Por Luis Bruschtein
Es una serie de
Netflix o la realidad. Nada tranquilo, nada normal, todo convulsivo,
dramático y vertiginoso. Los guionistas le ponen todo el gancho, desde
cataclismos de un dólar desbordado otra vez y la Bolsa a la baja y el riesgo
país a la alta, con una inmensa marea verde que fue ignorada por la mayoría del
Senado, con la desopilante historia que abren cuadernos que no se encuentran,
con la prisión ilegal del ex vicepresidente que rescató a las jubilaciones de
los antros de juego de las AFJP, con una luchadora social que es hostigada en
la cárcel y llevada al borde de la muerte y una deuda que crece a millones por
hora. Argentina es una serie por entregas. Y algunos dicen que ni siquiera está
escrita en el país.
Las iglesias
evangélica y católica movilizaron junto a sectores políticos conservadores,
aunque bastante menos que las verdes. Pero estos sectores, o “la mayoría
silenciosa” que se arrogan, constituyen una franja pasiva, con poca vocación de
movilización o de participación política. El discurso racional no los convoca,
solamente responden si se sienten amenazados y, como sucede en esos casos, la
reacción es violenta. Esta vez consiguieron movilizar, hacerlos sentir
amenazados y, al revés que el candombe y la “sororidad” que caracterizó a la
ola verde, del lado celeste hubo tensión y la violencia contenida de
cruzados de la moral. La única forma de convocar a esta franja de la sociedad
es provocándole odio. Así lo explican los expertos en comunicación de Cambridge
Analytica en la investigación de la BBC que se difundió en un documental de
Channel 4.
La votación fue 38 a
31 en contra aunque la impresionante multitud de pibas en la calle le estaba
diciendo a los senadores que ese fenómeno no tiene retorno. Es una generación
de mujeres jóvenes que se apropió del reclamo por la despenalización del
aborto. Serán adultas que lo transmitirán a sus hijas, será la gran mayoría de
mujeres en pocos años. Es la fatalidad del destino. Cuando la juventud se
vuelca masivamente está anunciando un porvenir. La vida es así. Pasó con la
reforma universitaria, con los Beatles, el peronismo y los jóvenes setentistas.
No es determinismo ni positivismo, esos golpes generacionales constituyen una
fuerza o un síntoma de la historia.
Son fenómenos que
también renuevan y promueven proyectos políticos y con los que muchos políticos
trataron de sintonizar. Perón lo vio surgir y lo convocó en los 60 y 70, y lo
mismo hizo Raúl Alfonsin en el 83. En estos años la mayoría de los votos a
Cambiemos proviene de mayores de 40 o 50 años. La mayoría de los votos al
kirchnerismo está por debajo de esa franja, es el voto joven.
Esos fenómenos
masivos de generaciones jóvenes apuestan a superar la realidad que les toca
vivir, buscan lo que transgrede el sistema en sus rasgos más gruesos, ya sea el
autoritarismo, el patriarcado, la falta de democracia o de justicia social. Y
lo que transgrede se convierte en enemigo del sistema, no porque lo declare,
sino porque el sistema no lo tolera. La reacción del sistema siempre es
violenta, no institucional ni democrática ni republicana, no importa si el
fenómeno transformador ha sido violento o pacífico, democrático o autoritario,
siempre es así. Como antes fueron los golpes militares o el fraude electoral,
ahora desequilibra el juego democrático con las corporaciones multimedios y
sectores del Poder Judicial. Cuando estas fuerzas se alinean es posible
adivinar que del otro lado está el sujeto histórico del cambio en cada época.
El desfile de
empresarios por los tribunales fue el rasgo distintivo de la semana. Pero
ninguno queda preso en tanto los medios oficialistas piden a gritos el
encarcelamiento de Cristina Kirchner. El disparador fueron unos cuadernos que
no aparecen. Primer dato chueco: si hubieran aguantado un peritaje, esos
cuadernos no hubieran sido quemados. Segundo paso, también vidrioso: no hubo
sorteo de tribunal, sino que se eligió a dedo a un juez que tiene especial
inquina contra la ex presidenta. En todo el ámbito del Poder Judicial se habla
de “forum shopping” y se especula que si no se quiere llevar el proceso a un
callejón sin salida habría que cambiar el tribunal.
Tercer paso igual de
turbio: como es difícil que las fotocopias sirvan como prueba, ahora todo depende
de la declaración de los empresarios bajo la ley del arrepentido. Detenidos por
las fotocopias que no sirven como prueba, los empresarios fueron apretados para
que declaren. Y negociaron que si lo hacían, quedarían en libertad. Una
metáfora para que se entienda mejor: el vendedor de droga queda libre porque
denunció a los que, supuestamente, le compraban.
El desfile de
empresarios quizás aporte nueva pruebas que cambien los ejes de este debate.
Mientras tanto, unas fotocopias, el forum shopping y la ley del arrepentido
constituyen la base pantanosa de este show anticorrupción. Sobre la base de
procedimientos tan turbios no pueden detener a una ex presidenta de la Nación.
En un año electoral y con el oficialismo muy desgastado por su mala gestión, el
objetivo esencial de este show mediático judicial no es la corrupción sino la
destrucción de la fuerza política que sostuvo al gobierno anterior.
El sentido de esta
campaña anticorrupción es esencialmente ideológico y clasista. No apunta
solamente al kirchnerismo, sino a cualquier fuerza que aspire a producir
cambios en la ecuación política y en el modelo de país que sostiene el poder
económico.
La persecución contra
el ex vicepresidente Amado Boudou y contra la luchadora social Milagro Sala es
clarificadora de su verdadero objetivo. Son personas con historias, origen
social y cultural totalmente diferentes. Pero tienen varios elementos en común.
Milagro Sala hizo a nivel provincial lo que la CTEP intenta hacer en todo el
país: creó una red de organizaciones sociales que se convirtió en una poderosa
herramienta política de los sectores más vulnerables de Jujuy. Cualquier
gobierno tenía la obligación de aceptar como interlocutor a ese amplio
movimiento que convocaba la Túpac Amaru. Esa herramienta política niveló el
esquema de poder a favor de los pobres.
Amado Boudou fue el
motor de la recuperación de las jubilaciones que estaban en manos de las AFJP,
que se habían convertido en una gran estafa a la sociedad y al Estado. La
medida afectó a varios bancos y a otras grandes empresas que manejaban estas
jubilaciones privadas. Y además permitió colocar directores del Estado en los
directorios de por lo menos 40 de las más grandes empresas del país, con cuyas
acciones se constituyó el Fondo de Sustentabilidad de la ANSES. Es una de las
medidas del gobierno anterior que más afectó al esquema del poder económico.
Milagro Sala
construyó más viviendas populares, en menos tiempo y con costos más bajos que
cualquier otra constructora privada haya construido en Jujuy. Construyó barrios
populares con miles de viviendas, zonas de esparcimiento y piletas de natación.
Construyó escuelas primarias y colegios secundarios, salas de salud en zonas
populares, creó cooperativas para las obras y hasta fábricas de bloques para la
construcción.
La
recuperación de las jubilaciones por el Estado impulsada por Boudou permitió el
aumento de las jubilaciones como nunca antes ni después en estos años de
democracia, así como la realización de programas de gran impacto social como la
Asignación Universal por Hijo, el Procrear, para viviendas populares o Conectar
Igualdad, que distribuyó más de cinco millones de computadoras entre chicos de
primaria y se construyeron 1428 aulas digitales en las escuelas públicas de
todo el país.
Boudou y Sala
encarnan cada uno desde su lugar tan diferente dos experiencias que afectaron
al sistema al democratizar aspectos de la economía, la educación y la vivienda.
Y al mismo tiempo provocaron la democratización del sistema político. No es
casual que el sistema proponga para ellos un castigo arbitrario, cruel y
humillante. Y sobre todo público. Porque el castigo debe ser ejemplar. Que la
sociedad lo visualice como una advertencia.
Los tribunales
que los juzgaron fueron manipulados. Las juezas del tribunal jujeño habían
aprobado con notas muy bajas el examen para ocupar esos puestos y una de ellas
incluso lo había reprobado. Pero era un tribunal que tenía la misión de
condenar en forma ejemplar a Milagro Sala. La hostigaron en prisión, le
impidieron la prisión domiciliaria, persiguieron y apretaron a su organización.
A Boudou no le
pudieron probar nada de lo que se le acusaba y sin embargo fue condenado a casi
seis años de prisión. Más aún, tras la primera detención cuando fue filmado
descalzo, en pijamas y esposado, ahora el tribunal que lo condenó decretó su
detención sin que hubiera condena en firme. Al mismo tiempo que juzgaba a
Boudou, el juez Pablo Bertuzzi, de ese tribunal oral, negociaba con el gobierno
su pase a juez de la Cámara Federal sin el examen que se exige en estos
trámites. Después de la condena a Boudou y su detención irregular, se aprobó el
ascenso de Bertuzzi.
La primera
prueba de la etapa democrática que se abrió en 1983 fue garantizar su
permanencia en el tiempo. Se evitó el golpe militar pero no el golpe de mercado
contra Alfonsín. La segunda prueba sería demostrar que la democracia permite
cambios en forma pacífica que amplíen derechos y acaben con injusticias. La
persecución contra Boudou y Milagro Sala es un síntoma, entre muchos otros, de
que este modelo que plantea el neoliberalismo representado en Cambiemos no
acepta estos cambios.
La experiencia
no tan lejana demuestra que cuando se cierran las vías pacíficas, el
descontento se acumula hasta explotar en una espiral de violencia. La mayoría
de la sociedad, incluso muchos de los que votaron a Cambiemos, no quiere el
retorno a la violencia. Sin embargo es el país que está gestando la persecución
sistemática contra la oposición. Frente a este simulacro de república sin
independencia de poderes ni oposición real que propone el neoliberalismo, el
gran desa- fío que se plantea en la sociedad es la construcción de una
verdadera democracia.
· Página
12 11-08-2018
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