15 agosto 2022

CUANDO EL LENGUAJE NOS COLONIZA*

 

La presente nota intenta provocar al lector. Sólo si lo logra, el objetivo se habrá alcanzado.
 
Supongamos que se encuentra con un texto como el siguiente:   
 
“Renunció el director del Banco Ciudad (y en simultáneo también concejal por Tigre), el joven ex diputado Nicolás Massot de Chiara Comoretto, alineado en las huestes de Emilio Monzó de Sánchez (quien no pudo ser seducido para integrar sus filas por Horacio Rodriguez Larreta de ex Bárbara Diez). Estas jugadas son miradas con preocupación por Patricia Bullrich de Yanco. Mientras tanto sigue su viaje por el exterior Mauricio Macri de Awada, que extraña a su compañero incondicional Hernán Lombardi de Sanz.  Se ignora por el momento la actividad política del neuro científico radical Facundo Manes de Sanz. En cambio es muy fuerte la presencia en el bizarro programa de Viviana Canosa de ex Borenstein, de Roberto García Moritan de Andohain y de Javier Milei de ex Mori. Sorprendió el llamado al diálogo efectuado por el diputado troll Fernando Iglesias de Ana, cuyo gorilismo empalidece el antiperonismo de Ernesto Sanmartino de Aluvión Zoológico. En el oficialismo preocupa el silencio de Cristina Fernández y de lo que se conversó en la reunión que tuvo en Olivos con Alberto Fernández de Yañez y Sergio Massa de Galmarini. Sí trascendió que los tres coincidieron en recordar emocionados a la figura del ex presidente Néstor Kirchner de Fernández. Esto mereció duros dardos descalificatorios del diputado y humorista cordobés Luis Juez de Corte. Le respondió en ásperos términos Aníbal Fernández de ex Barreiro; y como era de esperar, se sumó a la puja de adjetivos el Ministro de Seguridad de la provincia de Buenos Aires Sergio Berni de Propato. Desde Lanús se incorporó a la discusión Diego Kravetz de Acuña. Luego a la polémica se sumó desde La Plata, en el intercambio de misiles verbales, Axel Kicillof de Quereilhac, lo que llevó a que durante el día fuera entrevistada por Alejandro Bercovich de Lerena y Pablo Duggan de Martínez. En este torneo de contiendas baratas apareció la abogada que suele confundirse de adscripción partidaria por la velocidad que cambia de pertenencia política, Florencia Arietto de Jakimowicz criticando como toca la guitarra el ex Ministro Matías Kulfas de Real. Consultado Daniel Scioli de Berger, declaró que no entraba en esas discusiones, porque estaba ocupado en decisiones que nos permitirán avizorar el futuro.
 
Desde el canal ultra militante La Nación + el analista político Carlos Pagní de Allo, puntualizó que el gobierno tripartito atraviesa titubeante una crisis terminal”
 
 
La presente crónica fraguada exterioriza la decisión del autor de esta nota, de no nombrar nunca a la dos veces ex presidenta y actual vicepresidenta de la Nación Cristina Fernández como de Kirchner porque esa es una rémora de un pasado afortunadamente superado donde el hombre era propietario de su pareja y eso debía ser exhibido desde cómo se denominara a la mujer casada. Aunque a Cristina Fernández le gusta que le digan Cristina Kirchner, en donde se expropia su apellido, o Cristina Fernández de Kirchner, parece una contradicción menor de otras mayores que tiene la política más querida y odiada del país. Y lo sorprendente e impensado que resulta que los apellidos masculinos sean seguidos por el de su pareja.
 
El lenguaje es otra de las formas que manifiesta la colonización y deja desnudo que por pereza intelectual rutinaria o en el peor de los casos por complicidad, se es aliado de aquello que se dice combatir. En este caso no he escuchado a ningún feminista, mujer u hombre,  reparar en este detalle. 
 
Afirmaba Samuel Clemens que “La diferencia entre una palabra casi justa y la palabra justa no es una pequeña cuestión, es como la diferencia entre una luciérnaga y la luz eléctrica.” Pocos lo conocen como Samuel Clemens pues a la historia de la literatura ingresó con el nombre de Mark Twain.

LA COLONIZACIÓN INCONSCIENTE
 
La manipulación del lenguaje para hacerlo funcional a intereses ideológicos es vieja, pero en los últimos años, con la presencia omnipotente de los medios, se ha potenciado significativamente. Con la caída del Muro de Berlín y la hibernación de los sueños de una sociedad socialista, la potente palabra “pueblo” se reemplazó por la pasteurizada “gente”. Pueblo es una clara categoría política. La palabra gente puede tener cierta equivalencia pero desde una mirada por afuera de una concepción política.
 


Había que castrar la potencialidad del sujeto de la historia que es el “pueblo” y entonces se lo despolitizó con la palabra “gente”
 
Pero ahí no terminó la ofensiva descafeinada y era necesario quitarle toda pasión. Convertir el concepto “ciudadano” en el dietético “vecino”. Es así como se reduce a un hombre con derechos, civiles, políticos y sociales, en un simple consorcista al que sólo le interesa la administración de su edificio, perdón, de su ciudad. 
 
En el mismo camino “ideología” se trasmutó en “gestión”, como si un cuchillo pudiera independizarse de la mano de quien lo maneja. 
 
En el mismo proceso de alteración de significados, si durante décadas el huelguista era el damnificado y el empleador el explotador, con el neoliberalismo la víctima es el “usuario”, el perjudicado el empleador y el huelguista un egoísta que en la persecución de sus intereses perjudica al conjunto. Ahora el principal vituperado es el piquetero Este cambio del ángulo de observación, hace recordar unos versos de Antonio Machado que decían: "Los ojos que ves/ no son ojos porque los ves/ Son ojos porque te ven" 
 
El conflicto del gobierno con cuatro agrupaciones agropecuarias fue englobado en el 2008 bajo la denominación “gobierno versus campo”. Esta última es una expresión geográfica pero no política. Cuando se habla del paro en el campo, parece sugerirse que el trigo y la soja deciden no crecer, el gallo no cantar a la madrugada, las vacas cerrar sus ubres, los chanchos abominar del chiquero, las ovejas dejar de balar y las vacas negarse a los toros y a la inseminación artificial. Es equivalente a que un conflicto con diferentes aerolíneas se la calificara como un conflicto con el cielo o uno con empresas marítimas un problema con el agua. 
 
Otro manejo discrecional, intencionado o ignorante del lenguaje es decir que el Estado “paga en negro”. Este error es cometido por periodistas económicos bien intencionados, por otros que aborrecen al Estado y aún por sindicalistas que son trabajadores del Estado. Un trabajador está en negro cuando cobra sin un recibo oficial, cuando no existe para las leyes laborales; no está registrado en el ANSES; no tiene cobertura de obra social; no se le hacen retenciones ni aportes. Cuando se dice que el Estado paga en negro se describe una situación diferente: el trabajador sí está registrado, tiene obra social, figura en el libro de sueldos, aunque en su recibo oficial figuran conceptos denominados “asignaciones no remunerativas” sobre los cuales no se efectúan contribuciones ni aportes.
 
Sí el Estado paga en negro cuando obliga al trabajador a inscribirse como monotributista cuando en realidad es un trabajador en relación de dependencia.  
 
También se ha generalizado la expresión de “clase política” para denominar a la “dirigencia política”. No son una clase desde la sociología ni desde el análisis político marxista. Pueden ser eventualmente privilegiados o englobados despectivamente como ha impuesto la derecha española y aquí Javier Milei, como “casta política”. 
 
Una forma de descalificar un instrumento económico como el “control de cambios” es denominarlo como “cepo”, identificándolo y asociándolo a un instrumento de tortura.
 
El considerar “interior” todo lo que no es CABA, es una visión portuaria y extranjerizante, una mirada del centro hacia la periferia.
 
Con el tiempo, la habitual frase repetida en muchísimos casos por evasores menores o mayores, de tener derecho a la protesta con el “Yo pago todos los impuestos” que ha derivado, fomentado por un trabajo intensivo de programa radiales y televisivos, de “ La hacen, se enriquecen, con la nuestra”. Más allá de la evidente distancia en muchísimos casos entre representantes y representados, de privilegios injustos que gozan, la generalización tiene por objeto deteriorar, oxidar, la única herramienta de cambio que es la política. Generalmente está impulsado por voceros del poder económicos disfrazados de periodistas independientes o políticos que son su representación, que saben que invalidar la política, es inutilizar el único instrumento de cambio.     
   
Otro ejemplo de colonización cultural es el referirse a la recuperación de las Islas Malvinas el 2 de abril de 1982 bajo la denominación “invasión”,  un oxímoron, porque nadie invade lo que es propio.
 
Otra expresión usada en forma generalizada los días de elecciones es el de bunker para referirse al centro de informaciones que habilitan los distintos partidos. Con cualquier diccionario a mano se puede encontrar la definición : “es una construcción hecha de hierro y hormigón, que se utiliza en las guerras para protegerse de los bombardeos, tanto de la aviación como de la artillería.” Nada más alejado que lo que sucede con los centros de información partidarios, que son conocidos y abiertos, donde los periodistas son agasajados de diferentes formas, con vituallas que van desde los sándwiches a los canapés, desde las medialunas a tortas varias.  
 
 Los neoliberales usan la expresión “populismo” como una descalificación y “libre mercado” como un paraíso a alcanzar. En el mismo sentido “kirchnerismo” no es un sustantivo en diferentes medios poderosos que se autoperciben falazmente como críticos, sino un adjetivo con su enorme potencia descalificadora.
 
Se ha popularizado hasta el hartazgo la expresión grieta atribuida al periodista superlativamente militante Jorge Lanata, que aún se autodefine como independiente,  para caracterizar la polarización, que desde el origen del país, enfrentan a dos modelos. Es posible que más que una grieta que eventualmente podría cerrarse, es una fractura expuesta que no encuentra traumatólogo para solucionarla, porque se ha cronificado.    

EL LENGUAJE EN LA VIDA COTIDIANA 
 
Una de las costumbres más remanidas es el saludo del que ingresa a un lugar donde hablará a un grupo de gente; o invitado a la radio o a la televisión diga: “Buenos días a todos.” Con decir buenos días es suficiente. No se conoce a nadie que haya dicho:  “Buenos días a todos, menos a fulano y mengano.” Otro error de las mismas características es el que dice: “Mi opinión personal.” Al decir mi opinión se debe descartar lo de personal ya que queda implícito en el mí. Una de las muletillas más frecuentes de reciente uso generalizado es pasar de un párrafo oral a otro con el separador: “bueno, pero…”. Otro es la expresión “nada”, importada de España, que parece un intento de auto desvalorización de lo que se está diciendo, aunque sólo sea un bache expresivo.    
 
Hay una subestimación inconsciente de lo escuchado cuando el receptor dice “Obvio”. En términos concretos está afirmando que lo que escuchó es una perogrullada, aunque tal vez no sea esa su intención, sino sólo exteriorizar que lo que está escuchando es sabido. 
 
Una tendencia juvenil adoptada en muchos casos por personas que acumulan más años es la necesidad de potenciar el lenguaje con el uso del superlativo o con el agregado antes de cada adjetivo del prefijo “re”. Llamar a cualquier persona como genio, ídolo, diosa, significa desvalorizar el concepto de genio o ídolo que sólo se debe reservar para casos excepcionales. En términos futbolísticos hay muchos buenos jugadores pero pocos, poquísimos, a nivel de ser cracks. Llamar crack a cualquier buen jugador es desvalorizar esa palabra, y por la tanto en términos generales a la licuación de los adjetivos.
 
Otras muletillas muy frecuentes cuyo uso intensivo parece una subestimación del interlocutor, son las que al final de cada frase se les agrega: “¿Me entendés?” (de uso intensivo por Jorge Lanata) “¿Me siguen?” (interrogación permanente de Elisa Carrió) o cierta inseguridad cuando permanentemente se pregunta: “¿No es cierto?” (muletilla insistente del periodista Marcelo Longobardi). Otra expresión generalizada es en medio del discurso agregar reiteradamente la palabra “digo”, de lo cual nadie puede dudar. O concluir cada frase con un tono interrogativo a través del ¿sí? o ¿no? 
 
Algunos ante una pregunta, buscan tiempo para contestar y entonces acuden al latiguillo “a ver”, que da cierto aire de persona reflexiva. El ex jefe de gobierno Aníbal Ibarra fue el que hizo uso y abuso de este artilugio. Un latiguillo de gente del PRO que se generalizó es la expresión “de vuelta”, para reiterar una explicación.  
 
Un saludo con origen posiblemente en Brasil es una pregunta que por su imprecisión carece de respuesta. Es aquél que inicia el reconocimiento con la pregunta: “¿todo bien?”, que algunos han adoptado con la variante de cierta reminiscencia procesista: “¿todo en orden?” Se incorporó en la década del noventa y no es irrelevante el dato porque es una época en que el otro importaba poco. Es diferente saludarse con un “¿cómo estás?” a lo cual el interlocutor puede contestar haciendo un rápido balance como bien, mal o más o menos. Diferente es preguntar ¿todo bien?, porque el sentido común indica que a prácticamente a nadie en todos los órdenes de la vida le va todo bien.      
                      
Las despedidas han incorporado un agregado que refleja ciertos temores. Es frecuente que uno le diga al otro: ¡cuídate! O una salida de circunstancias rodeada de una profunda nebulosa: “Nos vemos”
 
Pero nada supera al abuso de la palabra boludo que puede indiferentemente usarse para saludarse, para concluir cada frase, y lejos, muy lejos, para insultarse. Ha reemplazado al tradicional "che" que nos identificaba mundialmente. Es posible que si hoy viviera Ernesto “Che” Guevara, se convertiría por estas cosas de las deformaciones o actualizaciones del lenguaje como Ernesto “boludo” Guevara.   
 
Una expresión desafortunada de la que abusan algunos periodistas y políticos es “todo argentino bien nacido”, una caracterización que parece arrancada del médico y criminalista italiano Ezechia Marco Lombroso, conocido como Césare Lombroso suponiendo que intrínsecamente algunos seres humanos nacen bien y otros mal.       
 
Otras aseveraciones que rematan un asentimiento total a lo que se está escuchando son “absolutamente” , “definitivamente” o “totalmente”.  Son más categóricas que la frecuentada “tal cual”.
 
Desde hace varias décadas la palabra “montón” es usada en forma abusiva como equivalente a cantidad significativa. La definición es: “Conjunto de cosas puestas, generalmente sin orden, unas sobre otras.” Como se puede apreciar su uso intensivo por desconocimiento va seguramente en contra de lo que se quiere expresar. 
 
Otra expresión usada habitualmente es “lo dijo con todas las letras”. Es impensable imaginarse a alguien haciéndolo sólo con vocales o consonantes o con faltantes de ambas. Otra malversación lingüística es “tener códigos.” Es haber incorporado la acepción mafiosa del término. Se puede decir lo mismo expresando “que es necesario tener reglas.” 
 
Finalmente dos situaciones que transitan el ridículo: aquellos que festejan el cumpleaños de personas muertas en lugar de conmemorar su nacimiento y aquellos invitados a la televisión que cuando son presentados terminan aplaudiéndose.   
 
 CUANDO EL LENGUAJE NOS COLONIZA
 
El lenguaje es la forma insustituible de comunicación de los seres humanos. Ningún avance tecnológico puede sustituirlo.
 
El lenguaje no es aséptico. Si no se analiza la penetración del poder en los términos con los que hablamos, es posible que a través de él, en forma subrepticia,  se diga lo contrario de lo que se argumenta.
 
Pero no es solo eso. También es una forma de colonización. Como decía Franz Fanón, nacido en Martinica, argelino,  autor de “Los condenados de la tierra”, “el opresor deja sin lenguaje al oprimido y cuando éste asume el lenguaje de aquél, el ciclo de la esclavitud se ha completado.”
 
04-08-2022
 
Publicado en La Tecl@ Eñe, Diario Registrado, Portal de Radio Cooperativa

 

 

7 comentarios:

  1. “asignaciones no remunerativas” Un desfalco a los sistemas jubilatorios y a los salarios.

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    1. Podría matizarse un poco y decir que las "asignaciones no remunerativas" en muchas ocasiones sirven para dar una salida a una situación conflictiva. Sin embargo, y como usted lo puntualiza, si no son una salida transitoria y queda permanentemente, no solamente perjudica a los sistemas jubilatorios (además, bendecidas por la homologación del Ministerio de Trabajo) sino que son una concesión conceptual a la patronal.

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    2. Exactamente Diego. Al momento de liquidar el "aguinaldo" o la jubilación se nota mucho el desfasaje.

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  2. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  3. Casi en todo de acuerdo. Hasta estoy de acuerdo en el uso que hacés (en contra de lo prescripto por la Academia) de "ex" separado de la palabra a la que precede (por ejemplo, ex diputado). Siempre me pareció una aberración pegarlo a la palabra, pero bueno... tampoco es tan importante.

    Otro latiguillo muy usado por los dirigentes del PRO es "claramente".

    Y uno que permea la comunicación de los patrones en los últimos años es llamar a sus empleados como "colaboradores".

    Saludos.

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  4. El Inclusive: "Los funcionarios y las funcionarias estamos muy preocupados y preocupadas por la situación de los jubilados y las jubiladas". Fernanda Raverta en la Tv de Mar del Plata

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  5. ¡Ah! ¡Me olvidaba! Lo de "casta política" fue introducido en España por Pablo Iglesias y el resto de los indocumentados de Podemos. Que después lo haya tomado la extrema derecha es justicia poética.

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