En algunos lugares, hasta los millonarios ven los riesgos de
la desigualdad
POR HORACIO VERBITSKY, ENE 5, 2020
La idea de la desigualdad como motor de conflictos cada día
más graves no es una originalidad del Presidente argentino Alberto Fernández ni
del gobernador bonaerense Axel Kicillof. Hasta los norteamericanos más ricos lo
comprenden y proponen soluciones que no pasan sólo por la solidaridad y la
filantropía sino por la justicia impositiva. La cuestión se ha instalado en la
campaña electoral para 2020, donde los candidatos demócratas Bernie Sanders y
Elisabeth Warren proponen elevar los impuestos a las grandes fortunas y el
Presidente republicano Donald Trump se niega. En la prensa comercial hay
quienes apoyan una posición y aquellos que defienden la contraria, pero nadie
ha usado la descalificatoria expresión impuestazo, que aquí se aplica al
propósito de mantener a salvo de la inflación el gravamen que pagan los 200
mayores propietarios del agro bonaerense.
La agencia de recaudación bonaerense (ARBA) difundió un mapa
de la provincia en el que se aprecia el impacto del proyecto oficial de
impuesto inmobiliario urbano sobre el total de las partidas de la provincia.
En verde oscuro, cuando el aumento promedio está entre 1 y
500 pesos al año, a pagar en cinco cuotas. En los blancos no se registran
partidas urbanas. Luego distintos tonos de verde que significan hasta 5.000
pesos al año; los amarillos, que van de 5.000 a 25.000 y recién en los rojos y
marrones aparecen los propietarios más prósperos, que pagarían entre 25.000 y
650.000 pesos. Hay que buscarlos con lupa en el mapa, porque son muy poquitos.
epigrafe
El siguiente cuadro muestra la cantidad de partidas, el
porcentaje acumulado y el rango de aumentos. Sobre un total de 4,5 millones de
contribuyentes del inmobiliario urbano, 1,5 millones (el 35%) pagan hasta 500
pesos. El 74% no pagaría más de 2.000 y el 90% menos de 5.000 pesos. siempre en
cinco cuotas, a lo largo del año. En promedio, la recaudación se mantendría en
el mismo nivel de 2019, actualizada por inflación. Esto significa que tres de
cada cuatro sólo pagarían 166 pesos por mes. Ahí está la clase media.
Sin embargo, la agresividad contra el gobierno pero también
contra aquellos propietarios que participan del diálogo va en aumento. Kicillof
se reunió tanto con intendentes de Cambiemos como con productores de la
Federación Agraria, en el Parque Pereyra Iraola.
Esto informó luego a sus contactos uno de ellos:
Obstinarse en objetar el 75%, que sólo afecta a 200
propietarios rurales y al 10% más próspero de los urbanos es proteger a los más
ricos de la provincia. Todo el esfuerzo oficial ha sido puesto en esclarecer
este punto, de modo que sea el conocimiento público de este hecho el que
condicione el voto opositor cuando el proyecto vuelva a tratarse esta semana.
La decisión es, claramente, política.
Lucha de clases:
El multimillonario inversor Warren Buffet (con mil millones
de dólares de fortuna por cada uno de sus 89 años de vida, lo que lo coloca
cuarto en el ranking mundial) lleva más de una década denunciando que no son
los pobres sino los más ricos como él quienes libran una lucha de clases, y que
la están ganando. Puso como ejemplo su propia declaración impositiva, por la
que pagó sólo el 19% de sus ingresos en gravámenes federales, porque su fuente
eran intereses y dividendos, mientras que los empleados de las empresas de su
fondo Berkshire Hathaway pagaron el 33%. El ex Presidente Barack Obama tomó su
iniciativa y propuso elevar al 30% el impuesto mínimo a quienes ganaran más de
un millón de dólares por año. Pero el Congreso bajo control de los republicanos
no lo aprobó.
Abigail Disney con un producto de la factoría.
La otra súper rica con planteos similares es Abigail Disney,
nieta de un hermano de Walt Disney y accionista de las compañías del holding,
que hace un año sumó a Marvel, Pixar, Lucasfilm y XXI Century Fox. La semana
pasada Abigail concedió un reportaje a la revista The New Yorker. Dijo que
desde chica estaba acostumbrada a desplazarse por el mundo en un Boeing 737
privado. Una noche, mientras viajaba sola desde California hasta Nueva York,
atendida por una numerosa tripulación, y estaba por ajustar los cinturones de
seguridad de su cama, tomó conciencia del dispendio de combustible y de la
huella de carbono que dejaba en el planeta. La otra experiencia que la marcó
fue el contacto con los trabajadores de los parques temáticos de la familia. En
marzo de 2018, cuando un cuidador le pidió ayuda porque sus compañerxs no
podían vivir con los salarios que cobraban y una de ellas murió a los 63 años
en el auto que tenía por vivienda, Abigail aceptó reunirse con ellxs en el
sindicato que representa a 7.500 empleadxs en Anaheim, California, una de las
principales sedes de los parques temáticos. Le plantearon que reclamaban un
salario de 15 dólares por hora y le contaron sus historias personales. “Todo el
país está embarcado en despojar de cualquier ventaja la vida de los
trabajadores, asegurándose que vivan los más cerca posible del hueso”, pensó la
chica rica que ya tenía tristeza.
Luego de varias semanas, la heredera le escribió al CEO, Bob
Iger, que ese año había cobrado 66 millones de dólares, 20 más que su
recompensa habitual por los buenos negocios que había realizado y que era
mencionado como posible candidato presidencial. Iger sólo contestó que no hubo
paros durante su gestión y le sugirió que siguiera el tema con la oficina de
personal, que ahora se llama de recursos humanos. Para Abigail ese salario era
delirante.
Pero silenciosamente, Iger admitió que un plebiscito en
Anaheim fijara el salario mínimo en 15 dólares por hora, para al menos un
tercio de los 30.000 trabajadores sindicalizados de Disneylandia.
Por goleada: 940 a 12
Desde 1978, los ingresos de los ejecutivos en Estados Unidos
crecieron 940% y los de los trabajadores 12%, una desigualdad que no se había
visto desde el siglo XIX. Según Ray Dalio, el fundador del fondo de inversion
Bridgewater, los ingresos del 66% más bajo de los trabajadores estadounidenses
no han crecido desde 1980, una vez ajustados por la inflación, pero los del 10%
superior se duplicaron y los del 1% de la cúspide se triplicaron.
El tweet en el que Abigail llamó delirante la retribución de
un CEO que fuera mil veces mayor que la del trabajador medio, obtuvo tres
millones de visitas en un día. Su paso siguiente fue unirse la organización
Millonarios patriotas, que aboga por mayores impuestos para ellos mismos. “No
quiero que los CEOs se sientan cómodos, porque son parte de un proceso social y
económico que está destruyendo vidas humanas”.
Los millonarios patriotas ya tienen más de 200 miembros en
34 estados. Para afiliarse hay que tener ingresos por más de un millón de
dólares anuales o bienes por cinco millones. Son empresarios en compañías
tecnológicas, ingenieros de software, inversores de Wall Street, industriales y
herederos de fortunas familiares.
Del reclamo inicial de que les suban los impuestos, han
derivado hacia la confrontación con los efectos destructivos de la economía del
derrame, que desde hace décadas orienta las decisiones políticas de ese país,
con la ridícula idea de que bajar los impuestos a los empresarios y a los más
ricos, beneficiaría a los trabajadores de ingresos medios y bajos. En su lugar,
postulan subir el salario mínimo y cobrar más impuestos a los empresarios y a
los más ricos.
El aumento dispuesto el último viernes por el gobierno
nacional argentino y la ley impositiva que con algunos cambios intentará
aprobar la próxima semana Kicillof apuntan en la misma dirección. El ministro
de Trabajo Claudio Moroni calculó que con el bono acordado, el 20% de los
trabajadores en la base de la pirámide recuperarán la totalidad del poder
adquisitivo perdido el último año de Macri.
Polémica abierta:
Esa polémica se ha instalado en forma abierta en Estados
Unidos, cuando se observa un incremento general de salarios a un ritmo que no
se veía desde hace décadas. El diario conservador Wall Street Journal publicó
un artículo en que los ex colaboradores de Trump Gary Cohn y Kevin Hassett
alegan que las reducciones impositivas que dispuso el Presidente explican el
aumento de los salarios más bajos. Desde el otro lado del espectro ideológico,
el Washington Post responde que la mejora se debe a una fuerte caída de la
desocupación, que es la más baja desde 1969 (3,5%) y la mitad de los Estados de
la Unión aumentaron el salario mínimo. Esto no ocurre sólo en enclaves urbanos
de la costa, sino también en Estados rurales. En Arkansas, un plebiscito para
incrementar el salario mínimo se aprobó con el 68% de los votos. Los
empresarios advirtieron que se perderían puestos de trabajo, pero ocurrió lo
contrario: la desocupación, que ya era baja, descendió del 3,7 al 3,6% en el
año posterior al aumento.
Los planteos de los Millonarios Patriotas son directos, como
suelen ser los de su clase. Un aviso que produjeron mostraba a un actor muy
parecido al ex líder republicano en la cámara baja, Ryan Paul, quien empuja la
silla de ruedas de una anciana por un parque idílico, hasta el borde de un
barranco, por el que la despeña.
El reclutamiento no es fácil: sobre medio millón de familias
que cumplen con los requisitos, no hay más de 200 millonarios patriotas.
Algunos lo hacen para aliviar un sentimiento de culpa, pero otros creen que la
extrema desigualdad es una forma de corrupción, que llevó a la elección de
Trump, de líderes de derecha dura en distintos lugares del mundo y a las
protestas violentas en países tan inesperados como Chile. Algunos de sus miembros
han declarado su apoyo a la propuesta de Elizabeth Warren, de gravar con el 4%
a las fortunas de más de 50 millones de dólares y el 6% si pasan de mil
millones.
Otro millonario inquieto es Nick Hanauer, el primer inversor
en Amazon. Hace dos meses el presidente de México, Andrés López Obrador, pasó
un video en el que Hanauer advierte a sus “compañeros plutócratas” que se
cuiden porque su país está en riesgo de convertirse en una sociedad rentista
neofeudal, parecida a la Francia prerevolucionaria, y ya vienen las masas con
las horcas.
En un artículo reciente en el portal Politico, Hanauer
agregó que las revoluciones, como las quiebras, “vienen en forma gradual y
luego de repente. Un día alguien se prende fuego, luego hay miles de personas
en las calles y antes de que te des cuenta el país arde. Entonces ya no hay
tiempo para llegar al aeropuerto, trepar a nuestro avión Gulfstream y
escaparnos a Nueva Zelanda”.
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