A una semana de las elecciones en Capital, Mauricio Macri se encamina a ser reelecto en segunda vuelta. Si la diferencia que saque en la primera supera a los 10 puntos, su triunfo en el balotaje es irreversible.
Alejadas en los resultados pero cercanas en el tiempo han quedado las encuestas que predecían un empate técnico con la fórmula del Frente para la Victoria. La desteñida campaña electoral generalizada, es más evidente en la principal fórmula opositora. Ni el hecho que el actual jefe de gobierno esté procesado, con procesamiento firme confirmado por la Cámara de Apelaciones parece haber hecho mella en su base de apoyo consolidado, que supera el 30%. Tampoco los enormes déficits de su gestión. Las promesas de eficacia y equipos que hace cuatro años sedujeron a todos los barrios de la capital en los que se impuso y la realidad demostró que eran nada más que un recurso publicitario. La subutilización de los presupuestos de salud, educación y vivienda; el deterioro evidente en ambos rubros; el transformar cada necesidad en un negocio; el abandono de los edificios y de los espacios culturales; la creación de un grupo paragubernamental ( la UCEP ) destinado para desalojar a los excluidos de viviendas ocupadas y del espacio público, fruto de las políticas económicas que suscribió en el pasado y que reivindica en el presente; sus expresiones discriminatorias; su cortedad expresiva; su evidente sujeción al grupo Clarín expresada en múltiple ocasiones y negocios, y en forma inequívoca al considerar a TN el único lugar apropiado para concretar el debate, todo ello no ha sido suficiente para mellar su caudal electoral.
El electorado de la Capital tiene particularidades que no se repiten en el resto del país. La mayor parte de sus ciudadanos ( los mal llamados vecinos) tienen prepagas u obra social, sus hijos concurren mayoritariamente a las escuelas privadas, son mucho más sensibles y afectados por la prédica mediática que establece un cerco cerrado sobre las limitaciones y errores del gobierno macrista. Autoproclamada la Capital como culta y cosmopolita, los capitalinos en franjas significativas desean recuperar el espacio público ocupado por la protesta social, aplicar una política inmigratoria limitada, que le solucionen el problema de los baches para que no tengan problemas los automóviles que se adquieren con una intensidad inédita y que se le mejore el tránsito, que las plazas luzcan prolijas y que se sature de policías la Reina del Plata para que la inseguridad sea desterrada.
En todos estos terrenos, el discurso macrista diseñado con evidente esmero por el publicista Jaime Durán Barba, sintoniza con esas franjas consolidadas que adhieren al macrismo, a las que no les importa, porque no necesita generalmente, todo lo que sea público en educación, salud y vivienda.


Párrafo aparte merecen los errores del “progresismo”, el incumplimiento de las promesas, que abonaron el camino de la llegada al gobierno del macrismo. Y sin embargo con sus evidentes limitaciones fue mucho más que este gerenciamiento precario, nostálgico de los noventa y con un discurso aggiornado para la tribuna. Ese que superó la peor crisis de la historia argentina sin necesidad de acuñar pseudo monedas y deslindar siempre las culpas en otro como es tradicional en el PRO.
Otro párrafo aparte merece el grosero error de Néstor Kirchner en el 2007 que dividió el mismo campo en dos sectores: Telerman y Filmus sobre cuya grieta accedió inteligentemente el macrismo.
Con su precisión habitual, escribió el ensayista Alejandro Horowicz en “Tiempo Argentino” del 27 de junio: “Perder la capital fue el principal error K de la gestión anterior; no sólo dividió su propia fuerza (en lugar de respaldar al sucesor de Aníbal Ibarra optaron por Daniel Filmus) sino que festejó la derrota de Jorge Telerman como victoria propia sin ver que abría las puertas de una derecha discursivamente remozada. Es cierto que los “errores” de Macri debilitaron su hegemonía y pusieron en crisis su gobierno, pero nadie sabe a ciencia cierta si alcanzan para que pierda, o si pese a todo el núcleo conservador más duro– xenófobo, racista y enemigo declarado de los “pobres” – volverá a defender su fallido horizonte country con éxito electoral.”

El Frente para la Victoria comete el error de discutir el macrismo, cuando lo conveniente es proponer una nueva forma avanzada y moderna de visualizar políticamente y gestionar lo público, con firmes controles sobre el accionar privado.
El resto del arco político navega en la intrascendencia. El partido de Carrió hará la peor elección de su historia. Telerman vegetará en el fondo muy lejos de su elección del 2007. Ricardo López Murphy no podrá drenar votantes de Macri y considerará una ilusión hoy inalcanzable los muchos votos que obtuvo en el 2003. El radicalismo con Silvana Giúdice quedará reducido a una secta insignificante. Indudablemente nada le ha servido las cientos de horas en las pantallas de TN y canal 13.
El Frente de Izquierda luchará denodadamente para no descender, que políticamente significa no alcanzar el piso de votos para permanecer en el distrito.
Luis Zamora insistirá con su candidatura testimonial. Desde la derecha, lo mismo hará Jorge Todesca candidato de Eduardo Duhalde.
Quedan pocos días, un tiempo escaso para dar vuelta el tanteador. Sin embargo desde la voluntad el resultado puede morigerarse e intentar la hazaña de ir a la promoción ( balotaje) y volver a ocupar el espacio perdido. Pero para eso hay que revertir la sensación de derrota.River, en otro ámbito, es un ejemplo de lo que no debe hacerse. Y menos con el espíritu de lucha de Juan José López.
03-07-11
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