Lo
dijo el Presidente Mauricio Macri en el Centro Cultural Néstor Kirchner,
reunido con casi todos los gobernadores, (faltaron los de San Juan y Santiago
del Estero) muchos empresarios, algunos sindicalistas, un intendente, el
acomodaticio presidente de la Corte Suprema de Justicia de la Nación y la
Vicepresidenta del Tribunal Elena Highton de Nolasco, con su prestigio
vapuleado. Después de casi dos años y de una gigantesca transferencia de
ingresos que realizó apenas asumió, el gobierno de Mauricio Macri concretó
cercenamientos de derechos y despidos, en simultáneo con un aumento de planes y
gasto social creciente en línea con la desindustrialización de algunos sectores
de la economía. Eliminó una variedad de planes educacionales y aplicó tarifazos
de notable envergadura. El plan DADA se cumplió estrictamente: Devaluación,
Ajuste, Deuda (endeudamiento) y Apertura de la economía. Se incrementó el déficit fiscal, demostrando
un pragmatismo del que carecía el fundamentalismo de mercado de los referentes
históricos como Alvaro Alsogaray, Ricardo López Murphy y Domingo Felipe
Cavallo. De esa forma se engrasó un modelo agroexportador mixturado con el de
rentabilidad financiera que alcanzó niveles superlativos en la práctica de la
bicicleta especulativa. La financiación de ese déficit se hizo con un
endeudamiento récord gracias a la posibilidad que le proporcionó “la pesada
herencia”. En lo político se diseñó un proyecto actuado como la antítesis del
kirchnerismo, al que intentó reducirlo a un capítulo del Código Penal. Con la
tríada representada por los medios, el poder judicial y el económico, realizó
una campaña muy efectiva de demolición del populismo sedimentada en los profundos
odios que sembró Cristina Fernández, sobre todo por lo que hizo bien pero
agravado inútilmente por cosas innecesarias que hizo u omitió, lo que penetró
en sectores medios, especialmente en la
clase media baja y algunas franjas populares importantes, donde las frases “se
robaron todo”, o el latiguillo que fue “una asociación ilícita que se apropió
del Estado para vaciarlo” penetraron en profundidad”.
Con
casi el 42% de los votos, la validación electoral ha producido una especie de
euforia incontrolada en el gobierno y sus poderosos sostenimientos,
incentivando ahora sí “vamos por todo”. La frase muda de Cristina Fernández se
hace sonora en el gobierno del macrismo.
Ahora o nunca, dice el presidente. Y
entonces va por el ajuste regresivo de las jubilaciones y de la Asignación
Universal por Hijo tomada como ofrenda para reducir en 100 mil millones de
pesos el déficit. Ahora o nunca
dice el presidente y va por domesticar integralmente al poder judicial. Ahora o nunca dice el presidente
y va por muchos de los derechos de los trabajadores. Ahora o nunca dice el presidente y va por jibarizar los
sindicatos a su mínima expresión intentando reducir a los sindicalistas a la
genuflexión vía rendición monetaria o carpetazos.
Ahora o nunca dice el presidente y va
por una reforma impositiva que beneficia fundamentalmente a los empresarios.
Ahora o nunca dice el presidente y va
por una reforma política que resguarde resultados. Ahora o nunca dice el presidente en su intento refundacional
de la Argentina, que implica aceptar como política de estado los
condicionamientos del Fondo Monetario Internacional, la subordinación a los
organismos internacionales de crédito, a las corporaciones internacionales y
una política exterior subordinada a los EE. UU.
Ahora o nunca dice el “círculo rojo”,
deseoso de extirpar toda posibilidad de populismo.
Ahora o nunca escriben los
columnistas de los diarios dominantes, las decenas de programas oficialistas en
radio y televisión, que practican un periodismo militante que antes denostaban
cuando lo practicaban otros. Así pueden leerse títulos como: “Las reformas
reflejan el plan político de Macri”; “Un llamado a cambiar los paradigmas de la
Argentina”; “El discurso inaugural del primer gobierno macrista”; “Los
empresarios creen que Macri asume la condición de estadista”; “Macri pidió
consenso para bajar el déficit y la inflación, es ahora o nunca dijo”; “La
apuesta a otra etapa fundacional y los riesgos del eterno retorno. Los
empresarios son los más entusiasmados con los anuncios”
En
el ahora o nunca, se
entierran las hipócritas banderas
del republicanismo, la independencia del poder judicial, la veracidad de lo que
se cuenta y se condiciona hasta la inanición al periodismo no oficialista.
Ahora o nunca es la consigna para
desempatar la paridad histórica entre dos modelos. Es la misma derecha
histórica con sus odios ancestrales, su sed infinita de revancha, sus
prejuicios y sus discriminaciones. Pero es mucho más peligrosa e inteligente
porque tiene cintura política que le llevó por ejemplo a dar entre agosto (las
PASO) y la elección de medio término de octubre, 1.534.004 préstamos para los
beneficiarios de la AUH y 867.660 para jubilados y empleados en relación de
dependencia. Escribió el periodista Alejandro Bercovich: “el macrismo inauguró
el populismo financiero del siglo XXI. Fue como si en cada día hábil entre las
PASO y las generales hubiese llenado un estadio con 35000 personas para
entregarle un promedio de diez mil pesos a cada uno. A debitar en 24 cómodas
cuotas mensuales que se descuentan directamente de la asignación mensual” Es un
consumo adelantado de lo que el periodista, especializado en economía
mencionado, calificó como el chori financiero.
Son
los de siempre y a su vez distintos en cómo se presentan y cómo envuelven su
relato. Con mucha más cintura política que sus antecesores. Subestimarlos ha
sido un error gigantesco. En 12 años crearon un partido, rompieron el
bipartidismo, amurallaron la ciudad de Buenos Aires con triunfos categóricos,
se extendieron a todo el país, y ya aspiran a un proyecto de veinte años.
Ahora o nunca dice la coalición
antiperonista que pretende diseñar un peronismo opositor vegetariano. Ahora o nunca dice el
presidente: hay que reducir el Estado y empezar a vender patrimonio.
Ahora o nunca dice el presidente que
tiene el viento a favor de la política.
Ahora o nunca. La restauración
conservadora inicia su plan de reformas estructurales.
Ahora o nunca.
Todo
es de una claridad meridiana. Hasta la Sociedad Rural se incorporó al gobierno
Mintieron
alevosamente en las presidenciales del 2015, pero estaban tan seguros del
triunfo electoral de octubre, que no tuvieron reparos en anunciar lo que iban a
hacer inmediatamente después: un collar de aprietes económicos y amputación de
derechos que padecerán quienes los votaron y quienes se opusieron.
Mientras
que ese casi 42% de apoyo mantenga las expectativas sobre un futuro mejor y
supere las durezas del presente, el macrismo estará a pocos puntos de ganar en
el 2019 sin necesidad del ballotage.
Ahora o nunca. El nunca depende de
una oposición hoy claudicante, dividida y en mucho de sus estamentos, muy
colaborativa.
Ahora
contiene
en su interior una vuelta de lo que se intentó en reiteradas ocasiones de la
mano de los golpes establishment-militar o en insólitos virajes en democracia. Nunca es la resistencia que
derrotó aquellos intentos. La moneda está en el aire, pero el dueño de la
moneda tiene la iniciativa y viene por todo. La historia se está escribiendo.
Nada está escrito de antemano. Pero si no se ayuda a la historia serán los
ganadores del ahora los que
se quedarán con ella y con el futuro
02-11-2017
Muy buen post.
ResponderEliminarA la Santísima Trinidad de medios, poder judicial y económico, habría que agregarle, sin dudas, los servicios. También los milicos, pero por ahora están sotto voce.