Sólo pasaron
tres años. Casi se prefiere no nombrarla, salvo para referenciar un hecho como
sucedido antes o después de ella, naturalizado como cuando un acontecimiento
antiguo se lo ubica antes o después de Cristo. Fue tan dolorosa, tan difícil de
sobrellevar, con tantas víctimas directas e indirectas, que a la memoria la
ataca la amnesia, frente a un deseo generalizado de olvidar y de disfrutar, por
supuesto aquellos que pueden hacerlo. La pandemia demostró la fragilidad humana
y al mismo tiempo la capacidad de reacción. En nueve meses los estados, la
ciencia y los laboratorios consumaron una verdadera proeza: la creación de vacunas.
No fue la generosidad sino el interés lo que permitió empezar a dejar atrás
la pesadilla. Sin vacunas el sistema capitalista colapsaba. Imposible mantener un sistema abriendo y cerrando las actividades, mientras el
virus se reproducía y mutaba. Cuando una enfermedad ataca a seres humanos
considerados no esenciales como el ébola en África o a pobres en la Argentina
como el mal de Chagas, el direccionamiento de las investigaciones científicas
muestra su carácter de clase. Tal vez convenga volver a recordar, atravesando
la neblina de la amnesia, aquellas imágenes que parecían extraídas de películas
del cine catástrofe: la casi totalidad
de los aviones del planeta en tierra, las grandes capitales del mundo con sus
calles desiertas, los animales recuperando territorios que el hombre les quitó,
gente muriendo en las calles en países emblemas del primer mundo porque no
había camas en sus sistemas sanitarios. Camiones frigoríficos en Nueva York
conservando los cadáveres porque no se daba abasto para enterrar los cuerpos en
los cementerios. Y el miedo transitando las calles, golpeando las puertas,
entrando en las casas. La Organización Mundial de la Salud dando
recomendaciones contradictorias sobre las prevenciones a tomar, fruto del
desconocimiento en que estaba sumida. No
es un relato del siglo XVI, del XIX o del XX. No es la peste negra que en cinco
años (1347 a 1352) devastó la Europa Medieval, ni la mal llamada gripe española
declarada al final de la primera guerra mundial, cuando se transitaba la
segunda década del siglo XX.
Pasó ayer,
hace apenas tres años y prácticamente todos hemos sido testigos, víctimas o
sobrevivientes. Pero parece que la pandemia nunca pasó. Y aún es más impactante
porque las consecuencias están presentes en nuestra vida cotidiana: cambió el
trabajo, cambiaron hábitos, se modificó la geografía urbana, se incrementó la
precarización laboral, se generalizó el trabajo a distancia, se consolidaron
nuevas ocupaciones, se acentuaron las desigualdades.
No pasó hace
siete décadas para que los abuelos se lo cuenten a los nietos. Pasó ayer, hace
tres años. La cara tapada con barbijo, el saludo primero con los codos y luego
con los puños, el encierro como única vacuna existente, los aplausos a las 20
horas al personal de salud, a los que arriesgaban su vida bajo el rótulo de
esenciales y con la crueldad habitual hoy están pauperizados y abandonados.
En aquellos
días acosados por la incertidumbre, intelectuales de todo el mundo se
sumergieron en discusiones sobre el mundo que sobrevendría. Si afectaría al
capitalismo o lo fortalecería. Si el día, probablemente lejano en que se
superaría la pandemia, se diseñaría un mundo mejor o peor.
Simultáneamente
estaban las internaciones en soledad. Las comunicaciones con los familiares
sólo por celular. Si el virus avanzaba y una pulmonía tomaba los dos pulmones,
la soledad se multiplicaba en terapia intensiva atendidos por terapistas que
parecían astronautas. En los casos trágicos, la muerte como única y
desagradable compañía que luego se extendía a los entierros en los cementerios
con dos o tres familiares.
Es difícil
encontrar quien quiera recordar en nuestro país, aquel lejano 19 de marzo del
2020 en que se estableció que a partir del 20 y hasta el 31 de marzo regía la
cuarentena que luego el 29 de marzo se prorrogó hasta el domingo de Semana
Santa del 12 de abril.
Pasó hace
tres años. El dolor produce amnesia.
LA
PANDEMIA QUE NUNCA EXISTIÓ ES LA TERMINACIÓN DEL SIGLO XX
El
historiador británico nacido en 1917 en Egipto, Eric Hobsbawm, muerto en el
2012, consideró que el siglo XX fue un siglo corto porque comenzó con el inicio
de la primera guerra mundial y concluyó con la caída del Muro de Berlín en
1989, es decir que sólo comprendía 75 años. Sin embargo, por la magnitud de la
pandemia, por su universalización que ni siquiera tuvieron las dos guerras
mundiales, por sus consecuencias, por el mundo que emergió una vez superado lo
más álgido del problema, el siglo XX concluyó, según mi modesta opinión, en el
2020 y ese es el punto de partida del siglo XXI.
Por lo que
el siglo corto de Hobsbawm, pasa a ser un siglo un poquito excedido en años ya
que alcanza los 106.
LA PANDEMIA QUE PARECE NUNCA EXISTIÓ EN LA
ARGENTINA
En
septiembre del 2018 el gobierno de Mauricio Macri dispuso la eliminación de
nueve ministerios, pasando a ser Secretarías, los de Salud, Trabajo, Energía,
Ciencia y Tecnología, Cultura, Agroindustria, Turismo y Ambiente y Desarrollo
sustentable. Una definición clara de lo que entiende por modernización el
empresario que llegó a Presidente. Dos de esos ex ministerios, nuevamente
jerarquizados, debieron cumplir una tarea ciclópea durante la pandemia: el de
Salud y el de Ciencia y Tecnología. El Coronavirus encontró al gobierno de
Alberto Fernández con un sistema de salud disminuido y desmantelado y un país
carente de crédito porque lo que había lo utilizó y evaporó el gobierno de los
CEOS, que abrió la financiación aceptando pagar sin discutir quince mil
millones de dólares a los fondos buitres.
Para ampliar
la capacidad hospitalaria hubo que extender la cuarentena. El gobierno emitió
como nunca para pagar la mitad de los sueldos del sector privado y para hacer
frente al virus que llegaba. Ante un enemigo desconocido, se cometieron
errores, muchos justificados y otros inexplicables.
Pero a nadie
se lo privó de asistencia y en todos los casos, incluido los irremediables, de
morir en una cama. A nadie hubo que sacarle un respirador para dárselo a otro
con más probabilidades de vida El tiempo, el mismo que ahora juega en
contra, en algún momento pondrá las cosas en su lugar, superando las
miserabilidades de la fractura. La historia es lenta y tarda en
encontrar el equilibrio que obnubila a los contemporáneos.
Cuando a
fines del 2020 aparecieron las vacunas, hubo una carrera vertiginosa para
comprarlas junto con las jeringas cuyas fábricas habían cerrado en nuestro país
desde el 2017, sacrificadas en aras de las importadas. Durante el actual
gobierno, según La Nación del 29-11-2022: “En Córdoba, con una inversión de US$2,5 millones, se inauguró la que
será la única planta que producirá unas 70 millones unidades el próximo año.”
Los países
poderosos muchas veces se apropiaban de los cargamentos que iban a los más
pobres. Aerolíneas Argentinas en manos del Estado, jugó un papel de primera
magnitud. Y Argentina fue de los países que más temprano inició la gigantesca
campaña de vacunación. En EE. UU comenzó el 14 de diciembre del 2020, en España
el 27 de diciembre y en Argentina el 29.
POSICIONAMIENTOS ANTE LA PANDEMIA QUE
NUNCA EXISTIÓ
El gobierno
cometió errores lógicos por enfrentar una pandemia desconocida y otros de una
torpeza inadmisible como la foto de Olivos y el vacunatorio vip, pero siempre
con la premisa de cuidar la salud de la población. Superados los primeros meses
de colaboración entre Fernández, Larreta y Kicillof, criticados por los gurkas
de ambos lados (1), la oposición empezó a realizar manifestaciones
anticuarentena donde aparecían Patricia Bullrich, Hernán Lombardi, Luis
Brandoni, un por entonces menos conocido Javier Milei, alternando con
antivacunas, terraplanistas, grupos que hablaban de la inexistencia de la
pandemia y que era un pretexto para un nuevo poder mundial donde nunca faltaba
la mención a Soros. Mauricio Macri adhería a la posición que había que esperar
la inmunización del efecto manada y que mientras tanto debían morir todos
aquellos que indefectiblemente morirían, posición similar a la del presidente
del Brasil Jair Bolsonaro, el Primer Ministro del Reino Unido Boris Johnson y
el Presidente de EEUU Donald Trump. Un poco conocido Franco Rinaldi calificó al
gobierno de los Fernández de infectadura. Desde la televisión Viviana Canosa,
la propagandista hasta hace pocas semanas de Javier Milei y militante de Macri
y Bullrich, bebía dióxido de cloro para prevenir el coronavirus, mientras en la
Cámara de Diputados, Mónica Frade diputada de Cambiemos, perteneciente a la
Coalición Cívica, proponía habilitar el uso de dióxido de cloro y cuestionaba la idea de que "la
única solución es la vacuna".
Decía, además: “Yo los
exhorto a que se contacten con el alcalde de San José de Chiquitos, en Santa
Cruz de la Sierra, que ha utilizado métodos alternativos y que hoy no tiene en
su ciudad ni un caso de COVID." A su vez Elisa Carrió presentó una
denuncia penal por envenenamiento contra el presidente Alberto Fernández, el
Ministro de Salud, Ginés González García y Carla Vizzotti, Secretaria de Acceso
a la Salud, por la compra de la vacuna Sputnik V. Más adelante cuando se
llevaban vacunados millones de ciudadanos, la denunciante crónica sin ponerse
colorada afirmó: “Yo lo que dije es que estaban envenenando al opositor, que
Putin había envenenado al principal opositor”
CONSECUENCIAS DE LA PANDEMIA QUE SÍ
EXISTIÓ
La pandemia
que sí existió dejó heridas profundas en las sociedades. En Argentina las
franjas más débiles de la población rompieron la cuarentena muy difícil de
sobrellevar en la precariedad de sus viviendas, porque la posibilidad de no
comer y morir por esa causa era más fuerte que el miedo de padecer el COVID. En los sectores medios, los jóvenes no
visualizaron que la cuarentena era para protegerlos y lo vieron como una
restricción a su libertad, a las reuniones con amigos, a transitar una etapa
única de la vida como la adolescencia. Vieron en EL ESTADO, no un protector
sino un represor. Uno de los aciertos propagandísticos de Milei lo tradujo en
el slogan “Es la libertad, carajo” que sintoniza con esa carencia que sintieron
los jóvenes. Los que encontraron trabajo en servicios como las plataformas,
sienten que el Estado los abandonó y ahora rechazan cualquier legislación
estatal que los proteja. Contrariamente
a lo que podía suponerse en las primeras semanas de la cuarentena que el Estado
y lo colectivo se afianzaría, la salida de la pandemia solidificó lo individual
sobre lo colectivo. Los oficialismos quedaron identificados con los estados y
sus déficits y limitaciones, subestimándose la tarea fundamental que
cumplieron. Eso se tradujo en la derrota electoral en la mayoría de los
casos.
DESPUÉS DE LA PANDEMIA
En nuestro
país, la pandemia fue el dramático prólogo a las consecuencias de la guerra de
la OTAN con Rusia; y como si esto fuera poco, luego sobrevendría la peor sequía
de los últimos cien años, a lo que se deberá sumar que la alianza gubernamental
nunca funcionó como tal: el Presidente sólo intentó administrar o diferirlos
con muchas limitaciones los múltiples problemas
que se le fueron presentando con
singular persistencia, mostrándose temeroso ante el círculo rojo, mientras los
conflictos internos fueron una traba inmensa. Los superávits comerciales se
evaporaron pagando deuda externa pública heredada y también deuda privada
voluminosa y en muchos casos sospechosa, con un incremento considerable de la
pobreza y una distribución regresiva del ingreso, a lo que se agregó una
inflación indomable; pero llamativamente todo esto conviviendo con el
incremento sostenido de la actividad industrial, el crecimiento sostenido anual
del PBI, la baja desocupación y el incremento del empleo. El sólido bloque
económico opositor, históricamente antiperonista, que pregona un capitalismo
que pone al mismo en manos políticas que lo dinamitan, está conformado por el
establishment, el poder judicial, los medios más poderosos y una representación
política desequilibrada y desquiciada. Una entente qué sin su desarticulación,
cualquier proyecto nacional y popular que haga cambios profundos, tropezará con
dificultades insalvables.
La decepción
creciente hacia la política y los políticos se viene expresando en una falta de
concurrencia importante a las citas electorales más los votos en blanco: la
prédica permanente de los medios dominantes sobre el desorden, los cortes de
calle y de rutas, el deterioro económico, la inseguridad que es problema grave
fundamentalmente en los sectores populares; el avance del narcotráfico, la
decepción sobre el gobierno de Alberto Fernández, entre otros muchos factores,
ha inclinado a una parte importante de la sociedad hacia expresiones políticas
conservadoras y ultraconservadoras, sobre las que han montado sus campañas
Larreta, Bullrich y Milei, que expresan
sin tapujos sus intenciones que haciendo pie en el orden, que las sociedades
que no lo tienen en forma prolongada suelen encontrarlo de la peor manera, proclaman una amputación de derechos
conseguidos en muchas décadas de luchas mientras proyectan una economía basada
en el coloniaje. Muchas propuestas tienen la música de tiempos funestos, como
si fueran teloneros de la dictadura establishment-militar. Incluso el corrimiento ideológico se da
dentro del propio campo nacional y popular y sólo su base de sustentación es lo
que establece algún marco de garantías diferencial, pero que en relación al
arrasamiento que prometen concretar desde el modelo semicolonial, hacen que lo
que parece menor es de una amplitud implícita grande. Es la diferencia de tener
una patria con enormes precariedades a dejar de tenerla, como un negocio más.
La actual oposición, en la línea de Rivadavia, que en 1824 contrajo la deuda
con la Baring Brothers, lo hizo con el FMI y encadenó al país y a varias
generaciones de argentinos. Argentina tardó 85 años en cancelar la deuda
contraída por Rivadavia, e incluso algún presidente decidió su pago, si era
necesario “con el hambre y la sed de los argentinos”.
“Juntos por
el cambio” quiere hacer lo que ya hicieron y concretar ahora lo que siempre
quisieron hacer, pero no pudieron, lo más rápido posible porque consideran que
así será factible. Cuanto más se profundice la crisis ahora, más estará abonado
el terreno para concretar el país del primer centenario con menor resistencia.
Ven la posibilidad cierta de terminar con el kirchnerismo, pero lo concreto y
real es su propósito de extirpar el peronismo en su versión transformadora: de
su esperado derrumbe y ocaso sólo rescatan al “peronismo republicano”, un
peronismo vegano, equivalente a lo que fue Alvear al radicalismo. Palpitan una
nueva victoria como la de Pavón en el siglo XIX. Y hay una victoria cultural
que aumenta sus probabilidades.
Ante esta
situación, no puede evitarse recordar una frase del ensayista y político
italiano marxista Antonio Gramsci; “La historia enseña, pero no tiene
alumnos”.
No es una
casualidad que los que querían desproteger a la población durante la pandemia
son los mismos que quieren suprimir derechos en la post pandemia y alertan que
habrá que padecer muchos sufrimientos. Recordemos los nombres, apoyados
explícita o implícitamente por sus partidos: Macri, Bullrich, Milei, Lombardi,
Yamil Santoro, Franco Rinaldi defendido por Jorge Macri a primer diputado por
la Capital hasta que su discurso reaccionario superó la vara alta
discriminatoria del propio PRO.
Estamos en
presencia de elecciones fundamentales, donde la oposición de “Juntos por el
Cambio”, más que promesas agradables de un horizonte con más derechos, dibujan
un cielo de amenazas, una operación a lo Carlos Menem sin anestesia. Como
escribió el periodista Mario Wainfeld: “Los cambiemitas están dispuestos a
demoler o dinamitar las instituciones laborales que sobreviven. Los halcones
son prodinamita, las palomas pro demolición” Si agregamos a Milei, enarbolando
la motosierra, el escenario “tranquilizador” se completa.
Las
posibilidades electorales de Unión por la Patria son pocas, aunque en un
contexto muy particular e inédito no están absolutamente descartadas. De producirse un
triunfo, sería un caso que provocará múltiples ensayos sociológico. El insólito
caso que un candidato de una trayectoria contradictoria, en una calificación
benévola, o sinuosa si se es más
estricto; y que simultáneamente es Ministro de Economía en medio de una inflación récord, caída del poder
adquisitivo del salario, pobreza superior al 40% y en crecimiento, con una
imagen muy deteriorada del presidente del cual es su principal funcionario, con
un programa económico controlado por el FMI, con las consecuencias inevitables
de ajuste, restricción de importaciones fundamentales y caída de las
exportaciones, sujeto a permanentes corridas cambiarias, con las reservas
negativas y recurriendo a pases de magia para pagarle a un Fondo que aprieta
como si estuviera en manos de la oposición al gobierno, pueda ganar las
elecciones. El terreno a recorrer entre las PASO y las elecciones nacionales es
más que escarpado y si el mayor mérito de Sergio Massa como Ministro con rango
semipresidencial es haber evitado caer al abismo, ahora se intensificará el
viento en contra para debilitar no sólo a un gobierno sino al candidato. Unión
por la Patria oscila, aunque parezca delirante, entre el milagro del triunfo y
la peor actuación electoral del peronismo. Sólo la reacción de los que se
alejaron del Frente de Todos decepcionados, ante las amenazas de una oposición,
que de poder cumplirlas sería una versión extremadamente dolorosa de una
pandemia política, podría producir el milagro de cambiar el actual probable
resultado electoral. Personalmente, Sergio Massa como candidato a jefe
de Estado, le saca varios cuerpos de ventaja, a los muy precarios Larreta y
Bullrich.
Resulta
pasmoso el cambio que se observa entre el 2023 y el 2015. Parece que hubieran
pasado varias pandemias. Javier Milei es la cara política más nefasta que
emergió de la pandemia y si bien sus dislates parecen brotar del realismo
mágico, su inserción fundamentalmente en los jóvenes merece ser analizada
políticamente, como individuo sus actitudes ingresan en el territorio de
análisis de la medicina. De este personaje se enamoraron, se identificaron con
algunas de sus propuestas Mauricio Macri y Patricia Bullrich.
A su vez
reconstruir un movimiento nacional y popular muy deshilachado que sólo intenta
una táctica defensiva, en un país con una estructuración social distinta, con
demandas acuciantes y diferentes, se necesitan cambios profundos, opuestos y
diferentes a los que promete la oposición, pero que no están en su agenda. Y si
no se adecúa a los nuevos tiempos, a interpretar y representar una Argentina
diferente, desarticulando un establishment colonial, y sacando a millones de
argentinos de la pobreza y la indigencia, recuperando la soberanía sobre
nuestras inmensas riquezas, la necesidad encontrará quién la interprete. El
peronismo en su mejor versión es capitalismo con justicia social, con ampliación
de derechos, desarrollo industrial, y política exterior soberana dentro los
límites posibles. Es “La Revolución Francesa” pero aquí la burguesía en cuyo
nombre se despliegan las políticas peronistas que la representan, se opone,
enajenada ideológicamente, aunque con los gobiernos peronistas tienen
protección, demanda, estímulo, crédito, con Cuadro de Resultados en sus
Balances que arrojan utilidades abultadas, lejos de las políticas que votan y
cíclicamente lo llevan a la convocatorias y quiebras.
En un libro
de reciente aparición “Cómo hacen los pobres para sobrevivir” de Javier Auyero
y Sofía Servían, se cuenta: “El día que hablamos con Chela, que hace cinco años
coordina un comedor comunitario en el asentamiento La Matera en la periferia
sur del Conurbano bonaerense, el plato fuerte del almuerzo era un guiso de
mondongo con arvejas. Entre los ruidos de las ollas y las cucharas, y el
murmullo de los chicos y chicas que entraban al comedor, Chela nos confesó
entusiasmada que su ilusión era “hacer milanesas con un buen puré…ese es mi
sueño”. En la Argentina de la movilidad social ascendente que el peronismo
proyectó, Chela no hubiera estado a cargo de un comedor y ella y los chicos no
hubieran soñado con comer milanesas. En general se sueña con alcanzar aquello
que aún no se logró.
Levantar lo
que se hizo bien en el pasado es importante como respaldo de lo que se promete.
Pero la política sólo enamora cuando un futuro diferente parece factible y
realizable. Sin épica, sueños y realizaciones concretas para el pueblo, la
política es un instrumento mellado.
(1
(1) Un
hecho reconfortante de estos días es el desbaratamiento de una operación
amplificada por los medios por lo que fue acusada la Ministra de Salud Carla
Vizzotti, de haber autorizado visitas vip a familiares de pacientes terminales
de COVID. La Fake News fue desmentida por los 24 Ministros de
Salud de todo el país. Una felicitación para los funcionarios de la oposición
de aquellas provincias que gobiernan, que privilegiaron la verdad a la
instrumentación política. Algo que debería ser común, pasa a ser
excepcional
8-08-2023
*Publicado
en La Tecl@ Eñe, Diario Registrado, Portal de Radio R770
Víctor Hugo comenta esta nota en AM 750
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