Por Nora Veiras
“Si la ley no se vota hoy, mañana voy a
estar más aliviada”, declaró la gobernadora bonaerense María Eugenia Vidal. El
peso que se quitaría de encima una de las dos mujeres con más votos de
Cambiemos sería la posibilidad de que la Interrupción Voluntaria del Embarazo
fuera sancionada. La posibilidad de que las mujeres decidan sobre sus cuerpos a
partir de sus deseos. La posibilidad de que cientos de miles dejen de ser
condenadas a pasar por situaciones de humillación y vulnerabilidad extrema o
terminen en un ataúd.
El alivio de la gobernadora se funda en
el ocultamiento, la clandestinidad que libera al Estado de garantizar la
igualdad. Apeló como justificación de su alivio a un argumento que asombra,
duele por la perversidad. Dijo que los hospitales públicos están en “mora
legal” con otras intervenciones médicas. “Las cirugías programadas aún tienen
demoras. Hoy esa cirugía que se pide como un derecho compite con la cardiopatía
y con la operación oncológica”, explicó. Una falacia que alimenta la violencia.
Mujeres que por su irresponsabilidad les disputarían las camas a
verdaderos enfermos. Una falacia que desconoce la medicación que permite la
interrupción del embarazo sin necesidad de cirugías. Una falacia que traslada a
las víctimas le responsabilidad de la carencia de recursos que asigna el
Gobierno para atender la salud.
La crueldad de la gobernadora es una
marca que se oculta en el orillo de su rictus angelical. En septiembre del
2011, la entonces ministra de Desarrollo Social porteño defendió en una audiencia
ante la Corte Suprema la quita de una pensión a una mujer en situación de calle
con un hijo discapacitado. La revista Anfibia detalló en aquel momento que el
debate convocado para analizar las políticas sociales del PRO en materia de
vivienda y salud fue motivado por múltiples denuncias. La entonces ministra
estableció que los indigentes que pasaban la noche en los paradores, que
atienden de 6 de la tarde a 7 de la mañana, no podrían recibir el subsidio de
700 pesos –unos 3200 pesos actualizados por la inflación CABA– destinados a
quienes califican como “en situación de calle”. El subsidio sólo se pagaba por
diez meses. Después otra vez el desamparo.
En los juzgados de primera instancia se
acumularon 1200 casos y otros 200 en instancias de apelación. La Corte tomó
cartas en el asunto a través del expediente de Sonia Quisbeth Castro. La
inmigrante boliviana, madre de un chico de seis años con una discapacidad
motriz, visual, auditiva y social, que trabajaba en un taller de costura
clandestino había sido despedida al nacer su hijo y se había quedado sin
ninguna ayuda. Dos fallos a favor de la madre apelados por la entonces ministra
Vidal provocaron su cita ante el máximo tribunal.
–Si este caso sienta un precedente por
el que la Ciudad tiene que seguir pagando un subsidio eso va a generar un
impacto sobre la Ciudad y el resto del país – explicó la entonces ministra
parada detrás del atril en el salón de Audiencias de la Corte. El supremo Juan
Carlos Maqueda le pidió precisiones sobre la situación de quienes se quedaban
en los paradores a pasar la noche.
–No consideramos que quien esté en un
parador esté en situación de calle –repitió Vidal fundamentando por qué esa
madre no tenía derecho a la ayuda.
Siete meses después, en abril de 2012,
la Corte le ordenó a la administración de Macri mantener el subsidio para
Quisbeth Castro, por el costo de una habitación básica y garantizar “la
atención y el cuidado que su estado de discapacidad requiere y proveer a su
mamá el asesoramiento y la orientación necesarios para la solución de las
causas de su problemática habitacional”. En ese momento, el alivio de Vidal
duró poco.
La otra mujer más votada de Cambiemos,
la vicepresidenta Gabriela Michetti, no habló de alivio pero advirtió que ella
no estaba a favor de la interrupción del embarazo ni siquiera en caso de
violación. “Lo dije claramente siempre. Lo podés dar en adopción, ver qué te
pasa en el embarazo, trabajar con un sicólogo, no sé...”
La insensibilidad del poder, de las
mujeres en el poder, agrava y agravia a millones. Millones que luchan para que
el derecho a la vida sea una realidad. Millones que luchan para sentirse
aliviadas.
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Página 12 9-08-2018
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