Lo voté a Menem en 1989 y a los seis meses me convertí en un crítico acérrimo. Escribí numerosas notas sobre su gobierno. A la hora de su muerte, con el respeto que la muerte merece, no escribiré nada sobre el Menem muerto. Todo lo que tenía que decir, lo dije con Menem vivo. Al mismo tiempo suscribo el irónico comentario que en alguna oportunidad pronunció Jorge Luis Borges: “Nada mejor que una muerte para mejorar una vida”
Hugo Presman
Se transcribí la nota que escribí el 22-06-2001, hace casi 20 años
El humo negro asciende lentamente hacia un cielo gris. Las cubiertas incendiadas iluminan un joven con el pañuelo sobre su boca y una honda en posición de arrojar una piedra. No es la intifada palestina, aunque se le parece. No es Chiapas, aunque como en el suelo mejicano el petróleo bulle bajo los pies de quienes cortan la ruta 34. Es General Mosconi. Es Tartagal. Es Salta. Un territorio rico con un pueblo cuyo nivel de vida, en sectores significativos, es inferior a Bangladesh y Nepal, los dos países más pobres del planeta. En la última década ha triplicado su producción de gas y petróleo. El 15% de la población se queda con el 45% de los ingresos, mientras el 30% de los sectores más pobres recibe el 8%. Menem lo hizo. Ahí, sobre la ruta 34, los pobres sin esperanzas, los indigentes abandonados por el Estado Nacional y Provincial hacen fuego con los neumáticos, pero en realidad las llamas se alimentan de una bronca de años, de desilusiones reiteradas, de futuro perdido. Hay hambre sobre las venas de una tierra surcada por el oro negro. El oro líquido se convierte en oro sólido en los bolsillos de los privilegiados. La copa no desborda porque a medida que aumenta la afluencia de líquido, se incrementa el tamaño del recipiente. Menem lo hizo. Los salteños desplazados, los argentinos excluidos son los hijos no reconocidos del modelo neoliberal cuya paternidad se disputaban Menem y Cavallo. Juan Carlos Romero, el feudal gobernador que tiene tiempo para asistir al casamiento del ex Presidente o concurrir a la suntuosa quinta-prisión de Don Torcuato, se moviliza en avión privado y construye un Estadio de Fútbol a un costo de diecinueve millones de dólares para que se juegan un par de partidos del mundial de fútbol sub- 20. El tiempo que le insumen sus complicidades políticas o los eventos sociales le impiden trasladarse a la ruta 34, actitud que es imitada a nivel nacional por el Ministro del Interior Ramón Mestre, atornillado a su sillón. En la Argentina del siglo XXI, la lucha contra la pobreza está en manos de la gendarmería que entiende que la indigencia se termina eliminando a los pobres. Como un ejército de ocupación, integrados por pobres con trabajo, se introducen violentamente en las casas y apalean, torturan y matan. En una sociedad en desintegración, es alentador enterarse que el Presidente Fernando de la Rua está regio. Desmintió el diagnóstico de su amigo y Ministro de Salud, Dr. Héctor Lombardo, quién afirmó, desaprensivamente que padece arteriosclerosis. Lamentablemente en su discurso aclaratorio incurrió en lagunas que confirman la enfermedad que niega. Su gobierno ha efectuado grandes aportes al diccionario de eufemismos. Llama empalme a una devaluación, celebra como una victoria el megacanje que es la exteriorización de una larga quiebra anunciada, y la convocatoria de una empresa desvalijada se la presenta como un éxito gestionario. Semejantes proezas necesitan reforzar continuamente la cantidad de los voceros presidenciales. La racionalización de YPF transformó a obreros con salarios dignos en piqueteros. Por eso hoy la protesta no pasa por ocupar fábricas, sino en cortar rutas. Romero se lava las manos diciendo que la privatización fue una decisión del gobierno nacional. Tiene razón. Pero entonces no se entiende que elogie y visite al causante de transformar un obrero en un piquetero. Eso Menem lo hizo. Aerolíneas tiene su destino marcado. Muerte por vaciamiento. Menem lo hizo. La red ferroviaria pasó de 35746 Km. en 1990 a 8339 Km. en 1999. Menem lo hizo. Los trabajadores ferroviarios disminuyeron de 98.000 a 17.000. Menem lo hizo. Al empezar la década, los ferrocarriles perdían 222 millones al año. Al finalizar el siglo, se subsidian a los empresarios que se hicieron cargo de los ferrocarriles, en una exhibición del capitalismo a la argentina, y por las zonas más rentables, 640 millones de dólares anuales. Menem lo hizo. Un país fragmentado. Menem lo hizo. Una sociedad en disgregación. Menem lo hizo. Una comunidad devastada. Menem lo hizo. Los argentinos que pueden irse al primer mundo golpean las embajadas para huir del tercer mundo.
En la ruta 34, el humo alumbra el dolor de los abandonados del modelo. Es la única industria que no padece la recesión, sino que exterioriza la distribución regresiva y bochornosa del ingreso, la desigualdad y la exclusión. Ha homogeneizado el territorio nacional promoviendo el subdesarrollo. El desocupado se convierte en noticia cuando la pasividad se transforma en acción y pasa a ser un piquetero. Arturo Jauretche, decía en otra Argentina y en otro tiempo que: “Es para todo el invierno, o es para toda la cobija”. Era cuando el peronismo dividía la sociedad argentina dignificando a los desposeídos y arrancándolos de esa situación. Pero hoy estamos en la época en que se podría hacer una enciclopedia, no sólo un libro como “El manual de zonceras criollas”. El país que emerge del “Menem lo hizo”. Como dijo un gran novelista italiano es una época donde “los que tienen algo que decir no saben escribir, y los que saben escribir no tienen nada que decir”. Afortunadamente el ignoto diputado riojano Nicasio Barrionuevo ha presentado un proyecto para que se enseñe la vida y obra de Carlos Menem en los colegios de su provincia. Es una reparación histórica. Así los chicos sabrán que “ Menem lo hizo” .
22-06-2001
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