No lo van a creer pero en mi televisor aparecieron imágenes extrañas mientras se transmitía la inauguración de la embajada argentina en Brasil. Detrás de las figuras de las presidentas de Brasil y la Argentina, vi al colorado Jorge Abelardo Ramos con su sonrisa irónica pero notablemente satisfecha. Decía, por lo menos yo lo escuché, esta frase que a veces repite el Pepe Mujica: “Somos argentinos, uruguayos, brasileros, peruanos o bolivianos, porque fracasamos en ser latinoamericanos.”
Lo vi a Perón abrazando a Lula y recordándole que por los cincuenta promovió el ABC (Argentina, Brasil, Chile). Me pareció, pero no estoy seguro, porque la emoción me nublaba los ojos cuando el obrero, tornero mecánico y ex presidente del Brasil dijo en su tono coloquial: “Soy cristiano y creo que existen otras vidas, y creo que Kirchner debe estar pensando: pobre de mí y pobre de Lula porque la presidenta Dilma y la presidenta Cristina van a hacer las cosas mejor que nosotros y van hacer historia en América Latina. Son mujeres especiales, son militantes políticas, y saben que las dos juntas tendrán más fuerzas que Kirchner y yo ….y estoy seguro que las dos juntas van a cambiar un poco la política mundial ” Y lo vi Néstor Kirchner que con su caminar desgarbado y sus eternos mocasines se confundía en un abrazo eterno con Lula cuando este dijo: “Creo que voy a transferir mi residencia para ir a votarla a Cristina.”
De pronto apareció Manuel Ugarte, aquel socialista que nació rico y murió pobre invirtiendo su capital en propagar la unidad latinoamericana superponiéndose a lo que decía Lula, lo que él predicaba en múltiples tribunas:“Unámonos. Unámonos a tiempo, que todos nuestros corazones palpiten como si fuesen uno solo y así unidos, unidas nuestras veinte capitales, se trocarán en otros tantos centinelas que al divisar al orgulloso enemigo, cuando éste les pregunte: ¿Quién vive?, les respondan unánimes, con toda la fuerza de los pulmones: ¡La América Latina!”
Hasta el ex presidente brasileño pareció escucharlo porque repitió lo que acababa de decir: “Esta embajada tiene el tamaño ( 4000 metros cuadrados) de la relación entre Brasil y Argentina”.
Lo vi a Hugo Chávez y su prédica bolivariana que aplaudía enloquecidamente desde Cuba cuando Cristina Fernández dijo: “Somos una región muy apetecible para el resto del mundo. Debemos desarrollar una estrategia inteligente de integración para blindar a la región, no para aislarnos, sino para ir por más y nunca por menos….Sólo los necios pueden imaginar que el Sur está completamente inmune a las desventuras económicas del Norte.” En un costado vi a Bolívar codeando a San Martín cuando Dilma Roussef afirmó: “ Cuánta diferencia hay entre nuestra integración regional y la de otra partes del mundo, donde hay recesión y falta de acción política….El mayor capital de América Latina son sus 400 millones de habitantes, motor de una región que está creciendo económicamente a fuerza de promover la inclusión social y fortalecer la democracia”. En un momento comentó que sumando las reservas de la región estarían entre las más importantes del planeta.
Cuando la transmisión concluyó, en la pantalla seguían las imágenes imperceptibles. A Perón, Ramos, Ugarte, San Martín y Bolívar, se sumaron José Artigas y el Chacho Peñaloza, Felipe Varela y Julio César Sandino, Emiliano Zapata y Antonio José de Sucre, Bernardo Monteagudo, Juana Azurduy y Francisco Morazán. Seguramente había muchos más que no entraban en la pantalla, de esos latinoamericanos que fueron asesinados o exiliados por su concepción de la patria grande latinoamericana. Se podía advertir que había una alegría desbordante. Incluso parecía que Bolívar decía: “Ha pasado mucho tiempo, pero ahora creo que no he arado en el mar.”
Cambié de canal para ver si las imágenes imperceptibles estaban en otros canales. Seguían. Los vi a Mauricio Macri, Elisa Carrió, Francisco de Narváez, Ricardo Alfonsín, Javier González Fraga, Eduardo Duhalde, abrazados con Bernardino Rivadavia, Carlos de Alvear, Bartolomé Mitre, Manuel García, Juan Lavalle, Justo José Urquiza, Pedro Eugenio Aramburu, lamentándose del aislamiento argentino del mundo y deplorando no tener a Brasil como socio.
Apagué el televisor. Las imágenes desaparecieron. Sin embargo las voces y las ideas siguieron mezclándose. Se superponía el ABC con el Mercosur. La voz de Julio César Sandino, general de hombres libres, con el unámonos, unámonos de Manuel Ugarte. La bandera de Felipe Varela con la leyenda “Unión Americana”, con “el nadie es más nadie” de José Gervasio Artigas.
Me dormí. Soñé de nuevo todo lo que aquí se ha contado. Cuando desperté comprobé que una parte del sueño ya integra la realidad.
31-07-2011
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Qué oportunas y reconfortantes estas visiones después de un día de derrota como el de ayer.
ResponderEliminarEsté blog es un balsamo donde recurro cuando necesito claridad.Abrazo
ResponderEliminarEMOCIONANTE. gracias.
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