El viejo lema mosquetero de "uno para todos y todos para uno" renueva su vigencia futbolera en Qatar de la mano de una Selección ejemplar...
Por Daniel Guiñazú
13 de diciembre de 2022 Página 12
Paredes abraza a Messi, se suman Enzo Fernández, De Paul y Lautaro Martínez.. Imagen: NA
Después de haber jugado su mejor partido en el Mundial, Argentina afrontará el domingo su sexta final del mundo impulsado por una química inmejorable: el ánimo puesto en lo más alto y Lionel Messi con hambre de gloria y en una encrucijada a punto de convertirlo ya no en el mejor jugador argentino de todos los tiempos sino en algo mucho más grande: acaso el más grande futbolista de la historia.
Pero más allá de todas las razones eminentemente futbolísticas, nada de todo esto habría sido posible si los jugadores de la Selección no hubieran encarado toda esta etapa con la alegría compartida que faltó en tantos ciclos anteriores y no vivieran cada entrenamiento y cada partido como lo que verdaderamente son: una banda de amigos y compinches que divirtiéndose algunas veces y poniéndose muy serios en otras, se ha colocado a noventa minutos de la mayor gloria del fútbol. Y nos ha dado a los argentinos un baño de felicidad que viene bien en medio de tanta mala onda.
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