LA REALIDAD ES UN POTRO ENCABRITADO (1)
La
realidad es un paredón donde pueden estrellarse las mejores intenciones, los
deseos más fervientes, las aspiraciones más vehementes, los análisis más
medulosos y profundos. La realidad es un potro que hay que domar evitando que
haga morder al jinete el fracaso de golpearse contra el suelo. O peor aún
provocarle una caída definitiva.
La
política es el arte de interpretar la realidad, encuadrarla dentro de una estrategia
que permita dominarla seduciendo a los ciudadanos para los cuales se
implementan las tácticas que permitan alcanzar el objetivo.
Cuando
se cometen errores en la apreciación de la realidad y en consecuencia en las
tácticas desarrolladas, la política obliga a consumir una abundante cantidad de
batracios. El militante encuentra siempre justificativos ante situaciones que
contradicen sus aspiraciones con frases como “Prefiero comer sapos y no
masticar vidrios”.
Hace
mucho que en el “Frente para la Victoria” se viene encubando una realidad que
pronosticaba aceptar situaciones que antes de que se precipitaran
definitivamente, llevaron a buscar placebos para ir soslayando una situación
que para el kirchnerismo duro resultaba dolorosa: un proceso de 12 años con
intensa politización y transformaciones importantes, desemboca en un sucesor poco confiable que levantó en
su trayectoria un discurso insípido y descafeinado. Daniel Scioli es un
fenómeno inédito en la política argentina: sin grandes virtudes destacables;
sin estructura política que además hasta ahora no le ha interesado construir;
sin figuras destacadas en su staff de colaboradores, ha sido diputado, ministro
de varios gobiernos de diferentes signos ideológicos, vicepresidente, dos veces
gobernador y es muy probable que en
pocos meses llegue a convertirse en presidente de la Nación. Siempre ha
manifestado una lealtad hacia los gobiernos de los que formó parte y soportó
todo tipo de desaires del kirchnerismo que siempre lo consideró un mal necesario,
un complemento imprescindible a la hora de las elecciones.
Sólo
en una ocasión, por lo menos conocida, estuvo a punto de romper su lealtad
hacia el partido que tiene un día que celebra y enaltece esa virtud pero que es
pródigo en traiciones: fue en las elecciones del 2013, cuando estuvo a horas de
romper con el kirchnerismo y conformar una alianza con Sergio Massa y Mauricio Macri. Pero cuando el
salto al vacío parecía consumado, dio un paso atrás y decidió jugar definitivamente
con el “Frente para la Victoria”.
Siendo
el candidato oficialista con mayor atracción electoral, se alentó la
candidatura de Florencio Randazzo para bajarle el precio al gobernador,
proporcionándole al ministro una vidriera muy visible como fue la recuperación
de los ferrocarriles, los que el gobierno había descuidado por la ineficiencia
de un funcionario impresentable como Ricardo Jaime, y posiblemente por la
alianza estratégica con Hugo Moyano. La ruptura con el dirigente sindical y la
tragedia ferroviaria de Once le abrieron a Randazzo, a instancia de la
Presidenta, un espacio que cubrió con eficacia, como ya lo había hecho con los
DNI y los pasaportes.
Su principal propulsor fue
Carlos Zannini. Ya como candidato a presidente de la
Nación, Randazzo realizó una campaña de diferenciación con relación a Daniel
Scioli, no a nivel de un adversario sino directamente como un enemigo. Posiblemente era necesaria
la diferenciación clara para crecer en esa interna, pero el tono y la dimensión
de las descalificaciones (“hombre de Clarín”, “representante de las
corporaciones”, entre otras del mismo tenor) lo ayudaba en su afán de ser
competitivo pero implicaba de alguna manera un avance que volvía muy
dificultoso todo intento de retroceso. En términos de Alejandro Magno, Randazzo
quemó las naves, al afirmar categóricamente algo que un político experimentado
no suele decir: “La presidencia o nada”.
Las
encuestas revelaban que la interna tenía un claro ganador y la campaña en esos
términos ya no le bajaba el precio a Scioli sino que sólo deterioraba sus
posibilidades de cara a octubre. Cristina Fernández, con una creciente y
recuperada popularidad, contradiciendo todos los pronósticos apocalípticos y el
vaticinio inexorable del pato rengo,
decidió no jugar a los dados y le pidió a Randazzo que bajara su
candidatura. Fue una decisión acertada. Además en la interna, al fragmentarse
los votos y cuanto mejor fuera el desempeño electoral del ministro, podía dejar
al ganador del Frente para la Victoria con menos votos que los obtenidos por el
candidato triunfante del conglomerado “Cambiemos”. El originario de Chivilcoy
pidió un tiempo, pero antes que terminara de meditarlo, la presidenta tomó la
decisión de que su alter ego, Carlos Zannini, fuera el compañero de fórmula de
Daniel Scioli. En términos concretos, la
fórmula es lo más parecido a Scioli- Cristina Fernández. El ministro comprendió
que su suerte estaba jugada y decidió bajar su postulación renunciando a la
alternativa ofrecida de ser candidato a gobernador de la Provincia de Buenos
Aires, el segundo cargo en importancia del país.
La
versión oficial fue que Daniel Scioli le propuso a la presidenta que su
compañero de fórmula fuera Carlos Zannini. Aceptemos por un momento ésta poco
probable alternativa. Revelaría a Daniel
Scioli como un estratega astuto y audaz, lector y discípulo de Maquiavelo,
quien como hábil ajedrecista, en una jugada extraordinaria, seduce a la dama y
le canta jaque mate a su adversario.
LA
FÓRMULA SCIOLI- ZANNINI
Carlos
Zannini es una figura de nulo conocimiento en la ciudadanía y sólo reconocido
en el estrecho ámbito de la política activa. Más que un colaborador estrecho de
Néstor Kirchner y Cristina Fernández ha sido la extensión de ambos. La primera
interpretación, cercana a la realidad, fue la de controlar al candidato y
enviar un mensaje hacia la parte más
dura de sus seguidores que Zannini es la garantía de la continuidad de los
avances realizados. En ese sentido resulta precisa la apreciación de Dante
Palma, profesor de filosofía y panelista de “6-7-8”, bajo el título “Zannini: un mensaje hacia adentro”: “Y lo cierto es que, desde mi perspectiva, tal
designación fue pensada como un mensaje
“hacia adentro” del kirchnerismo. Porque, claro está, Zannini no trae votos, no
interpela a antikirchneristas indecisos ni tampoco seduce a moderados. Sin
embargo disipa una enorme cantidad de dudas pues, por lo pronto, muestra que CFK ha decidido comprometerse de lleno
con el próximo gobierno. En este sentido, algunos dirán que Zannini
está allí para cercar y otros dirán que está para acompañar pero lo cierto es
que la presidenta no se ha desentendido de la suerte de Scioli. Se sigue de
esto, claro está, que la idea de una CFK que “jugaría” a perder refugiándose en
los “puros” no era más que una zoncera. Pero, lo más importante, con Zannini
acompañando a Scioli, el kirchnerismo logra plasmar una fórmula que sintetiza
un tiempo histórico porque el actual gobernador de la provincia tenía el apoyo
del PJ y los gobernadores, pero generaba desconfianza en una porción importante
de la dirigencia y el electorado kirchnerista progresista que, por oposición,
se identificaba con Randazzo.”
Desde otro ángulo, Lido
Iacomini, integrante de Carta Abierta, escribió bajo el título de “Scioli –
Zaninni: una alianza con dolor”: “Muy probablemente la fórmula Scioli – Zannini
garantiza el triunfo en primera vuelta y
quizás también un primer gabinete continuista, es decir con una presencia
importante del kirchnerismo. Esto supone que este es un gobierno de alianza
entre dos sectores, el sciolismo y el kirchnerismo, de fronteras difusas entre
ellos. Lo que prefigura la
perspectiva de un gobierno en disputa. Todos hacemos la cuenta: ellos
tienen la presidencia en un país presidencialista por excelencia, nosotros
(previsiblemente) la mayoría parlamentaria, la vicepresidencia
(tradicionalmente pero no fatalmente) bastante inocua salvo en momentos
críticos, y esperemos tener también la conducción de la Provincia de Buenos
Aires. Scioli no era nuestro candidato porque
lo sabemos sensible a las presiones del establishment y aunque ahora será
inexorablemente nuestro ya que el enemigo N° 1 es el macrismo, la alianza
conformada con esa conducción gubernamental no tiene la contextura que
garantice la solidez y la unidad de gobierno necesaria frente al “pliego de
Escribano”, en las formas que sean en que la derecha argentina e internacional
lo presentará de inmediato al nuevo gobierno, en el palacio y en la calle, en
los mercados financieros y en las góndolas, con el gorilaje y con el sindicalismo
“pinochetista” de Barrionuevo y el “Momo” Venegas. Su objetivo será “pelar” de
kirchnerismo al gobierno y pejotizar al máximo…. para imponer al más corto
plazo posible un gabinete adicto suficientemente poroso ante los poderosos.”
No
tengo al día de hoy una opinión definitiva sobre la fórmula concretada en
cuanto a la incidencia electoral. Apenas algunas consideraciones: sin Zannini,
la inmensa mayoría del kirchnerismo, con pequeñas deserciones, se hubiera
alineado finalmente detrás del motonauta, a medida que la campaña electoral
avance y quede exteriorizado en forma indubitable “el proyecto Macri”. En
síntesis: tranquiliza a un espectro kirchnerista más amplio que el núcleo duro
al que produce zozobra Daniel Scioli. Donde
puede jugar en forma desfavorable es en el 30% del electorado que no es ni
kirchnerista ni visceralmente antikichnerista y que es crítico fundamentalmente
por aspectos formales y procedimientos autoritarios del oficialismo. Para esos
sectores, Daniel Scioli garantizaba un mejoramiento en ese plano y una
disminución del nivel de confrontación que ese sector de la ciudadanía vive
dramáticamente como una grieta a reducir primero y a eliminar después. Más
allá que está claro y debidamente probado, que para avanzar hay que romper los
huevos, pisar callos y enfrentar a los intereses afectados.
Si
uno sigue la siempre certera recomendación de Arturo Jauretche, que cuando no
están claras las cosas hay que mirar lo que dice “La Nación” y posicionarse
enfrente, bastaría leer entre otras muchas notas en el mismo sentido, la columna de Joaquín Morales Solá del 17 de junio que bajo el título de
“Continuidad a secas”: “Zannini fue el cerebro de las peores
políticas del gobierno cristinista. De su cabeza surgieron las
iniciativas para destruir la independencia del Poder Judicial, las maniobras para
perseguir a los jueces y los reiterados intentos de perpetrar un golpe de
Estado a la Corte Suprema de Justicia. De su imaginación brotaron las líneas
básicas para acosar y derribar al periodismo independiente. Fue él quien le
llevó ideas a Cristina para terminar de una buena vez con los medios y los
periodistas críticos. Desde ya, ésas eran las ideas que Cristina estaba
esperando. La culpa es compartida entre ellos. El actual secretario legal y
técnico de la Presidencia hizo en los últimos años las veces de comisario
político de la Presidenta. Esa tarea la cumplió en el gabinete y en el
Congreso. Fue una manifestación monumental de poder, que penetró en la
histórica flexibilidad de la personalidad de Scioli. El gobernador pudo decir
que no argumentando que la fórmula con Zannini pone en riesgo el triunfo del
kirchnerismo en las elecciones presidenciales. Los ojos y los oídos de la
Presidenta en otra persona y en la misma persona. Su devoción por la figura de
Cristina está fuera de toda duda. Es el autor de la famosa frase que describe
la relación de los funcionarios con Cristina: "A la Presidenta no se le
habla; se la escucha". No hay error posible en esa mujer convertida en
deidad por Zannini…. La designación de Zannini es la continuidad del poder por
otros caminos.” A su vez, la columna empresarial del mismo diario a cargo del
periodista Francisco Olivera escribió el 20 de junio: “Lo que para ellos ( los
empresarios) era hasta el martes la esperanza resignada, pero esperanza al fin
de que un triunfo de Scioli en las elecciones fuera coronado con una emancipación inmediata y
definitiva del kirchnerismo en el día uno, llevará más tiempo del que
se calculaba.”
Por otra parte, en la estructura del
poder político en la Argentina, el
vicepresidente es importante en la campaña electoral, relevancia que se reduce
hasta casi la intrascendencia, cuando asume el presidente elegido. Vuelve a
cobrar importancia cuando se vuelve un desleal a su compañero de fórmula. Lo
que condiciona al gobernador bonaerense en el caso de llegar a presidente, es
el dominio kirchnerista en las cámaras y la influencia social de Cristina
Fernández.
CARLOS
ZANNINI
El 26 de marzo del 2013 supe escribir una nota
titulada “Oteando el horizonte”, cuando ya había quedado definitivamente
cerrada la posibilidad de recurrir a alguna alternativa que habilitara a
Cristina Fernández a una nueva reelección. En la misma hay un acierto y un
error: el acierto, la posibilidad de Zannini candidato; y un error, el haber
descartado a Daniel Scioli como sucesor de Cristina Fernández; decía entonces:
“Sin posibilidades ciertas de reelección (salvo un acuerdo con la
oposición que permitiera llamar a una Convención Constituyente) y descartando a Daniel Scioli como su continuador
por fundadas razones de desconfianza política y descreimiento de su lealtad, a
lo que se suma la generalizada
precaución de la Presidenta hacia sus colaboradores, emerge como alternativa
con probabilidades la jugada realizada por Lula en relación con Dilma Roussef.
La misma se realizó con un Presidente que gozaba de un 70% de popularidad y una
candidata sin conocimiento popular. Allí fue posible. ¿Podrá Cristina emprender
exitosamente la gran Lula? Todo dependerá de su popularidad al iniciarse 2014.
¿Y quién podría ser la Dilma Roussef argentina? El único que tiene la confianza absoluta de la jefa de estado es el
secretario legal y técnico de la Presidenta, Carlos Zannini. Sin ningún conocimiento público, más allá del
círculo estrecho de los políticos, analistas políticos y periodistas,
sostienen, los que lo conocen, que es un cuadro político. En su juventud militó
en una agrupación marxista pro China: Vanguardia Comunista. De ahí su apodo de
“el chino”. Nació en Córdoba en 1954, fue secretario de gobierno municipal
cuando Néstor Kirchner fue intendente de Río Gallegos. Cuando su jefe llegó a
gobernador, se desempeñó como Ministro de Gobierno de la Provincia. Fue luego
legislador y se desempeñó como el jefe del bloque de diputados provinciales.
Cuando Néstor Kirchner lo consideró necesario, fue Presidente de la Suprema
Corte de Justicia de Santa Cruz. Lleva
muchos años integrando la mesa cada vez más chica del kirchnerismo, con el
cargo de Secretario Legal y Técnico de la Presidencia de Néstor Kirchner y
Cristina Fernández. Tal vez sea sólo
una conjetura que el tiempo disolverá y los avatares de la sorpresiva política
argentina convertirá en una hipótesis desechada. En ese caso Samuel
Goldwin volverá a tener razón y lamentaré no haberle hecho caso: “No conviene
hacer pronósticos, sobre todo hacia
el futuro.”
En los cables secretos de la embajada
norteamericana en la Argentina hacia EE.UU desnudados por el Wikileaks y
recopilados por el periodista Santiago O Donnell en uno de sus dos libros sobre
el tema titulado “ArgenLeaks”, puede leerse: “Con la ida de Alberto Fernández,
Zannini se ha convertido en el miembro más accesible de la minúscula “mesa
chica” donde se toman las decisiones claves del gobierno de la Argentina. Su
interés en las oportunidades sociales- originado en su historia por haber
crecido en una familia de clase baja y haber recibido asistencia gubernamental
para ir a la escuela- también es una parte clave de la mirada de CFK…… Y
acota O Donnell: “En ocho cables
filtrados por Wikileaks, Zannini aparece representando a los gobiernos de
Néstor y Cristina Kirchner en temas delicados como el caso de la valija de
Antonini Wilson, la multimillonaria venta de la empresa de transmisión
eléctrica Transener y la Ley de Medios
Audiovisuales”
Para
su único biógrafo Eduardo Zanini en el libro “El creador” “ ( Zannini) fue el
proveedor de ideas, el operador entre las sombras. Sin dudas, el creador del
kirchnerismo. Es el hombre que el matrimonio necesitaba para que, con la
paciencia de un ajedrecista, fuera estructurando uno a uno los planes para que
el kirchnerismo resultase una fuerza blindada y de relato unificado”
FLORENCIO RANDAZZO
La decisión de Florencio Randazzo de no aceptar la
propuesta de ser candidato a gobernador de la Provincia de Buenos Aires ha
desatado una discusión al interior del kirchnerismo. El núcleo duro militante
lo considera un individualista que ha puesto sus intereses personales por sobre
el proyecto. Desde otros sectores internos pero fundamentalmente externos, se
considera como un gesto de dignidad haber respetado las promesas formuladas.
Estos últimos (partidos opositores y medios hegemónicos) aprovecharán toda
diferencia para alentar todo aquello que perjudique al gobierno. El periodista
Hernán Brienza cuyas últimas participaciones en “6-7-8” ha dado lugar a debates
muy interesantes, después de informar que si hubiera habido internas lo hubiera
hecho por Randazzo, ha escrito bajo el título “Ser Peronista”: “Él se quejaba porque yo lo había comparado con Daniel Scioli y me
replicó que yo no podía decir eso porque él no era un liberal. Le retruqué que
yo lo iba a votar a él en las PASO y me contestó sonriendo: "Y, claro,
porque sabés que soy el único candidato peronista." Nos reímos, hasta con
cierta complicidad. Hoy me pregunto: ¿qué habremos entendido cada uno de
nosotros por "ser peronista"? Porque
yo entiendo por "peronista" no sólo una definición esencialista y
doctrinaria sino también práctica. "Ser peronista", en la práctica,
es ser leal a la conducción o irse. Pero no jugar en contra desde adentro en el
momento más inoportuno. O al menos así se lo entiende desde el día que
Perón dijo: "Primero la Patria, segundo el Movimiento y por último los
hombres." Ayer celebraron la postura de Randazzo, desde Macri hasta Clarín
y La Nación. Desde Menem que no ocurría ese milagro con un peronista.”
Y más adelante concluye:
“Desde hace meses, pudo armar su campaña a instancias de la presidenta: fue a
6,7,8, sus spots aparecían en Fútbol para Todos, se metió al progresismo de
Carta Abierta en el bolsillo. Ni así le
alcanzó para empardar a Scioli en las encuestas. Y en su campaña desplegó una
virulencia fenomenal destemplada, innecesaria y a destiempo contra el
gobernador bonaerense. ¿Qué pretendía? ¿Dividir el voto kirchnerista para
favorecer a Macri? ¿Llevar al FPV a la derrota? ¿A qué intereses está jugando?
Hace pocas horas decidió bajarse solo de la candidatura. Sin que nadie
se lo pidiera. Dijo que si iba Zannini de vice de Scioli él no competía. Y tampoco aceptó ser
candidato a la gobernación de Buenos Aires………¿Qué tiene de heroico
renunciar a ser el gobernador de la provincia más poderosa? No resulta muy
"peronista" la decisión. Lejos de ser un reproche este texto es más
un pedido de explicación de quien hasta ahora pensaba votarlo y hoy ve con
desconcierto cómo su candidato está siendo desleal con la presidenta.
"Peronista" es ser leal a la conducción de Cristina. Crearle un problema es
jugar para otros intereses. Ojalá Randazzo demuestre con hechos que es un
"peronista" en la práctica. Y, sobre todo, que no está jugando para
otros intereses. Porque como dijo Perón en un polémico discurso: "No
nos vamos a tirar la suerte entre gitanos, acá sabemos que se juegan otros
intereses."
Me llama la atención que como analista lúcido, Brienza diga: “..bajarse solo de la candidatura. Sin que
nadie se lo pidiera”. Nadie en el kirchnerismo hoy puede competir si Cristina va en la otra fórmula. En su
carta de explicación enviada a la Presidenta, con demasiado autobombo, Randazzo sostiene claramente: “Llegué con vos y me iré con vos de la Casa
Rosada. Sin dejar mis convicciones en la puerta de la misma. Y, vos sabés, eso
no tiene precio. Así nos enseñó Néstor.”
Está claro que al día de hoy no está siguiendo el
camino de Alberto Fernández o Sergio Massa.
Si lo hace, ese será el momento de las críticas.
Renunció no a ser candidato a gobernador sino directamente a gobernador
conforme a los datos actuales, ya que como candidato a ese cargo era el que
podía sacar un porcentaje de votos mayor.
Creo que un partido político
no es un ejército ni tampoco una secta religiosa. No debe atribuirse al máximo
dirigente de un partido político la pretendida y falsa infalibilidad papal.
Máxime si en ese partido el debate escasea y las decisiones son tomadas
exclusivamente desde arriba.
Ese verticalismo extremo llevó
a que durante el menemismo se cambiaran los fundamentos y razón de ser del
peronismo histórico con mínimas y honrosas fracturas. Es el mismo que fomenta
que los que asciendan sean los más serviles y alcahuetes como lo comprobó el
mismo Perón cuando la mano vino cambiada en 1954-1955. Dentro del predominio de
un proyecto colectivo, debe haber espacio para las decisiones personales, que
sin romper con el proyecto, no consideran en un determinado momento encarnarlo
en determinadas condiciones. Las experiencias a nivel internacional del
stalinismo y el maoísmo dan lugar para largas y lamentables consideraciones. Una cosa es desertar de un proyecto en
el que se cree y dar un paso al costado, y otra muy distinta es desertar del
mismo y posicionarse en la vereda de enfrente. Los ejemplos de Arturo
Jauretche, Scalabrini Ortiz, Homero Manzi son claros ejemplos al respecto en el
primer caso. Desde Alberto Tessaire a Julio Bárbaro en el segundo. Y menos, al
día siguiente tirarle los perros al disidente, como ejemplo para el disciplinamiento
de otros y abortar todo debate interno.
En otros términos, aunque
tampoco coincido, se refiere el mesurado analista cercano al gobierno Mario
Wainfeld: “A los ojos de este cronista, la renuncia de Randazzo expresa más una
posición individualista de uno que milita en un colectivo. Trastrueca el
tríptico: “la patria, el Movimiento, los hombres” “Si el candidato es el
proyecto, los criterios personales de los candidatos quedan (deben quedar) en
segundo término.” La pregunta que debería contestar el amigo Mario Wainfeld es
si estaría dispuesto como periodista a firmar una nota contraria a lo que ha
venido opinando sobre determinados déficits e insuficiencias del gobierno en
función del proyecto Página 12.
Y estas consideraciones las formulo
después de haber escrito hace pocas semanas una nota con el título “Batracios”
en el que afirmaba: “Hacer
política implica necesariamente aceptar una cierta dosis de anfibios en el
menú. El problema empieza cuando deja de ser un bocado amargo y pasa a
convertirse en rutina muy cercana a la gula. “Carta Abierta”, el grupo de
intelectuales que apoya al gobierno, ha manifestado que su preferencia
electoral es Florencio Randazzo. Seguramente ninguno de ellos se imaginó esta
declaración hace tres años. Está claro que la realidad muchas veces se burla de
los conocimientos acumulados con las lecturas de Marx, Sartre, Foucault o
Jauretche, entre tantos otros. Ni toda
la biblioteca voluminosa y leída puede impedir atosigarse con una porción doble
de batracios. Más que las virtudes de Randazzo que las tiene efectivamente en la
gestión, son los déficits y aprehensiones que despierta Daniel Scioli lo que
lleva a Carta Abierta a proclamar que se deleita con un buen plato de sapos.”
LA
REALIDAD ES UN POTRO ENCABRITADO (1)
La
presente nota se escribe desde las dudas mucho más que desde las certezas.
Si la historia es útil es para encontrar ejes para analizar el potro de la
realidad. Y fundamentalmente para no repetir errores. Y hacer del debate de
ideas, desde las convicciones propias que coinciden con los aspectos
fundamentales de un proyecto político, el eje de la discusión. El ser agnóstico en materia religiosa me
impide ser religioso en materia política.
Mantengo las múltiples dudas y diferentes críticas
que a lo largo de los años he señalado sobre Daniel Scioli. Pero al mismo
tiempo la continuidad de su alto reconocimiento popular me induce a pensar que
millones de argentinos aprecian cualidades que yo no distingo. Posiblemente
para que esto funcione en forma medianamente aceptable y exitosa, se debería
partir de la consideración señalada por Lido Iacomini: “Esto supone que este es un gobierno de alianza entre dos
sectores, el sciolismo y el kirchnerismo, de fronteras difusas entre ellos.”
La
presencia de Daniel Scioli en 6-7-8 el domingo 21 de junio, lo mostró
enarbolando un discurso de definiciones
concretas, muy lejos de sus habituales ondas de amor y paz. Preguntas incisivas
de parte de los panelistas, planteos bien realizados, que están ausentes cuando acuden funcionarios del
gobierno nacional, fueron contestadas
sin eufemismos, salvo una de ellas acerca de la situación de los presos en las
cárceles de la Provincia de Buenos Aires.
Resulta
llamativo ( o no) que en seis años del programa en el aire sea la primera vez
que fuera invitado el dos veces gobernador de la Provincia de Buenos Aires, a
lo que en forma indirecta Scioli hizo referencia aduciendo que tenía muchas
ganas de venir a contestar muchas de las críticas que se le formulaban, de lo
que deduce que no es que no quería ir sino que no era invitado.
Volviendo al principio: La realidad es un paredón donde pueden
estrellarse las mejores intenciones, los deseos más fervientes, las
aspiraciones más vehementes, los análisis más medulosos y profundos. La
realidad es un potro que hay que domar evitando que haga morder al jinete el
fracaso de golpearse contra el suelo.
22-06-2015
como siempre querido amigo me deslumbra su claridad para ver la realidad que siempre no es tan facil de ver, saludos
ResponderEliminarrecomiendo este articulo en toda su extención por que es de una claridad meridiana y de un periodista muy informado, y que no dice certezas si no dudas
ResponderEliminarLeí este artículo y escuché el audio del post siguiente. Acuerdo en mucho. Más aún: me alegra haber llegado hasta aquí y leer y escuchar estos análisis.
ResponderEliminarConcuerdo totalmente en que un movimiento político no es una iglesia ni un ejército militar. Más allá de que requiera de cierto grado de obediencia y cierta fe, lo que más requiere, por su carácter político, es desarrollo de pensamiento crítico.
Sigo buscando explicaciones para lo que sucedió con Randazzo. Parto de tres suposiciones.
La primera, que Randazzo no podía bajarse a gobernador de la PBA, y que eso no tiene nada que ver con personalismos, individualismos o berrinches: para hacerlo se requería que los otros precandidatos a gobernador se bajaran. Por lo menos Domínguez y Espinoza venían, desde hace tiempo, haciendo campaña fuerte. Hasta los pueblos pequeños de la PBA empapelados. Referentes locales aliados a uno o a otro. Afiches en alambrados en los campos. Mucho dinero invertido. ¿Todo eso al tacho? ¿Se puede asegurar, sin lugar a dudas, que si Randazzo fuera como candidato a gobernador NO le iban a pasar facturas desde medio PJ bonaerense?
Por otro lado, le significaba tener que tirar al tacho toda su campaña a presidente (gente, esfuerzo, tiempo, dinero) para empezar desde cero apenas a un mes y medio de las PASO. Muy sobre la marcha, echándose sobre sus espaldas toda la responsabilidad y teniendo tan poco tiempo… No sé. Su decisión de rechazar la oferta me parece racional. Más racional todavía porque no era necesario que lo hiciera, no se lo necesita para ganar la PBA.
La segunda, que Cristina es inteligente, mucho, y tiene experiencia, mucha, y es una conductora de fuste. Supongo como imposible que Randazzo haya hecho su campaña como la hizo sin el aval de Cristina. También creo imposible que, si Cristina hubiera llegado a la conclusión de que las agresiones continuas a Scioli eran contraproducentes, no hubiera logrado que Randazzo cambiara el tono de su campaña: si logró que se bajara, también hubiera logrado que cambiara el tono de la campaña. Cristina no puede ser, simultáneamente, la gran conductora de un proyecto nacional y una débil incapaz de conducir a sus propios ministros: eso no cierra por ningún lado.
La tercera, que la posibilidad de que Scioli aventajara en intención de voto a Randazzo no es una posibilidad surgida en junio del 2015: era bien factible tres meses antes, seis meses antes, uno o dos años antes. Quiero decir, no se trata de un hecho imprevisto que requiriera de acciones inusitadas. Cristina estaba en conocimiento de esa posibilidad mucho antes. Tuvo que haberla evaluado, no sé, en febrero, antes de que comenzaran en serio las precandidaturas, como una de las posibilidades concretas. Es entendible que recién en junio tomara la decisión de que Randazzo se bajara; lo que no consigo comprender es por qué, ante una situación previsible desde hacía meses, se hizo de forma tan desprolija y dejando un tendal de heridos. Digo, lo lógico es que de entrada ella y Randazzo hubieran acordado ciertas cuestiones a futuro, ¿no? Cómo actuar si se daba esto o se daba lo otro. Al fin y al cabo, Randazzo no es un paracaidista: lleva más de siete años siendo ministro del gobierno nacional.
(Continúo)
(Continuación)
ResponderEliminarEn síntesis, parecería que “algo pasó”, algo no previsto anteriormente y que cambió la estrategia de un día para otro. No voy a analizar si el camino tomado es bueno o malo porque no sé qué sería ese algo que pasó. Pero sí señalar que se dejó un tendal de heridos, y, entre ellos, al propio Randazzo, un ministro al que mucha gente le tiene afecto y le tiene afecto porque su gestión en ferrocarriles de verdad les mejoró la vida, les mejoró la vida en forma directa, palpable (la estructuración de la deuda nos mejoró la vida a todos, pero ya es una relación indirecta…), en el todos los días. El que en la minoría intensa se lo trate de traidor no mejora las cosas, por cierto. Randazzo no es alguien para dejar tirado al costado del camino con el rótulo de traidor. Pegarle es fácil, pero ¿se mide realmente las consecuencias de hacerlo?
¿Se podría haber tomado el mismo camino sin causar rupturas, enojos? Sí. Estoy segura de que sí, porque es premisa de partida en cualquier situación: siempre hay por los menos dos formas de hacer las cosas. Por lo menos dos, y generalmente más de dos.
Abrazo,
Esther