El
tercer gol de Mario Kempes
Por Hugo Soriani
14 de enero de 2023 Página
12
Imagen: REP
El mundial de fútbol de
1978 despertó en mi padre, el Capitán Soriani, un interés y una pasión
solamente comparable a la que sentía por su amado River. Fue, además, una
manera de tender un puente conmigo, ya que en aquellos años nuestras
diferencias políticas habían enfriado una relación que había sido muy intensa y
amorosa. El fútbol seguía uniéndonos y el Capitán siempre estuvo a mi lado en
aquellos años de cárcel y privaciones. Cuando ambos notábamos que el diálogo se
complicaba en los temas que nos separaban, rápidamente íbamos a los temas
deportivos que nos unían. Ninguno de los dos quería herir al otro y ambos
sabíamos cuando terminar con las discusiones que nos dividían.
Ahora, a mi regreso de
Qatar, luego de haber disfrutado junto a mi hijo varios partidos del campeonato
mundial, repaso las cartas de mi padre de ese año 78 y encuentro párrafos que
vuelvo a leer conmovido una y otra vez.
En su carta del 17 de
junio del 78 dice el Capitán;
“Querido hijo:
ARGENTINA 2 / POLONIA 0.
Se ganó bien en un
partido parejo en el que Argentina fue algo superior en varios pasajes, asi que
el triunfo fue merecido. Mi incógnita es cómo reaccionará el equipo ante
defensas fuertes.
BRASIL 3 / PERÚ 0.
Perú se desinfló como yo
esperaba porque lo conocemos. Brasil ha mejorado mucho pero sigue sin brillar
HOLANDA 5 / AUSTRIA 1.
Si fuera por este
partido, habría que dar a Holanda por ganador del certamen. Hasta ahora es lo
mejor que he visto, y he visto todos los partidos.
Sigo hoy, domingo, con la
segunda fecha de la 2da rueda
ARGENTINA 0 / BRASIL 0.
Algo mejor Brasil.
Argentina debe mejorar su juego, no hay que engañarse. Por suerte somos locales
y nuestro grupo no es muy difícil. Estimo que se clasificará bien.
Hoy, día del padre,
almorzamos en lo de tu hermana y regresamos pasando por el estadio de River.
Parecía, a la distancia, un transatlántico a punto de zarpar, todo iluminado
profusamente, presentaba un espectáculo increíble aún para los que lo
frecuentamos.
Al terminar el partido
con Brasil la gente se lanzó a la calle, así que fuimos en auto recorriendo
lentamente Corrientes a razón de 10 minutos por cuatro cuadras. La calle es un
río con jóvenes y viejos que agitan banderas y tocan bocinas. Sorteando los
autos, gente de a pie con banderas y comparsas enloquecidas de entusiasmo. En
fin, la locura se ha posesionado de Buenos Aires y si ganamos el campeonato
explotará inconteniblemente.”
Mientras mi padre
escribía esta carta, yo estaba aislado en un calabozo de castigo donde no cabía
parado, y por supuesto privado de visitas y de correspondencia.
En una carta con fecha
del 16 de junio, un día antes de la ya transcripta, mi padre me decía:
“Tu madre acaba de llegar
de Magdalena con la noticia que no pudo verte, lo que nos ha afectado a todos
porque es la tercera vez que le sucede en poco tiempo.
Pasó sin novedad la
primera guardia, pero en la segunda le dijeron que seguías castigado… Como a
pesar de todas las gestiones que hizo no hubo forma de salvar la situación,
ante su desazón, tuvo que volver sin verte…
Ojalá el próximo viernes
no ocurra lo mismo y puedas sobrellevar la sanción con la entereza que hace
falta en situaciones así. Por los informes que manejamos sabemos que estás bien
de salud, así que sólo me queda decirte que tengas paciencia y sepas controlar
tus emociones”.
La sanción, creo haberlo
contado, duró hasta el último partido del Mundial, donde luego del triunfo
frente a Holanda me abrieron el calabozo y me llevaron a mi celda, mientras el
oficial de Gendarmería que me custodiaba me decía que le agradeciera a Kempes,
porque si esa tarde Argentina perdía, yo hubiera sido boleta.
Rep
Mi viaje a Qatar me dio
de nuevo esa posibilidad. En el stand que tenía la Comebol en una zona del
centro de Doha, se organizó un homenaje a Diego Maradona al que concurrieron
dirigentes de diferentes países, hinchas y periodistas de todos los medios del
mundo. También muchos de los jugadores campeones mundiales del 78 y del 86.
Cuando finalizó el acto
donde hablaron, entre otros, Gianni Infantino y el Chiqui Tapia, tuve la
posibilidad de acercarme a Mario Kempes, que rodeado de admiradores, respondía
las preguntas y recordaba aquella tarde del 25 de junio de 1978 cuando le
ganamos a Holanda en tiempo suplementario y con dos goles suyos.
Esperé que terminara con
las entrevistas y con cierto pudor, me acerqué y toqué su hombro. “El Matador”
se dio vuelta y mientras me sacaban una foto a su lado, le relaté rápidamente
la historia. Rodeado de fans, de micrófonos y de cámaras que se peleaban por
obtener su imagen, Mario Kempes no dudó en abrazarme y, mientras lo hacía, me
dijo al oído: “Flaco, que hermoso lo que me contaste. Entonces esa tarde no hice
dos goles. Hice tres.”
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