rotundas y aseveraciones que requerirían una
explicación de método y contexto. Las definiciones sobre períodos largos
(cuarenta años, setenta años, un siglo) son un atajo útil para saltearse
lustros virtuosos y otros lacerantes.
Federico Sturzenegger explicitó en
una conferencia académica los cuatro consejos de Durán Barba a la hora de
enfrentar un debate, que se pueden resumir en una palabra: mentir.
Según se cansó de explicar el asesor
ecuatoriano del PRO, el ciudadano vota según sus emociones, y la estrategia
proselitista debe estar destinada a conmoverlas. No importa la verdad ni la
razón. Llegado el punto, si el rival quiere debatir sobre pruebas y planes
concretos, “hablá de tus hijos”, aconsejó Durán Barba a Sturzenegger.
Esa reducción de la política a un
mero artificio es, además de nefasta, muy poco sólida. Probablemente el propio
Durán Barba, un hombre con lecturas en su haber, difunda esos consejos, pero no
los crea del todo. Por lo pronto, está demostrado que el galope de Gish puede
ser efectivo un tiempo, hasta que se transforma en pólvora mojada. Ya quedó
bastante probado que Durán Barba es más efectivo para ayudar a ganar elecciones
que para mantener a presidentes a salvo de crisis terminales o de derrotas
categóricas cuando intentan la reelección. “Cuando seas Gobierno hacé lo que
quieras, pero no lo digas” en la campaña, dijo el consejero en aquella
memorable lección a Sturzenegger. Quizás allí hay un indicio de ciertas
performances.
Para falsear, mejor el INDEC
Hacer frente a un galope de
falsedades favorecidas por el sistema mediático dominante supone todo un
desafío. El kirchnerismo tiene un largo recorrido en dar la batalla de manera
poco lúcida, retirándose de los debates o enviando representantes poco prestigiados
a lo que considera territorio hostil, mientras se recluye en sus propios
ámbitos de discusión. Sopor endogámico autosatisfactorio.
Ninguna acción fue tan dañina y
deslegitimadora para la voz kirchnerista como malversar la inflación medida por
el INDEC entre 2007 y 2015. Esa acción venal orquestada durante largos años por
el actual candidato presidencial del sello Principios y Valores y continuada
por otros no sólo causó un daño enorme al Estado, sino que restó al cristinismo
capital simbólico para argumentar sobre el que había sido uno de sus
principales logros: el descenso de la pobreza.
El creacionista Gish habría cruzado
el Mar Rojo de rodillas si hubiera podido probar que Charles Darwin había
inventado especies inexistentes para construir la teoría de la evolución. Los
Gish criollos tuvieron un regalo servido en bandeja que les da oxígeno hasta
hoy.
Las huellas del Grupo Petersen
Esa forma vulgar de administrar el
Estado tuvo un correlato que puede salir caro al país. En semanas se sabrá si
la jueza estadounidense Loretta Preska condena a la Argentina a pagar US$ 4.920
millones o US$ 16.000 millones al fondo Burford Capital, que compró los
derechos de litigar al Grupo Petersen, de la familia Eskenazi. La sentencia,
obviamente, será apelable.
Que un juzgado federal de un distrito
de Nueva York tenga la potestad de dictar una sentencia equivalente al
presupuesto anual de varias provincias argentinas, en una causa originada en
empresas fantasma creadas por los Eskenazi en España y vendida a un fondo radicado
en Londres dice mucho sobre la seguridad jurídica del caso. Ante la tendencia a
admirar la seriedad de sistemas judiciales de países del norte, cabe consignar
la opinión de Joseph Biden y los máximos dirigentes demócratas ante la andanada
de fallos cavernarios dictados por la Corte Suprema estadounidense: un tribunal
capturado por el trumpismo. Con esos bueyes hay que arar.
Un detalle. Esta trama jurídica, por
cuestionable que sea, existía en el momento de la expropiación del 51% de YPF,
en 2012, y la letra del estatuto de YPF del momento de la privatización, en
1993, le dio las líneas suficientes a la jueza Preska para otorgar la razón al
demandante.
Uno de los datos cruciales del caso
no logra cobrar vuelo, pese a su enorme relevancia. Detrás o al lado de Burford
están los Eskenazi, la familia introducida en el accionariado de YPF a
instancias de Néstor Kirchner con el supuesto objetivo de limitar los desmanes
de Repsol.
Como informó la agencia
estadounidense REDD Intelligence, la jueza Preska dio por probado que los
empresarios argentinos mantuvieron múltiples reuniones con Buford para discutir
la estrategia legal. Documentos aportados a la causa demuestran que en el
convenio firmado el 4 de marzo de 2015 mediante el que Burford compró a la
filial de los Eskenazi en España el derecho a litigar por USD 15,1 millones, se
estableció que el fondo radicado en Londres recibiría 70% de los eventuales
beneficios y Petersen, 30%.
Será cuestión de investigar qué queda
y dónde terminan los sellos creados por los Eskenazi en España, pero no parece
haber muchos interesados. Al kirchnerismo, el asunto le resulta inabordable.
Muestra su peor faceta por su concepción del capitalismo de amigos, cuando
auspiciaron el fraudulento ingreso de los empresarios santacruceños a YPF, y
por la forma en que llevó a cabo una estatización que, no por estratégica y
positiva para el futuro de Argentina, fue llevada a cabo correctamente, a la
luz del juicio en Nueva York.
Un poco más llamativo es el poco
énfasis de los aguerridos dirigentes de Juntos por el Cambio en iluminar a los
Eskenazi, al parecer, sus nuevos amigos.
El dato sórdido es que la defensa
legal del Estado argentino corre a cargo del procurador del Tesoro, Carlos
Zannini, el mismo que ocupó la silla del Estado santacruceño en el directorio
del Banco de Santa Cruz, de los Eskenazi, durante los años de Macri en la Casa
Rosada.
SL
Hay otra forma de "no decir la verdad", en vez de mentir, como le adjudicás a Feijóo, que es la de Pedro Sánchez.
ResponderEliminarPor ejemplo, en una entrevista antes de ser jefe de Gobierno de España, a un periodista le respondía que no iba a pactar con Bildu (ex ETA) y que si quería se lo repetía 20 veces: "no voy a pactar con Bildu". También, que iba a encarcelar a los golpistas catalanes.
Y así con muchas otras traiciones y mentiras, pero en la misma campaña en la que iba contra Feijóo, ante la pregunta de un periodista y ya que no podía (o no quería) desdecirse de lo que había dicho (es decir, no quería pasar como un mentiroso ya que no había forma de desmentir el archivo), ¿qué hizo?
Explicó que había cambiado de opinión en relación con Bildu (para el separatismo vasco) y cambió el delito de sedición y el de malversación (para limpiar a los golpistas catalanes). Claro... él no miente, sólo cambia de opinión.
No me malentiendas: mentir está mal, pero cambiar de opinión es humano.