
A mí no me lo contaron. Yo los vi. Una presencia juvenil predominante. Muchachos que se enamoran de la política, el instrumento fundamental para cambiar las sociedades. Vi las columnas de los sindicatos con predominio de los camioneros. Vi militantes. A mí no me lo contaron. Como cuando murió Perón. Yo los vi. Un dolor infinito. Una incertidumbre gigantesca. Situaciones distintas pero enlazadas por un mar de lágrimas. Un puente de gratitud en el momento de la muerte, como una boca de urna anticipando el escrutinio que en estos casos es el veredicto histórico.
El analista político debe desmenuzar el presente con la perspectiva histórica. Si no lo hace así, queda preso de las anécdotas y del microclima.
Este 28 de octubre lo que sucedió en la Plaza no me lo contaron. Yo lo vi. Tengo en la retina del disco rígido cerebral imágenes que me confirman que cuando uno apoya críticamente procesos de cambio no se equivoca. Aunque esos procesos vengan mezclados con los lodos y las impurezas de la vida. Con contradicciones y suciedades. Siempre que uno ponga sus ideas en consonancia con los sectores populares, conocerá mucho más derrotas que victorias. Pero siempre tendrá la satisfacción y alegría de haber luchado; y como decía John William Cook: “Sólo ganan batallas los que están en ellas.”
Frase que se entronca con aquella de “ La única batalla que se pierde es la que se abandona” de las Madres de Plaza de Mayo, que también las vi desoladas pero combativas como siempre.
A mí no me lo contaron Yo estuve allí. Con los ojos nublados por las lágrimas. Viendo al pueblo hacer siete horas o más de cola para darle un adiós a ese flaco que prometió no dejar sus convicciones en la puerta de la Casa Rosada. El que en el primer discurso dijo “Vengo a proponerles un sueño” El que afirmó que los sectores económicos estaban acostumbrados a tener al presidente como gerente. El que puso su salud, en una actitud suicida, al servicio de cumplir con esos objetivos. Su vida se consumió antes que se cumplieran muchos de ellos. Por eso, por lo que hizo, el pueblo hizo cola para pasar ante su féretro.
A mí no me lo contaron. Yo estuve ahí. Viernes 29 de octubre. La 9 de Julio y Córdoba. 12 horas. La lluvia cae incesantemente. Es la misma escenografía inclemente de aquellos días del julio invernal de 1974 cuando el cortejo fúnebre de Perón avanzaba por la avenida Callao. Estoy rodeado de jóvenes. A dos pasos de distancia Julio Piumato, el dirigente de los judiciales, mojándose como todos. Hay cánticos contra Cobos, se entona la marcha peronista, se espera ansiosamente el paso de la caravana fúnebre.
A mí no me lo contaron. Yo estuve ahí. Y vi entre tantas exteriorizaciones de dolor a un joven morocho de alrededor de 25 años, con el rostro demudado y por sobre cuyos hombros una piba rubia de la misma edad sacaba fotografías. Parecía una postal de la unión tan deseada y siempre postergada de la clase obrera y la clase media. Cuando pasó el cortejo ese rostro moreno se convirtió en un alarido que gritaba: “Gracias Néstor”
No me lo contaron. Yo lo vi. Una multitud que agradecía la parte del sueño cumplido y la esperanza de ir por el resto. El increíble recorrido de pasar del trueque, de la multiplicidad de monedas, de la propuesta de dolarización y de banca off-shore, de las esperas de mucha gente para comer de las basuras de los restaurantes, de la iniciativa que la administración del país quedara a cargo de un comité de expertos extranjeros, de las noches pobladas por un ejército de cartoneros, del 54% de pobres e indigentes, de los ahorristas puteando a los bancos, esas catedrales del neoliberalismo que los habían estafado, a discutir la participación de los trabajadores en las utilidades de las empresas. Cuando Ezeiza era sólo una salida y no como ahora una entrada a un país que se recupera. Con mucha gente agradeciendo que le hayan tirado un bote para ser recogidos del mar de indignidad de los noventa y el naufragio del 2001. Aferrados a una esperanza y no huyendo de una decepción. Lo escribió el rabino Daniel Goldman: “Y a mí que no me la cuenten, ya que el inicio del siglo me sorprendió dirigiendo el comedor popular de mi congregación en el que no dábamos abasto” Y luego continúa citando al padre Eduardo de la Serna: “No hay mejor termómetro que su trabajo en la villa. Salir del hambre cotidiano, ver que los pibes desayunen leche todas las mañanas y que vayan a la escuela, redignifica la identidad que se entrama en la trilogía de memoria, verdad y justicia, la cual indefectiblemente otorga esperanza al futuro y despierta una nueva dimensión en la joven generación, a la que no le empieza a pasar la política por el costado.” O como bien dice el periodista y escritor Jorge Fernández Díaz en una nota inusual en La Nación: “Los más pobres, que son tradicionalmente peronistas, llegaron del conurbano bonaerense y de las barriadas más humildes de la Capital para abrazar el fantasma de quien más les había dado. El crac de 2001 puso a esas clases pauperizadas al borde de la inanición y la sola comparación del antes y el después explica la valoración que existía sobre el presidente del Partido Justicialista…… El 80% de los hombres que habitan las villas miseria son honestos albañiles bendecidos por el boom de la construcción y la obra pública. Los encuestadores dicen que, en todo este grupo, la imagen positiva de los Kirchner crece un 20% por encima de la media. No hay prácticamente ningún otro grupo político que trabaje en esas clases sociales. El peronismo está solo militando en el barro, mientras el resto de los partidos duerme el confortable sueño de la clase media.”
Y aunque parezca de ciencia-ficción, desde el diario Clarín Julio Blanck, uno de los columnistas que más lo castigó al Kirchner vivo, escribió cuando estuvo muerto: “ Néstor Kirchner fue un buen presidente que debió atravesar un tiempo saturado de peligros” ( Clarín 28-10-2010 página 11)

Hay infinidad de hipotecas pendientes de levantar. De esas consumadas en los años de demolición y remate. Esa es la parte de la pesadilla que falta transformar en un sueño cumplido. Tal vez por eso, el pueblo bajo la lluvia cantaba: “Che gorila, che gorila/ no te lo decimos más/ si la tocan a Cristina/ que quilombo se va a armar.
No me lo contaron. Yo lo vi. Estuve ahí.
Cuando el cortejo se perdió en el horizonte en busca del Aeroparque, la multitud recogió su dolor y empezó a desconcentrarse, en el silencio del que surgió; sobre el Obelisco muchos alcanzamos a ver una imagen alta y delgada, de nariz prominente, ojos saltones, saco cruzado desabrochado, los clásicos mocasines, una birome en la mano y con su particular seseo nos decía, después de aclarar que el texto que quería dejarnos era de un compañero desaparecido llamado Joaquín Enrique Areta: “Quisiera que me recuerden/sin llorar, ni lamentarme,/quisiera que me recuerden/por haber hecho caminos/por haber marcado un rumbo/porque emocioné su alma,/porque se sintieron queridos/protegidos y ayudados./Porque nunca los dejé solos/
porque interpreté sus ansias/porque canalicé su amor./Quisiera que me recuerden/
junto a la risa de los felices/la seguridad de los justos,/el sufrimiento de los humildes./
Quisiera que me recuerden/con piedad por mis errores,/con comprensión por mis debilidades/con cariño por mis virtudes./Si no es así prefiero el olvido./Que será el más duro castigo/por no cumplir mi deber de hombre.”
porque interpreté sus ansias/porque canalicé su amor./Quisiera que me recuerden/
junto a la risa de los felices/la seguridad de los justos,/el sufrimiento de los humildes./
Quisiera que me recuerden/con piedad por mis errores,/con comprensión por mis debilidades/con cariño por mis virtudes./Si no es así prefiero el olvido./Que será el más duro castigo/por no cumplir mi deber de hombre.”
31-10-2010
TODOS LOS LOS DERECHOS RESERVADOS . Hugo Presman. Para publicar citar la fuente
Hola Hugo...no sabia de tu blog. Lo encontre paseando por la blogósfera y me topé con el, en el blog de Gerardo Fernandez. Que voy a decir que no sepas acerca de tus notas y que no te haya dicho ya. Te invito, cuando tengas ganas y tiempo a visitar mis blogs: www.marcelobartolome.com.ar y www.marcelobartolome.wordpress.com.
ResponderEliminarMe voy a suscribir a tu blog para recibir el aviso de las notas que vayas publicando.
Te mando un abrazo grande y dolorido todavía por la muerte de Néstor.
Marcelo Bartolome
Hola Hugo:
ResponderEliminarMuy agradecida por estar ya en su lista de lectores. Muy emotivo su editorial.
Mi esposo y yo fuimos testigos, vía Canal 7 transmisión por internet, de la oleada de manifestaciones de dolor, amor, apoyo a Cristina y respeto por un hombre tan admirable como lo será siempre Néstor Kirchner, y a la distancia lloramos y le despedimos. Mi esposo deseaba en verdad, estar ahí entre ustedes, sus compatriotas, y yo con él, acompañándole.
Deseo decirle que desde que conozco a mi esposo, 2003, he estado siguiendo lo que sucede en la Argentina, y al escuchar y/o leer a tantos expresar su odio por los Kirchner, me ha asaltado siempre el deseo de sentarlos a mi mesa y hacerles sentir lo que para una mexicana significa ver a un presidente argentino haciendo alarde de suficiente voluntad política, logrando con sus actos darle un giro de 180 grados a un país que estuvo al borde la bancarrota. Y quisiera sentarlos a mi mesa porque fui viendo como este hombre, con todos los errores que se le puedan achacar, logró hacer posible lo que ha sido imposible hacer en mi patria querida, México. Y al tenerlos sentados frente a mí, bien pudiera haberles dicho: “Creo que no están apreciando lo que tienen. Ya quisiera yo para México un estadista así”.
No olvido el gesto de Kirchner cuando dio órdenes de descolgar los cuadros de la ESMA. A mí, en lo personal, ese gesto suyo me hizo estremecer; mas, al ver las acciones que le siguieron, como todo el apoyo que recibieron las Madres de Plaza de Mayo de parte suya y la cancelación de los indultos, no pude sino quitarme el sombrero. Kirchner demostró seriedad y determinación para hacer justicia a todos aquellos que tuvieron que esperar tres décadas sufriendo la impunidad y el abandono por parte del estado. Kirchner dio alivio a todos aquellos que sufrieron impunidad por años.
Kirchner, en mi opinión, ha sido el estadista más valiente, decidido y efectivo de toda Latinoamérica. Como quisiera un presidente así para mi México querido.
Norberto y yo les escuchamos a diario, seguimos sus programas con verdadero interés. Hacen usted y Gerardo un programa que genera controversia, que nos invita a pensar, a cuestionar nuestras ideas, y lo más importante, escucharles enriquece nuestro intelecto. Gracias amigos, por hacer lo que hacen.
Abrazos afectuosos para ambos,
Gabriela Rodríguez de Ginzburg
Hugo...
ResponderEliminarImpresionante texto, prodigiosa memoria, impecable recopilación...
Yo ví -a mis 9 años- la fila interminable de gente que quería despedir a Perón, por la calle Lavalle... y al portero del edificio pidiendo diarios por los departamentos, para darle a la gente que se mojaba y se cagaba de frío.
Antes de éso, el 1º de julio del '74, en la escuela, el aula se había ido vaciando, y a mí también me fueron a buscar "porque no se sabe qué puede pasar".
Otro momento histórico, otra realidad, Néstor Kirchner fue despedido entre pena y alegría... Pena infinita por su pérdida, y alegría de saber que recogeríamos lo sembrado y trabajaríamos para llevarlo adelante. Sentirnos, cada uno, un poquito herederos de la responsabilidad de sostener a la Presidenta, y de mostrarle a los buitres que no estamos dispuestos a que, como en el '74 "algo pueda pasar".
Gran post, Hugo.
Un abrazo.
Conmovedor Hugo. Tal vez porque...yo también estuve allí, más de una vez, porque no podía detener a mi cuerpo que pedía ir. Así de fuerte era la necesidad de estar, de ser parte, de vivir juntos.
ResponderEliminarFue necesario que Néstor se muriera para que su figura se agigantara y para que todos pudieran verla.
Gracias.