Reflexiones
en caliente
La
manifestación, como era previsible desde el día siguiente al 13 de septiembre,
fue importante por su número y por su distribución territorial, aunque muy
lejos de las cifras infladas de los medios dominantes y de uno de los
principales impulsores políticos como el PRO. Joaquín Morales Solá, el
editorialista estrella del diario La Nación enfervorizado hasta la desmesura,
habla de una presencia calculada entre un millón y un millón y medio de
personas. Embriagado en su entusiasmo escribió: “Nada puede compararse con lo
ocurrido ayer. La historia de las manifestaciones deberá escribirse de otra
manera de ahora en adelante.” Encerrado en su departamento del edificio
Kavanagh, el periodista mitrista demuestra que ha ido a pocas manifestaciones.
Desde otro lugar de la misma orilla, el periodista Alfredo Leuco, aquel que
llamó el lock-out campestre y sus actos masivos como “el 17 de octubre de los
pueblos del interior”, editorializó: “Ayer nació algo nuevo en la Argentina.”
Los pronósticos del periodista de Radio Continental y de Perfil, son tan
infalibles en el error como los de su mentor en sus años juveniles Victorio
Codovilla.
La manifestación
cacerolera, mayoritariamente de clase media, tuvo como la anterior una
diversidad de consignas que van desde las realmente atendibles como la
inflación y la inseguridad (en la restringida acepción periodística), la
unificadora de la re-re (en términos jurídicos abstracta porque no ha sido
propuesta oficialmente por el gobierno), hasta las disparatadas, por
infundadas, de la defensa de la libertad, la dictadura K, la libertad de
expresión o el miedo.
Otras, como
el 82% para los jubilados debería explicarse que sin una reforma del sistema
impositivo, una baja al mínimo del trabajo informal, es inviable en la actual
relación entre aportantes activos y
beneficiarios. La reforma impositiva, que no estaba como reclamo, es una de las
asignaturas pendientes del gobierno. La tormenta que desataría sería un buen
examen para observar si los jubilados beneficiados se alinearían o no con los
obligados a tributar exceptuados hasta ese momento o con aquellos a los que les
afectaría el incremento de la presión impositiva.
La
actualización de los sueldos de los trabajadores formalizados por encima de la
inflación a través de las paritarias, y el mantenimiento de las deducciones en
el impuesto a las ganancias, han llevado a la poco equitativa situación que un
número creciente de trabajadores pague el impuesto a las ganancias, reclamo que
debe ser reconocido y solucionado.
El tema de
la corrupción, usada como bandera contra los gobiernos populares -lo que no
implica de ninguna manera ignorarla-, debería llevar al gobierno a airear
algunas zonas salpicadas.
Las
concentraciones son un hecho político que nadie que se dedique al análisis
político puede omitir o ningunear.
La
manifestación del 13 de septiembre llevó a que recuperaran la voz los
ciudadanos opositores que quedaron mudos después del estruendoso triunfo de
Cristina Fernández del 23 de octubre y su diferencia abismal con una oposición
reducida a la mínima expresión. En términos
comparativos, fue una situación similar al silenciamiento que las huestes que
apoyan al gobierno, sufrieran después de la derrota legislativa por la
resolución 125 y la posterior electoral en la Provincia de Buenos Aires, cuando
su as de espada Néstor Kirchner fue derrotado por un cuatro de copas como
Francisco De Narváez. Sentían entonces muchos de los seguidores kirchneristas
que el conjunto se había evaporado, hasta que a través del programa 6-7-8
percibieron que seguían existiendo, que eran millones pero aplastados por la
ofensiva mediática, se reconocieron y salieron a la calle a expresar su
presencia y a levantar sus convicciones, al tiempo que Cristina Fernandez se
apoderaba del centro del escenario con varias medidas fundamentales, que
reafirmaron el orgullo de pertenecer al Frente para la Victoria.
Una de las
consignas enarboladas en las convocatorias revela la funcionalidad de la
manifestación con sectores económicos afectados, con prescindencia o más allá
de la intencionalidad de los manifestantes: “ Con un 8 N, no hay 7 D”.
Ciertas
pancartas volvieron a exteriorizar un odio visceral que contradicen algunos de
los reclamos de conciliación que pregonan discursivamente.
Hacen
recordar la interpretación que hacía Nacha Guevara de “La canción del odio”,
donde empiezan con loables propósitos “Libertad,
igualdad, y fraternidad/es lo que buscamos/Por eso, tomados de la mano,/con el
odio acabaremos”. Pero a medida que avanza el desarrollo de la poesía, el
propósito original se transforma en lo contrario: “Con el odio acabaremos./ En
un monte lo pondremos./Allí la multitud lo clavará en una cruz/ y cuando pida
agua,/vinagre le daremos.
Con el odio acabaremos./Con el odio acabaremos./Algún nazi encontraremos/
que le ponga una inyección /que lo convierta en jabón./ Con el odio acabaremos.
Y por si esto fuera poco/ le refregaremos bien la cara con sus mocos.
Con el odio acabaremos./ Una bomba le pondremos./ Cuatro tiros, seis granadas, diez misiles y un torpedo. /La lengua le arrancaremos/y los dientes venderemos. Con el odio acabaremos.”
Con el odio acabaremos./Con el odio acabaremos./Algún nazi encontraremos/
que le ponga una inyección /que lo convierta en jabón./ Con el odio acabaremos.
Y por si esto fuera poco/ le refregaremos bien la cara con sus mocos.
Con el odio acabaremos./ Una bomba le pondremos./ Cuatro tiros, seis granadas, diez misiles y un torpedo. /La lengua le arrancaremos/y los dientes venderemos. Con el odio acabaremos.”
Ha vuelto a
confirmarse que entre los manifestantes caceroleros y los partidos opositores
hay un bache gigantesco en cuanto que los
segundos sean la representación política de los primeros. Están huérfanos
políticamente, aunque han recibido importantes apoyos de la oposición en sus
dos eventos significativos y en el segundo un notable despliegue mediático.
En ese
aspecto, Carlos Pagni, el más incisivo de los editorialistas del establishment,
ha escrito con acierto: “Al cabo de una década,
una corriente social vuelve a las calles para manifestar su malestar. En 2001
la consigna fue "que se vayan todos". Ahora parece ser "que
aparezca alguien".
La
búsqueda de un Capriles argentino hasta ahora se ha manifestado como una tarea
infructuosa.
Mauricio
Macri en su intento de convertirse en el candidato opositor excluyente, con una
ciudad a su cargo inundada y cubierta de basura manifestó: “Me siento muy
contento, feliz. Los argentinos se movilizaron como nunca en la historia. La
gente no quiere esperar tres años más”
Como es habitual, el hijo de Franco mezcla ignorancia
histórica con inoportunidad política.
A
su vez el gobierno debe reafirmar el rumbo que le permitió hace apenas un año,
obtener su notable victoria, con la necesaria percepción política de rectificar
errores de comunicación e instrumentación, e incluir en su agenda problemas
omitidos que deben ser incorporados al discurso y afrontarlos con la misma
decisión con que se abordaron otros problemas.
Las
declaraciones inmediatamente posteriores de la presidenta y de figuras afines
al gobierno reafirman el modelo lo que
es correcto y coherente con las mayorías que la votaron hace un año, pero en otras, se transitan caminos tan desafortunados como las
aseveraciones de Abal Medina al día siguiente del caceroleo del 13 de
septiembre.
El
gobierno no debe quedarse solamente con la foto del 55%. La película es la que
hay que apuntalar. Su núcleo duro es un
35%. Lo que supera ese porcentaje es fluctuante y se deben tener políticas y
tacto político para retener, por lo menos, a la mitad de los ciudadanos que
conforman esos 20 puntos.
La
receta para retomar la iniciativa está en la misma historia de este gobierno,
que le han permitido marcar diferencias significativas con todos los gobiernos
anteriores del ciclo democrático. Es cuestión de recordar lo que se hizo en los
duros momentos posteriores a la derrota legislativa del 2008, donde está
lo mejor del ADN kirchnerista.
9-11-2012
Hugo Presman. Todos los derechos reservados. Para publicar citar fuente.
Muy buena síntesis, me gustó mucho. Saludos
ResponderEliminarLadislao