“6-7-8” y Beatriz Sarlo
El debate y el postdebate
La presencia de la ensayista Beatriz Sarlo en “6,7,8” y las repercusiones posteriores que originó, permiten acercar la primera conclusión: en nuestro país, y más allá de lo mucho que se ha avanzado, el debate, este tipo de debate, aún es un ejercicio poco frecuente. En cuanto al desarrollo del mismo, pueden hacerse muchas consideraciones. Aquí apunto algunas: 1) La estructura del programa no es la mejor para un debate. El hecho de sentar a cinco panelistas y a dos invitados favorables a las posiciones del programa y enfrente a una mujer crítica del mismo, establece una desigualdad que desde el mismo momento en que se inicia la emisión produce en el televidente un hándicap favorable a la invitada crítica. El programa como soporte permite el intercambio de opiniones enfrentadas pero no es adecuado cuando alguien viene directamente a confrontar 2) Teniendo en cuenta que las críticas de la ensayista al programa eran conocidas, la producción encaró el evento con las mismas características de uno habitual. Es evidente que si lo hubiera tenido en cuenta el primer informe debería haber sido sobre, por ejemplo, “Los intelectuales y su cooptación por el poder económico”, con declaraciones de la invitada en su condición de asalariada de los dos medios más importantes de la Argentina. Ahí Sarlo hubiera debido explicar, a la defensiva, su pertenencia a los medios hegemónicos. En cambio se le presentó un compilado sobre el movimiento de los indignados en España, a partir del cual Sarlo tomó el centro del escenario cuestionando con argumentos endebles como se hacían los informes. 3) Los panelistas habituales estuvieron contenidos, escapando a mi conocimiento si fue por un excesivo respeto al carácter académico de la invitada o por una sugerencia de los responsables de 6-7-8.
4) Los invitados, el licenciado en filosofía Ricardo Forster y el licenciado en periodismo Gabriel Mariotto, a pesar de diferentes intentos, no lograron recuperar el centro del escenario. Forster se explayó con su habitual discurso académico sin poder conseguir que Sarlo contestara a algunos de sus planteos y careciendo del punch que le permitiera llevarla contra las cuerdas, y Mariotto estuvo por debajo de otros debates en los que participó con soltura. Pareció un militante universitario que no encontraba su lugar, y en su momento más desafortunado, tomó el micrófono deslizándose por otro sendero en el momento que Barone intentaba contestar una chicana, fruto de la soberbia académica de la crítica literaria, que quedó como lo más comentado de la noche. Aquello de: “Conmigo no, Barone”
En una entrevista en la revista Debate del 14 de mayo, a la pregunta de la periodista Carolina Keve sobre si la invitaran a 6-7-8, eso no estaría mostrando un sesgo de pluralismo, Sarlo contestó: “No, primero no creo que la respuesta esté en estimular el debate. Puede ser que me lleven porque soy la antikirchnerista que los kirchneristas aman odiar, pero no creo que sea para estimular un debate. Más allá de eso, ese pìcadillo de 6,7,8 va en contra de la libertad de expresión. ¿Por qué? Porque uno dice algo, y lo cortan y lo repiten unas cien veces”
LAS ENDEBLECES DE LA ACADÉMICA
Acerca de los informes: Sarlo sostiene que recortan lo expresado, no tienen fuente ni fechas. Es obvio que todo informe es un recorte. Lo importante es que ese recorte sea una expresión fidedigna del conjunto y la muestra no distorsione la totalidad. Es equivalente a la muestra en un estudio estadístico. Es lo que ocurre, la no distorsión de lo dicho, en la mayoría de los informes que he visto. Con relación a la fuente, muchas veces la tiene, aunque efectivamente sería interesante que siempre la pongan, aunque eso no afecta a lo que se está mostrando; y con relación a las fechas, que muchas veces están, podría recogerse la crítica, aunque ello posiblemente acentuaría el impacto de las contradicciones que se están exhibiendo.
La idea de la necesaridad de consultar a la prensa progresista alemana o la neutralidad de la BCC, sostenido por Sarlo, forma parte en el primer caso de la intelectual cosmopolita que necesita que sus opiniones sean revalidadas por fuentes extranjeras; y en el segundo caso, un colonial homenaje hacia nuestra ex metrópoli, maestra en subordinar los medios a los fines. Eso no significa que no deba bucearse en todas las fuentes, pero no es una condición insustituible la prensa extranjera como la presenta la intelectual de “La Nación”.
Después de increpar sobre la falta de rigor, Sarlo sostuvo que al 70% de los argentinos no les importa la política según estudios que no reveló. Llama la atención un dato que se diluye ante estos años en donde se debatió, con la presencia de multitudes en las calles, temas álgidos como el intento del estado de apropiarse legítimamente de una mayor proporción de la renta agraria o la ley de medios. Es común escuchar desde las filas donde revista la intelectual de Radio Mitre, que el kirchnerismo ha producido enfrentamientos entre familiares, la ruptura entre viejos amigos, dificultades para sentar en una fiesta personas con posiciones políticas enfrentadas.
En una entrevista posterior, el periodista Maximiliano Montenegro le preguntó la fuente de su aseveración, a lo que Sarlo contestó: “ Fue comentado en una reunión de politólogos y encuestadores. Es un dato que intuitivamente confirmaría.” Como se ve, un dato cuya precisión está muy lejana a la seriedad que enarbola.
Una de sus aseveraciones que no ha formado parte del debate posterior es que la democracia se debe a la derrota en Malvinas. En una sola frase sume en el olvido la lucha de las Madres de Plaza de Mayo y la huelga general del 27 de abril de 1979, la movilización del 30 de marzo de 1982, entre los más significativos.
Llamó a hacer una autocrítica a los nacionalistas e izquierdistas que apoyaron la recuperación de Malvinas. Más allá de sus diferentes migraciones ideológicas, Sarlo pertenece al gelatinoso territorio del progresismo, que le permite considerarse de izquierda como se definió en el programa de Alfredo Leuco, socialdemócrata como se declaró en un reportaje de “Miradas al Sur” del 22 de mayo, y columnista estrella de los dos principales medios hegemónicos. En términos ideológicos es como escribir un libro sobre la reforma agraria y que la publique e impulse la Sociedad Rural.
Volviendo a la recuperación y luego derrota en Malvinas. Ante el hecho consumado, había que pronunciarse sobre un reclamo legítimo enarbolado por manos ensangrentadas. Sarlo adopta la posición de los unitarios exiliados en Montevideo que apoyaban a la flota anglo francesa que invadía el territorio nacional. San Martín que no coincidía con algunas de las políticas de Rosas, se ofreció a luchar y luego le obsequió su sable. San Martín no era un progresista en los términos de Sarlo. Por eso, en aquellos años de plomo la consigna que el autor de esta nota enarboló fue: “Luchar en la isla, recuperar el continente.” Si Sarlo no hubiera archivado lo que aprendió cuando creía en las utopías y no en el cómodo conchabo en los actuales medios unitarios, recordaría una frase de un tal Lenín: “Estar contra el nacionalismo del país oprimido, es estar a favor del nacionalismo del país opresor.” Entiendo que a Sarlo eso no le molestaba, porque si Inglaterra nos recolonizara, podría disfrutar de la asepsia informativa de la BBC.
La ensayista hizo agua cuando Nora Veiras le dijo que mentía en forma elegante: “Eso no es verdad”, cuando afirmó que en Página 12 no se hablaba del Indec. Retrocedió molesta pero obstinada trató de relativizarlo, afirmando que se lo recluía en el suplemento económico. Cuando se le mencionó notas de Mario Wainfeld y Horacio Verbitsky, que como se sabe escriben en el cuerpo principal del diario, siguió impertérrita con sus verdades blindadas.
Cuando la misma periodista, ante su afirmación que leía La Nación, Clarín y Página 12, le recordó sus declaraciones en Debate: “De Clarín se puede pensar muchas cosas mal. Pero yo puedo comparar, porque no soy lectora permanente de Clarín”, se la vio vacilar y recrear otra frase del mismo reportaje: “Creo que hay dos diarios con los cuales uno construye la esfera pública argentina, que son La Nación y Página. Clarín no lo estudio como diario”
Si a veces la construcción expositiva puede dar lugar a imprecisiones o endebleces, el material escrito no condice con los avatares de la improvisación. Por eso llama la atención que en su último libro “La audacia y el cálculo” en la página 132 después de afirmar: “… que el modo de caracterizar una situación y un antagonista tiene una importancia política capital”, pocas líneas después en la páginas 132/ 133 escribe: “ Destituyente podía ser cualquier sector o fracción que se sumara a las protestas, sin necesidad de probar que formaba parte de los sectores rurales. Los piquetes de campesinos pequeños, medianos y grandes eran destituyentes; pero también lo eran las manifestaciones urbanas, donde la mezcla social era muy visible”
Beatriz: ya no es cuestión meramente que olvidó el marxismo. Solo se pide que no use el lenguaje como una forma de obstaculizar la aprehensión de la realidad. Llamar campesinos a los pooles de siembra, a los Grobo, a los Werthein, es indigno de su inteligencia. O hablar de un conflicto del gobierno con el campo, una forma de usar el lenguaje para encubrir desde el título la caracterización del conflicto, de la misma manera como lo hacen los medios que la contratan. Tal vez, en las academias, los cerebros sufren un proceso de deterioro, fruto de las concesiones que se realizan para acceder a las mismas.
Descreer como lo hizo Sarlo de la influencia de los medios que la contratan en la fijación de la agenda diaria, revela que hace mucho la crítica literaria usa su prestigio en ese ámbito como salvavidas en su naufragio en el análisis político.
Finalmente, la escritora tuvo que reconocer la política de derechos humanos desplegada y aceptar y proponer que los hijos adoptivos de Ernestina Herrera de Noble tienen que hacerse las pruebas de ADN. Afirmaciones que no han sido recogidos en los medios que la vitorean.
EL DEBATE Y SUS RESULTADOS
Beatriz Sarlo, en 90 minutos, consiguió un conocimiento público, una popularidad callejera, que nunca había obtenido en sus largos años de docente universitaria. Su libro “La audacia y el cálculo” tendrá un espaldarazo en materia de ventas. Voluntaria o involuntariamente ha ingresado a Celebrityland, sobre el cual trata el capítulo primero de su libro. Una expresión que usa para explicar o describir la relación entre los medios de comunicación y la política. La recepción futbolera que se le hizo en el programa “La otra pata” en Radio Mitre, de la cual es columnista, la convierte en material de análisis de su libro. “Sa, sa, Sarlo” “Sa, sa , Sarlo” Sarlo si, Barone no” “Beatriz saliste a la cancha.” Por si su ingreso a Celebrityland le produce algunos mareos o alimenta en forma desmedida su vanidad, le conviene leer lo que escribió en la página 34 de su libro: “Nada hay más inconsistente que las emociones teatrales de gente que nunca va al teatro.” La tinellización es un viaje de ida.
Para “6,7,8”, el resultado es obtener una repercusión y presencia importante en todos los medios y en especial en aquellos a los que le destina su desenmascaramiento, aún a costa de cierto desdibujamiento de sus panelistas. Los programas posteriores al del 24 de mayo, revelan un intento de sacarse la tierra de un resultado diferente, desfavorable, al esperado.
REPERCUSIONES POSTDEBATE
“Beatriz Sarlo desnudó a 6,7,8. Siete panelistas y el conductor no pudieron neutralizar sus agudas críticas” Luego, Pablo Sirven en La Nación del 26 mayo escribió en el primer párrafo: “Como un gladiador que en soledad viene de decapitar las siete cabezas de una hidra, Beatriz Sarlo amaneció ayer más cansada que de costumbre, tras su arriesgada pero brillante incursión televisiva en 6,7,8.”
La bajada de línea de Sarlo” por Ricardo Roa, ex montonero, hoy editor general adjunto en Clarín del 26 de mayo. En el último párrafo sostiene: “Sólo ellos saben por qué la invitaron a Sarlo para debatir el papel de los medios en un club donde hacen cacheo ideológico. Pero ella pudo con todos ( en negrita en el original) Por su valor y sus ideas. Y porque siempre es frágil cualquier tinglado sostenido en la obsecuencia”
“Sarlo se enfrentó sola al panel y puso en jaque el relato armado por el canal público y los intelectuales oficialistas……….Su presencia echa luz sobre la ausencia de líderes opositores que tengan su coraje, integridad y convicción”.
Sarlo pasó “6,7,8.” Fue nada más, y nada menos, que una voz lúcida y disidente en un programa de la televisión pública” Nicolás Wiñazki Clarín 25-05-2011
“ Recordemos : Barone intenta preguntarle a Sarlo por los lugares desde los cuales emite su discurso……¿ Por qué Sarlo no puede responder esa pregunta como cualquier otro mortal?
¿Qué es lo distintivo que tiene ella que le permite desestimar las preguntas de Barone? …”Conmigo no” significa, también, con los otros sí. No es un grito solidario. Sólo es la enunciación de quién cree que tiene prerrogativas diferentes a los demás mortales. Es decir, Sarlo es una intelectual, una académica que demostró que “con un poco de esfuerzo” puede permitirse debatir con Ricardo Forster….” Hernán Brienza Tiempo Argentino 29-05-2011.
“Al referirse al armado de una red kirchnerista de entornos virtuales, considera que se trata más o menos de la versión actual de una tradición iniciada por Perón, quien “comprendió que una política de masas no podía prescindir de los medios.” “Una forma sutil de volver a la idea del peronismo como emanación fascista” Víctor Ego Ducrot, 29-05-2011
“La profundidad que puede lograr buceando en la literatura argentina se convirtió en levedad cuando surfeó en los paradigmas de la comunicación” Cynthia Ottaviano Tiempo Argentino 29-05-2011
LOS PERIODISTAS PROGRESISTAS
Beatriz Sarlo es la más inteligente de los intelectuales del establishment. Hace esfuerzos por dar algunas explicaciones sobre el kirchnerismo, intención que han abandonado por prejuicios ideológicos y anorexia de sus pensamientos Aguinis y Kovadloff. Pero Sarlo está muy lejos de ser una analista política. Es capaz de agarrarse de un acierto de Carrió y elogiarla como analista omitiendo cien delirios en forma de pronósticos apocalípticos que ha vertido en los últimos ocho años.
Pero su carácter de académica, de un prestigio acicalado por las revistas culturales de los grandes medios, influye sobre los periodistas progresistas que apoyan al gobierno y los que tienen ese mote revistiendo en la oposición.
Y hay una explicación dolorosa pero que es necesario decirla. Aunque provoque resquemor o repulsas. El progresismo abreva en el discurso sarmientino revestido con una pátina de sensibilidad social.
Le cuesta superar el axioma de civilización y barbarie. Algunos avanzan y lo dejan atrás, pero siempre como el perro de Pavlov, tienen reflejos condicionados. Así no logran superar la obnubilación, el encandilamiento que prodigan los distribuidores de prestigio que son las academias. No es lo mismo ser progresista que integrar el campo nacional y popular, aunque hay momentos que se junten y se superponen. En el campo nacional y popular se sabe desde su nacimiento que la barbarie era la civilización y la civilización era la máscara de la barbarie.
Que los procesos de transformación son complejos y que la política concreta implica meter las manos en la mierda. Que las revoluciones no son perfumadas como se cuentan a posteriori sino que tienen olor a pata. Que estómagos delicados sirven como degustadores de restaurant cinco estrellas pero no para integrar un colectivo de liberación con contradicciones profundas.
Que uno se ubica en la vereda donde se despliegan las grandes líneas y desde ahí se critica.
Que los progresistas son los que desde la tribuna exigen medidas que cuando le tocan a ellos aplicarlas siempre retroceden asustados por las condiciones objetivas y se atrincheran en “Más no se puede”
Que los francotiradores se ubican en torres de cristal desde donde bajan sus críticas impolutas, pero que cuando finalmente descienden a tierra, votan a favor de los poderosos.
Desde el campo nacional y popular reconozco algunos esfuerzos de Beatriz Sarlo para entender lo que pasa, pero no me intimida su posición de académica. Ahí donde generalmente se momifica el pensamiento. Y no es posible olvidarse que el poder conoce perfectamente quiénes son sus amigos y quienes sus enemigos.
Y Beatriz Sarlo trabaja para La Nación y Clarín. Expresa con matices su línea editorial. Se opuso a la 125 y a ley de medios.
Hace mucho que decidió poner sus esfuerzos en ese territorio.
Es una elección que es sin beneficio de inventario
Cantan eufóricos en los medios hegemónicos. En la barra de Radio Mitre le dijeron: “Beatriz, te pusiste la camiseta.” Es la camiseta de Clarín. Que hace mucho que la viste. Ahora la transpira con entusiasmo.
La pregunta de Barone iba al meollo de la cuestión, el lugar desde el que realiza Sarlo las críticas. La desnudaba. Por eso la crítica literaria reaccionó como si la tuvieran ultrajando. De alguna manera es razonable. Se la estaba desnudando ante miles de personas.
El poder tiene olfato y saber distinguir. No se confunde. Sabe que camiseta se pone y transpira Beatriz Sarlo. Cosa que si le sucede al ensayista “progresista” Juan José Becerra, autor de algunos ensayos interesantes como “Patriotas” donde desnuda algunos personajes mediáticos. Pero ahora, desde el semanario “Miradas al Sur”, se baja los pantalones ante la académica, y escribió:”Que algunos sectores conservadores- ya sean diarios sedientos de voceros implantados o particulares con firma- hayan fantaseado con que Beatriz Sarlo era uno “de ellos” responde a una ignorancia de su obra y de sus ideas, que no son kirchnerista- por supuesto- pero siguen estacionados en lo que llamamos “la izquierda”.
De esa izquierda se nutrió la Unión Democrática y la Revolución Fusiladora y la que actuó recientemente como la izquierda de la Sociedad Rural.
Hay un GPS que evita desorientaciones: miremos a quien el poder económico exalta y a quien combate y se sabrá quién realmente es. Incluso, si le sirve, omitirá los deslices literarios de sus obras.
31-05-2011
TODOS LOS LOS DERECHOS RESERVADOS . Hugo Presman. Para publicar citar la fuente
Todo esto implica una banalización del debate intelectual. QUién lee a beatriz Sarlo?
ResponderEliminarCuán cierto es lo del encandilamiento por los "académicos" del establishment. Es algo que me pareció ver ese día: demasiado respeto por una señora poseedora de una soberbia más propia de un ignorante que de un sabio.
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