DIANA WASSNER
29 años. Hoy, como cada
18 de julio hace 29 años, nos volvemos a encontrar en el frío de la plaza
Lavalle. Como lo hicimos cada lunes durante una década. Como lo hacemos cada 18
hace casi treinta años. Una vida alrededor de una tragedia. La rutina de la injusticia.
¿Qué queda por decir que no se haya dicho aún? Lo hemos visto todo, 29 años es
una vida juntos, 29 años es demasiado tiempo para pensar que la justicia no
existe, que la verdad nunca la tendremos. 29 años es mucho.
Son 29 años de no elegir
la vida que nos tocó, de vivir una vida que no quisimos. Nadie está preparado
para ser víctima, pero mucho menos para recorrer los pasillos de la oscura
justicia argentina, buscando culpables como si jugáramos a las escondidas. Un
país, nuestro país, nuestro amado país, con demasiados ejemplos de familiares
buscando familiares. De familiares buscando justicia, saliendo a la calle,
pidiendo por un Estado que no solo se ausenta: es culpable. Este país, que
queremos, pero que nos empujó a resistir, este país que amamos, pero que nos
niega cada día la posibilidad de vivir en paz, de vivir con justicia. 29 años
es demasiado tiempo para no saber qué pasó.
En apenas unas semanas
habrá elecciones, pero cómo podemos pensar que la democracia triunfa cuando el
Estado es incapaz de cuidar a sus ciudadanos. Cuando no aparecen las respuestas
para saber qué pasó con el peor atentado que haya vivido nuestro país. Qué
clase de democracia tenemos si hay que juzgar a un expresidente, a un ex juez y
a los fiscales. Porque nunca vamos a saber quién puso la bomba, pero sí sabemos
quiénes se ocuparon de ocultar la verdad. Aquellos que convirtieron a la Causa
AMIA en una alfombra llena de escombros sobre la que caminamos cada día que
vamos a trabajar, que comemos con nuestras familias, que nos presentamos para
elegir presidente. Nos duelen los pies, hemos pisado demasiado dolor debajo de
estos 29 años. Son muchas cosas que no sabemos. Son todos los escombros sobre
los que caminamos.
29 años de una tragedia,
nuestra tragedia, la de todos los días. La vida es un lugar lleno de momentos
dolorosos que nos llegan sin que nadie nos pregunte. Que nos llegan sin
siquiera haber hecho nada. Pero, no importa la tragedia que nos explote, nos
queda siempre un lugar para elegir. Frente al dolor, no existe la nada. Se
resiste. Se lucha. La impunidad es una avalancha que baja a toda velocidad
desde lo más alto del poder y esta plaza, este refugio, ha sido un dique contra
el olvido. Para mirarnos a nosotros y reconocernos en la lucha. Y sin ustedes
no habría sido posible. Solos, somos impotentes.
Hannah Arendt dice que
la única manera de no sentirse solo, es encontrar otras personas que compartan
nuestras preguntas, nuestros dolores. Gente que me devuelva un lugar en el
mundo cuando lo que encuentro es desarraigo. Porque la soledad es impotente
ante la fuerza ajena, pero lo colectivo construye poder, construye relatos,
cosas que duran en el tiempo. Seguramente nunca sepamos qué pasó con la AMIA,
pero Memoria Activa será el relato que le contaremos a nuestros hijos de cómo
luchamos, de cómo seguimos.
En octubre del año
pasado, después de 23 años de iniciada nuestra denuncia contra el Estado
Argentino, nos presentamos ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos de
la OEA en una audiencia en Montevideo. Dimos nuestro testimonio ante el órgano
más importante al que podíamos aspirar. Más allá del reconocimiento del Estado
y de la Corte a las denuncias de Memoria Activa, seguimos esperando una
ejemplar condena. Fue una lucha intensa y desafiante llegar ahí, pero llegamos
y fue gracias a toda la gente que siempre nos acompañó en este camino tan
sinuoso, algunos que ya no están, algunos que extrañamos a diario, algunos que
se paran en este frío cada año. Nunca será suficiente nuestro agradecimiento a
los increíbles profesionales que trabajaron y trabajan en esta causa que
hicieron suya. Memoria Activa es también un recordatorio de que, aún en la
impunidad, aún en el dolor de no saber, no estamos solos. Gracias infinitas.
29 años, cuánta desesperanza la Causa AMIA. 29 años de espera. 29 años
sin perdonar. Y un año más, nuestro acto queda de este lado de la calle
Pasteur. Allí, a unos metros, es probable que por los parlantes estén hablando
del Juicio en Ausencia, una pícara manera que han encontrado de intentar cerrar
la causa AMIA sin verdad y sin justicia, como siempre quisieron, como siempre
intentaron.
La dirigencia
comunitaria judía hace que hace para desviar la vista del encubrimiento y
centrar los reclamos en argumentos tramposos. Hace unos días llevaron a cabo
una jornada para “discutir” el tema. Entre los panelistas estaba el exministro
de justicia de De la Rúa, Gil Lavedra: el mismo que nos amenazó con utilizar
represalias si no dejábamos de hablar en Plaza Lavalle. El coordinador del
evento fue el mismísimo Dr. Console que, si no lo recuerdan, es la persona que
puso Garavano justo antes de terminar el juicio por encubrimiento, desplazando
a los abogados de la Unidad de Investigaciones AMIA, con el único objetivo de
salvar a Muller y Barbaccia. Pero el encuentro no termina ahí, también
convocaron a Alberto Indij para que haga las veces de moderador. Indij,
expresidente de la DAIA, acérrimo defensor del ex juez Galeano. Esta es la
gente que se atreve hoy a opinar sobre la causa AMIA.
Si en los juicios en
presencia no hay garantías de justicia, imaginen, en nuestro país, los juicios
en ausencia. Por eso, hoy, a 29 años, seguimos reclamando, como tábanos, para
que no nos dejen de escuchar. Porque no olvidamos y no perdonamos y
porque esto no termina. Seguimos exigiendo:
1. Una fiscalía con nuevo personal serio, capaz
y honesto que esté dispuesto, de una vez y por todas, a investigar de verdad.
2. Queremos tener disponibles todos los archivos de inteligencia de todas las
fuerzas de seguridad, así como el estudio y análisis de todo el contenido. Que
las leyes, las desclasificaciones, los trasladados de material de un lugar a
otro, sirvan para algo y no para seguir engrosando fojas incomprensibles.
3. Queremos cambios en la justicia. El nivel de amiguismo y corporación del
Poder Judicial hacen que hoy, TODAS, todas, todas las causas por el
encubrimiento de la causa AMIA estén paradas, guardadas, cajoneadas, esperando
impunemente que pasen otros 29 años.
Menem murió inocente y los culpables, si no hay cambios, morirán sin condenas firmes. Repudiamos este accionar perverso de la llamada Corporación Judicial. Dice el Talmud: “una justicia que tarda no es justicia” y en la tradición judía, la pérdida de tiempo en hacer justicia es delito. Un delito más en la causa AMIA.
Menem murió inocente y los culpables, si no hay cambios, morirán sin condenas firmes. Repudiamos este accionar perverso de la llamada Corporación Judicial. Dice el Talmud: “una justicia que tarda no es justicia” y en la tradición judía, la pérdida de tiempo en hacer justicia es delito. Un delito más en la causa AMIA.
Hoy, hace 29 años, iniciamos un camino aquí
parados, en esta Plaza frente al Palacio de la Injusticia. No sabíamos nada
como seguimos sin saber. Teníamos apenas algunas certezas: si no nosotros,
quién, si no es ahora, cuándo. Hemos sido engañados, nos han mentido, nos han
amenazado, nos han echado y aquí estamos, de pie, haciendo lo que nadie hubiera
hecho por nosotros. Nos une un enorme dolor y una enorme compañía, porque el
dolor no se cura nunca, pero se lo acompaña y se lo lucha.
Son 29 años de escuchar historias falsas, ver
pasar gobiernos, escuchar anuncios vacíos, personas que nunca se cayeron de
espaldas, investigaciones que no llegan, personas que nos dejan, el olvido de
un país que arrastra consigo cicatrices que nunca terminan de sanar. Es mucho
tiempo de convivir con la terrible sensación de habitar un suelo que no nos da
respuestas. Son demasiados años mirando al Poder Judicial a la espera de que
sea un espejo que tenga el reflejo de devolvernos justicia, pero que, en
cambio, ha vuelto a la justicia un espejismo, una utopía, un lugar al que nunca
llegaremos.
29 años de aquel fatídico 18 de julio de 1994
que no se borrará nunca de nuestras vidas, en ese instante en que nos
arrancaron para siempre a nuestros familiares y amigos.
Hemos hecho mucho más de lo que imaginábamos y es por toda la gente que siempre
estuvo. Impulsamos en soledad un juicio por encubrimiento, y un juicio contra
el Estado Argentino que reconoció su culpabilidad. Juzgamos a un ex presidente,
a un dirigente comunitario, a un ex juez, sus fiscales, la policía y la inteligencia.
Y aún hay más encubrimiento por juzgar.
Nuestro compromiso es siempre el mismo: la verdad y la justicia. Hoy aquí, 29
años después, solo podemos decir que Memoria Activa nos ha brindado un refugio
único para combatir la soledad y la injusticia. Quienes vinieron semana a
semana, quienes están hoy aquí, sepan que así también se ven los relatos que le
contaremos a nuestros nietos. Con personas normales, paradas en una plaza,
abrigadas, con frío, escuchando lo difícil que es vivir en un país sin justicia
y que no olvidamos. Pero tampoco vinimos acá sólo a recordar, vinimos a luchar.
No olvidamos y no perdonamos
Justicia, justicia perseguirás.
Justicia, justicia perseguirás.
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