Por Horacio González
Héctor Timerman va a ser reivindicado.
Cuando las puertas de la sensatez hoy cerradas vuelvan a abrirse. Cuando las
trabas de la sinrazón hoy dominantes sean apartadas. Cuando los inhumanos
impedimentos de abstractos protocolos dejen paso otra vez al sentido de
humanidad.
Timerman fue un digno canciller del
país. Como a todos los hombres, le tocó una época difícil para actuar. Lo hizo
con profunda pertinencia y delicadeza en un mundo trastocado y al borde del
abismo. Hubiera sido fácil conciliar con los oscuros hilos que manejan como un
turbio vendaval, las opiniones hoy dominantes. Son las que claman por
civilización y exudan barbarie. Pero mantuvo la soberanía argumental del país
en un momento en que era fácil plegarse a los autores de cualquier conspiración
de utilería.
Timerman está ahora en el centro de los
cables de alta tensión que ha instalado el
Gobierno para hacer pasar el flujo diario de sus reprobables insensibilidades.
Héctor Timerman va a ser reivindicado. Hay mentes insensatas que subordinan
todo a ese bólido arrasador que encarna el actual gobierno. En una tímida
fisura, alguien por fin le otorga libre tránsito parta su tratamiento en Nueva
York. Saludamos esta pequeña rendija, pero no se puede ignorar que los
fundamentos últimos de una sociedad implican que esto sea lo habitual y no una
excepción arrancada por las reacciones de miles de hombres y mujeres íntegros.
¿Habrá ahora otra aduana adicional que exhiba
las banderas de la enajenación de lo humano?
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Página 12 11-01-2018
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