A treinta y seis años de la guerra abortada
con Chile y 30 años del acuerdo de paz
LA LOCURA BÉLICA
La
hora H del día D eran las 22 del 22 de
diciembre de 1978. El año en que Argentina había sido sede y ganadora del
Campeonato Mundial de Fútbol. Con un país silencioso que había podido salir
colectivamente a la calle aquel 25 de junio del triunfo contra Holanda.
Ahí en la cancha de River, a pocos
metros de la ESMA, el campo de concentración paradigmático de los años de
plomo. Apenas uno de los centenares diseminados por la geografía nacional. La
dictadura establishment- militar desmontaba la sociedad con mejor distribución del ingreso de América Latina,
fruto del notable proceso transformador del peronismo, intento que se venía
realizando con pocas interrupciones desde el 16 de septiembre de 1955. Se
proponía barrer el modelo de sustitución de importaciones enancados en el
terror y sobre miles de cadáveres, para concretar la desindustrialización y
reducir el monstruo que anidaba en sus entrañas- los trabajadores-
impenitentemente peronistas. Entregaban la soberanía pero se iban a mostrar
nacionalistas provincianos con Chile, que padecía un panorama similar. Dos gobiernos
bestiales, alineados incondicionalmente con EE.UU, de fuerte presencia
católica, aliados en el MERCOSUR de la muerte que fue el plan Cóndor, que se
sentían protagonistas de la tercera guerra mundial contra el comunismo.
La
hora H del día D eran las 22 del 22 de diciembre de 1978. Ese día, a 48 horas
de la Navidad se iba a perpetrar lo que estuvo a punto de consumarse en la
Nochebuena de 1901, bajo las presidencias de Julio Argentino Roca y
Federico Errázuriz.
Argentina
llevaba invertidos cerca de diez mil millones de dólares en armamentos, cuya
deuda en una parte importante iban a ser cargados en el pasivo de YPF, para
luego consumar su privatización en el menemismo.
Se
había pasado el Rubicón. La suerte estaba echada. Las tropas se aprestaban en
la larga frontera. Alguna división ya se encontraba en territorio chileno aún
antes de la hora H del día D, a las 22 del 22 de diciembre de 1978.
ANTECEDENTES DEL CONFLICTO
El
22 de junio
de 1971, se firmó en Gran Bretaña el
acuerdo argentino- chileno de someter el conflicto del Beagle y de tres islas,
a propuesta del presidente socialista chileno Salvador Allende y aceptación de
Alejandro Agustín Lanusse, tercer presidente de la autodenominada “Revolución
Argentina.
Nuestro
país, en una clara posición de dependencia colonial había aceptado someter,
tradicionalmente, conflictos limítrofes con Chile al país que tenía una
política balcanizadora en el Continente y con quién se mantenía un litigio
sobre las Islas Malvinas desde 1833. Todo ello, de alguna manera, estaba
enmarcado en el Tratado de Límites firmado por ambos países el 23 de junio de
1881.
En
un día lluvioso y gris, a las 10,30 horas el 2 de mayo de 1977, el gobierno
británico entregó a los embajadores de Argentina y Chile, 280 páginas con el título
“ Laudo Arbitral sobre el Canal de
Beagle”.Habían trabajado durante cuatro
años, cinco jueces de distintas
nacionalidades: Hardy Dillard ( EE.UU)
Sir Gerald Fitzmaurice ( Reino
Unido) André Gros ( Francia) Charles C. Dillard ( Nigeria) y Sturen Petren (
Suecia) Eran cinco jueces de la Corte Internacional de la Haya, quienes
transmitieron su decisión al gobierno de su Majestad Británica. El fallo era absolutamente
favorable a Chile a quien le otorgaban la soberanía sobre la mitad meridional del Canal del
Beagle, las islas Lennox, Nueva y Picton, pero extendía el fallo sobre
cuestiones no sometidas a arbitraje como las islas e islotes dispersos al sur del Canal hasta el Cabo de Hornos. Se
fijaba además nueve meses para la instrumentación del Laudo.
Chile, como es obvio,
aprobó de inmediato el resultado.
El
período fijado para la implementación, fue utilizado por Argentina para tratar
de encontrar en forma bilateral un acuerdo más favorable. Mientras tanto Chile
designó, en agosto de 1977, empezando a aplicar el Laudo, a los Alcaldes de
Mar.
Mientras tanto se
empiezan a conocer las consecuencias del terrorismo de estado. Cyrus Vance y
Patricia Derian entregaron a la cancillería argentina el 29-11-1977, una lista
de 7500 personas presumiblemente detenidas y desaparecidas.
El
gobierno argentino toma la decisión de rechazar el arbitraje, intentando
desesperadamente acercar posiciones, mientras se preparaba para la guerra.
Hay
un encuentro de los sectores duros de ambas partes, representados por Osiris
Villegas y Julio Philippi.
Se
envía luego a Chile una propuesta, basada en una delimitación más favorable a
la Argentina llevada por el jefe del Estado Mayor Conjunto vicealmirante Torti.
Se conoció como línea Torti.
Pinochet
propone un encuentro entre los dos presidentes bajo la consigna de “un diálogo
de general a general”
El
19-01-1978 se reúnen en Plumerillo, Mendoza,
los presidentes ilegítimos de ambos lados de la Cordillera. Pinochet
pregunta: “-La Argentina ¿Que me ofrece a cambio de todo esto?” Le contestó Videla “La paz ¿ Le parece poca cosa para nuestros
pueblos?” En esa reunión Pinochet dibujó un mapa más favorable para nuestro
país de la zona del conflicto, que se agregó al expediente pero
aclarando que no era una posición oficial sino un mero papel de trabajo. Videla
le anuncia a su par chileno que apenas
regresara a Buenos Aires rechazaría el laudo. También se convino una nueva
reunión para el 20 de febrero de 1978 en
la ciudad chilena de Puerto Montt.
El
25 de enero, Argentina rechaza el Laudo Arbitral, alegando los errores jurídicos que contenía y las arbitrariedades manifiestas que incurre a
favor de Chile. Lo consideraba nulo de nulidad absoluta.
La
reunión del 20 de febrero puede seguirse en las memorias del último presidente
de la dictadura criminal, Reynaldo Bignone en su libro “ El último de facto”.
El relato es el siguiente: “… en pleno acto de la firma, sorpresivamente,
Pinochet pronunció un duro discurso en el cual quedaba claro que no se proponía
respetar los acuerdos a los que se habían llegado hasta ese momento. Quedaba bien en claro que los halcones del
país vecino habían hecho su faena y logrado el objetivo de bloquear la vía
negociadora. Ellos se proponían imponer el laudo a rajatabla………Lo que acababa
de ocurrir tomó totalmente por sorpresa
a Videla. Se había acordado con anterioridad que no se pronunciarían discursos.
Se enteró recién al bajar de la escalera hacia el salón de la ceremonia que no
sería así. Fue cuando Pinochet le musitó al oído: General, me voy a tomar la
libertad de pronunciar unas pocas palabras. Cuando después escuchó que lo que
él creía sería una oratoria de circunstancias se convertía en un alegato
formal, a todas luces preparado con mucha anterioridad, ya no le quedaba margen
que para una propuesta protocolar, expresando vagamente buenos deseos”
El
desaire a Videla fue aprovechado por Massera en un discurso duro desde Ushuaia.
A
lo largo de ese tenso 1978, se realizaron múltiples encuentros posteriores con
avances y retrocesos que concluyeron finalmente en un estentóreo fracaso.
EL MEOLLO DE LAS NEGOCIACIONES
El
gobierno Chileno estaba sólidamente alineado detrás de Pinochet. Tenían un
fallo favorable y una situación militar teóricamente inferior a la Argentina.
El
gobierno argentino desconocía el fallo de un arbitraje al que se había sometido.
Estaba atravesado por las fuertes luchas internas entre el Ejército y la
Marina. A su vez el sector de Videla- Viola se encontraba desbordado y sometido
a presiones crecientes de los generales de división Carlos Suárez Mason y
Luciano Benjamín Menéndez, comandantes del Primer y Tercer Cuerpo de Ejército,
las unidades de combate más poderosos.
La
idea era que el conflicto bélico sería muy favorable para la Argentina, aunque
se estimaba que en la primera semana de la guerra, se provocarían para ambos
países alrededor de veinte mil muertos.
De
manera que planteado en estos términos, se estaba ante un callejón sin salida.
A Chile lo amparaba el arbitraje favorable que más allá de la unidad del mando
ejercido por Pinochet, su frente militar lo cuestionaría si realizaba
concesiones importantes sobre lo que ya había obtenido por el arbitraje. La
Argentina acariciaba la salida militar para la recuperación de lo perdido en el
arbitraje, en la confianza de su
superioridad sostenida con un convencimiento llamativo en sus sectores más
duros de la marina y sectores del ejército.
La
hora H del día D se acercaba inexorablemente. El 22 de diciembre era el día
límite. Prevista originalmente para el día 20, una terrible tormenta que
dificultaba los desembarcos aplazó milagrosamente el inicio para 48 horas
después.
LOS NEGOCIADORES
Personajes
que tuvieron actitudes cómplices ante el terrorismo de estado, cumplirían un
papel fundamental para evitar la guerra. El Nuncio Papal, Pío Laghi que jugaba
al tenis con Eduardo Emilio Massera, el arzobispo Raúl Primatesta con fuertes
contactos con el carnicero del campo de concentración de La Perla, Luciano
Benjamín Menéndez y el gobernador norteamericano Raúl Castro, nacido en Méjico,
ex gobernador de Arizona.
En
el libro de Bruno Passarelli “El delirio
armado”, se relata que Castro le contó al nuncio Pío Laghi: “ Le juro,
monseñor, quedé tremendamente impresionado, Menéndez me dio la impresión de que
ya estaba subido a un caballo blanco y, como una especie de Napoleón a la
argentina, dispuesto a cruzar la cordillera para entrar en Santiago, me repitió
una y otra vez que no encontraría resistencia, pues tanto el Ejército como la
Armada argentinos son muy superiores a los de Chile y que todos sus
subordinados están perfectamente cohesionados detrás de sus mandos ….Me han
referido cosas realmente alarmantes que tanto el arzobispo como otros prelados
han escuchado de labios del General Menéndez y de otros oficiales de la
guarnición, por ejemplo, que a fin de año las tropas argentinas brindarán con
champagne en la Casa de la Moneda y que, después, se limpiarán las botas en las
aguas del Pacífico ”
Castro, Primatesta y Pío Laghi enviaban
desesperados mensajes al Vaticano advirtiendo que la guerra era inminente. Juan
Pablo II había asumido hacía pocos días,
el 16-10-1978.
Por
esos días de diciembre Albano Harguindeguy declaraba ante ministros
provinciales de gobierno: “ Mejor la razón que la fuerza, pero si así no puede
ser, entonces el más fuerte y poderoso impondrá por la fuerza su voluntad, y no
sirve mucho que yo pida a Dios que no lleguemos a ello”
El
jueves 14 de diciembre, cuenta Passarelli: “Estaban en el Salón del Plaza Hotel
donde el cuerpo diplomático se aprestaba a agasajar al Presidente Videla como
retribución a la cena con la que el dictador los había homenajeado dos noches
antes.
“Monseñor,
se han vuelto locos, han decidido ir a la guerra”. José Alfredo Martínez de
Hoz, el Rasputín económico del Proceso, dijo estas palabras en voz baja en los
oídos de monseñor Pío Laghi , quién lo
escuchaba incrédulo”
A
su vez en Chile Pinochet declaraba: “Para que reunión en reunión, los
presidentes solo se reúnen cuando las cosas están solucionadas, es la última
instancia, pero no se qué sentido puede tener eso si a Chile, que había
aceptado la mediación de la Santa Sede, ahora le ponen mil cortapisas. ¿Me
pueden decir entonces para que queremos mediadores?
Escribe Carlos M Túrolo en su libro “ De Isabel a
Videla. Los pliegues del Poder”: “Así las cosas, el nuncio Pío Laghi habla con el Presidente argentino.
La respuesta de Videla a Pío Laghi es casi un ultimátum: “¡ Si la Iglesia está decidida a hacer algo, debe hacerlo en
horas, no en semanas, porque el reloj de la guerra está en marcha!
Están
claras las razones de la voluntad de los mediadores. La iglesia trataba de
evitar un conflicto entre dos pueblos hermanos mayoritariamente católicos y a
EE.UU no le interesaba la contienda entre dos países sólidamente alineados con sus políticas, más allá de las críticas
consecuentes durante la presidencia de James Carter por las flagrantes
violaciones de los derechos humanos a los dos lados de la cordillera y las
rispideces diplomáticas que suscitaban al respecto.
Además
el conflicto podía abrir una Caja de Pandora de viejas cuentas. Perú y Bolivia,
que perdieron territorios a favor de Chile en la Guerra del Pacífico se alinearían
con Argentina, mientras que Ecuador con problemas limítrofes con Perú podía
respaldar a Chile, mientras era una incertidumbre la actitud que adoptaría
Brasil.
PLAN DE OPERACIONES
Según
Bruno Passarelli, autor de “El Delirio Armado. Argentina- Chile La guerra que
evitó el Papa”: “La hora cero coincidiría con la ocupación militar de las tres islas en disputa, que sería
precedida entre 24 y 36 horas antes, por una operación nocturna de intrusión en
la que efectivos de elite de la Infantería de Marina desembarcarían en las
islas e islotes situados al sur de la desembocadura oriental del Canal de
Beagle y fuera de la zona en litigio ( el llamado Martillo) pese a lo cual el
Fallo Arbitral de 1977 las había asignado a Chile, y aniquilarían cualquier
resistencia chilena. Se trataba de las islas Freycinet, Herschel, Wallaston,
Deceyt y Hornos….. Dos horas después de completada la ocupación de las islas
Picton Lennox y Nueva, colocadas bajo la protección cercana del GT1, aviones
Mirage- Dagger y Skyhawk bombardearían objetivos militares de la ciudad de
Punta Arenas y en Puerto Williams, mientras el hostigamiento aéreo alcanzaría a
blancos relacionados al transporte y el abastecimiento en la región de
Magallanes….. A las 0 horas entraría en acción el ejército que cruzaría la
frontera patagónica por cuatro puntos diferentes con tropas de la IX Brigada de
Infantería de Montaña y de otras unidades asignadas al sector en Santa Cruz y
Chubut. Casi contemporáneamente, aprovechando las primeras horas de la mañana,
aviones de la Fuerza Aérea tratarían de
destruir a la aviación chilena, si fuera posible en tierra, con una ofensiva
fulminante del tipo de las aplicadas por Israel con tanto suceso en Medio
Oriente……Irrumpirían las dos grandes unidades terrestres ….la V Brigada de
Infantería ( la misma que había masacrado a la guerrilla en Tucumán y que
comandaba el General Luís Santiago Martella) y la VII Brigada de Infantería de
Montaña , a las órdenes del General Saa, uno de los más fieles a Menéndez)
…..El objetivo era llegar al Pacífico y partir en dos el territorio chileno….En
el plan de operaciones se preveía también la ocupación de una ciudad clave, que
sería determinada según el curso de las acciones por “ la línea de menor
resistencia”. El primer objetivo era Santiago, pero se tenía a Valparaíso como
alternativa. El avance de las tropas iba a ser constantemente apoyado por la
Fuerza Aérea….”
ENVIADO MILAGROSO
Habíamos
llegado al día D, el 22 de
diciembre de 1978. Cuando quedaban catorce horas para el inicio de las
hostilidades, bautizada en la Argentina como Operación Soberanía, llegó la
mediación milagrosa. El anuncio del Papa enviando un representante fue
realizado pocos minutos antes del mediodía del 22 de diciembre en Roma,
alrededor de las 8 de la mañana hora de Buenos Aires. Un télex llegó a la
Nunciatura y Monseñor Galán se lo comunicó a Videla. El Papa era extremadamente
prudente. Manifestaba su deseo de mandar a Buenos Aires y Santiago de Chile un representante personal para examinar y
buscar juntos las posibilidades de una honorable composición pacífica de la
controversia.
La
decisión entre las Fuerzas Armadas fue tensa Cuenta Túrolo: “ La discusión fue
intensa, de casi una hora. El Comandante
en Jefe del Ejército, Roberto Viola, el de la Armada, Armando Lambruschini, y
el de la Fuerza Aérea, Orlando Agosti, sostenían que ya no se podía volver
atrás, en tanto Videla abogaba para que se detuvieran las operaciones…..Durante
la discusión, en las palabras y en la actitud de Videla quedó implícito que
renunciaría a la Presidencia, si se seguía adelante con las operaciones”
Dos
cables cifrados de Videla y Pinochet llegarían después, con la aceptación, a Roma.
El
enviado fue Antonio Samoré a propuesta de Monseñor Casaroli, una especie de
Ministro de Relaciones Exteriores del Vaticano. Antonio Samoré se desempeñaba
en el Archivo Secreto y en la Biblioteca Apostólica. El cardenal argentino
Pironio solía decir del futuro mediador que “era el único cardenal casado. Su
esposa era América Latina.”
Arribó
a Buenos Aires el 26 de diciembre. Y un primer acuerdo se concretó el 8 de
enero de 1979 cuando se firmó el Acta de Montevideo que sentaba unas bases
precarias de suspensión de hostilidades e inicio de negociación bajo la
supervisión del Papa.
Para ello Samoré con infinita paciencia tuvo
que conciliar las contradicciones y antagonismos del poder en la Argentina y el
laudo positivo que ya contaba Chile. Tuvo tres reuniones con Pinochet, cinco
con Videla, más de veinte con los cancilleres Pastor y Cubillos, y tres veces
atravesaría la cordillera en ambos sentidos. En medio de las incertidumbres de
aquellos días históricos, quedo la frase de Samoré: “Veo una lucecita al final
del túnel”
Para
entender el grado de tensión y posiciones diferentes que atravesaban a las
Fuerzas Armadas, es ilustrativa esta anécdota narrada en “El delirio armado” En
Aeroparque, el jefe militar Luciano Benjamín Menéndez había tenido una violenta
discusión con Pastor, conminándolo virtualmente
a que no viajase a la capital uruguaya ya que no firmase documento
alguno. Trató incluso de forzar el desembarco del canciller de la escalerilla
del avión presidencial, evocaría tiempo
después Mariano Lorences, que era un dirigente del entonces Partido
Intransigente. “ Retírese general, yo respondo a las órdenes del presidente
Videla y tengo precisas instrucciones, respondió Pastor. Y abordó la
máquina”
DEJANDO ATRÁS LA CASI GUERRA CON CHILE
Largas,
tediosas y con períodos de tensión extrema fueron las negociaciones.
Samoré
fue investido oficialmente de mediador
el 4 de mayo de 1979
“Durante el año y medio de trabajos, que
incluyeron centenares de reuniones, no faltaron los momentos borrascosos, en
los que se estuvo a un paso de la ruptura. Cada vez que eso se producía, el
anciano cardenal oponía un elemento moral que, a su juicio era determinante:
ambos países habían contraído frente al Papa
un compromiso ético irrenunciable, el de agotar todos los esfuerzos y dejar de lado animosidades para intentar la
marcha hacia un exitoso final”
Por
una desafortunada coincidencia, como cuando en Londres se conoció el fallo
arbitral, también fue gris y lluvioso aquél
viernes 12 de diciembre de 1980 cuando se llegó finalmente la propuesta
del Papa. Básicamente reafirmaba el laudo arbitral con algunas concesiones menores
para Argentina. Afirmaba Samoré: “ Los argentinos no me entregaron un solo mapa
anterior a 1955, ni uno solo, probatorio de que las islas Nueva, Lennox y
Picton estaban bajo su soberanía” Chile, en cambio, había realizado entre 1892
y 1915, más de setecientos actos de soberanía.
El
colocar las tres islas en el centro de la polémica tuvo entre sus propulsores
principales al Almirante Isaac Rojas.
Son esos “nacionalistas” capaces de entregar la soberanía económica
sobre dos millones de kilómetros cuadrados a los países imperiales y luego rasgarse
las vestiduras por tres islas en litigio queriendo ir a la guerra con un país
hermano, ante la sonrisa complaciente de los balcanizadores.
Para
dar una idea de la desorganización e improvisación del gobierno argentino en el
terreno diplomático, que contrastaba con la solvencia del chileno, alcanza con
esta anécdota: En una ocasión Samoré le dijo a Videla que la biblioteca
Vaticana estaba muy pobre de mapas argentinos. Videla intentó salvar la
deficiencia y envió mapas del Beagle y de las tres islas en disputa por las que
Argentina estaba dispuesta a ir a la guerra. Lamentablemente en el material
enviado las mismas figuraban como pertenecientes a Chile.
La
propuesta del Papa solicitaba una contestación a breve plazo, preferentemente
no más allá del 6 de enero de 1980. Chile lo hizo, obviamente, en forma
favorable. La Argentina prefirió el
silencio.
Pasaron
los meses. Durante 1981, la mediación estuvo prácticamente parada.
El
13 de mayo el Papa es objeto de un atentado
“Muy
sencillo, porque me calenté”
Galtieri
desplaza a Viola el 11 de diciembre, con ayuda del Comandante de la Armada
Jorge Anaya, teniendo como contraprestación por la colaboración del
reemplazante de Lambruschini, la promesa de recuperar las Islas Malvinas.
El
tiempo seguía transcurriendo y no se arribaba a un acuerdo. Luego vino la Guerra
de Malvinas y la colaboración de Pinochet con Inglaterra.
La
derrota argentina y el desbande del gobierno militar. En esa retirada, Bignone
propone posponer la solución definitiva con Chile a la aprobación de los acuerdos por el futuro
Parlamento. Samoré había introducido algunas mejoras que lo hacían más potable
para nuestro país y una pequeña
flexibilización del lado chileno.
El
peligro mayor para la Argentina era que Chile recurriera a la Corte de la Haya,
con lo que todos los avances conseguidos volverían a la situación exacta del
Laudo Arbitral.
Para
ello Samoré ideó una estratagema: Argentina debía comprometerse a mantener la
situación y Chile prometer expresamente que no concurriría a la Corte de la
Haya hasta que el Papa no declarare concluida su mediación.
Luego
ya en democracia, vino el debate del 15-11-1984 entre el canciller Dante Caputo
y Leónidas Vicente Saadi, con un aplastante triunfo del radical.
El 25 de
noviembre un referéndum determinó por amplísimo margen el sí al acuerdo.
Quedaba definido que el Atlántico era básicamente para la Argentina y el
Pacífico para Chile.
La
celebración de este acuerdo que iban a recordar Cristina Fernández y Michelle
Bachelet, se frustró provisoriamente por la enfermedad que aqueja a la
presidenta argentina
Carlos Menem, en una de las pocas medidas de
su gobierno rescatables, zanjó con Chile más de veinte puntos en disputa
San Martín y O` Higgins,
desde la eternidad deben haber esbozado una sonrisa satisfactoria.
Samoré
no pudo contemplar como su mediación había impedido una guerra de consecuencias
imprevisibles. Murió, a los 78 años, el 4 de febrero de 1983, luego de haber
asistido a una misa.
Pasaron treinta y seis años.
Aún se le debe el reconocimiento que se merece.
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