HIPOCRESÍAS Y FALACIAS
SAINTOUT Y
BORDELOIS
La falacia “ad hominem” es aquella por la cual se
intenta desacreditar una
postura tomando como argumento quién es el emisor de la misma.
Hipocresía es fingir o aparentar lo que no es o lo que se
siente.
La discusión sobre la posición argentina acerca de los
asesinatos en Francia y sobre la muerte del niño qom de siete años Néstor Femenía, está atravesada la primera por la falacia
ad hominem y la
segunda por la hipocresía.
Florencia
Saintout, concejal y también decana de la Facultad de Periodismo y Comunicación
Social de Universidad Nacional de la Plata, escribió un twiter: “Los
crímenes jamás tienen justificaciones pero sí tienen contextos”; y luego
reforzó su argumentación con un segundo twiter:
"El terrorismo sólo se
combate con paz".
Sobre ella, fuertemente
alineada con el gobierno, llovieron todo tipo de descalificaciones y
exabruptos por haber escrito: “…pero sí tienen contextos” (es decir, expresaba
algo tan básico como intentar explicar lo ocurrido), mientras se omitía
intencionalmente el segundo twit. Es increíble que periodistas con larga
experiencia y que habitualmente han contextualizado una noticia, como es
lógico, necesario y profesionalmente
aconsejable, atravesados por la ira y obnubilados por
el odio, interpretaron que el
intento de explicación era una justificación del acto terrorista.
Lo expresado por Saintout es tan elemental, como
descubrir ahora el agujero al mate.
Como es conocido, el enojo es un estado en el que la lengua funciona más
rápido que la mente, como queda claro con las repercusiones que produjo.
Sin embargo, desde “La Nación”, Ivonne Bordelois, doctora en lingüística, catedrática y
poeta, colaboradora del diario; ganadora del premio de ensayo LA NACION-Sudamericana en el año 2005 por
su trabajo "El país que nos habla", y políticamente opositora al
gobierno, escribió una muy buena nota el 13 de enero, que contextualiza y
plantea argumentaciones interesantes que van mucho más allá de las interpretaciones
arbitrarias que cayeron sobre Saintout. Algunos de sus párrafos: “Francia
acaba de perder una elite de humoristas en un terrible atentado, y un
estremecimiento de cólera y horror conmociona justificadamente a la sociedad…El
discurso que convalida la democracia y la libertad de expresión en las sociedades
occidentales, no debería olvidar
que estas instancias básicas e inamovibles no pueden disociarse totalmente de
otras leyes que no por no estar escritas son menos básicas e inamovibles:
particularmente, las leyes de convivencia… El racionalismo puede también
convertirse en la religión de la soberbia cuando considera a los creyentes en
su totalidad como seres inferiores, supersticiosos e ignorantes.
En ese sentido, no parecería una
estrategia particularmente iluminada el oponer a los feroces degüellos
televisados de la Jihad la pluma irreverente de Charlie Hebdo, que trata de
estúpidos a los seguidores de Mahoma. Azuzar con palabras e imágenes
fuertemente ofensivas a un enemigo fanático, en momentos en que arde la
contienda internacional, no parece la actitud más prudente ni esclarecida por
parte de quienes se asumen como líderes intelectuales de la prensa europea. Ser
mártir de la libertad de prensa no es incompatible con ser responsable de
imprudentes escarceos al borde de un cráter dispuesto a estallar. Pero quien
adopte esta perspectiva que, sin justificar en ningún modo la horrenda
represalia, relativiza el heroísmo intelectual de las víctimas será
instantáneamente fusilado por la ola de indignación bien pensante que atraviesa
el planeta en estos momentos.
Miles y miles de musulmanes,
fanáticos o no, cayeron bajo las bombas estadounidenses en Afganistán e Irak.
Pero morir a manos de terroristas musulmanes en París o en Nueva York viste más
que morir bajo bombas cristianas en desiertos de nombres impronunciables en
Medio Oriente. Fanatismo, no. Hipocresía, tampoco.”
Está claro que Bordelois intenta poner en el tapete, contextualizar, los
horribles hechos perpetrados. Muy
lejos de justificarlos, intenta entender, en la línea del filósofo
holandés- judío del siglo XVII, Baruj Spinoza quien sostenía: “Después de la indignación tiene que
buscarse una explicación.”
Por supuesto que a partir de ahí se puede entablar un debate
esclarecedor.
No hay que esperar que los que atacaron a Saintout, hagan lo mismo
con Ivonne
Bordelois. Lo que plantean ambas, merece actuar como disparadores; pero nunca
descalificar en función de quién emite
la opinión.
Saintout es vapuleada por ser oficialista y Bordelois
puede decir honestamente lo que escribió sin ser atacada por los que se
ensañaron con Saintout -fundamentalmente las distintas bocas de expendio del
multimedios Clarín- cosa que es fácil de pronosticar porque en este caso el
alineamiento político protege a Bordelois.
No es cierto, por otra parte, que la libertad de
expresión no tiene límites. Hay límites para un presunto humor nazi riéndose de
sus víctimas. Por supuesto que eso no significa ir a asesinar a quienes lo
realicen. Pero quienes lo hagan deben responder ante la justicia civil y
penalmente. De la misma manera burlarse
de Mahoma identificando a los fundamentalistas con los creyentes amerita que
los que se sientan afectados recurran al Poder Judicial. No me imagino a los
judíos permaneciendo indiferentes y al mismo tiempo seguramente acompañados por
una reacción de rechazo significativo,
ante una caricatura que muestre a Jesús “crucificado” sobre una Estrella
de David o a los seguidores del cristianismo ante el Papa Francisco en la ESMA
acompañado por Massera señalando para
que torturen a dos curas.
Incluso, en la misma Francia, se acaba de detener al humorista francés Dieudonné
por haber manifestado "Je suis Charlie Coulibaly", al asociar el
nombre del semanario 'Charlie Hebdo' con el apellido de uno de los terroristas
abatidos en París.
El doloroso caso del niño qom produjo en muchos casos la indignación de
quienes apoyaron las políticas de exclusión.
Las cartas de lectores de Clarín y La Nación se atiborraron de
indignados, muchos de ellos seguramente
corporizando la definición de hipocresía consignada.
La muerte de un niño, y si es por
desnutrición aún más, es muy difícil de asimilar.
Sin embargo siempre puede existir algún caso en un país devastado por
décadas de políticas neoliberales. Más
allá de esta dolorosa noticia, es importante saber efectivamente cuántos chicos
están en la situación por la que atravesó Néstor Femenía. Las estadísticas oficiales han sido
vaciadas de credibilidad o escamoteadas, como la de la pobreza, en uno de los
errores imperdonables del gobierno. Relevar la situación y prevenirla, es lo
único eficaz en memoria del niño qom.
No se puede avanzar si los pseudos debates se basan en falacias “ad hominem”
o en hipocresías que buscan miserables aprovechamientos políticos.
Sería bueno recordar que para que el debate tenga sentido, los que lo protagonizan deben ser como
los paracaídas: sólo funcionan bien
cuando se abren. Vale la pena, si se es honesto, hacer un esfuerzo para no caer en lo que sostenía William
James, el hermano de Henry, novelista famoso, quien dijo: “Un gran número de
personas piensan que están pensando, cuando no hacen más que reordenar sus prejuicios.”
14-01-2015
Es que están cebados. Hoy, con la denuncia contra la Presidenta y Timmerman, batieron todos los records.
ResponderEliminarBah, los records que tienen hasta ahora. Aparentemente la mano va a venir pesada. Recién estamos en enero.
La falacia ad hominem es una especie de marca de estilo de los periodistas y propagandistas del oficialismo, y desde hace años.
ResponderEliminarEs largo de explicar, y no se si se justifica, pero la nota de Bordelois es infame, y llega al borde de la justificación de los asesinatos. Si yo fuera familiar de una de las víctimas, me sentiría habilitado a matar a Bordelois usando su mismo argumentos como defensa.
Es verdad que en todos los países, se puede accionar judicialmente contra lo que publican algo(después de publicado). Parece que no fue ese el modus operandi de los jihaidistas.
Todo hecho (aún el más trivial) se produce en un contexto, ya sea en el mundo social humano o en las ciencias naturales. Negar la posibilidad de considerar el contexto, analizarlo, es impedir la posibilidad de encontrar relaciones, explicaciones, causas y efectos. Básicamente es negar el acto de pensar. Sólo excluyendo de la ecuación el pensamiento crítico es posible dejar de lado el contexto de un cierto hecho, y eso sería, a mi juicio, la forma más perfecta de eliminar la libertad de expresión: no dejar pensar.
ResponderEliminarGracias por acercar la nota de Ivonne Bordelois.
Saludos,
Esther