Samuel
Goldwyn, el empresario que creó la Metro Goldwyn Mayer, solía esgrimir una
frase tan irónica como prudente cuando se le pedía que oteara el horizonte: “No
conviene hacer pronósticos, sobre
todo hacia el futuro.” El sociólogo Zygmunt Bauman sostiene que un
sociólogo (también un analista político podríamos agregar) debe explicar lo que
sucede en las sociedades, para entenderlas, no para hacer profecías. Intentaré
hacer un análisis sobre lo que se percibe en el horizonte al empezar el otoño
del 2013, arriesgándome a no seguir
el prudente consejo del empresario cinematográfico.
La
oposición por fuera del Frente para la Victoria permanece deshilachada,
desarticulada y si no se encuentra aún más desorganizada es porque los medios
dominantes realizan denodados esfuerzos para articularla. Los dos candidatos
opositores que se perfilan son: Hermes Binner, con un frente a punto de
estallar por sus contradicciones internas, mientras que su inserción geográfica no supera el ámbito de la
Provincia de Santa Fe; y Mauricio Macri, quien realiza denodados y hasta ahora
poco efectivos esfuerzos para superar el ámbito capitalino. Por el lado del
peronismo federal, más claramente el menemismo residual, De la Sota coquetea
con Lavagna que histeriquea, luego de
consumir sus dos vasos de bronce diarios, con el jefe de gobierno de la
Ciudad de Buenos Aires. Para las fundamentales elecciones legislativas del mes
de octubre, la Coalición Cívica escindida de Elisa Carrió, hace frente con el FAP
y así Victoria Donda, que se especializa en correr por izquierda al gobierno,
hace campaña con el ex economista del GP Morgan Adolfo Prat Gay. Es fácil
imaginarse la ingesta de sapos que deberán consumir el dirigente sindical
Víctor de Gennaro y el economista Claudio Lozano cuando tengan que caminar
juntos con el ex economista preferido de Elisa Carrió, niño mimado del
establishment local e internacional y asimilar las boutades de Binner, como aquella
que hubiera votado en Venezuela por Henrique Capriles contra Hugo Chávez.
Dos
exiliados del éxito político, dos políticos en el tobogán de la declinación,
como Pino Solanas y Elisa Carrió, dos egos que necesitan mucho espacio para
estacionarlos, se unieron para sobrevivir levantando la bandera de la lucha
contra la corrupción. Es posible que tengan un moderado éxito en el electorado
capitalino, si logran sobrevivir hasta las elecciones a las previsibles
rispideces de un matrimonio político condenado a la fractura.
Con
esta oposición, el gobierno juega con una cancha inclinada a su favor. Como
adversarios potencialmente importantes tiene la oposición interna representada
por Daniel Scioli y Sergio Massa, que como personajes hamletianos deshojan la
margarita entre sus deseos personales y el temor de un salto riesgoso. Scioli,
que ha sido leal a Menem, a Rodríguez Saa, a Duhalde y a Néstor y Cristina
Kirchner, es un personaje cuyo discurso insustancial, su ideología maleable al
envase del momento, su escasa estructura política que no le impidió ser
diputado, vicepresidente y gobernador de la principal provincia argentina, y
sus profundos déficits de gestión, no afectan su elevado reconocimiento
electoral como si estuviera revestido de un traje antiflama. Realiza por el momento un alineamiento verbal incondicional,
mientras que sus gestos de independencia son cada vez más profundos. La
incorporación de Alberto Fernández, su fotografía en Expoagro con los
principales adversarios del gobierno, tensa la cuerda. Hay en circulación trascendidos con cierto sustento que sostienen
que bajo cuerda Scioli estaría jugando con Francisco de Narváez. Sería el
gambito astuto para su proyecto personal tendiente a bloquear toda alternativa
reeleccionista y al mismo tiempo aprovechar la debilidad presidencial posterior, para que,
aún contra su voluntad, la presidenta se vea obligada a postular al ex motonauta.
Sergio
Massa, según la mayoría de las encuestas, mide muy bien en la Provincia, pero
un salto presidencial sería aparentemente un despropósito. De ahí la idea de ir
con listas propias en las legislativas especulando que en octubre del 2015,
iría como candidato a gobernador de una lista que lleve a Scioli como
postulante a presidente o incluso a Macri. El actual gobernador duda entre
esperar que su candidatura le caiga como un fruto maduro bendecido por Cristina
ante la imposibilidad de contar con otro candidato más taquillero, o
enfrentarla ante la posibilidad que esa situación nunca llegue.
Francisco
de Narváez, el diputado mudo y el entrevistado locuaz en los medios y programas
acogedores, un legislador ñoqui, se mueve entre desconcertado e indeciso para
sumarse a un frente que lo deje posicionado como candidato a gobernador en el
2015, e intenta que su figura recoja, como en el 2008, el disconformismo
antikirchnerista en la provincia.
LA CONSTRUCCIÓN POLÍTICA DEL
KIRCHNERISMO
Cristina
Fernández realiza una construcción política que muchas veces parece
contradictoria e incluso incongruente. Se ha quedado sin la organización obrera
organizada y basa su sustentabilidad en las organizaciones sociales y en La
Cámpora, la agrupación juvenil que se presenta como incondicional. Sabe que las
legislativas son fundamentales para conseguir mayorías que abran la muy lejana
posibilidad de la reforma constitucional. En estas elecciones se renuevan los
legisladores que ingresaron en la peor elección del kirchnerismo en el 2008.
Sin embargo se arriesga al límite en la Provincia de Buenos Aires, donde
definitivamente se juega su suerte de continuidad y en el caso más
desfavorable, necesita cosechar los votos suficientes para llegar al 2015, sin
el deterioro profundo que en el ejercicio del poder origina la proximidad del
alejamiento.
El
cerco financiero y político sobre Daniel Scioli, una provincia donde todo está
en carne viva, terminará perjudicando más a la Presidenta que al gobernador. En
este contexto, la lógica más elemental indica que hay que sumar, sin dejar
abandonar a los heridos en la banquina, y postergar de cara al 2015, para el tramo final, las rupturas que
resulten inevitables.
Estoy
convencido que a pesar de lo que espera Daniel Scioli, si Cristina no puede ser reelegida, el
gobernador no será el heredero. A pesar de todas las pruebas reales de lealtad
que ha dado, la Presidenta no confía en él. Por otra parte no hay que ser
demasiado agudo, para comprender que esta alternativa significa la posibilidad
cierta de un triunfo a costa de una formidable derrota política.
OTEANDO EL HORIZONTE
Sin
posibilidades ciertas de reelección ( salvo un acuerdo con la oposición que
permitiera llamar a una Convención Constituyente) y descartando a Daniel Scioli
como su continuador por fundadas razones de desconfianza política y
descreimiento de su lealtad, a lo que se suma la generalizada precaución de la Presidenta
hacia sus colaboradores, emerge como alternativa con probabilidades la jugada
realizada por Lula en relación con Dilma Roussef. La misma se realizó con un
Presidente que gozaba de un 70% de popularidad y una candidata sin conocimiento
popular. Allí fue posible.
¿Podrá
Cristina emprender exitosamente la gran Lula? Todo dependerá de su popularidad
al iniciarse 2014. ¿ Y quién podría ser la Dilma Roussef argentina? El único que tiene la confianza absoluta de
la jefa de estado es el secretario legal y técnico de la Presidenta, Carlos
Zannini.
Sin
ningún conocimiento público, más allá del círculo estrecho de los políticos,
analistas políticos y periodistas, sostienen, los que lo conocen, que es un
cuadro político. En su juventud militó en una agrupación marxista pro China:
Vanguardia Comunista. De ahí su apodo de “el chino”. Nació en Córdoba en 1954,
fue secretario de gobierno municipal cuando Néstor Kirchner fue intendente de
Río Gallegos. Cuando su jefe llegó a gobernador, se desempeñó como Ministro de
Gobierno de la Provincia. Fue luego legislador y se desempeñó como el jefe del
bloque de diputados provinciales. Cuando Néstor Kirchner lo consideró
necesario, fue Presidente de la Suprema Corte de Justicia de Santa Cruz.
Lleva muchos años integrando la mesa cada vez
más chica del kirchnerismo, con el cargo de Secretario Legal y Técnico de la
Presidencia de Néstor Kirchner y Cristina Fernández.
Tal vez sea sólo una conjetura que el
tiempo disolverá y los avatares de la sorpresiva política argentina convertirá
en una hipótesis desechada.
En ese caso Samuel Goldwin volverá a tener razón y lamentaré no haberle hecho
caso: “No conviene hacer pronósticos, sobre
todo hacia el futuro.”
*Publicado en La Tecl@ Eñe Página Web/N° 57
26-03-2013
Todos
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¿Quién es la mina de negro que está al lado de Zanini?
ResponderEliminarPerdón, Hugo, pero una cosa es "La Gran Lula", y otra, muy distinta, es el suicidio.
Saludos
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarTenga en cuenta que las estructuras partidarias son mucho más estables en Brasil que en Argentina. Esa crisis que desgajo los partidos, que deviene del 2001 o quizás aun más atrás, la comparte tanto la oposición como el oficialismo, y este ultimo la oculta bajo un exitoso personalismo presidencial.
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