(Segunda Parte)
Las
principales editoriales muestran falencias graves en la corrección de los
libros que lanzan al mercado. La necesidad de colocar “productos vendibles”, en
general perecederos, llevan a prescindir de correctores; o que éstos,
apremiados por los tiempos, no lleguen a registrar errores groseros. O en la
política de minimización de costos es posible que se contrate a personal con
deficiente preparación. Para el ojo entrenado, es fácil encontrar errores de
diferente magnitud en casi todos los libros periodísticos. Pero algunos superan
las equivocaciones “atendibles” y pasan a ser un verdadero bochorno. Hace
algunos años, Editorial Sudamericana publicó “La Montonera. Biografía
de Norma Arrostito” de Gabriela Saidon, donde se perpetraron una cantidad
inconcebible de errores. Seguramente ello llevó en el 2011 a sacar al mercado una
edición revisada, lo que permite confirmar que la primera careció de las
correcciones correspondientes. Entre otros productos periodísticos, ahora es
Editorial Planeta que ha sacado “La culpa la tuve yo. Militares, ERP, López
Rega y AFIP”, del fundador de “Crónica”. Es algo cercano a un libro de
memorias. Se dice irónicamente que esos libros se escriben cuando ya en general
se ha perdido la memoria. En las primeras páginas, parece que eso ha sucedido;
nada más que en una seguidilla de tres de ellas se acumulan los siguientes
errores:
Página 10, “Cuando la autoproclamada Revolución Libertadora- encabezada
por el general Eduardo Lonardi y el vicealmirante Isaac Francisco Rojas-
derrocó a Perón, las primeras palabras de Lonardi fueron “No hay vencedores y vencidos” ;
pero no aceptaron ese pensamiento y a los tres días se tuvo que ir”.
Este comentario es falso. Lonardi asumió
el 23 de septiembre de 1955 y fue desplazado el 13 de noviembre del mismo año.
En la
misma página 10 se puede leer: “A Arturo Frondizi lo conocí en Bariloche con su
esposa , Elena, en marzo de 1963, cuando se exilió tras el golpe civil de José
María Guido- su vice desde las elecciones de 1958- tras un pacto entre Rogelio
Frigerio y Juan Domingo Perón.”
Aquí hay
varios errores en un solo párrafo.
Frondizi no se exilio en Bariloche, sino que estaba detenido en el Hotel
Tunkelen y en julio de 1963 recuperó su libertad. José María Guido no dio
ningún golpe, sino que fueron las Fuerzas Armadas. Una habilidosa jugada del
abogado Horacio Oyhanarte vinculado a la Suprema Corte de
Justicia que actuaba, según algunas interpretaciones, con el apoyo
implícito del presidente derrocado,
impidió que el general Raúl Poggi asumiera y en su lugar lo hiciera el
presidente del Senado (que era José María Guido, cargo que obtuviera por la
renuncia del vicepresidente Alejandro Gómez) encuadrado en un caso de acefalía
y para mantener una continuidad institucional. Por lo tanto, la fórmula
presidencial fue Frondizi-Gómez y no Frondizi-Guido como se afirma.
Página
13: “Al teniente general Alejandro Agustín Lanusse lo conocí por su Secretario
de Prensa, mi amigo Edgardo Sajón (desaparecido por la Triple A de José López
Rega)”
Edgardo Sajón desapareció el 1 de abril de
1977, por lo tanto no es atribuible a la Triple A sino a la dictadura
establishment-militar.
En la
misma página 13: “El odontólogo Héctor José Cámpora apodado “El Tío”, gobernó
durante cuarenta y nueve días con su compañero de fórmula Vicente Solano Lima,
tras ganar las elecciones con el 49,5% de los votos sobre los candidatos de la Unión Cívica Radical
Balbín- Fernando de la Rúa
( se retiraron del ballotage)”
Nuevamente
García mezcla y confunde. En las elecciones del 11 de marzo la fórmula radical
fue Balbín-Gammond y no hubo ballotage porque a la fórmula ganadora le faltaba
algo más de medio punto para llegar a más del 50%. Hubo ballotage en la Capital para senador entre
Marcelo Sánchez Sorondo y Fernando de la
Rúa en el mes de abril. Ganó este último y entonces para las
elecciones del 23 de septiembre de 1973, el radicalismo enfrentó a la fórmula
Perón- Perón con la de Balbín- De la
Rúa en donde no podía haber ballotage porque la fórmula
peronista sacó casi el 62% de los votos.
La
acumulación de errores en pocas páginas proyecta un manto de duda sobre
aquellos hechos que el autor relata y que no pueden ser constatados históricamente.
Las
equivocaciones atraviesan mucho de los productos de la industria editorial.
Incluso en libros en que no se detectan errores históricos, sí se pueden
apreciar equivocaciones argumentales. En el libro de Ceferino Reato
“Disposición Final. La confesión de Videla sobre los desaparecidos”, se lee en
la página 224, referida a la interna en la dictadura: “Los “halcones” estaban
en contra de varias de las medidas
propiciadas por las “palomas”:
·
No
querían que el Proceso derivara en una apertura política, aunque fuera gradual
y restringida, porque consideraban que beneficiaría a los políticos
responsables del surgimiento de la guerrilla y de la crisis del gobierno
peronista. Creían que la dictadura debería durar hasta por lo menos mediados de
los ochenta, que era cuando, calculaban, podría surgir una nueva camada de
políticos.
·
Le
molestaban los contactos de Videla y Viola, directos o a través de sus
colaboradores, con políticos y sindicalistas.
·
Criticaban
aspectos claves de la política económica liberal de Martínez de Hoz, como el
auge de los productos importados, el recorte del gasto público y las privatizaciones. El
consenso inicial ya había terminado.
·
Cuestionaban
el manejo del conflicto limítrofe con
Chile por las islas del canal del Beagle.
No podían cuestionar algo que la dictadura no hizo, como las
privatizaciones. De
eso se encargó Carlos Menem y con el voto popular en la segunda década infame.
POSDATA DE ERRORES Y HORRORES ( Segunda parte)
En la página 18 de las Memorias de Héctor
Ricardo García hay algunas frases que
despiertan una sospecha y gatillan algún sector dormido de la memoria: “Por eso
decidí escribir mi propia biografía para matar algunos mitos y, tal vez, para
nacer otros. Lo que importa es que
éste es un libro “a prueba de balas” en lo que respecta a la información, que
es exacta…….Y por eso es que,
después de haber sufrido secuestros, encarcelamientos, pistolas que apuntaron a
mi cabeza, fusiles que encañonaron sin miramientos, golpes que me tumbaron casi
inconsciente, bombas e incendios en mis empresas, juicios y algunas otras cosas
más, no tengo dudas de que hubo muchas
que buscaron acabarme. Y en muchas ocasiones. Cien veces, quizá. Cien veces me quisieron matar…..”
Ese
era el título de un libro publicado por la misma editorial en noviembre de 1993
de Héctor Ricardo García.
Cotejando
uno con otro, se puede apreciar que éste es una versión actualizada de aquél,
sin que en ningún caso se aclare que el actual reproduce en más de un 80% al
anterior.
Demasiadas
equivocaciones. Sólo alertados en el actual título: “La culpa la tuve yo.”
Debería
presentarse con una pequeña adaptación: “La culpa la tuvimos nosotros”
Coautoría de Editorial Planeta y Héctor Ricardo García.
03-06-2012
Todos los derechos reservados. Hugo Presman. Para publicar citar
fuente.
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