En
el año 2011 Cristina Fernandez de Kirchner fue votada como presidenta con casi
el 55% de los votos, quedando en segundo lugar con el 17% Hermes Binner. Ese mismo año se produjo una
fuga de capitales de alrededor de 21.500 millones de dólares, que replicaron
con parecida intensidad los 23000 millones fugados en el 2008.Vale la pena
ejercitar la imaginación para recrear que país se hubiera configurado con los
aproximadamente 60.000 millones de dólares fugados en casi 4 años, si hubieran
transitado legalmente los circuitos financieros.
El
5 de Julio de 2012 el gobierno ante la caída de reservas decide prohibir el dólar
para atesoramiento.
En
ese lapso de tiempo surge el dólar ilegal, llamado misteriosamente “blue”. Desde
aquel entonces hasta ahora ese acto político se configuró como referencia
económica y factor condicionante del gobierno.
Ese
dólar ilegal operó como un opositor político pese a que según los entendidos su
volumen fue siempre marginal no superando los 10 millones de dólares promedio.
Si
este dólar fue síntoma de un desajuste,
diagnóstico que suscribo, nada dice acerca del sujeto perjudicado. Para los intereses
y/o deseos de un sector social bien podría ser que la menor competitividad
afectara su tasa de ganancia y un recurso fácil y directo para recuperarla y/o
aumentarla se resolviera mediante una devaluación del peso.
¿Acción
política o acción de mercado? ¿En que se parecen y en que se distinguen?
Esta
demanda no recorrió al menos los carriles tradicionales de la política.
No
hubo movilizaciones específicas, ni propuestas parlamentarias, ni votos. Fuerte
presencia mediática y signos diluidos en el mar cacerolero.
Actos,
situaciones de hecho, la palabra, vehículo de todo debate, casi ausente.
El
mercado se ha transformado luego de un batallar de siglos, en el rostro oculto
de la política, en su continuación por otros medios. En un acting.
Es
una conquista parcial y no definitiva, se ensancha o se estrecha según
coyunturas y el cielo abierto de la política permanece vivo y activo, pero el
futuro inmediato asoma como un repliegue de la política explicita, a cara
descubierta, en favor de un accionar más oculto.
Los
mercados de la economía se instalan en nuestra América del Sur bastante antes
que las formas competitivas democráticas de la política.
En
nuestro país por primera vez luego de 99 años de la ley Sáenz Peña un actor
directo de los poderes concentrados logra la elección, sin golpes militares, sin
testaferros y sin caballos de Troya.
Retomemos
la idea del mercado como un actor político de renovado brío.
Hemos
comentado que aquella operación financiera de raíz política que instala la
incertidumbre del dólar ilegal se comporta como un voto calificado. Minorías
descontentas que deciden o al menos condicionan rumbos elegidos por mayorías
sociales.
Si
la política, en una operación oculta, logra transferir el conflicto social, las
desavenencias, la confrontación y el malestar al mundo del mercado ella se
libera de sus contornos más dramáticos, se frivoliza con todo derecho y se
adjudica el monopolio de la concordia. Pierde tensión, libera una sonrisa y
queda en favor de los amargos y los violentos la ruina de esa armonía. Como
bien dijo Mauricio Macri” en la tv pública no habrá ni 678 ni 876, la tv
pública se despolitizará” He aquí la más grande operación política resuelta
desde su ausencia. La política actúa desapareciendo. La magia del mercado, sin
revelarnos el truco, la esconde.
En
la reciente gira que Macri realizó por Brasil frente al empresariado paulista
declaró que iba a desideologizar la región. Malcorra su recién designada
Canciller en un reportaje a La Nación pronosticó la desideologización de la
política exterior argentina. Estas declaraciones fueron hechas, sin rubor,
pocos días después de haber reclamado Macri la expulsión de Venezuela del
Mercosur. Como vemos la política no es una cuestión fácil de eludir.
Sin
embargo la política es para una concepción de mercado un estorbo, una
incomodidad. Casi podríamos decir desde el extremismo de mercado de José Luis
Espert, un acto intervencionista, casi fascista.
Reducida
a competencia electoral, escollo insalvable, y a una buena gestión en el
cuidado y nivelación del verde césped se le reserva un asiento privilegiado
para disfrutar del espectáculo.
La
política eje sobre el cual se desfeudaliza la sociedad y se construye el
mercado, vuelve al mayor anonimato posible, pierde su rostro y encuentra su
mejor modelo en una reciente frase de Marcos Aguinis, “en los países serios la
gente no sabe quién gobierna”.
La
política se despersonaliza, el mejor mundo aconteció y sólo queda la
administración de las cosas. La historia no cuenta, ¿el pasado?, un lastre
innecesario. El presente se reinicia indefinidamente.
Marx
en su quimérico y utópico sueño predijo que atravesando el calvario de la lucha
de clases a través de la lucha política, el heredero subjetivo y necesario de
esa confrontación, el proletariado, como líder social nos conduciría a la
sociedad comunista, a la extinción del Estado y de las clases sociales. A
partir de ese momento la política se reduciría a la gestión de las cosas. En un
traslado cínico, de fachada positivista, el neoliberalismo actual y su versión
local el macrismo, intentan transferir al mercado el horror inédito de la
desigualdad social reservándole al Estado y a la política la
tarea de administrar su existencia.
En una inversión diabólica la post-política no llega con la carga romántica de la igualdad, sino con la consolidada estructura de uno de los momentos más desiguales en la historia de la humanidad.
En una inversión diabólica la post-política no llega con la carga romántica de la igualdad, sino con la consolidada estructura de uno de los momentos más desiguales en la historia de la humanidad.
La
manoseada diversidad, anhelo legítimo de la vida en común, esconde en manos del
neoliberalismo una operación de honda raíz totalitaria. Aquella que reconoce
como única y legítima forma de vida la que surge de una organización social de
mercado. Si tal organización se naturalizara, se esfumaría su raíz ideológica y
política.
Una
lucha inteligente y activa, un debate sensato y renovado que no se deje tentar
por la mera inversión de los términos y haga del pasado una fuente
imprescindible de aprendizaje nos podrá impulsar a una persistente renovación
de la política, único escenario posible de una mejor convivencia humana.
23-12-2015
*Ariel Luis
Lupo se recibió de Licenciado en Psicología en la UBA en 1982. Desde esa fecha
y hasta 1990 trabajó en distintas áreas de la atención psicológica en el Htal.
Borda, en el Htal. Francés y en el Htal. Alvarez.
Desde
1984 hasta 1990 fue Co-Director del Centro de Estudios Psicológicos y
Psiquiátricos Dr. Jorge Thénon. Es integrante desde 1994 de la Fundación
Familias y Parejas. Dirigió en esa Fundación la publicación Encuentros dedicada
a la investigación y el debate de problemáticas del mundo psicoterapéutico con
orientación sistémica. Trabajó de modo específico en el área de Parejas dentro
de la institución. Su actividad docente se concentró durante los años del CEPP
Dr. Thénon.
Actualmente
trabaja en Suma en el área de atención de familias y parejas.
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