12 marzo 2025

EL EQUIPAJE DE UNA VIDA*

 

Lo dijo Diego en 1992, gobierno de Carlos Menem, en una frase tan memorable como el famoso gol a los ingleses: “A muerte estoy con los jubilados. Lo que les hacen es una vergüenza. Yo defiendo a los jubilados ¿cómo no los voy a defender? Tenemos que ser muy cagones para no defender a los jubilados”. Como todos los miércoles, las fuerzas represivas de la abuela Patricia Bullrich se ensañan con los jubilados. Sus trajes futuristas, sus escudos, sus palitos de abollar ideología como los definió la inmortal Mafalda y sus aerosoles de gases, amedrentan y siembran el miedo. ¿Que tendrán en el corazón, ya no la abuela Patricia Bullrich que no lo tiene, o Milei que le quitó buena parte de los remedios gratuitos, sino esos policías jóvenes, hombres y mujeres, que tienen cita a eso de las 18 horas de los días miércoles y le pegan a quienes podrían ser sus madres, sus abuelas, sus padres? ¡Cuánta sobredosis de anestesia aplicada directamente a la conciencia, cuánta ideología reaccionaria inculcada hasta la saturación es necesaria para acreditar valentía y pegarle a una vieja, a un viejo y tirarle un gas abrasivo sobre ojos y rostro! ¡Qué bueno sería que por un altoparlante “Los jubilados locos de Plaza Congreso” les hicieran escuchar a los represores un poema del cubano Nicolas Guillen, con la esperanza que sus neuronas sanas los ayuden a reflexionar!

     No sé por qué piensas tú,
soldado, que te odio yo,
si somos la misma cosa
yo,
tú.
Tú eres pobre, lo soy yo;
soy de abajo, lo eres tú;
¿de dónde has sacado tú,
soldado, que te odio yo?
Me duele que a veces tú
te olvides de quién soy yo;
caramba, si yo soy tú,
lo mismo que tú eres yo.
Pero no por eso yo
he de malquererte, tú;
si somos la misma cosa,
yo,
tú,
no sé por qué piensas tú,
soldado, que te odio yo.
Ya nos veremos yo y tú,
juntos en la misma calle,
hombro con hombro, tú y yo,
sin odios ni yo ni tú,
pero sabiendo tú y yo,
a dónde vamos yo y tú...
¡no sé por qué piensas tú,
soldado, que te odio yo!

Un jubilado despliega una pancarta: “Milei, soy jubilado, me quitaste remedios, dinero y comida, pero no podés quitarme la dignidad de luchar”; a su lado, otro levanta un cartel: “Milei, tu superávit es nuestra indigencia”; en otro se lee: “Milei, nos estás haciendo mierda”. El ingenio popular se despliega en otro cartel: “Ayúdame a luchar!  El próximo viejo sos vos”. De fondo parece llegar la voz del canta autor español Joan Manuel Serrat con su canción “Llegar a viejo”: “Y después de darlo todo -en justa correspondencia- todo estuviese pagado y el carné de jubilado abriese todas las puertas... Quizá llegar a viejo, sería más llevadero, más confortable, más duradero”.

Carlos, un jubilado, hincha de Chacarita que concurre a la protesta todos los miércoles, sensibilizó a los hinchas de su club que asistieron, unos veinte, el miércoles 5 de marzo. Fue el fósforo que iluminó el escenario donde se despliega una crueldad inadmisible. Los hinchas -no las barras bravas- de todos los clubes se sintieron autoconvocados. A ellos se sumaron agrupaciones estudiantiles, motoqueros y autoconvocados diversos. El negro Héctor Enrique, campeón del mundo 1986, el que irónicamente dijo que le dio el pase a Maradona para que hiciera su histórico gol, recibe desde el más allá el pase de Maradona y ahora el ex jugador de  River es el que hace un gol: “Tenemos que ser muy cagones para no defender a los jubilados” y convoca a apoyarlos. 




Ahí van “Los jubilados locos de Plaza Congreso” pensando en morir de viejos, lo más jóvenes posibles.   
Algo se mueve. Hoy “Los jubilados locos de Plaza Congreso”, son como Las Madres contra la dictadura establishment-militar, “Las Locas de Plaza de Mayo “, la primera línea de oposición a un proyecto alucinado y devastador. Ojalá desde el miércoles 12 de marzo los jubilados locos dejen de estar solos. Certeramente, el periodista Eduardo Aliverti escribió: “Qué se agrande Chacarita”.
Se vuelve a escuchar a Serrat: “En lugar de arrinconarlos en la historia, convertidos en fantasmas con memoria... Si no estuviese tan oscuro a la vuelta de la esquina... O simplemente si todos entendiésemos que todos llevamos un viejo encima.”

Un jubilado ha dicho: “Estoy aquí porque la vida se me va y hay que morir acá peleando contra este desgraciado, ladrón y miserable”

El economista Ricardo Aronskind escribió: “Una pequeña minoría de los sectores dañados por las brutales políticas gubernamentales recibió un gesto de cariño y acompañamiento inesperado, en un contexto de gran soledad y defección de quienes deberían estar naturalmente allí. En realidad, casi todos los agredidos por este gobierno…..se la están arreglando solos, atomizados, como si vivieran un problema sectorial, o peor aún, personal…. Forman parte de un colectivo y así lo deberían asumir. Sin embargo, los vínculos sociales que por momentos parecen cortados, diezmados, no lo están tanto …La historia, la gran historia, puede empezar todos los días”  

De fondo ahora se escucha al canta autor argentino, ya fallecido, Alberto Cortez, a lo lejos y bajito que dice: 

“La vejez es la antesala de lo inevitable
El último camino transitable
Ante la duda que vendrá después
La vejez es todo el equipaje de una vida
Dispuesto ante la puerta de salida
Por la que no se puede ya, volver”  

Ese equipaje de una vida es la ofrenda que los viejos ponen todos los miércoles para despertar a una sociedad mayoritariamente anestesiada.  

10-03-2025

*Publicado en La Tecl@ Eñe, Diario Registrado        

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