25 septiembre 2015

  Galería de vacas sagradas  
       UN SOCIALISTA ELOGIADO POR LA NACIÓN                             


Corría octubre de 1975. Militaba en el Frente de Izquierda Popular y veíamos cómo el gobierno entraba en una pendiente que más allá de sus horrores, eran los escasos aciertos y el origen popular del mismo los que provocarían el golpe. Se hablaba de “pinochetazo”. En la Argentina se conocía perfectamente lo que sucedía del otro lado de la cordillera. Con algunos compañeros concurrimos a una unidad básica donde se discutiría la situación. En unos de los grupos que conversaban antes que comenzara la reunión, ubicamos a un señor alto de unos 60 años que nos informó que había formado parte de FORJA, aquella agrupación que fue el nexo entre el yrigoyenismo y el peronismo. Nos informó que su libro “El caballito criollo en la historia argentina” era de lectura obligatoria en el Colegio Militar. Estábamos escuchando a Guillermo Alfredo Terrera, cuando se acercó un joven peinado a la gomina quien nos entregó  un libro de 46 páginas del año 1974 que en la segunda hoja dice  “Curriculum Vitae” y en la tercera nos informaba: “Tercera edición ampliada de esta Bio- bibliografía. Se terminó de imprimir en septiembre de 1974, en los talleres gráficos de Gráfica Pafernor S.R.L Cañuelas 274, Buenos Aires.
La situación era cuanto menos curiosa. Cuando con mi compañero empezamos a correr algunas hojas mientras Terrera seguía con su alocución, la necesidad de obturar primero la sonrisa y luego la risa pasó a ser un esfuerzo ciclópeo. El currículum era tan minucioso que sólo faltaba dónde había hecho el jardín de infantes y en qué fecha se había aplicado las vacunas. Y tenía cosas que hasta la revista Barcelona envidiaría: su propuesta de reforma agraria había sido publicada por la Sociedad Rural.
La renuncia de Carlos Fayt, un socialista del partido fundado por el librecambista Juan Bautista Justo, mereció un editorial del diario La Nación con el título de “Gracias maestro”, una demostración palpable de la  apropiación indebida de la palabra socialista. Que alguien que se autoproclame como tal merezca el agradecimiento del diario del establishment, es equivalente a proponer una reforma agraria y que la misma sea acogida y publicada por la Sociedad Rural.
La Tribuna de Doctrina elogia con fervor a su amigo, en un día oportuno para ambos: el 16 de septiembre. Ahí puede leerse  Bravo, maestro. Saludamos la levedad de la ironía que ha opuesto, en el anuncio de tan circunspecta como filosa despedida, la sutileza del florete a la brutalidad del armamento enemigo. Lo que opuso por años en la imaginación colectiva lo opondrá por tres meses más en la defensa de una posición sobre la que debió soportar disparos atronadores de un régimen cuyos principales patronos y descarada servidumbre no constituyeron ante usted, aun validos aquéllos de todos los recursos del Estado, más que un verdadero frente para la derrota. Bravo, maestro. Ha dejado usted, a lo largo de muchas décadas, una lección de ascetismo y compromiso ciudadanos que le valen el reconocimiento rotundo de los conciudadanos. Va cerrando usted un larguísimo ciclo en el que ha dejado, casi sin proponérselo, enseñanzas a derecha y a izquierda. Fue atacado usted, cuando se conoció la decisión del presidente Raúl Alfonsín de proponer su nombramiento al Senado de la Nación, por una reacción que se negaba a admitir que había llegado la hora de que la Corte Suprema expresara un amplio abanico de ideas políticas y sociales. Incomodaba su antigua militancia socialista y su pasado liderazgo en las filas de la Asociación de Abogados, de importante predicamento en el foro local a mediados del último siglo.”
UN HOMBRE DE DERECHO
Pero ¿quién es en realidad Carlos Fayt?  Nacido en Salta, un año antes que Eva Perón, en el seno de una familia católica tradicional, siempre fue liberal y pasó algunos años en el Partido Socialista, lo que no implica una ruptura sino una continuidad ideológica, teniendo en cuenta que su fundador Juan Bautista Justo era un ferviente partidario del librecambio en economía, del positivismo en filosofía y del mitrismo en historia. Fruto de ese posicionamiento ideológico, Carlos Fayt fue siempre un antiperonista visceral, un antipopulista consecuente desde que era estudiante universitario. El mismo escribió: “Mi tesis doctoral en la Universidad de Buenos Aires criticaba la reforma constitucional que aprobó Perón en 1949. Los jurados no me quisieron tomar el examen y tuve que escribir otra tesis. Pero, al margen de ese asunto, siempre me interesó estudiar el peronismo. Al fin de cuentas, yo enseñaba Ciencia Política. Además, siempre critiqué a los partidos -al peronismo y al radicalismo-, que compran votos. Por eso, en un libro de los años 40, en lugar de hablar de la soberanía argentina, hablé de la "sobornería" argentina. Yo, por mi parte, siempre admiré a los líderes socialistas Nicolás Repetto  y Alfredo Palacios, pero me aparté del socialismo en el 58.” El reputado profesor, autor de más 35 libros, que siempre levantó las banderas del republicanismo, omitió puntualizar  que Nicolás Repetto, en plena década infame, en 1932, formó parte de la fórmula Lisandro de la Torre- Repetto, la fórmula del cianuro según Jorge Abelardo Ramos porque no se reían ni cuando estaban contentos, mientras el radicalismo Yrigoyenista estaba proscripto. Igual actitud adoptó Alfredo Palacios que fue embajador de la Revolución Fusiladora en el Uruguay.
En una entrevista, publicada por la revista de la Facultad de Derecho de la UBA, en el 2005, contó su ingreso al partido socialista:  “Mire, en una oportunidad yo llego, en Belgrano Bajo, a un Comité Radical, a inscribirme. Me hacen sentar, yo era un muchacho como ustedes, y me hacen pasar a un cuarto semi-oscuro donde me recibe un hombre que me pone una mano encima del hombro y me dice: “Hijo, ¿qué querés?, ¿una decena de lotería para tu familia?”, yo lo miré al tipo y le dije: “no señor, estoy equivocado”. No pensé jamás que me podían ofrecer por incorporarme a un partido la esperanza de una decena de lotería, a raíz de ello no volví.  Es decir, esa experiencia hizo que después no quisiera aceptar, cuando me invitaron a incorporarme al Partido Conservador Demócrata o al Partido Radical. También, me invitaron para sumarme a las filas del Partido Demócrata Progresista. Tampoco quise. Se preguntarán qué me llevó entonces al Partido Socialista. Miren, yo había publicado “Por una Nueva Argentina”, y sacó un comentario “La Vanguardia”. Entonces, fui a una conferencia que daba un tal Nicolás Repetto, con debate público. Me senté y lo escuché a este hombre con unas excepcionales dotes expositivas y didácticas, y vi que la gente pedía la palabra y no se interrumpía al orador sino con permiso de éste, había respeto y tolerancia, yo miraba, eran obreros, gente del pueblo, gente común, no eran profesores ni mucho menos. Me dije a mí mismo: “esto es otra cosa”. Y cuando llegó el momento de incorporarme a la vida política, me acerqué con otros diez amigos al Partido Socialista. Fui al centro correspondiente en Belgrano, que estaba en la calle Republiquetas a una cuadra de Cabildo, y nos afiliamos los once. Al mes se habían ido los diez, yo me quedé, de obstinado. ¿Por qué se fueron? Porque en esos momentos el Partido Socialista exigía que uno se circunscribiera a un estado de santidad. No había que jugar a las carreras, a la lotería, ver box, beber vino, había que concurrir a las bibliotecas…... Me quedé porque sabía que era una escuela de civismo, por esa razón milité durante años en el Partido Socialista. A título de ejemplo, les narro una experiencia. En la primera asamblea a la que concurrí -todos los meses había una- vi cómo cualquier afiliado podía dirigirla y pregunté: “Por qué usted dirige esto, ¿cómo sabe?” y me contestó: “Por el ABC de Juan B. Justo”. “¿Qué es eso?” “Juan B. Justo dijo: Actas, Balance, correspondencia”. Ello significaba que cualquier afiliado, por modesto que fuera, podía presidir una asamblea. Léase el acta, lea el balance, lea la correspondencia, etc. Claro, eran ciudadanos, no hay ninguna duda, no pedían nada, no pedían cargos, no era el asistencialismo, sentían el orgullo de ser parte activa del partido. Yo fui socialista porque era lo más transparente y yo soy un demócrata. Si ustedes me preguntan qué soy políticamente. Yo les digo: soy demócrata en toda la extensión que yo le doy a la palabra y que he expresado en mis libros.” 
Tempranamente Arturo Jauretche caracterizó a Carlos Fayt en el lejano 1958: “El personaje que están fabricando es un doctorcito Fayt que un día, con el título nuevecito, un sombrero aludo de esos de ribete, y tres guantes, los dos para ponerse y el de llevar en la mano, se apareció en FORJA y se afilió. Pidió en seguida la tribuna y se la dimos tres veces. A la tercera lo llamé y le dije: “Vea, joven, usted no entiende lo que es FORJA, porque usted es un liberal crudo y su puesto está en el Partido Socialista. Acerté, porque actualmente actúa en el mismo y habla, habla, habla,                    ¡ la pucha que habla!, y tiene prensa a bocha como que La Nación y La Prensa le dedican todas las semanas su buen cuarto de columnas”.
En su activo está el no haber formado parte de la mayoría automática en la Corte Menemista. En medio de la crisis del 2001 se opuso a la pesificación de los depósitos bancarios. En su pasivo, voto en disidencia cuando la Corte declaró la inconstitucionalidad de las leyes de Obediencia Debida y Punto Final.
Fue el cortesano que estuvo más tiempo como miembro de la Suprema Corte, nada menos que 32 años. Para ello hubo que hacer una excepción a lo dispuesto por la Constitución de 1994.   
Los constituyentes que redactaron la reforma fijaron como tope para los jueces de la Corte la edad de 75 años, a partir de los cuales debían jubilarse o buscar un nuevo acuerdo del Senado para seguir en el cargo. Como Fayt ya tenía esa edad consideró que sus derechos habían sido vulnerados y comenzó una causa judicial que llevó a que la  Corte que en 1999  declarara inconstitucional una cláusula constitucional.
Se opuso a la ley de medios de comunicación audiovisual. En agradecimiento, Clarín a través del almidonado abogado Ricardo Monners Sans, denunciador crónico alineado siempre con los intereses y línea editorial del medio, con un pasado socialista, escribió, también un 16 de septiembre: “¿Cuándo nos conocimos Carlos? Yo creería que alrededor de 1956, en lo que quedaba del subsuelo de la Casa del Pueblo del viejo Partido Socialista, saltando entre los escombros de los incendios provocados por los oficialistas del tramo del primer Perón : abril de 1953……..Cuando se retira un grande de la función pública, que callen los artífices de la trenza o los aspirantes a estatua. Porque ya casi no quedan grandes”  Seguramente el abogado denunciador hace referencia sin mencionarla a  la reacción ante el atentado terrorista en la Plaza de mayo del 15 de abril de 1953 con la detonación de dos bombas mientras se realizaba un acto sindical organizado por la Confederación General del Trabajo (CGT) en la Plaza de Mayo.
Mientras que en la Argentina el terrorismo de estado arrasaba con el país y miles y miles de argentinos, el Dr. Fayt estaba preocupado por la situación de los judíos en la Unión Soviética. En el reportaje citado comentó: “….en cuanto me di cuenta de las restricciones que sufrían los judíos que estaban en la U.RS.S. para emigrar y la forma en la que se los perseguía, participé activamente en la lucha por su liberación e incluso llegué a crear acá “CEMJUS”(1978) el único centro de información sobre el tema en América Latina. CEMJUS significa el Centro de Estudios sobre la Situación de la Minoría Judía en la Unión Soviética.

UN SOCIALISTA ELOGIADO POR LA NACIÓN



El vocero estrella de La Nación Joaquín Morales Solá, en el aniversario de la Revolución Fusiladora escribió: “La renuncia de Carlos Fayt tiene algo de justicia poética o de una ironía tan elegante como visible. Le escribió a Cristina Kirchner, que lo persiguió con los peores procedimientos buscando su renuncia o su destitución, para informarle que se irá de la Corte Suprema, pero justo un día después de que ella se haya ido del poder. Es decir, la Presidenta nunca convivirá con una Corte Suprema sin Fayt. Final de partida. Jaque mate……. La libertad de prensa extrañará al juez Fayt. Es uno de los integrantes de la Corte más comprometidos con la libertad de los periodistas y de los medios periodísticos. Ha escrito muchos ensayos y algunos libros sobre la libertad de prensa. Nunca tomó ninguna decisión como juez que afectara, ni siquiera mínimamente, la libertad de expresión en un sistema democrático. En aquella reunión con integrantes de la Academia de Periodismo, todos periodistas desde ya, se despidió con una frase que lo muestra de cuerpo entero: "Jamás los traicionaré. Nunca", nos dijo antes de abandonar lentamente, ya con el paso frágil, el salón de la Corte Suprema.”

El editorialista de Clarín Julio Blanck, el 20 de septiembre escribió: “El kirchnerismo, fiel a sus métodos de apriete, intentó hurgar hasta en la vida íntima del anciano juez. Sus lenguaraces derramaron hiel sobre el juez que desde la Corte atravesó 32 años y 6 presidentes sin perder su independencia. Pero la maniobra no funcionó porque Fayt aguantó la carga y sus colegas del Tribunal lo respaldaron con discreción y firmeza. La edad, por lo visto, no fue obstáculo para que Fayt se despidiese de Cristina con una ironía cruel: si hay que irse, primero las damas.”
Como una contribución a la confusión general envuelto en hipocresía, el Senado le dará a Fayt la máxima distinción con la mención Domingo Faustino Sarmiento, en reconocimiento a su trayectoria, en base a un proyecto de resolución a propuesta de la Presidenta y del bloque de senadores del Frente para la Victoria. En los fundamentos hay espacio para la ironía: “el elogio a su trayectoria convive con el convencimiento de que un cargo como el que desempeñará hasta el 11 de diciembre demanda a quien lo  ocupa  un esfuerzo que, tal vez, no se puede tener a su edad.” 



Hay una notable similitud entre Carlos Fayt  y Gerónimo “Momo” Venegas. El jurista socialista es elogiado y homenajeado por el establishment, lo que desnuda que el poder nunca lo consideró un socialista sino un liberal, y el dirigente de los obreros rurales que es recibido como un socio en la Sociedad Rural, lo que demuestra de qué lado del mostrador se ubica.
Ambos parecen compañeros de ruta del ignoto Guillermo Alfredo Terrera.
 
20-09-2015  
    

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