Una oposición feroz y los medios
dominantes desorbitados practicando el periodismo de guerra, todo ello en medio
de una pandemia que ha arrodillado al planeta y herido seriamente a la economía
de la inmensa mayoría de los países, convocó en forma imprudente desde el punto
sanitario, como en fechas patrias anteriores, a manifestarse en el obelisco y
en distintas ciudades del país. Lo hacen con la bandera argentina y bajo el
pretexto de homenajear a la versión Billiken de San Martín. Si conocieran al
verdadero Libertador, actuarían posiblemente como lo hacía su contemporáneo
Bernardino Rivadavia, con el que se despreciaban mutuamente porque igual que
ahora expresaban dos proyectos antagónicos, más aún sabiendo que probablemente
San Martín fuera hijo de Rosa Guarú, una india. Sería seguramente un negro de
mierda. Los que hoy sostienen que está en peligro la democracia, que vamos a
una dictadura, o que ya estamos; que se persiguen periodistas; que vienen por todo, etc., son muy parecidos
a los que piensan igual pero que van a radicarse en otros países para ser
presuntamente libres.
San Martín y otros motivos que
invocan son meros pretextos, porque el peronismo los enerva, Cristina Fernández
les despierta un odio de una intensidad que es una remake de la que despertaba
Evita. Pero el odio necesita banderas que lo edulcoren, porque el odio solo no
es políticamente correcto. Y así protestan contra una cuarentena reducida a
menos de una docena de restricciones en la Capital, mucho menos aún en la mayoría de las
provincias, y con consignas tales como “la dignidad”, “la libertad”, “la
independencia de la justicia”. Están acompañados por marginales mentales, una
pléyade que engloba a los anticuarentenas, a los antivacunas, a los que
sostienen que la tierra es plana y el virus no existe, contra el 5G; contra un
nuevo orden mundial, al que denominan “orden satánico” donde asoman otra vez
los judíos como victimarios. Hasta las religiones que no han sido nunca una
avanzada de nuevos tiempos, han tomado en serio la pandemia. Los musulmanes
suspendieron la movilización anual de millones de creyentes a La Meca. En
nuestro país, la Iglesia Católica suspendió la marcha anual tradicional de San
Cayetano. Pero para Patricia Bullrich y Elisa Carrió, dos de las máximas
autoridades de Juntos por el Cambio, junto a Estaban Bullrich, Luis Brandoni,
Fernando Iglesias, Lucas Llach, Hernán Lombardi, entre otros, convocaron a la
marcha. Y desde sus vacaciones en la Costa Azul el ex presidente Mauricio Macri
alentó la convocatoria junto al poder económico que lo defiende y lo protege.
El secretario de salud de Macri, Adolfo Rubinstein, dijo que no era aconsejable
la manifestación, que era riesgosa, pero no tuvo la valentía necesaria de
manifestarse en contra. Prefirió actuar como militante radical y no como
médico. Horacio Rodríguez Larreta adoptó la misma posición, modelo Poncio
Pilatos, poco recomendable para alguien que pretende ser candidato a
presidente, aunque quincenalmente
promueve y suscribe políticas sanitarias iguales a la del gobierno nacional con
apenas algunas diferencias de matices. Lo mismo sucede en las provincias
gobernadas por Juntos por el Cambio como Mendoza, Jujuy o Corrientes, alrededor
de siete millones de personas.
Hagamos alguna comparación con una
marcha paradigmática. Sobre aquel 17 de octubre de 1945, muchos años después,
Ernesto Sábato afirmó que a las masas las movía el resentimiento. Arturo
Jauretche le respondió que no se engañara, que a la multitud no la movía el
resentimiento sino la esperanza. En cambio, en estas marchas, en plena
pandemia, a los pies y a los pasajeros de los autos los moviliza
fundamentalmente el odio. Que Cristina vaya presa. Se sacan banderas con fuerte
olor a naftalina, espantapájaros como Venezuela o Cuba, o el comunismo. Pancartas variadas como : “Donde están los
derechos humanos de Nisman”; “Justicia va sin K”; “Volvieron por todo, vamos
por ustedes”; “Cristina, la más grande delincuente”; “Google tiene razón”;
“Argentina sin Cristina”; ‘La patria
está en peligro”; “No toquen al procurador Casal”; “No a la reforma judicial”;
“Basta de chorros sueltos y ciudadanos presos”; La tiranía me obliga”; y los
exóticos: “No queremos bozales”; “No vacuna, no mascarilla”; “Ensayos clínicos,
dióxido de cloro ya”; El virus existe, la pandemia no”
Separemos a todos aquellos que se
manifestaron, aunque no fueron visibles como en anteriores protestas, que se
encuentran dentro de las actividades excluidas sin posibilidad de trabajar o
reducidos a su mínima expresión. Más allá de lo pintoresco de la composición y
lo heterogéneo de los reclamos, la cantidad y extensión territorial de las
manifestaciones revela que la derecha y franjas de clase media visceralmente
antiperonistas, le ha tomado el gusto a la calle y es un hecho que sería un
craso error minimizarlo y ésta ultima ha sido la más importante de las tres que
hicieron. El gobierno tiene las manos
atadas al respecto, porque no puede convocar a tomar la calle al sostener la
necesidad de la cuarentena. Pero más allá de ello, el gobierno viene enhebrando
una cadena de errores que alimenta el avance opositor.
Volvamos al San Martin verdadero. El
que decía: “Los ricos y los terratenientes se niegan a luchar….Un día se sabrá
que esta patria fue liberada por los pobres y los hijos de los pobres, nuestros
indios y los negros que ya no volverán a ser esclavos de nadie”
Como
gobernador de Mendoza, estableció contribuciones especiales, regularizó
impuestos y fijó gravámenes para el sostén del ejército. Usó criterios
diferenciales según rango y fortunas en base a negociaciones concertadas con
los cabildos. A ese San Martin, uno de los grandes inspiradores de la Patria
Grande, los que hoy se movilizaron, seguro no lo llevarían como bandera. Ni
siquiera su imagen en un billete o en una moneda .
Una de las consignas de hoy fue:
“Hagamos la patria que quería San Martín”. El que reivindican es una estatua de
bronce. En cambio, por el homenaje al pensamiento y el accionar del San Martín
verdadero, como inspiración para el accionar de un gobierno, firmo al pie.
17-08-2020
*PUBLICADO EN LA TECLA Ñ y DIARIO REGISTRADO
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