La película es del 2004, cuando el
país se encaminaba a salir de la crisis más profunda desde el año 1930 a la que
posiblemente superó. Un promisorio director, Juan José Campanella, además
guionista, mediante una anécdota chica pero ejemplificadora, ilustraba sobre
los gélidos años noventa. Aquellos donde la actividad privada debía desplazar a
lo público, donde el Estado había que achicarlo a su mínima expresión. Un
slogan sintetizaba el clima de época: “achicar el Estado es agrandar la
Nación.” Todo esto venía acompañado de una receta explosiva: endeudamiento,
apertura de la economía, desindustrialización, paridad entre el peso y el
dólar, privatización del patrimonio estatal acumulado con el sacrificio de
generaciones de argentinos. Y contó hasta el estallido con el apoyo de la
mayoría de los argentinos, o de su primera minoría. Premonitariamente Esteban
Echeverría, un intelectual liberal escribió en el siglo XIX sobre lo que
después fueron etapas históricas prolongadas de gobiernos antipopulares: “Los
habitantes de nuestro país han sido robados, saqueados, se les ha hecho matar
por miles. Se ha proclamado la igualdad y ha reinado la desigualdad más
espantosa; se ha gritado libertad y ella sólo ha existido para un cierto
número; se han dictado leyes y estas sólo han protegido al poderoso. Para el
pobre no hay leyes, ni justicia, ni derechos individuales, sino violencias y persecuciones
injustas. Para los poderosos de este país, el pueblo ha estado siempre fuera de
la ley.”
Sobre ese recuerdo fresco de la
crisis del 2001, elaboró su película Juan José Campanella. Y lo hizo muy bien.
Un club social, “Luna de Avellaneda”, donde uno de los dos protagonistas es
Román, interpretado por Ricardo Darín, nacido en ese mismo club que ama, en
unos bailes de carnaval con la música de fondo de Alberto Castillo cantando “Por
cuatro días locos” que vamos a vivir.” El otro, Alejandro, un burócrata
municipal, interpretado por Daniel Fanego, con el discurso “modernizador”
noventista, que ante las dificultades del club debido a la crisis, a la pérdida
de socios, contrajo deudas que no puede levantar, y al pedir auxilio, el
funcionario municipal propone la privatización mediante la venta del terreno
del club a una empresa que levantará allí un casino. La propuesta implica el
cierre de un club social de sesenta años y en su lugar que una sociedad anónima
compre el terreno y erija ahí un casino. La argumentación es remanida: la promesa de crear doscientos puestos de
trabajo para los socios del club en el
casino, la posibilidad como zanahoria de la construcción de tres bares y dos
restaurantes. Y con un lenguaje anticipatorio: “para volver a soñar en grande.”
Hay una asamblea de socios para
decidir si se acepta o no la propuesta. Cada uno de los protagonistas elabora
brillantemente sus argumentos.
Román, el personaje de Ricardo Darín,
que trabaja de remisero, el que nació en el club, socio vitalicio, acude en su
argumentación a valores caídos en desuso en el escenario noventista: el club
como un lugar de encuentro y de vida de vecinos y amigos. Y apela a la nostalgia de épocas de pleno
empleo, de industrias trabajando tres turnos, de un club con muchos socios
aprovechando en todas las horas las instalaciones y los eventos sociales. En un
momento dice: “¿Se acuerdan cómo era antes? Yo venía de la fábrica y le decía a
mi mujer....hoy fabricamos cien heladeras....; hoy ¿qué le digo? perdió el
punto, ganó la banca...como siempre”. El discurso de Alejandro se puede sintetizar
en la frase: “Son
los buenos negocios los que llevan un país para arriba”. La votación de los socios decide la venta del club
por estrecha diferencia (33 a 26)
En la película, todo parecía indicar
que el director y libretista Campanella coincide con las argumentaciones del
personaje de Ricardo Darín.
ARENA
QUE LA VIDA SE LLEVÓ
Homero Manzi, el enorme poeta popular
integrante de FORJA, el puente de muchos intelectuales que construyeron entre
entre el yrigoyenismo y el peronismo, escribió en un tango memorable:
“Nostalgias de las cosas que han pasado/ arena que la vida se llevó/ pesadumbre
de barrios que han cambiado/ y amargura del sueño que murió.”
Campanella posaba de progresista e
incluso apoyó la ley de medios. Cuando empezó a realizar críticas, desde el
oficialismo kirchnerista se le respondió con un fuego desproporcionado a la
importancia política del contrincante. Fueron “Vientos de agua”. Campanella se
convirtió en un cruzado del odio antikirchnerista. Los progresistas o los que
posan de serlo tienen convicciones débiles y odios feroces. Los twitters de
Campanella pasaron a ser un pequeño micro en 6-7-8. El periodista Norberto “el ruso” Verea tiene
una frase muy oportuna que viene a cuento: “El amor enceguece y el odio obnubila”. El amor acrítico a
Cristina Fernández ha producido y produce enceguecimientos y el odio como en
Campanella y tantos otros obnubila.
Campanella fue virando de Román a
Alejandro. Ya no fue “el mismo amor, la
misma lluvia”. Sólo él, en un diálogo sincero consigo mismo, puede develarnos
“El secreto de sus ojos”. Se convirtió en un cruzado macrista. El odio al populismo en su caso es tan
fuerte como su justificación al extremo del macrismo. El odio obnubila.
Ha confesado: “Yo consumo
tranquilizantes, todas las noches, para poder dormir. Esto empezó en el 2012 en
realidad. Esos tres años fueron muy angustiantes"
Sus twitters son una expresión
grosera y sin sutilezas de un hombre que no razona sobre sus heridas sino que
expone sin pudor sus llagas. Su crítica
a Cristina Fernández tiene este nivel: "Nos
gastan con el 'Ah, le tienen miedo'. ¡Obvio! Se robó un PBI, nos llenó de paco y se cargó un fiscal. Hasta Terminator
le tendría miedo".
Su nivel político no se compatibiliza
con su condición de muy buen director y libretista.
Su macrismo militante lo lleva a
exageraciones habituales y permanentes: "Dije
y mantengo que Malcorra es de lo mejor de la diplomacia mundial. Lamento mucho
y comprendo el motivo de su renuncia. Una gran pérdida".
Cuando se produjo el primero de abril
la marcha a favor del gobierno del que fue uno de los impulsores, twitteó:
"Esta histórica marcha no
hubiera sido posible sin las motivadoras palabras de Hebe, Baradel, Daer, CFK y
tantos otros. ¡A ellos, GRACIAS!"
No se privó
de descalificar a las marchas opositoras, fundamentalmente kirchneristas con
argumentos de añeja y gorila data: "Nunca ganaron la calle, la
pagaron, la alquilaron."
Refiriéndose
a la marcha macrista afirmó: "Los
que salimos a la marcha, no somos de querer salir a la calle. No es una
cuestión de quién la tiene más larga. Las marchas sindicales yo las veo desde
mi casa. Se puede ver lo que ocurre en esas marchas. Eso es como que
alguien se vanaglorie de salir con 20 mujeres, pagándoles".
Ante cierta
reticencia del gobierno a la marcha, por temor al fracaso, y usando al
kirchnerismo como adjetivo descalificativo escribió: “Me dolió la actitud de dirigentes que
valoro desalentando la marcha, me sonó a kirchnerismo”.
Antes de las elecciones de octubre twitteo:
“Sólo hay dos melodías, Kirchnerismo y Cambiemos. Todo lo demás es ruido. Votá
en primera como si fuera ballottage. O puede no haberlo.”
Su militancia twittera, un arma tan
peligrosa como el gatillo fácil, lo lleva a propagar: “Como en el cine, Octubre será una gran secuela del 2015.
Es elegante dar la revancha. Tengamos confianza en el pueblo, que no se suicida.”
Con relación a
las listas armadas por la gobernadora Maria Eugenia Vidal escribió: “CAMBIEMOS
armó las listas de PBA con gente honesta.
Nunca nadie lo intentó antes. Capaz que hasta funciona y todo. ¡Chau,
mafias y narcos!”
Antes de las
PASO twitteó: “¡Qué buena campaña la del
kirchnerismo! Sugerencia: ¡Vandalicen también el Obelisco y la Catedral! ¡No
puede fallar!”
EL
AMOR ENCEGUECE
En junio del
2016, Campanella le envió una carta a su referente político, el Presidente de
la Nación agradeciendo un subsidio a los clubes sociales, una especie de
salvavida a un ahogado y haciendo una justa defensa de los clubes. Campanella
parece desconocer la idea general del plan económico que en su medida repercute
en los clubes. La carta del director de cine y
televisión Juan José Campanella envió fue leída en el acto que encabezó el
presidente de la Nación, Mauricio Macri, en el Club Juventud Unida de
Llavallol, cuando se anunció la extensión de la tarifa social de electricidad a
los clubes de barrio.
El texto de Campanella decía lo
siguiente: "Buenos días a todos. En el año 2002 tuve la oportunidad de
conocer al Club Juventud Unida de Llavallol. En un momento desesperante para el
país, en ese club vi otra Argentina. Una Argentina que peleaba, que se miraba
cara a cara con el infortunio y que aún así no bajaba los brazos. Y que lo
hacía como lo hacen los verdaderos héroes, sin esperar recompensa ni
reconocimiento, a puro corazón. Ese mismo día decidimos dar a conocer este club
a un país que lo ignoraba. El enorme eco que encontró «Luna de Avellaneda» nos
hizo saber que había cientos de clubes en todo el país en la misma situación.
Entonces, como ahora, el gran
problema eran los gastos. Cuotas exiguas, y enormes gastos de mantenimiento
impedía que los clubes pudieran convertirse en una opción competitiva frente a
otras formas de entretenimiento. Pero los clubes son mucho más que
entretenimiento. Son comunidad. Son lugares de contención, y en muchos casos,
la única opción que tiene un chico frente a la calle. Pero sobre todo son
lugares de pertenencia. Uno no es cliente de un club. Es socio, es familia, es
defensor de esos colores. Un chico sin familia, sin lugar de pertenencia es
presa fácil de los encantadores de serpientes que los usan para su provecho. Como
todo cambia, quizás también deba reevaluarse la función de los clubes en una
sociedad que sufrió muchos cambios a lo largo del último siglo. En aquellos
años eran lugares en donde se reunían las familias. Hoy, muchas veces el Club
reemplaza a la familia. Hace poco conocí la cooperativa La Juanita, de Toty
Flores. Preguntando a la gente que la ayudaba porqué ese tipo de emprendimiento
no se multiplicaba, me respondieron: “Hacen falta muchos Totys». Bueno. Están.
Están en las comisiones de los clubes, cuyo único objetivo es servir a las
familias y a los chicos. Tirarles una mano, ayudarlos para que desarrollen esa
urgencia y vocación de servicio es tarea del Estado. Para finalizar, recuerdo
una charla con Carlos Veliz, el vocal principal de la Comisión Directiva en
aquel momento. Hablando de su firme negativa a ser manipulado por los poderes
políticos de turno, me aclaró en una frase llena de sabiduría: «Nosotros no
somos apolíticos. Somos apartidarios».
Se agradece desde el corazón todo lo
que el Estado pueda ofrecer para entronizar estos lugares de convivencia. Que
el Estado ayude a que florezcan y se multipliquen. Que cumplan una función
social, que ayuden a sacar chicos de la calle, que les den un lugar de
pertenencia, un lugar al que amar. Y digo «el Estado», así, apartidariamente, no por desagradecimiento al presidente de
la Nación aquí presente, sino desde el más profundo deseo de que los clubes
cada vez tengan más una función política, y sigan siendo firmemente
apartidarios. Agradezco personalmente al
presidente de la Nación, Mauricio Macri, por toda la ayuda que pueda
brindar, a Iris Pardal y al venerable y querido Don Raúl Duhalde, pilares del
Juventud Unida, a las Comisiones de todos los clubes del país, a los chicos y
familias que los mantienen vivos, y a todos aquellos que buscan, desde hace
años, contestar la pregunta con que terminaba Luna de Avellaneda: «¿Cómo se
hace un club nuevo?». Muchas Gracias".
El 1 de septiembre del 2017, el
periodista Fernardo Krakowiak escribió en Página 12 bajo el título “Otro revés
para los clubes de barrio”: “La Sala 1 de la Cámara Federal de San Martín
rechazó ayer un recurso extraordinario presentado por cinco clubes de barrio
que habían apelado la decisión de dejar sin efecto una medida cautelar que los
preservaba del tarifazo eléctrico. En junio la misma cámara ya había fallado en
contra de los clubes al considerar que la demanda se había vuelto abstracta por
la entrada en vigencia de un nuevo cuadro tarifario, diferente al que habían
impugnado originalmente. Los representantes de los clubes sostienen, en
cambio, que las nuevas tarifas siguen siendo abusivas ya que no respetan el
criterio de gradualidad que recomendó la Corte Suprema. Por lo tanto, ahora
presentarán un recurso en queja ante la corte, para lo cual tendrán que abonar
26 mil pesos……. Cuando entró en vigencia el tarifazo a comienzos del año
pasado, los clubes debieron afrontar subas de hasta 500 por ciento, con
facturas cercanas a los 30 mil pesos. Fue entonces cuando las instituciones de
San Martín se presentaron en la justicia. Como luego el gobierno actualizó una
vez más el cuadro tarifario, la Sala 1 de la Cámara Federal de San Martín,
integrada por Marcelo Fernández, Marcos Morán y Juan Pablo Salas, aprovechó esa
situación para decir que la demanda había quedado abstracta porque la situación
original que la había motivado había vuelto a cambiar. Sin embargo, los clubes
sostienen que las tarifas actuales siguen siendo imposibles de pagar para ellos
y además se quejan porque les reclaman la deuda correspondiente al período en
el que estuvieron protegidos por el amparo.”
Nuevamente
los clubes como “Luna de Avellaneda”, sufren hoy un eclipse de luna. Tarifazos,
pérdida de socios, trabajadores desocupados, desindustrialización. La
situación, en algunos aspectos, sin ser igual, tiene muchos rasgos coincidentes
con la que denunció el personaje de Darín con libreto de Campanella. El director que luego ganó un Oscar con el
“Secreto de sus ojos” apoya entusiastamente a Macri que en su película hablaba
por boca de Alejandro, interpretado notablemente por Daniel Fanego. Lamentablemente
para reflejar la actual situación no se puede contar con el talento de
Campanella, dado su viraje. Es dable cambiar de opinión pero no es lo mismo bajarse del caballo que venderlo. Como decía
otro Juan José Sebreli, aquel que en 1964 escribió “Buenos Aires, vida
cotidiana y alienación”: “Siempre habrá individuos que no pudiendo cambiar la
sociedad de clases deciden cambiar de clase”. Campanella nunca se propuso
cambiar la sociedad de clases ni cambió de clase, lo suyo tiene la modestia de
las pretendidas almas bellas, que actúan como los paraguas que aparecen en los
días del sol, pero que nunca están disponibles en los días de lluvia. Lo suyo
fue simplemente sólo un cambió de vereda. Es como si Román mutara en Alejandro,
y ahora adscribe a las sociedades anónimas en reemplazo de las sociedades
civiles, transformando los socios en accionistas, y se sube al slogan: “Son sólo los buenos negocios los que
llevan un país para arriba”.
Eclipse de luna no describe un
fenómeno físico. Es un cambio de modelo, donde siempre pierden los puntos y
gana la banca. Un hecho ideológico. Campanella que en el 2004 hablaba por boca
de los perdedores, ahora lo hace desde el lugar de ser socio de los ganadores y
desde ahí se compadece de las víctimas.
http://www.lapistanoticias.com/3/2/c/el-coleccionista/item/4006-martinez-de-hoz-%E2%80%9Cachicar-el-estado-es-agrandar-la-naci%C3%B3n%E2%80%9D.html
ResponderEliminar""achicar el estado"" es sólo un eufemismo para indicar el descontrol fiscal sobre los q se succionan las riquezas producidas con el trabajo de las mayorías, lo sepan ella o no
es un lema de todos los tiempos siempre coloniales, ahora neo coloniales
lewis tiene un predio desde la frontera hasta la costa, ¿mau quiere una gran guarida fiscal interoceánica?
Como bien dice Hugo Presman, citando a Spinoza, "no se trata de reir ni de llorar sino de comprender". Aunque casos como el de Campanella son demasiado difíciles para mi. Tantos errores de ambas partes y peor la obstinada perseverancia.
ResponderEliminarEn contraste muy alentador Alcira Argumedo. La socióloga, muy crítica del kirchnerismo durante sus doce años de gobierno, dijo en una entrevista que optaría por CFK en las elecciones legislativas porque representa la alternativa de oposición más fuerte. “Si yo estuviera en la provincia de Buenos Aires, votaría por Cristina. Ahora, ¿qué pasa después de octubre? Hay que replantearse un gran debate”, aseguró Argumedo en Revista zoom Entrevista Carlos Romero.
Por fin alguien dice todo lo que hay que decir de Campnella... De paso: hace algún tiempo que he dejado de recibir las notas en mi correo...
ResponderEliminarPor favor, deje su nombre, apellido y correo y veo que pasa que no recibe las notas
ResponderEliminarGracias
Hugo Presman