Afirmaba Samuel Clemens que “La diferencia entre una palabra casi justa y la palabra justa no es una pequeña cuestión, es como la diferencia entre una luciérnaga y la luz eléctrica.” Pocos lo conocen como Samuel Clemens pues a la historia de la literatura ingresó con el nombre de Mark Twain. Una de las costumbres más remanidas es el saludo del que ingresa a un lugar donde hablará a un grupo de gente o invitado a la radio o a la televisión diga: “Buenos días a todos.” Con decir buenos días es suficiente. No conozco a nadie que a contrario sensu haya dicho: “Buenos días menos a fulano y mengano.” Otro error de las mismas características es el que dice: “Mi opinión personal.” Al decir mi opinión, se debe descartar lo de personal ya que queda implícito en el mí. Una de las muletillas más frecuentes de reciente uso generalizado es pasar de un párrafo oral a otro con el separador: “bueno, pero….”. Otro es la expresión “nada”, importada de España, que parece un intento de auto desvalorización de lo que se está diciendo.
Hay una subestimación inconsciente de lo escuchado cuando el receptor dice “Obvio”. En términos concretos está afirmando que lo que escuchó es una perogrullada, aunque tal vez no sea esa su intención, sino sólo exteriorizar que lo que está escuchando es sabido.
Una tendencia juvenil adoptada en muchos casos por personas que acumulan más años, es la necesidad de potenciar el lenguaje con el uso del superlativo o con el agregado antes de cada adjetivo del prefijo “re”. Llamar a cualquier persona como genio, ídolo, diosa, significa desvalorizar el concepto de genio o ídolo que sólo se debe reservar para casos excepcionales. En términos futbolísticos hay muchos buenos jugadores pero pocos, poquísimos crack. Llamar crack a cualquier buen jugador es desvalorizar la palabra cracks.
Otras muletillas muy frecuentes cuyo uso intensivo parece una subestimación del interlocutor, son las que al final de cada frase se les agrega: “¿Me entendés?” ( de uso intensivo por Jorge Lanata) “¿Me siguen?” (interrogación permanente de Elisa Carrió) o cierta inseguridad cuando permanentemente se pregunta:“¿No es cierto?”(muletilla insistente de Magdalena Ruiz Guiñazú). Otra expresión generalizada es en medio del discurso agregar reiteradamente la palabra “digo”, de lo cual nadie puede dudar. O concluir cada frase con un tono interrogativo a través del ¿Sí? o ¿ No?
Algunos ante una pregunta, buscan tiempo para contestar y entonces acuden al latiguillo “ a ver”, que da cierto aire de persona reflexiva. El ex jefe de gobierno Aníbal Ibarra fue el que hizo uso y abuso de este artilugio.
Un saludo con origen posiblemente en Brasil es una pregunta que por su imprecisión carece de respuesta. Es aquél que inicia el reconocimiento con la pregunta: “¿Todo bien?, que algunos han adoptado con la variante de cierta reminiscencia procesista: “¿Todo en orden? Se incorporó en la década del noventa y no es irrelevante el dato porque es una época en que el otro importaba poco. Es diferente saludarse con un ¿Cómo estás? a lo cual el interlocutor puede contestar haciendo un rápido balance como bien, mal o más o menos. Diferente es preguntar ¿Todo bien?, porque el sentido común indica que a prácticamente a nadie en todos los órdenes de la vida le va todo bien.
Las despedidas han incorporado un agregado que refleja ciertos temores. Es frecuente que uno le diga al otro: ¡Cuídate! O una salida de circunstancias rodeada de una profunda nebulosa: “Nos vemos”
Pero nada supera al abuso de la palabra boludo que puede indiferentemente usarse para saludarse, para concluir cada frase, y lejos, muy lejos, para insultarse. Ha reemplazado al tradicional "che" que nos identificaba mundialmente. Es posible que si hoy viviera Ernesto “Che” Guevara, se convertiría por estas cosas de las deformaciones o actualizaciones del lenguaje como Ernesto “boludo” Guevara.
Otra práctica verbal, de la que abusa el locutor Fernando Bravo, es llamar a todos sus colaboradores en diminutivo. Otros periodistas saludan a un oyente con la palabra “amigo” que implica una caracterización incorrecta ya que dicha palabra debe reservarse seguramente a casos limitados. Bueno es recordar la caracterización de Atahualpa Yupanqui: “Amigo es uno mismo en la piel de otro.”
Una expresión, en mi opinión desafortunada de la que abusa el periodista Alfredo Leuco, es “todo argentino bien nacido”, una caracterización que parece arrancada del médico y criminalista italiano Ezechia Marco Lombroso, conocido como Cesare Lombroso suponiendo que intrínsecamente algunos seres humanos nacen bien y otros mal.
Otras aseveraciones que rematan un asentimiento total a lo que se está escuchando son “absolutamente” , “definitivamente” o totalmente. Son más categóricas que la frecuentada “tal cual”.
Otra expresión usada habitualmente es “lo dijo con todas las letras”. Es impensable imaginarse a alguien haciéndolo sólo con vocales o consonantes o con faltantes de ambas. Otra malversación lingüística es “tener códigos.” Es haber incorporado la acepción mafiosa del término. Se puede decir lo mismo expresando “que es necesario tener reglas.”
Finalmente dos situaciones que transitan el ridículo: aquellos que festejan el cumpleaños de personas muertas y aquellos invitados a la televisión que cuando son presentados terminan aplaudiéndose.
El lenguaje es algo vivo sujeto a permanentes modificaciones. Pero no debe confundirse las incorporaciones beneficiosas con las malversaciones o desnaturalizaciones. Esto último termina significando la desvirtuación de la palabra cotidiana.
03-02-2011
TODOS LOS LOS DERECHOS RESERVADOS . Hugo Presman. Para publicar citar la fuente
¡Qué suerte Hugo que tocaste este tema! De todo lo que señalaste hay una cosa que me disgusta más que las otras, por lo que significa: ese "¿Todo bien?"
ResponderEliminarEse "¿Todo bien?" induce a decir que sí, y a no decir que algo ande mal. Porque ese "¿Todo bien?" viene con un tono imperativo, no se si te diste cuenta. No es un interrogativo realmente, es inductivo. Nadie se atrevería a contestar "mal" a esa pregunta que no deja lugar a otra cosa que a confirmar que todo anda bien.
A mí me preocupa porque el "¿Cómo estás?" de los amigos implicaba la posibilidad de contestar la verdad. Algo cambió para que a nadie le interese que uno esté mal, o no esté tan bien, o no esté bien.
Nadie quiere hacerse cargo de que el otro no esté bien. Nadie quiere escuchar los problemas del otro. Por eso se advierte de entrada que la pregunta va dirigida a todo lo que está bien, y de ninguna manera a algo que no estuviera bien.
Son los signos de la falta de solidaridad con el otro, de la falta de interés por la vida del otro.
Excelente Hugo, dejo mi blog, saludos,
ResponderEliminarhttp://cosaspoliticas.blogspot.com/
pobre sra eva.en mi mundo ,el que me interesa,el de los afectos y de los cumpas,todos nos preocupamos por todos.qué lástima,la sra eva...no debe ser peronista.ni militante de ninguna organización nacional y popular,en donde la solidaridad y el cuidar al otro,es LEY que se cumple con agrado
ResponderEliminar,.,.,.dijo.
ResponderEliminarAqui se trata de hablar bien, pero también de escribir correctamente,en este caso los nombres propios se empiezan con mayúscula, ejemplo: Eva.
Leí tu texto con mucho placer y me acordé de otras expresiones erróneas:
ResponderEliminar-"Está bueno", en reemplazo de "es bueno", o "está bien".
-Comenzar una frase con un "te digo la verdad", como si todo lo demás que se haya dicho hubiese sido mentira.
Respecto de las preguntas "¿me entiende" o "¿me sigue?", hace muchos años que en pedagogía se enseña que son expresiones irrespetuosas para el interlocutor (en el caso del aula, el alumno), porque implican que en la relación enseñanza-aprendizaje, si el otro no aprende, es por su culpa. Es correcto utilizar las preguntas: "¿me explico?" o ¿fui muy confuso?
Un abrazo de Rubén.
"Para que la gente entienda"
ResponderEliminarLa pregunta del millón es... ¿Quién será el juez de la desviación lingüística, para decidir si es "beneficiosa" o "malversación"?
ResponderEliminarpresman:tu articulo tiende a conformarse en vademecum.lo cual,por supuesto (perdón por el cliché)es beneficioso en tanto que uno puede reconocerlo como tal.
ResponderEliminarTe sugiero lo siguiente: transformate en regidor de la utilizacion del lenguaje cotidiano ya que, tal como lo señalas en el titulo, éste se encuentra desvalorizado.Pero,por cierto segmento de la poblacion.Lo cual no puede ser tomado como ejemplo.Pues esto no influye sobre la dinámica de un lenguaje en permanente cambio.
Ahora,lo raro del asunto es que-como señalé indirectamente- partis de analizar lo que ocurre en los medios de comunicacion.
El punto de partida es interesante
1ero)porque observas el tema sin tener en cuenta que los medios pueden influir hasta determinado momento.despues...cero.
2do)este vacio que se da con posterioridad a ejercer influencia, ha llevado a considerar otros controladores sociales pues-queridisimo presman - los medios forman parte de ellos.
3ero)visto desde este ángulo, el lenguaje que mencionas es un lenguaje orientado a ejercer cierto influjo.Este influjo ha dado como resultado que pensadores (nil by nil) como vos, se den a la tarea de construir vademecums a partir de un analisis con infinitas zonas debiles.
ok, voy a tratar de hablar bien
ResponderEliminargracias Hugo, de veras
Te olvidaste de decir que la expresión "mató mil" debía ser repudiada por apología del genocidio o que la palabra "careta" no debería usarse, porque desvaloriza el carnaval de Venecia.
ResponderEliminarLo de Leuco, admito, es lamentable. Pero lo demás son usos y costumbres: van y vienen, y tiene poco sentido medirlos con la varita del lenguaje correcto, que es igual de pasajero (¿o acaso no decimos que tiramos la cadena de inodoros que hace décadas tienen botones o palancas?)
Comparto con Eva que el inquisidor "¿todo bien?" implica la imposición de que la respuesta sea positiva, porque es la que se quiere escuchar y ninguna otra.
ResponderEliminarLa utilización del "obvio" como naturalizador evidente del comentario del otro no sólo es poco amable por su implicada desvalorización, sino que, a veces, parece ser un recurso de quien no cuenta con más argumento que la desvalorización misma.
Al uso y abuso de los nombres por diminutivos, a la calificación de "genio" aplicada a cualquier persona del común, me permito sumar una particularmente desagradable que es la de expresar afecto exagerado y a los gritos "¡¡te quiero!!" gritado ante un micrófono en medio de un programa radial, por ejemplo.
Un buen ejemplo de todo lo mencionado en este último párrafo es la conductora que reemplazo a Lopez Foresi en el programa de radio Del Plata que va de lunes a viernes de 6 ,30 a 9 hs. Se llama Cristina Perez.
Buena, Hugo. Hay otra que se usa como desvalorización de quien escucha: ¿Qué quiero decir cuando digo...?" Con lo cual, en vez de aclarar, oscurece.
ResponderEliminarMejoró Leuco. antes decía "los periodistas somos los abogados de la gente", aflojó con ese asesinato semántico.
ResponderEliminarLa palabra acompaña a un sujeto que la emite; viene con una inflexión de voz, un tono, una mirada, un cuerpo vivo a distancia de "palabra"..... analizando la palabra "radial" o "televisiva", caso leuco, magdalena y demás especímenes de la fauna comunicacional, existe sin dudas un propósito deliberado y certero tanto en la palabra elegida como en su silencio....
ResponderEliminarun amigo que categorice de crack a un burro mediocampista que las corre a todas, quizás quiera reivindicar el esfuerzo y la garra, ante la pasividad intensa del jugador mejor pagado del equipo..... existe un único significado o la palabra se adapta a la idea que se pretente "meter" en la charla?
.... sin dudas tendríamos un país más sano, si al entrar a algún coqueto comedero hace años hubieran usado nuestros compatriotas un "buen día a todos, menos al hijo de puta de astis que esta al lado del baño"... fijate como hasta se revaloriza el uso de HDP.... fuerte abrazo y gracias
¡Excelente nota Hugo!
ResponderEliminarTe agrego algunas frases que me molestan mucho:
Coincido en esta con Eva:
-¡Hola! ¿Cómo estás, bien? (parece que esta pregunta te obliga a decir "SÍ", es intencionada en ese sentido y como, por lo general, se pronuncia al pasar, cuando nos cruzamos con alguien conocido, en el ascensor, en la vereda, en un comercio, no da lugar a ninguna respuesta más que un simple "sí". Tal vez podemos llegar a agregar nuestra tímida pregunta: -¿y vos? y todo termina, así de rápido en un -"si, gracias."
Y coincido en esta con Rubén:
-¿Qué parte no entendés? (tiende a tratar a la otra persona de poco inteligente, de no poder entender la idea que se le está expresando).
Saludos (a todos y todas)
Vir
nada mas y nada menos.(¿¿??)
ResponderEliminaren tiempo y forma
a ...dias vista
jamas referirse a la conducta como un problema ético o moral sino siempre con la dupla "ético y moral"
fasdcinado por una trivialidad
lo retó mal en lugar de malamente
Qué boludo, che...
ResponderEliminarY festejar los cumpleaños de las personas muertas por qué transita el ridículo, sabelotodo ? Sí querías a esa persona, por qué no festejar, en la esperanza de que esté ya en un lugar mejor que éste, donde vos sos escritor.
Habría que eliminar, con tu criterio, el día de la bandera, el día del general San Martín y el día del maestro, entre otros, ¿"no"?
Hacer críticas desde un pseudónimo como anónimo, es una descalificación para quien no tiene la valentía más elemental de ponerle nombre y apellido a lo que sostiene. Es una actitud que se puede identificar con la cobardía.
ResponderEliminarAclarado este punto, le contesto, prescindiendo de los adjetivos que dispensa con una generosidad ( boludo, sabelotodo) directamente proporcional a la oscuridad de donde los realiza.
Si Ud. cree en “otra vida” es respetable y entra en el campo de sus convicciones religiosas. De la misma forma, acepte que otros, entre los que me cuento, cree que hay una sola vida, que es ésta. El cumpleaños, celebra ésta vida. Es un festejo por haber cumplido un año más de existencia. Es de la más elemental lógica cartesiana, que a un muerto no se le puede celebrar algo que carece. Además, por el absurdo, siempre el festejado, en ese supuesto, revestirá en la condición de ausente.
Los ejemplos que da demuestran confusión. En el día de la bandera se recuerda la muerte de Belgrano. El 17 de agosto se recuerda la muerte de San Martín. El 11 de septiembre, lo mismo de Sarmiento. En nuestro país, a diferencia de los norteamericanos, a las figuras notorias se las recuerda en el día de su muerte y no de su nacimiento.
Aunque se recordara a la figura en el día de su nacimiento, sería impropio desearle un feliz cumpleaños por los motivos apuntados más arriba. Lo que se hace es conmemorar el día de su nacimiento, no su cumpleaños.
Hugo Presman