La
transformación del cardenal Jorge Mario Bergoglio en el Papa Francisco ha
provocado incomprensiones llamativas y espectaculares saltos ornamentales. Tan
cierto es el largo enfrentamiento entre el kirchnerismo y el ex cardenal, como el respaldo que el Arzobispo de Buenos Aires realizó en las
villas mediante los curas villeros. Son conocidas desde hace décadas las denuncias que sobre aspectos oscuros del
comportamiento hacia dos religiosos del hoy Papa, como el conocimiento reciente
de su apoyo para la protección y salvación de perseguidos en los años de plomo.
En una institución como la Iglesia
que tuvo un comportamiento cómplice con la dictadura establishment – militar,
no es extraño encontrar dentro de las mismas actitudes duales de entrega y
salvataje, incluso en personajes muy comprometidos con la dictadura como Pio
Laghi y Monseñor Emilio Graselli. Las
denuncias de Emilio Fermín Mignone, Horacio Verbitsky, la familia de la primera
presidenta de las Abuelas de Plaza de Mayo Licha de la Cuadra; en su momento
los religiosos Orlando Yorio y Francisco
Jalics, y el abogado Luis Zamora, colocaron en el banquillo de los acusados al
cardenal Bergoglio, que carecía por
entonces de defensores tan entusiastas como los hoy enardecidos
periodistas Alfredo Leuco y Jorge Lanata.
Tan conocidas eran las homilías críticas del
actual Papa contra el gobierno, su estrecha relación con Elisa Carrió, Gabriela
Michetti, Mauricio Macri, su apoyo a las patronales del campo, su encuentro con
Cleto, su oposición con argumentos medievales contra el matrimonio igualitario
y la identidad de género, como su contención de las víctimas de Cromañón y de
la tragedia de Once, su fomento del diálogo inter religioso y la lucha contra
la trata de personas.
Personalidad
compleja, su designación como Papa dejó descolocados a los soldados oficialistas,
que cambiado el escenario seguían enarbolando un discurso que no se
correspondía a las nuevas circunstancias. La
Presidenta, repuesta del desconcierto inicial, adoptó rápidamente la actitud
política que correspondía a la jefa de Estado del país del nuevo Papa.
La
posición presidencial originó saltos ornamentales, varios francamente
grotescos, de quienes están más cercanos a acatar que aceptar reflexivamente
las líneas bajadas.
Desde
la radio y desde la nota anterior, “La historia es imaginativa”, sostuve: “Conviene no tomar posiciones apresuradas,
en función de un pasado con agujeros negros. Basta pensar en nuestra propia
historia reciente donde también se han registrado sorpresas en la última década. Cuando un cardenal se
convierte en papa, en circunstancias que obligan indefectiblemente a un cambio,
puede suceder que muera el cardenal y nazca un papa que niegue en su accionar
aspectos de su propia historia. Más si
proviene de una orden con esquema
militar, como la jesuita, acostumbrado a obedecer al superior y ahora encumbrado a mandar sin tener a nadie
humano por encima.
Es
conveniente no enarbolar un optimismo tonto ni un pesimismo ideologizado.
Como
bien sostiene el ensayista Alejandro Horowicz en el diario Tiempo Argentino del
18 de marzo: “El Papa no jugará sus
naipes en el tablero global según la lógica local.”
Sus
primeros pasos son interesantes y promisorios, poblados de gestos a los cuales
ha sido también muy afecto el kirchnerismo.
La historia es imaginativa y sorpresiva, con la misma
frecuencia que suele transitar por los caminos previstos.”
INCOMPRENSIONES LLAMATIVAS
Desde
las filas de los críticos exacerbados del gobierno, el periodista Alfredo Leuco
en su columna semanal del bisemanario Perfil, con su proverbial exageración consideró
que “El (Bergoglio) es la Revolución.” Parece que desde que confió sus ansias
juveniles de un mundo mejor en Victorio Codovilla, el eterno Secretario General del
Partido Comunista, infalible para el error, el periodista cordobés transita por
un carril similar al de su primer maestro, que lo llevó en su momento a
considerar el lock- out campestre- patronal, como “un nuevo 17 de octubre.”
Desde
las filas oficialistas, figuras representativas como Luís D`Elía y el diputado
Andrés Larroque mostraron su desconcierto, manteniendo el anterior discurso a
contramano del viraje que la situación
ameritaba.
El sólido intelectual Horacio González,
reaccionó contra carteles oportunistas que calificaban a Bergoglio como “Papa,
argentino y peronista. …. En su intervención en Carta Abierta
lamentó que sectores kirchneristas
“entren en esa superchería”
Escribió en Página 12: “Volvamos a la improvisada noción de “papa
peronista”. Además de su equivocada inconsistencia histórica, se priva de
considerar las hondas implicancias del nombramiento de Bergoglio y su trabajo
sobre los nombres, que no incluyen sólo a Loyola sino al poverello Francisco,
que intentó cristianizar a los musulmanes….” Junto con puntualizaciones correctas, puede intuirse cierta
incomprensión del intelectual sobre la religiosidad popular que llevó a que
mayoritariamente en nuestro país y en América Latina la designación del Papa
Francisco fue recibida con indudable alegría. Es posible que esa no sea su interpretación ni su intención.
De no ser así se caería desde otro campo en la misma incomprensión que impide
al poder económico y franjas de clase media entender la inserción de los
caudillos populares en el corazón del pueblo.
Con
su habitual ironía corrosiva, la revista Barcelona ridiculizó las ondas de amor
y paz que despertó el nuevo Papa, sintonizando en alguna medida con las
críticas de Horacio González. En su tapa puede leerse: “…..Por qué ahora es progresista pensar que los homosexuales van al
infierno, que usar preservativos es pecado, que el aborto es un crimen y que el
Estado debe financiar la educación católica.
El país reconciliado y retrógrado que se viene”
RECONCILIACIÓN
En las filas de la oposición antikirchnerista se levanta
la bandera de la reconciliación y de dar por superado el pasado. En ese
sentido, una mención ecuménica del Papa Francisco es tomado en nuestro país
como un señalamiento contra el gobierno. Eduardo Duhalde corrió a reconciliarse
con Carlos Menem.
Julio Bárbaro no se cansa en ejemplificar con el abrazo
Perón- Balbín, que a diferencia de lo que sostiene, tenía mucho más de
castración del peronismo histórico por parte del radicalismo que de barajar y dar de nuevo.
Sólo se reconcilian los que están en la misma
vereda, aquellos que tienen intereses
contradictorios secundarios como Urquiza y
Rosas. Cuenta Felipe Pigna: “Justo José Urquiza, el enemigo de 1852,
causante de su derrota definitiva en la batalla de Caseros, conociendo la
delicada situación económica que vivía Juan Manuel de Rosas en Inglaterra, le
ofreció en 1858 su ayuda económica: “Yo y algunos amigos de Entre Ríos
estaríamos dispuestos a enviar a usted alguna suma para ayudarle a sus gastos,
y le agradecería nos manifestase que
aceptaría esta demostración de algunos individuos que más de una vez sirvieron
a sus órdenes. Ello no importaría otra cosa que la expresión de buenos
sentimientos que les guardan los mismos que contribuyeron a su caída, pero que
no olvidan la consideración que se debe al que ha hecho tan gran figura en el
país, y a los servicios muy altos que le debe y que soy el primero en
reconocer, servicios cuya gloria nadie puede arrebatarle, y son los que se
refieren a la energía con que siempre sostuvo los derechos de la soberanía y la
independencia nacional.”
Urquiza y
Rosas tenían contradicciones secundarias acerca de la distribución de las
rentas de la Aduana del Puerto de Buenos Aires entre el Litoral y la Provincia
de Buenos Aires, pero ambos se oponían a la nacionalización de la recaudación,
que sí pretendían los caudillos norteños. De ahí la posibilidad de su
reconciliación.
Cuando Carlos Menem pasó a las filas de la Revolución
Fusiladora, adoptando sus lineamientos económicos, se abrazó con el símbolo más
odiado por los peronistas como era el Almirante Isaac Francisco Rojas.
Nunca se reconciliaron, porque significaban dos proyectos
diferentes, San Martín y Rivadavia.
Nunca se reconciliaron, porque significaban dos proyectos
diferentes, Mitre y los caudillos norteños a los que exterminó.
No hubo ni habrá reconciliación entre las Madres y
Abuelas de Plaza de Mayo y los asesinos del
terrorismo de estado.
No
hay nada que reconciliar entre Cristina Kirchner y Mauricio Macri. Pero eso no significa que la Presidente
practique gestos de urbanidad y convivencia política que lamentablemente evitó
al no invitar al jefe de gobierno de la Ciudad de Buenos Aires a integrar la
delegación oficial al Vaticano. En cambio merece mencionarse como un acto de
reconocimiento al que no es precisamente propensa la Presidenta, la invitación
a Magdalena Ruiz Guiñazú y Graciela Fernández Meijide a la conmemoración del
37º aniversario del funesto golpe del 24 de marzo de 1976.
SALTOS
ORNAMENTALES E INCOMPRENSIONES LLAMATIVAS
El
análisis político no se puede realizar con los anteojos del odio y de la
bronca. Ambos desconectan la lengua del cerebro. Tampoco desde el prejuicio, definido por Florencio
Escardó como “un juicio carente de
juicio”, cuando escribía con el pseudónimo de Piolín de Macramé.
El
filósofo holandés de origen judío Baruj Spinoza es el que acertaba cuando
decía: “En política no hay que reír
ni llorar, sólo comprender.” Si se sigue su consejo se evitan los
saltos ornamentales y las incomprensiones llamativas.
24-03-2013
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