Mauricio
Macri ha declarado que está en condiciones de integrar el mejor equipo de
colaboradores desde el gobierno de Arturo Frondizi, en el caso que acceda a la Presidencia
de la Nación. Su afirmación tiene una
notable inconsistencia si se los compara con la mediocridad alarmante de los
que ha conformado en sus dos mandatos y su precaria gestión al frente del
gobierno, en un territorio que tiene la mayor renta per cápita. Sobre el
frondizismo, enmarcado entonces en lo que se conocía como desarrollismo, hay cierta
mitología acunada en una memoria selectiva surgida en cenáculos nostálgicos de
clase media ilusionada con “un peronismo bueno”. El desarrollismo, el primer
gobierno elegido después de la Revolución Fusiladora con la proscripción del
Justicialismo, alentó la posibilidad de continuar al peronismo en una república
que superara todos los aspectos considerados antidemocráticos del gobierno
derrocado el 16 de septiembre. Cuestionada la sigla partidaria triunfante con
el nombre de UCRI ( Unión Cívica Radical Intransigente) adoptó la de MID (
Movimiento de Integración y Desarrollo), que define perfectamente su programa: integración
con la oligarquía y desarrollo para la industria. Es decir que cambiaba
significativamente la metodología del desarrollo industrial peronista que
expropiaba parte de la renta agropecuaria y la transfería a la industria. El
frondizismo integraba a la oligarquía y reemplazaba esos recursos con la
seducción al capital extranjero. Mientras el peronismo desarrollaba la débil
burguesía con fuerte presencia del estado en los sectores básicos, el capital
extranjero entraba en algunos casos como un competidor desigual del sector que
el desarrollismo venía a representar, mientras el estado perdía el peso que
tuvo en el período 1945-1955.
Ese
intento de equilibrio sumamente inestable, con una base de sustentación
endeble, concluyó cediendo el manejo de la economía al establishment económico
fuertemente antiindustrialista e incumpliendo las promesas electorales (o peor
aún: haciendo lo contrario de lo propuesto). Así es que, al amparo del Plan
Conintes, movilizó con el ejército a los trabajadores en huelga; anuló las
elecciones que ganó el peronismo, (sometiéndose a la voluntad de las fuerzas
armadas que se oponían a su participación en las elecciones del 18 de marzo de
1962) lo que terminó precipitando su derrocamiento. Entre
los equipos de Frondizi que añora Macri, los que se desempeñaron en el
área económica estuvieron: Emilio Donato del Carril ( 17-06-1958/ 24-06-1959);
Alvaro Alsogaray ( 25-06-1959/ 26-04-1961) y su famoso “Hay que pasar el
invierno”; Roberto Alemann( 26-04-1961/ 12-01-1962); Carlos Coll Benegas
(15-01-1962/26-03-1962); Jorge Webhe( 26-03-1962/ 6-04-1962).
Alsogaray,
Alemann y Webhe fueron funcionarios de dictaduras establishment- militares.
Todos fueron conspicuos referentes del neoliberalismo con excepción de Donato
del Carril que fue hombre del desarrollismo y que sólo permaneció un año en su
cargo, lo que demuestra la endeblez de los sostenes políticos de Arturo Frondizi.
Era
una época en la que el poder económico gobernaba con su equipo de
servidores permanentes. Basta señalar que con el gobierno de su sucesor José
María Guido, títere de las fuerzas armadas, fueron ministros de economía
Federico Pinedo, nuevamente Alvaro
Alsogaray, Eustaquio Méndez Delfino y Alfredo Martínez de Hoz.
Observando
ésta lista, se entiende fácilmente por que Mauricio Macri se referencia en este
gobierno y en este contexto, recordando que con una coherencia irreprochable ha elogiado al jefe de gobierno de la
dictadura Osvaldo Cacciatore, consideró a Menem “el gran transformador” y
Álvaro Alsogaray fue siempre uno de sus referentes económicos.
El
19 y 20 de diciembre estalló el modelo que abarca con escasas excepciones el
período 1955 -2001.
De ese clivaje se recogieron dos mensajes: uno que había que cambiar acciones,
programas y lenguaje que encarnó Néstor
Kirchner; y el otro, surgido de las
características marcadamente antipolíticas de esas jornadas históricas que representa
Macri.
El
hijo de Franco, como Menem, no necesita gobernar, porque sólo actúan como el
envoltorio del poder económico. Mauricio puede dedicarse a viajar, cuidar a
Antonia como Menem jugaba al golf, al fútbol, al básquet o conducía la Ferrari.
Sus equipos políticos y económicos son los testaferros de las empresas. Los que
pondrán las caras son personajes poco relevantes como Miguel del Sel o el
increíble diputado salteño Alfredo Olmedo, hijo del rey de la soja, o aquel
marcador de punta aguerrido, Carlos Mac Allister. Como se puede apreciar, un
zurdo tiene lugar en el espacio PRO, aunque sólo lo sea de su pierna izquierda.
Y si faltaba algo para farandulizar la política al mejor
estilo menemista, también intentan incorporar a la modelo Rocío Marengo.
Macri
y sus equipos son un ingreso al túnel del tiempo. Un regreso a un pasado que
arrojó a la Argentina a su crisis más profunda. A un país gobernado por quienes
se creen sus dueños y que lo han escriturado a su nombre: Sociedad Rural, Unión
Industrial, AEA, Iglesia, medios de comunicación dominantes y hasta 1990 las
Fuerzas Armadas.
Cuando
Macri afirma que “hay que dejar atrás al pasado” se refiere a los juicios a los genocidas, a la aplicación de políticas populares, al
Estado gestionador y controlador, a la política exterior con eje latinoamericano.
Añora otro pasado, al cual dirige su discurso
de conciliación con el poder económico del que forma parte y de enfrentamiento
con los sectores populares en aras de una pretendida racionalidad económica. En
política exterior, aspira a una remake de las relaciones carnales con el
imperio.
Los
eternos modelos en pugna que se alternan cíclicamente en nuestro país vuelven a
dirimirse en el 2013 como un ensayo previo a las decisivas elecciones del 2015.
A
Macri, Menem y Martínez de Hoz no sólo los une la M. También debería
condenarlos la MEMORIA.
24-01-2013
Hugo
Presman. Para publicar citar fuente. Todos los derechos reservados.
Hermano, si pensás que la Capital es EL PROBLEMA, te recomiendo que recorras TODA la Argentina, que no te olvides de otros compatriotas, que recorras municipios K de todas partes, y ojalá fueran el 20% de lo que es la Capital. El pais sería mucho mejor. Sino entreguemos todo lo que está despues de la Gral Paz y del Riachuelo a extranjeros, total Argentina parece que siempre será solo la Capital Federal. Eso si, entreguenle el resto del país a Canadienses, Australiano, Norteamericanos, Alemanes, Japoneses y Británicos.
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