Balance a tres semanas de los fastos del Bicentenario
Cinco días inolvidables con la mejor música como protagonista; esa que se escribe en el pentagrama histórico e interpretan los millones de voces invitados a un cumpleaños maravilloso: el bicentenario de los fastos de Mayo. El pueblo con sus pies y su alegría desmoronó el decorado de la enorme construcción mediática de un país invivible. Cansados de pálidas y autodenigración, de ser los peores en comparación con el mundo e incluso los países hermanos vecinos, los argentinos en general, decidimos decir basta a los que pregonan desde la pequeñez y la desmesura de sus análisis que el kirchnerismo es el nazismo sin campos de concentración ( Elisa Carrió), u otras frases de la misma autora y del mismo tenor: “En la calle la gente me dice: Quiero que se vayan” o “En la calle la gente me dice: “ Los quiero matar” o de la Socióloga y periodista Sylvina Walger: “ Siento que vamos de cabeza a una dictadura Estos son peores que los militares” Mariano Grondona en uno de sus múltiples desvaríos, afirmó: “Al renunciar a toda moderación y a todo diálogo con el no kirchnerismo, el ex presidente buscaría demostrar a propios y extraños que a este país cruzado por simientes de anarquía y grietas de corrupción, sólo un líder dotado de una extraordinaria energía y de una falta total de escrúpulos es capaz de gobernarlo.” O “Kirchner es un tirano en potencia” Editoriales como el de Joaquín Morales Solá, uno entre tantos, del 25-04-2010 con el título: “ Entre la corrupción y el miedo”: “El miedo es el último recurso autoritario de los que han perdido casi todo”
La prédica sostenida sobre la inseguridad, sabiendo los efectos devastadores que implica inocular el miedo en una sociedad, se traduce en “No se puede salir a la calle”. El relato sobre la crispación gubernamental que, en buena parte, es una proyección psicológica de los que la invocan, la verbalizan o la escriben, fue derrumbado por seis millones de personas, sumadas a lo largo de cinco días, que se volcaron al centro de la Capital, situación repetida en muchas capitales de provincia, sin miedos ni crispación. Sin presencia policial, no se denunciaron hechos delictivos, ni se vieron borrachos, ni hubo altercados de ningún tipo. Rencillas menores como la de los dos tedeums o el conflicto entre el gobierno nacional y el de la ciudad quedaron convertidos en anécdotas ante la presencia del pueblo. Bien lo describió María Seoane en Tiempo Argentino del 30 de mayo: “Porque ese pueblo que se agolpó en la 9 de julio este 2010- y en otras avenidas y calles del país- también fue el encargado de festejar el presente pero también quién dio el último responso a la Argentina del Centenario: festejamos ser ciudadanos, hijos de la escuela pública, los derechos sociales, los Derechos Humanos, los derechos políticos y los derechos civiles. Los que estábamos allí fuimos hijos del siglo de los derechos defendidos a sangre y fuego, y pisoteados a sangre y fuego por golpes militares, escarnios y crisis económicas. Festejamos por nuestras comidas típicas en el Paseo del Bicentenario, nuestros trajes locales y heredados por las colectividades, nuestro ejército y sus gestas nacionales alejado, por la larga lucha contra la impunidad, de la represión del pueblo…..Todo era nuestro, genuinamente nuestro: era la cultura que habíamos parido entre todos y todo estaba allí, inexorablemente expuesto sin pudor, porque todo nos había ocurrido alguna vez…….pudimos unir lo que debe ser unido: la política como relato de la historia y la cultura popular, en una amalgama emocionada y cargada de sentido. En ese gran desfile nacional entendimos que fuimos libres a fuerza de batallas, como la del éxodo jujeño; fuimos celebrados por asados, tangos y milongas; fuimos plurales cuando aceptamos a los inmigrantes que bajaban de los barcos; fuimos felices cuando teníamos industria nacional y un potente mercado interno….fuimos asesinados y desaparecidos por dictadores y tuvimos Madres que nos buscaron desafiando las inclemencias del miedo y la muerte, fuimos deudos de nuestros muchachos caídos en Malvinas; fuimos numerosos y victoriosos en la democracia, pero fuimos desdichados y saqueados en las crisis económicas que tributó al neoliberalismo feroz, iniciado en 1976 y que comenzó a terminar en el 2001” O aún en un medio ferozmente opositor como Clarín, la presencia multitudinaria del pueblo “obligó”, ante la contundencia de lo visto a que el periodista Pablo Calvo escribiera el 30 de mayo bajo el título “ Imágenes del alma”: “…Se podrá decir que en un momento desfilaron bayonetas, y al rato León Gieco cantó: Bajen las armas, que aquí sólo hay pibes comiendo, o que un chico de 9 años, encontró a la señora que lo cuida durante la semana en el recital del chaqueño Palavecino y que juntos, abrazados en el mismo metro cuadrado, sin relación laboral de por medio, festejaran la anécdota sobre el origen del cantor: no es chaqueño, nació en Salta……..Otros seis millones de personas- casi la población total de la Argentina en 1910- protagonizaron sus propias vivencias, que coincidieron en una idea simple: hace una semana, pese a los problemas, todos fueron más felices” O como relata Eduardo Blaustein en Miradas al Sur del 30-05-2010: “…Pudo ser un acto chiquito, tristón, cansino, vacío, soso, mecánico, pobre. De hecho nadie lo pidió, nadie creyó seriamente que fuera renacer nada, nadie- comenzando por quién escribe- imaginó como iba a terminar todo. Pudieron ser sólo desfiles militares y aviones caza surcando los cielos. Pudieron ser siete gauchos payando y media asociación tradicionalista. Pudieron ser sólo recitales con artistas progres de una lista previsible. Pudo ser la puesta de Macri en el Colón: esa cosa de privatizar un teatro que es de todos para encerrar- como quien salva a los ricos del Titanic- a ese amasijo antes ordinario que glamoroso, de frívolos. Famosos, derechosos y modelos. No, no fue de ese modo. Por una vez fue para la famosa “gente”, para todos. Con esos viejos aires de visitar la Rural o la Feria del Libro. De familia gasoleras que se van de pesca a Chascomús. O que vacacionan en Mar del Tuyú. Gente de casas cuadradas hechas por tanos en los barrios, antes que de departamentos. Gente que a las tres de la mañana no tenía ni puta idea de para donde queda Constitución o la estación Once….Gente blanca entreverada con morochaje abundantísimo y alegre. Gente rockera con gente chalchalera. Gente venida de pequeñas ciudades del interior. Gente que no necesariamente aplaudía el cuadro de las Madres propuesto por Fuerza Bruta, como si no pudiera traspasar alguna barrera emocional o de piel. Pero si interponía entre las Madres y sus cuerpos el celular para llevarse la foto; y en todo caso después ver. Gente callada, a veces perpleja, siempre pensante y “ sintiente” que en un clima vinculado con lo referencial y lo comunitario no ensayó un solo silbido la última noche, cuando en las pantallas del obelisco circularon durante largos minutos las imágenes de Cristina y Néstor Kirchner con los presidentes de la región. Y miren que había clase media urbana a lo pavote.”
Arturo Jauretche, que en ese mismo 25 de mayo se cumplía un nuevo aniversario de su muerte sostenía: El arte de nuestros enemigos es desmoralizar. Los pueblos deprimidos no vencen. Por eso venimos a combatir por el país alegremente. Nada grande se puede hacer con la tristeza”.
EL PUEBLO APLASTÓ EL ESCENARIO MEDIÁTICO
Estaba claro que la idea de los principales medios era contraponer la reapertura del Teatro Colón a los festejos del Bicentenario organizados por el gobierno. Estas eran las tapas el martes 25 de mayo: LA NACIÓN” “200 AÑOS EN UN MOMENTO HISTÓRICO DEL PAÍS, REABRIÓ EL COLÓN” El teatro lució su máximo esplendor, en una fiesta que convocó a figuras de todos los sectores y a una multitud en la calle. La presidenta no fue por su pelea con Macri. Hoy, el bicentenario de la Revolución de Mayo, dará un mensaje en cadena. Habrá dos tedeums.”
CLARÍN : “EL COLÓN REABRIÓ CON UNA FIESTA BRILLANTE
Lució restaurado y con innovaciones tecnológicas, luego de tres años y medio de cierre. Hubo un festival de alto impacto y un programa artístico impecable. Junto a Macri estuvieron Cobos, Binner, Reutemann, De Narváez, todos los ex jefes de gobierno y Mujica, presidente de Uruguay. El kirchnerismo, ausente.”
Por entonces, millones de personas se apretujaban y disfrutaban de los espectáculos artísticos y stands provinciales y latinoamericanos del Paseo del Centenario que iban desde la Avenida Belgrano a Corrientes. A la noche de ese 25, el notable despliegue artístico e histórico, de excepcional belleza visual, desarrollada por el grupo teatral Fuerza Bruta, fue tan impactante que desbarató la maniobra.
LA NACIÓN MIERCOLES 26 DE MAYO
EL PAÍS SE VOLCÓ A LAS CALLES Y CORONÓ UN FESTEJO HISTÓRICO
En la Capital, más de dos millones de personas asistieron a la celebración del Bicentenario. Hubo un impactante desfile artístico. La presidente llamó a la unidad, aunque excluyó de los festejos a casi toda la oposición. La Iglesia pidió superar partidismos.
CLARÍN MIÉRCOLES 26 DE MAYO
BICENTENARIO
FESTEJO HISTÓRICO, MÁS ALLÁ DE LAS DIFERENCIAS
Se calcula que dos millones de personas participaron durante todo el día en el final de las celebraciones. Culminaron cinco jornadas con una concurrencia inédita y un fuerte sentimiento compartido.
Sin embargo, para Joaquín Morales Solá, el columnista principal del diario fundado por Bartolomé Mitre, el análisis de la jornada arrojó un resultado diferente. Escribió el 26 de mayo: “ Los actos de Cristina Kirchner fueron ceremonias casi monárquicas que sólo admitieron a los propios, salvo algún gobernador disidente y escasos legisladores opositores (dos, nada más). El resto fue la platea eterna de los fastos kirchneristas, tan cercanos ya a la adulación de los líderes que se tornan incompatibles con una República.
El otro acto fue el de la reapertura del Teatro Colón, donde convivieron amablemente peronistas, radicales, socialistas y la centroderecha de Pro. Más allá de las personas que allí expresaban esas ideas, es probable que en ese estilo, civilizado y pacífico, se esté incubando el futuro no tan lejano de la Argentina. Un río social subterráneo parece crecer con fuerza bajo el suelo presuntamente seguro de los actuales gobernantes. Los argentinos que atestaron las calles de Buenos Aires preferían estar unidos antes que inexplicablemente divididos. Nunca se vio mejor que en esos contrastes entre el llano y la cima el irreversible ocaso del proyecto y del estilo kirchnerista.”
Que el odio antipopular del escriba de La Nación le nuble la mirada después de los acontecimientos revela donde está la crispación que generosamente siempre atribuye al gobierno. Se puede estar cegado y hacer pronósticos notablemente errados como los de José Pepe Eliaschev y Alfredo Leuco, pero seguir insistiendo luego de verificado la amplitud de los actos, es pertinazmente necio. Este último realizó una corrección después de haber escrito en Perfil el Perfil sábado 22 de mayo de 2010: “Nadie debe sorprenderse. El Bicentenario, en lugar de convertirse en un símbolo de la unidad y cohesión nacional, va a expresar como nunca desde 1983 la fractura expuesta de una sociedad envenenada por el odio……Y por eso , entre otros motivos tanto en Córdoba como en Buenos Aires cuesta encontrar banderas colgadas en los balcones de las casas particulares. Los contestadores telefónicos de las radios, las conversaciones de ocasión en supermercados y una módica cadena de mails fogonearon el estado de ánimo de bronca de mucha gente e incitaron a manifestar su descontento con los Kirchner dejando desnudos los frentes de sus domicilios…¿ Que es lo que a los ciudadanos les extingue el patriotismo? El fanatismo. Lamentablemente en esta Argentina de florecimiento económico, atomización social y fragmentación política, el sol del 25 no viene asomando. Y la patria sigue siendo ese dolor que no aprendemos a llorar”. A su vez el autor de “ Me lo tenía merecido” publicó en el diario Perfil del domingo 23 de mayo: “…El estruendo hiriente que envuelve al Centro suscita la respuesta despreciativa de un sarcasmo sordo. Las gentes van y vienen, rodeadas de un pronunciado aire de ajenidad. Los fastos encarados a alto costo para celebrar los doscientos años del país no los afectan, ni tampoco interpelan. En varios sentidos, las muchedumbres porteñas miran de reojo y con fastidio el desparramo en una ciudad colapsada por preparativos de gruesa teatralidad. Se nos informa que estamos de fiesta. Con la 9 de julio literalmente intervenida, las laterales son corredores de pintoresco existencialismo, patrulladas por merodeadores de todo pelaje…….Ruidosos, beligerantes, invasivos, los bondis marchan a paso de hombre, paragolpe contra paragolpe. Nadie entiende por qué, ni para que tamaño desbarajuste, pero por todas partes un patriotismo banderillero y desfachatado pretende justificar el desorden, como si la gestualidad callejera tan desaforada fuese equivalente a la exaltación de nobles ideas nacionales……..El Teatro Colón muestra su formidable estampa recuperada, puesta en valor tan impresionante que sólo será debidamente valorizada dentro de algunos años, pero hasta en su propio entorno no se han podido evitar las radiografías más elocuentes de la rispidez social……En una metrópolis donde había por lo menos diez espacios abiertos, enormes y propicios para montar la gran exhibición del patrioterismo gubernamental sin asfixiar a la gente, el Gobierno exhibe su desaforada espectacularidad en torno del Obelisco, para enloquecer aún más la vida cotidiana de decenas de millares de personas durante un mes, antes y después de este 25 de Mayo. No optaron por la Costanera Sur, el Parque Indoamericano, el Autódromo, o el Parque de la Memoria en la Costanera Norte. No. La idea es de un populismo primitivo y rutilante, para enfadar a la mayor cantidad de gente, la mayor cantidad de tiempo posible y al mayor costo……..Mutantes, ambulantes, resignados, alelados, gente desorientada y condenada, sobrevive malamente en una impávida ciudad emborrachada de banderas argentinas y Bicentenarios pretenciosos. Si me despojo, por un breve instante, de los efectos anestesiantes del brebaje patriotero, percibo de modo rotundo, las imágenes de una puesta en escena indecorosa, como si una gruesa capa de maquillaje intentará tenazmente vestir de tersura y belleza un rostro descompuesto y surcado de arrugas”
Está claro que cierto periodismo, sumido en ciertos microclimas asfixiantes que se retroalimentan permanentemente y que expresan a ciertos sectores de la ciudadanía quedaron notablemente expresados por un lector de La Nación en una carta enviada a ese diario:
Bicentenario propio ( Lunes 24-05-2010)
Señor Director:
"La organización que ha elegido el Gobierno para los actos del Bicentenario me duele. El cumpleaños de la patria al servicio de la propaganda ideológica. Hasta deberemos pasar por «portales» de artistas de conocida militancia. O se entra por esas puertas o no se entra.
"Invito a que todos nuestros compatriotas festejemos dos veces este Bicentenario: una vez en familia y otra con amigos y colegas, que tanto nos enriquecen. Festejemos en privado pues los actos públicos organizados por el gobierno nacional no incluyen a una gran mayoría de ciudadanos cuyo deseo es vivir en paz, mirar para adelante y lograr un genuino progreso para sus hijos.
"Alcemos nuestras copas por este castigado, pero, sin embargo, gran país. Centremos nuestro pensamiento y deseos para que la Argentina vuelva a ser ejemplo para el mundo entero."
Dr. Marcos Gallacher DNI 8.319.585
LAS VISIONES DE LAS DOS ARGENTINAS
Quién quiera saber cómo era la Argentina del Primer Centenario en su actual versión degradada, puede verla radiografiada en la concurrencia al Teatro Colón. Ahí se reunieron 2700 personas, una muestra que comprendía a los sectores económicos concentrados principalmente agropecuarios y de los integrantes de la Asociación Empresaria Argentina, con los principales representantes de los partidos políticos que los expresan y con los máximos empresarios y periodistas de los dos principales medios del país. Junto a ellos la farándula compuesta por divas dinosaúricas y personajes grotescos de la farándula. Cuando Mauricio Macri afirmó que “estamos todos”, sintetizó con notable precisión el país que le gustaría diseñar. Ahí no estaban los trabajadores a través de sus representantes, ni las organizaciones sociales, ni los jubilados, ni los productores de las economías provinciales, ni los organismos de derechos humanos, ni los intelectuales del campo nacional, ni los artistas populares, ni los empresarios de la pequeña y mediana industria, ni los pueblos originarios.
Afuera una multitud compuesta por todas las clases sociales, con artistas populares de todos los géneros musicales, con una visión federalista y latinoamericana.
Sobre la 9 de julio quedaron exteriorizadas, en forma muy contundentes, dos visiones del país.
LA ALEGRÍA DEL PUEBLO
El gobierno cometería un craso error si quisiera aprovechar políticamente el éxito del bicentenario. Tampoco debería considerar que mayoritariamente fue un respaldo a su gestión. Fue el excelente organizador y anfitrión de una fiesta. Y ese es el éxito que el futuro le reconocerá. Pero reducir todo a sólo eso, sería también subestimar la magnitud de lo hecho para lo cual ya está avocada toda la prensa hegemónica, que primero desalentó la concurrencia a los festejos, luego la ninguneó, posteriormente con desagrado se rindió ante los hechos y finalmente intentó realizar una interpretación acorde con sus prejuicios e intenciones previas. El que acuñó una frase justa que define con precisión lo ocurrido, fue el periodista Orlando Barone: “El gobierno no es el dueño del fervor, pero el fervor se expresó con este gobierno”
10-06-2010
Publicado por Hugo Presman.
TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS . Hugo Presman. Para publicar citar la fuente
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