En marzo del 2009, escribí una carta abierta al rabino Bergman
bajo el título de Sergio. Ahí se contrastaba un Bergman progre que transitó por
Memoria Activa con alguien atrapado y al mismo tiempo feliz de ser cooptado por
el establishment. Luego pasó a ser figura del PRO, siendo legislador por la
Ciudad de Buenos Aires del 2011 al 2013, diputado nacional por la Capital
Federal, y con la llegada de Mauricio Macri
a la presidencia, fue designado Ministro de Ambiente y Desarrollo
Sustentable, desde donde exhibe una ineptitud
superlativa y declaraciones presuntamente serias que empalidecen a los
humoristas. Dentro de la vida política y social de la AMIA, hizo alianza con
los sectores religiosos ultra ortodoxos, facilitando su arribo al gobierno
comunitario, más allá de disidencias posteriores.
De la nota, a pasado casi 8 años, sólo rectifico lo de su buena
oratoria. La misma se fue degradando en juegos verbales vacíos, incluso en una
imitación aún menor de los aforismos de José Narosky.
SERGIO
¿Sabes una cosa Sergio? No te reconozco. Y sin embargo estás
igual. La misma kipá multicolor. La misma buena oratoria. Tu rostro joven. Sí.
Estás igual que cuando pedías justicia por las victimas del criminal atentado
contra
Estás igual y sin embargo no te reconozco a pesar de la misma kipá
multicolor. Dejaste Plaza Lavalle y reapareciste en la Plaza del Congreso
colocándote en el palco a la derecha de Blumberg. Cambiaste a la libertad del
himno repetida tres veces por la seguridad por triplicado. Y eso no es muy
republicano. Aunque entonces aún no habías adherido al discurso del
democratismo vacío. Marshall Meyer ya no te guiaba. Ahora te seducía el falso
ingeniero. Y la prensa del establishment empezó a darte espacio. Ahora te
buscaban, hacías declaraciones, te convertías en un referente moral. Aunque
para ello estuvieras rodeado de admiradores del terrorismo de estado, de la
mano dura. Lejos quedaban los lunes poco concurridos de Plaza Lavalle. Ya no
estás en Memoria Activa. Ahora militas en Amnesia Activa. Nada de lunes sin
gente y sin prensa. Velas y medios.
Buscaste la cobertura del cristianismo institucional: Bergoglio, Marcó.
Escribiste un libro, El Manifiesto Cívico Argentino que parece una versión
actual de los manuales de educación democrática, materia que se implementó a
partir de la Revolución Fusiladora. Para que el pueblo no cayera nuevamente en
una dictadura.
Ahí también se hablaba
de república y democracia mientras se proscribían a las mayorías populares. No
se podía, sin cometer un delito, mencionar a Perón, Eva Perón, Partido
Justicialista. No tenían voz los millones que lo respaldaban. Pero los Bergman
de entonces hablaban de la segunda tiranía. Y los que se decían democráticos y
revolucionarios eran entre otros tus socios actuales Sergio:
Pareces la versión religiosa en envase judío de Elisa Carrió. Por
eso dijiste ayer: “Hay una Argentina que puede ser República después de Néstor”
“No entreguen ningún voto, ni la dignidad”
“Hay que llenar las mesas para que no nos roben los votos” “Tenemos que
tomar eso que aprendimos de los hermanos del campo. Hay que organizarse para
defendernos. La inseguridad se resuelve con decisión política”.
Créeme Sergio que no te reconozco. Aunque estés igual. Con tu kipá
multicolor, tu habilidad oratoria y tu figura de joven querible. Cambiaste tu
discurso y tus amigos. Tus aliados. Nunca más la marginalidad. Ahora la primera
plana del establishment. Por eso dijiste ayer, en un acto contra la inseguridad
que convertiste en un acto opositor, que no hay que confundir “el legado de
Perón con la locura de Nerón”. No seas hipócrita Sergio. Vos, si hubieras sido
contemporáneo y mayor de edad entre 1945 y 1955, habrías estado contra “la
segunda tiranía”. Preguntale sino a tus
nuevos amigos. Donde estuvieron o donde se hubieran ubicados. Hubieras dicho
que Perón era Nerón. Que incendiaba la República y asesinaba la democracia. Y que sus
seguidores eran la barbarie. Para que se concrete la República que vos y tus
aliados quieren, hay que implantar el voto calificado. Y en la lógica de ese
razonamiento de democracia blanca es posible que vos como argentino de origen judío
también quedes excluido.
Tanto esperar el Mesías, que te impacientaste. Tu confusión te llevó primero a encontrarlo en Blumberg y ahora en
No te reconozco Sergio
Bergman. Te ha encandilado el vellocino del oro mediático. Cada vez más cerca
de los poderosos. Reemplazaste el Antiguo Testamento por el diario La Nación.
Cada vez más lejos de Dios si este existe. Que él, que contempló impávido
Auschwitz y la Esma, los bombardeos en Gaza, en la Plaza de Mayo, las
atrocidades múltiples y tus involuciones, te perdone.
18-03-2009
"El fin de la modernidad....." de Traverso.
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