Mario Vargas Llosa pasó por el país y la feria del libro en su doble papel de gran escritor y pedestre pensador. Propagandista de un pensamiento neoliberal, promocionado por las grandes corporaciones, empecinado gladiador contra el populismo, político fracasado, su discurso político es una larga retahíla de lugares comunes a lo que el gran escritor es incapaz de aportarle un gramo de originalidad.
Esta contradicción entre el escritor notable y el pensador precario, se traslada a su literatura donde el escritor se enamora en algunas de sus novelas de luchadores anticoloniales y el pensador rudimentario propagandiza el colonialismo. Es natural entonces que el peronismo le resulte incomprensible y el kirchnerismo tan inabordable como todo movimiento que no camine sobre las rodillas y no le ponga la alfombra a los poderosos. Es incapaz de sacar conclusiones de sus aseveraciones más elementales. Añora las importantes editoriales argentinas cuyos libros alentaron su imaginación juvenil. Son las mismas editoriales que pasaron a manos extranjeras, especialmente españolas, en el gobierno que elogia de Carlos Menem. A pesar que ahora, arrinconado por el escritor Martín Kohan en un reportaje en el diario Perfil del 24 de abril no lo reconoce como liberal “porque Menem vino acompañado de una corrupción espantosa, terrible”
A diferencia de Jorge Luis Borges, un gran escritor profundamente reaccionario que actuaba como un francotirador ingenioso, Vargas es un cuadro orgánico de las corporaciones. El Premio Nobel, que posiblemente mereciera con mayor equidad hace tres décadas, le llega con el oportunismo que caracteriza al otorgamiento de los premios de la academia sueca, en el momento que las teorías que propagandiza vive uno de sus momentos más oscuros.
Mario Vargas Llosa defiende la libertad en abstracto y la de mercado en concreto. No es capaz de diferenciar entre países opresores y países oprimidos. Por eso cuando los países explotados y colonizados adoptan las medidas que permitieron a los hoy desarrollados, desarrollarse, los critica desde su ahistoricismo. Ciudadano español, Varguita sería incapaz de reivindicar la frase del Inca Yupanqui anta las cortes españolas: “Un pueblo que oprime a otro no merece ser libre”, que luego recogió Carlos Marx. Si fue capaz de oponerse a la nacionalización de los bancos en el primer gobierno de Alan García bajo el insólito argumento de que “para mí era el final de la democracia.”
El 3-03-2011 bajo el título “Cuando el apoyo perjudica” criticaba la primera carta del ensayista Horacio González que con poca cintura política firmaba la misma como director de la biblioteca nacional. Sostenía que eso ayudaba a Vargas Llosa a victimizarse y a los medios hegemónicos, junto con sus similares internacionales, a lanzar una fuerte ofensiva contra el gobierno. Propuse que “los intelectuales como José Pablo Feinmann, Ricardo Forster u
Horacio González deberían desafiar a Mario Vargas Llosa a un debate público a realizarse en la Feria del Libro sobre los modelos populistas y los neoliberales. Ese sería el lugar y el momento para poner al desnudo la endeblez argumental del Premio Nobel. Es altamente probable, vaticinaba, que el ex candidato a presidente arrugue y que el debate no se realice por abandono del propagandista neoliberal.”
Horacio González, cuya tercera carta es brillante, recogió esta idea según puede leerse en Tiempo Argentino del 20-04-2011 donde se dice: “Horacio González está dispuesto a debatir con el Nobel. “Sería interesante una discusión abierta con Vargas Llosa. El director de la Biblioteca Nacional y los integrantes de Carta Abierta proponen reflexionar sobre populismo y neoliberalismo en la Feria”
Ese era el camino a pesar que la deserción del peruano era fácil de vaticinar. Cuando tuvo que afrontar un reportaje periodístico real, como el que le realizaron Martín Granovsky y Silvana Friera en Página 12 del 22 de abril, el sostenedor que “la intervención del Estado genera injusticia” flaqueó escandalosamente.
Cuando le informaron que sus referentes ideológicos Milton Friedman y Friedrich Von Hayek (sostenedor del Estado mínimo, tomado como dogma por el Partido Republicano norteamericano) apoyaron la dictadura de Pinochet contestó “que de ser así se equivocaron, porque ningún liberal debe apoyar a una dictadura.” Una muestra conspicua de liberales que apoyaron al terrorismo de estado en la Argentina lo rodeó y aplaudió enfervorizadamente en la reunión de la Sociedad Mont Pelerín a la que concurrió como invitado.
Es cierto que Horacio González nunca propuso vetar la presencia del escritor nacionalizado español en la Feria. Sólo manifestó su disconformidad de que realizara el discurso de inauguración. Pero el texto original dejaba demasiados flancos aprovechables por las aves de rapiña.
Merecen señalarse que Canal 7 televisó, junto a los canales de noticias, la exposición leída del autor de “Conversación en la Catedral” y la inteligente jugada de Hebe de Bonafini, habitualmente visceral, y que en esta ocasión actuó como una hábil estratega solicitando que el propagandista del fundamentalismo de libre mercado se adhiera a su denuncia de censura de su programa que se transmite por CN23 en la grilla de Cablevisión.
Astucia para la batalla cultural. Estrategia adecuada para evitar el descubrimiento de flancos aprovechables por los medios hegemónicos. Dos virtudes indispensables para transitar el camino que accione la inteligencia para no repetir errores.
25-04-2011
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No creo que lo de Horacio haya sido un error
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