Por Mempo Giardinelli en su libro “Cartas a Cristina”
Lo que uno a veces quiere decirle, Señora, es que somos muchos los convencidos de que este ya largo período, entre el cuatrienio de Néstor y el suyo que ahora renueva, es por lejos el mejor gobierno que la Argentina pudo tener en estos años.
Cualquier otra gestión, a la vista de nombres y candidatos de la primera década del milenio, no hubiera hecho todo lo que se hizo bajo la conducción de ustedes. Es necio negar eso. La recuperación del país en ésta década viene siendo fenomenal y es estúpido restarles méritos con argumentos chicaneros como el “ viento de cola.”
Por cierto, la gestación del kirchnerismo fue alucinante y conviene recordarlo. Porque todo era sombrío pero en siete meses se estableció una ola de optimismo impresionante. Aquel 27 de abril de 2003, en la Argentina, todo era desazón e incertidumbre. El final del gobierno provisional de Eduardo Duhalde era un muestrario de contenciones precarias: de la protesta social; de la esquiva realidad económica; de las incesantes presiones externas y de las pésimas representaciones políticas. La Argentina seguía siendo un polvorín.
Por izquierda, Elisa Carrió (parece mentira que entonces era la centroizquierda) y por derecha Ricardo López Murphy, la anomia carcomía aceleradamente a los tradicionales partidos mayoritarios. El PJ, incapaz de resolver sus conflictos internos, terminaba por nacionalizarlos proponiendo tres candidatos, ninguno representativo de la totalidad del monstruo invertebrado y ninguno capaz de enamorar a los votantes. La UCR, en su agonía, era apenas una vieja y desgastada máquina electoral que no podía garantizar ni la limpieza de sus comicios internos, que terminaron con Leopoldo Moreau y Rodolfo Terragno trenzados en un escándalo que acabó con un montón de tradiciones radicales…………Fue la ciudadanía la que protagonizó el gran cambio: ese 27 de abril hubo una llamativa repartija de votos entre cinco candidatos, lo que indicaba que ninguno merecía ni recibía la plena confianza ciudadana. Y entonces, la gran sorpresa: Menem mostró la hilacha y perdió el invicto de la forma más cobarde, huyendo a refugiarse en las faldas andinas de Anillaco y de su mujer chilena. Y el menos carismático y vistoso de aquellos cinco candidatos se encontró con que la Historia le obsequiaba una oportunidad única. Y nació el hoy llamado estilo K produciendo las primeras reparaciones a los deseos profundos de una sociedad que quería que algo cambiara de una vez, que el maldito “modelo” neoliberal comenzara a derrumbarse y que la recesión terminara por dar paso a una recuperación.
Todo eso lo hicieron velozmente, con olfato y un talento político notables. La figura desgarbada, poco elegante y hasta desprolija del Presidente Kirchner, seguido siempre por su atractiva y temperamental esposa- así lo veía usted el país entero- construyó poder desde el primer día de una manera alucinante. ………..Hace ya muchos años todavía en el exilio, leíamos algunos artículos teóricos de Ernesto Laclau, ya por entonces prestigioso académico de las ciencias sociales, y a algunos compañeros nos interesaba esa especie de salto cualitativo hacia un populismo científico. Ahora que ha vuelto a la Argentina de visita, este catedrático de Teoría Política de la Universidad de Essex y filósofo contemporáneo ha dicho algunas cosas interesantes. Supongo que usted las leyó, pero le recomiendo el sabroso reportaje que le hizo el diario Tiempo Argentino. Allí como en su libro La razón populista (2005), Laclau desarrolla ideas renovadoras sobre el término “populismo” y a la vez ofrece una mirada no convencional sobre nuestro presente. Ya sabemos que en los noventa, o si usted quiere podríamos decir que en todo lo que va de nuestra joven democracia, se difundieron y aplicaron aquí dos discursos espantosos: el neoliberal, supuestamente modernizante y promotor de iniciativas que luego en los hechos, solo nos condujeron al desastre. Y el otro, desculturizador, que reniega de los valores culturales tradicionales, anula todo orgullo de pertenencia, celebra la ignorancia y participa irresponsablemente del proceso de embrutecimiento que se expresa en la exaltación de las peores conductas sociales…….Para Laclau, el actual “modelo argentino”, con la combinación entre pragmatismo institucionalista y el populismo es absolutamente original” y ofrecería una perspectiva renovadora de las mejores propuestas de transformación económica social……Para él, “el kirchnerismo de alguna manera realizó una especie de milagro histórico…Si hubieran sido elegidos Carlos Reutemann o José Manuel de la Sota y demás ¿se imaginan lo que estaríamos hoy en día?”......Ahora bien para Laclau, el modelo K, para llamarlo de algún modo, sería entonces una “trascendencia del peronismo…que es una matriz histórica….que ha signado nuestras vidas y las sigue signando …Creo que el kirchnerismo en ese sentido es un posperonismo, lo que no significa renegar del peronismo, sino ir más allá de los horizontes que el peronismo había construido”…..Hoy me parece más serio y mejor, y más honesto, decir que estamos en un proceso de cambios en democracia y que los avances son muchos y entusiasmantes. Y que falta mucho por hacer y que las vías democráticas requieren el cuidado de las formas y mucho tiempo, mucha paciencia y mucho diálogo. Todo eso, y más.
Quizás una buena forma de medir el devenir democrático argentino actual, que usted conduce, sea el análisis evaluativo que hizo Hugo Presman, un periodista que semana a semana hace agudos análisis radiales de seguimiento de su gestión: “ El kirchnerismo es un movimiento complejo que implica una ruptura en algunos aspectos con la década de los noventa y en otros significa una continuidad. Por sus rupturas padece la furia de sectores del establisment y de la mayoría de las clases medias. Por sus continuidades recibe la crítica despiadada del progresismo tipo Pino Solanas y de las sectas de izquierda, que lo consideran su enemigo principal. Es necio no reconocer 15 o 20 medidas trascendentales… A su vez es torpe no reconocer los errores de implementación de medidas positivas, las fallas groseras en la construcción política, la omisión de avanzar sobre la reforma impositiva, el modelo sojero y el peligro del monocultivo y la desertización, el escándalo de la minería, los manchones importantes de corrupción”(1)
Finalmente, no puedo dejar de decir que se habla mucho de proyecto nacional, Señora, pero yo no sé si existe tal……..Pero un “modelo” político sectorial, aunque sea mayoritario, y aunque sea mayoritario, y aunque sea votado reiteradamente, no es, por esas simples razones y con todo el voluntarismo de una militancia abnegada, entusiasta y bullanguera, el proyecto de comunidad de una nación plural y harto compleja como la nuestra.”
(1) “La oposición al gobierno” de Hugo Presman
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