FALACIAS
Una falacia (del latín fallacia que significa “engaño,
mentira o fraude con que se intenta dañar a una persona”) es un argumento que
parece válido pero no lo es. Es un engaño afirmar como se reitera todos los
días desde distintos columnistas de los medios dominantes, que el gobierno sufrió
una derrota electoral en las elecciones del 27 de octubre. El Frente para la
Victoria obtuvo a nivel nacional el 33,15% de los votos, sacándole casi 12
puntos al segundo, sumando los votos del radicalismo, socialistas y aliados que
alcanzaron el 21,38%; el Frente Renovador obtuvo el 17,03% y el PRO el 9%.
Entre el primero y el segundo hay, nada menos, que una diferencia de 2.658.000
votos.
Sin embargo y sólo a título de ejemplo, porque sería
imposible reproducir la totalidad, van
algunos comentarios falsos: “Una derrota notable”, Morales Solá, La Nación
3-11-2013. Y luego una sorprendente reflexión sobre la oportunidad del
pronunciamiento de la Suprema Corte: “¿Por qué no
esperaron diez o quince días para formalizar la decisión que estaba tomada
desde principios de octubre? ¿No era ese plazo necesario para que la política
se reacomodara a los resultados electorales, que crearon nuevos liderazgos
políticos en el país?” Fernández Díaz, el mismo día en el mismo diario: “El
fallo le dio una transfusión de sangre a un gobierno negador, que nunca asumió la derrota electoral
y que ahora tiene la oportunidad de seguir jugando el juego que más le
gusta.”
Eduardo Van der Kooy el 28 de octubre: “Frente a la
peor derrota K en una década.”
Alfredo Leuco, Radio Continental, 1 de noviembre: “La noticia más terrible y demoledora vino
de las urnas. La soberanía popular, hace apenas 120 horas, había
castigado duramente a la presidenta Cristina y sus listas del Frente para la
Victoria” “La victoria legal para el Gobierno llega solamente dos días después
que la administración de la presidenta Fernández sufrió una paliza
en las elecciones legislativas del domingo, elevando el espectro
de un 'pato rengo' presidencial para la enferma Fernández hasta las elecciones
presidenciales del 2015", escribió Uki Goni, corresponsal de The Guardian
en Buenos Aires.” Julio Blank, en Clarín del 1-11-2013 escribió: “Por un lado
está muy fresca la dura derrota
electoral del domingo pasado”.
Ricardo Roa escribió en Clarín del 29-10-2013: “En la noche de la derrota….” Nicolás Wiñazki, en la misma línea
expresó el mismo día: “En medio de la ausencia política de la Presidente, y a
tan sólo un día de la importante
derrota en los comicios”
El resultado electoral es claramente
favorable al gobierno y ha mejorado su situación en el Congreso, motivo de las
elecciones. Al mismo tiempo, si se analiza las mismas como un referéndum, por
los lugares en donde perdió, por el triunfo estrecho en distritos en donde
tradicionalmente el gobierno ganaba con amplitud, por haber perdido el voto de
sectores de clase media baja, por la derrota en un lugar tan simbólico como
Santa Cruz, la clara victoria
electoral se convierte en una derrota política. Pero eso es un segundo
análisis que surge de una interpretación.
El partido terminó entonces con el triunfo
nacional del Frente para la Victoria. Eso
es así, matemática pura, y toda afirmación en contrario es una falacia. Está
mintiendo a conciencia. Si pasamos a la interpretación, el autor de esta nota
reitera, por las consideraciones realizadas, que la misma es una derrota
política.
Una
vez instalada la falacia, periodistas y políticos de todas las pertenencias
ideológicas reiteran la misma como una verdad irrebatible.
Luego hay otra manipulación al sostener que
67 personas de cada 100 votó en contra de la política del gobierno. Aparte que
amontona arbitrariamente al 67%, si se generaliza este argumento, se podría
sostener falsamente que fue mala la muy buena elección de Gabriela Michetti en
su candidatura a senadora por la Capital al haber obtenido una cifra muy
cercana al 40%. Con el argumento mentiroso, seis de cada 10 porteños votó
contra Michetti. Eso lleva, por el absurdo, que sólo cuando se saca más del 50%
la elección sería buena, porque los que
votan a favor superan a los que votan en contra.
LA IGNORANCIA COMO FALACIA
Morales Solá escribió el 10-11-2013: “El obvio apriete de la AFIP a Magdalena Ruiz Guiñazú, poco después de
que denunciara ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos el maltrato
oficial a la prensa, no fue sólo contra ella. Fue también un mensaje general de
que el Gobierno tiene todavía poder. La AFIP dijo que Magdalena se encuentra
entre más de 7400 personas que formularon una solicitud al ente recaudador.
¿Hay, acaso, 16.000 inspectores dando vueltas por el país? ¿Notifican
personalmente a todas esas personas? Imposible. Bastaba y sobraba con una carta o con una citación al contador de la
periodista para que agregara más información.” Más allá de la falta de
tacto político de la AFIP que torna sospechosa la inmediatez del requerimiento,
el pedido de reducción de anticipos de Magdalena es aquel que puede hacer todo
contribuyente que considere que en el año fiscal en curso obtendrá menores
ingresos que el año anterior sobre el cual fueron calculados esos anticipos. La
AFIP tiene la atribución de solicitar una explicación sobre la fundamentación
del pedido. Lo que Morales Solá
parece ignorar y por eso perpetra una falacia, que todo requerimiento es
siempre realizado al contribuyente y no a su contador. Luego Magdalena
Ruiz Guiñazú trasladará el pedido de información a su contador para que
conteste el requerimiento. Ese es el procedimiento habitual con cualquier
contribuyente. Morales Solá es un experto en la construcción de falacias como
cuando escribió ante la detención de Ernestina Herrera de Noble por el juez
Roberto Marquevich en diciembre del 2002:
“Una noche fría de ese tiempo ingrato, la directora de Clarín, Ernestina
Herrera de Noble, nos sorprendió con el relato de la adopción de sus hijos.
Había también lágrimas, muchas lágrimas en sus ojos, pero correspondían a las
emociones que despierta la alegría. (…) Más de 25 años después, la señora de
Noble sigue llorando por esos hijos. Su
detención dispara una primera injusticia: una madre no debería ser detenida
sólo por serlo”.
LA FALACIA PERIODÍSTICA
Fue el propulsor de la consigna “Somos periodistas,
queremos preguntar”. Ahora en la revista Noticias del 9 de noviembre, se dio el siguiente diálogo: Periodista
“ ¿Usted no quiso sacar al aire a Lorenzetti”?
Contesta Lanata: “Obvio, yo no lo
voy a sacar. No me interesa discutir con él.”
Periodista: “¿Por qué? ¿ No tiene ninguna pregunta para hacerle a
Lorenzetti?” Lanata: “Sí, pero creo que va a mentirme ¿Para qué se
las voy a hacer?” Periodista: “Usted impulsó
el Queremos Preguntar, ¿cree que toda la gente a la que vamos a preguntar nos
va a decir la verdad?”
Lanata: “A ver,
una nota no es sola una nota: vos decidís hacer una nota con un criterio
determinado. Y una nota tiene efectos políticos en ese momento. Ahora
Lorenzetti quiere hablar; yo me pasé la vida llamándolo y no salía al aire.
Entonces, no es que no quiero hablar con Lorenzetti; no quiero darle en este
momento 52 puntos de share para que diga su versión de las cosas, que sé que no
es así. No tengo ganas de dárselo.”
El periodista que dice que hace periodismo a secas, se
desnuda como operador político del grupo Clarín, obedeciendo instrucciones
estrictas de Héctor Magnetto, quien ha decidido en todos sus medios ignorar al
Presidente de la Corte Suprema de Justicia por el fallo de la misma sobre la
Ley de Medios Audiovisuales. Una flagrante falacia periodística.
Esto confirma las declaraciones de Ricardo Lorenzetti a
Jorge Fontevecchia: “Ahora
no podemos explicar el fallo en ningún medio del Grupo Clarín; nos dijeron:
“ustedes no hablan más acá”. Pero lo que no puede ocurrir durante la aplicación
de la ley de medios, es aquello a lo que se refirió también Lorenzetti: “Cuando sacamos la sentencia del “7 D”, no pudimos explicarla en ningún
medio oficial”.
FALACIAS HISTÓRICAS
La ligereza verbal, el hacer funcionar la lengua
antes que el cerebro o directamente desconectado del mismo, lleva a la
banalización absoluta. En Elisa Carrió, que posa de culta y suele enrostrar sus
méritos académicos, la desmesura y el Apocalipsis constituyen su materia prima
diaria. Así puede afirmar: “A veces pienso que Moreno (Guillermo) es parecido a
Eichmann, un imbécil incapaz de pensar”. El cura Eduardo de la Serna del Grupo
de curas en la Opción por los pobres en su nota (des) Carrió escribió: “Lamento
que algún médico de presencia habitual en los medios y que diagnostica
síndromes por TV no haga un diagnóstico de la extraña y compleja psiquis de
Lilita Carrió. Daría para un programa entero, quizás en Discovery, porque no en
Animal Planet. Pero como es amiga de la casa, imagino que no habrá ese tal
diagnóstico.”
Jaime Durán Barba, el que le da letra a Mauricio
Macri, se ha referido a Hitler como “un tipo espectacular.” Una posa de culta,
el otro tiene métodos brutales. Al momento de hacer comparaciones históricas,
hacen de la falacia un denominador común.
FALACIAS
Según el diccionario enciclopédico Larousse falacia es
“un sofisma, falso razonamiento para inducir a error”. Inducen a error los
columnistas que transforman una victoria electoral en una derrota, sin
discriminar que dialécticamente un triunfo electoral puede llevar en su seno al
mismo tiempo una derrota política. Recurre Morales Solá a un sofisma envuelto
en ignorancia cuando desconoce cuestiones elementales de procedimientos
impositivos. Y perpetra una falacia superlativa el operador periodístico del
grupo Clarín cuando renuncia a su propia consigna de “Queremos Preguntar.” Recurrir al nazismo para remitir la
actualidad argentina a aquella época de niebla y plomo, es una falacia que
eleva la ignorancia a un lugar extremo.
El sofisma es “un razonamiento que es sólo lógicamente
correcto en apariencia, y que es concebido con la intención de inducir a
error”. Como se dice en los teoremas: “ Es lo que quería demostrar.”
20-11-2013
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