Norita, la amada Madre de los dos pañuelos
Con su pañuelo blanco en la cabeza, y el verde en la
muñeca, siempre estuvo presente donde pudiera ensalzar una lucha: social,
ecológica, feminista. Primero salió a la calle a buscar a su hijo, en una lucha
colectiva, y después supo que las mujeres tenían derechos, no sólo deberes.
Enseñó a politizarlo todo.
Por Sonia Tessa
31 de mayo de 2024 – Página
12
Norita Cortiñas
vivirá por siempre, porque la estela de su intenso paso por esta tierra
incendiada será eterna. Nora Morales de Cortiñas, la Madre de todas las
Batallas, la que enseñó a luchar, la que creó el “lado Norita de la vida” a
puro coraje, la que iba a las movilizaciones feministas, a los acampes de
pueblos originarios, a la marcha de los barbijos contra los agroquímicos, a los
reclamos por gatillo fácil, a los piquetes en la 9 de julio. La que siempre
estuvo allí donde hubiera una lucha que su pañuelo blanco pudiera ensalzar.
La desaparición de su
hijo Gustavo, el 15 de abril de 1977, sacó a Nora -todavía no era nuestra
Norita- de su casa, de su trabajo como costurera, de la vida doméstica. Salió
a la calle y descubrió su fuerza leonina para pelear.
Exigir, reclamar
aparición con vida, rondar en la plaza. La vida de Nora cambió para siempre,
y su vida transformó la nuestra. Ya nunca abandonó la calle, las luchas, la
inagotable capacidad de aprender y comprender. Y esa fue una escuela para
muchas generaciones.
“Antes no era feminista, yo
me crié en un hogar machista y patriarcal por años, y cuando se llevaron a
mi hijo se me cayó un velo, y tomé toda la fuerza y el impulso para salir a la
calle y vencer todos los obstáculos. Encima del dolor, nos decían que no
saliéramos a la calle, que nos quedáramos adentro. Tuvimos que despojarnos de
un sistema que teníamos prendido en nuestro cuerpo y en nuestro ideario hasta
ese momento, y conocer que tenemos derechos”, contó Norita más de una vez.
Psicóloga social, Nora
participó en el primer Encuentro Nacional de Mujeres (así se llamaban) en 1987.
Recuerda con una sonrisa que en un programa de radio de entonces dijo que era
“femenina, no feminista” y las risas fueron “la primera lección”. “Ahí fue el
primer paso para darme cuenta de que, además de deberes, tenía derechos.
Tanto cambió que Norita se convirtió, también, en un ícono de las luchas lesbotransfeministas.
“Lo que pasó en estos
años es que las mujeres salimos de ser invisibles” dijo Nora. Foto: Sebastián
Freire.
En la memoria
feminista vivirá siempre
Feminista. Lo dijo, lo
hizo, llevó esa lucha desde la selva zapatista hasta las montañas de Kurdistán,
pasando por las plazas donde hubiera que gritar Ni Una Menos, los paros
internacionales de mujeres, los reclamos por el aborto legal, seguro y
gratuito. Norita, con su voz potente, aunque hablara casi en susurros.
La que hizo carne el nexo
entre los pañuelos blancos y los verdes en su cuerpo menudo, ya que salía con
su identificación de Madre de Plaza de Mayo en la cabeza y el emblema del
aborto legal atado en la muñeca. Nora Cortiñas, la inmensa mujer que vivió
94 años en su cuerpo, y para siempre en la memoria.
Coherente. Su nombre
estará asociado para siempre a una conducta ética inclaudicable. Norita es
brújula, refugio, faro, la línea que traza un recorrido para seguir y, ojalá,
imitar.
“A mí me gustaría que las
banderas que levantaron nuestros hijos e hijas, ya se pudieran levantar con el
orgullo que tenemos de estar en una Argentina país de resistencia”, dijo Norita
en el homenaje que le hicieron como parte de Proyecto Ballena, en mayo del año
pasado. “Me siento orgullosa de todos y todas las que lucharon antes, en el
medio de esta vida y ahora, porque nadie baja los brazos, porque toda la
gente está en esas concentraciones con la cara orgullosa de estar en la calle
luchando”, afirmó la Madre, ante la mirada amorosa de la periodista Ana
Cacopardo.
Y también rogó: “Lo
principal que voy a decir acá es que no queremos que haya más hambre. Argentina
no tiene que tener hambre”. “No tenemos que pagar un peso más de una deuda
que no debemos, y vamos a tener que salir a la calle muchas, muchas, porque
esta situación la vamos a llevar adelante las mujeres, porque somos las que
pagamos más cara la pobreza y la falta de posibilidades de avanzar con esa vida
digna para todas las mujeres y varones de nuestro país”, dijo en ese
escenario.
Como antes había dicho en
todos los palcos de todas las plazas de todos los actos que eligió habitar.
“Me gustaría ser
recordada como mujer que quiere exaltar el género, en el sentido de que valoro
y aprendí la lucha de las mujeres en el mundo, en cualquier rincón y así sea la
más humilde”, dijo en una entrevista realizada por Graciela Di Marco.
Norita siempre abrió sus
alas para cobijar a lxs luchadorxs, cuanto más pichones fueran, más disfrutaba
de enseñar a volar con la fuerza del deseo de cambiar el mundo.
“Ahí estaba Norita para
salir a reclamar durante el macrismo. También ahí estaba Norita cuando la
metieron presa a Higui. También ahí estaba Norita cuando nos mataban a las
travestis, víctimas de travesticidio y transfemicidios, que no teníamos
adónde ir a llorar más que a la Plaza de Mayo los jueves a las tres de la
tarde, porque sabíamos que ahí estaba Norita”, la homenajeó la activista
travesti Alma Fernández.
“A mí me gustaría
simplemente que me recordaran y dijeran: ‘Te acordás de Nora, uyyy, venía a
todos lados’”, dijo. Es el recuerdo que talló en la memoria de un país que será
para siempre su país. El país de quienes pelean por pan, paz, trabajo,
memoria.
Ese recuerdo se
multiplica por miles, por millones en un mundo que necesita muchas Noritas, en
un mundo huérfano de la Madre de todas las batallas.
Siempre estará en la
piel de quienes salgan a luchar.
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