14 noviembre 2012

LA MUERTE DE UN ARTISTA POPULAR


“Veo a la muerte como una hermana que ya va a venir. Sólo le temo a la humillación de la decrepitud. No le pido ni un minuto más ni un minuto menos, que venga. Eso sí, con dignidad quiero irme” le confesó al escritor Rodolfo Braceli. El periodista Horacio Verbitsky,  habitualmente duro, lo despidió con una nota altamente emotiva, con el título “Adiós chiquito”. En el primer párrafo escribió: “Temía estar solo en ese momento, pero no fue así. Terminó de apagarse poco después del mediodía, tomado de la mano de los afectos más íntimos.”
De la muerte, injusta pero democrática porque iguala a todos los seres humanos, tuvo noticias a los seis o siete años  cuando se murió una chica judía que era vecina. Contaba Leonardo Favio: “Yo no sabía lo que era morirse. “Era un señor todo quieto que se muere” me dijo Marina.- “Entonces te morís si te quedas quieto- le dije. Si te vas corriendo a una plaza, no te morís.” “Claro, me contestó”. Y así, durante años viví convencido que si corría, la muerte no me iba a alcanzar.”
Fuad Jorge Jury casi no conoció a su padre. Su nombre artístico lleva el apellido de su madre Laura Fabio. Su paso por el hogar EL ALBA, quedó reflejada artística y brillantemente en “Crónica de un niño sólo” de 1964. Ingresó al radioteatro  de la mano de su tía, la actriz Elcira Olivera Garcés. Participó en una docena de películas como “El Secuestrador”, “El jefe”, “En la ardiente oscuridad”, “Fin de fiesta” “La mano en la trampa”, “Paula Cautiva”. Sin embargo, la que más recordaba  era una en la que actuó cuando tenía 8 años y estaba en el hogar: se llamaba “Cuando en el cielo pasen lista” porque al finalizar la filmación le dieron chocolate.

Su filmografía puede dividirse en dos etapas: la primera, muy reconocida por la pequeña burguesía cultivada y la crítica especializada de la ciudad-puerto. La integran la mencionada “Crónica de un niño sólo”,  “Este es el romance del Aniceto y la Francisca, de cómo quedó trunco y comenzó la tristeza y unas cuantas cosas más” y “El dependiente”(1969). Su segunda etapa sintonizó con los sectores populares sin perder el crédito de los sectores medios y la crítica especializada. Juan Moreira (1974) y “Nazareno Cruz y el Lobo” ( 1975) son dos de las películas más vistas en toda la historia del cine argentino. La primera con 2.400.000 personas y la segunda con el record absoluto de 4.000.000 de asistentes. Años después, en 1993, volvería con el notable éxito de Gatica, que como las otras dos anteriores expresa la zaga de los perdedores. Juan Moreira es una expresión de las injusticias del gaucho, una versión real de Martín Fierro. Había llegado a tener su rancho, un número de cabezas de ganado que le permitía vivir bien y unas cuantas  hectáreas destinada al cultivo. El casamiento con Vicenta que era pretendida por el mandamás de la zona, un Teniente Alcalde conocido como Don Francisco, fue el inicio de su cambio de vida. Esa misma noche, su competidor  le aplicó una multa de $500 por haber celebrado el casamiento sin su autorización. Un préstamo que le realizó al almacenero Sardetti que este negó llevó a que el Alcalde lo castigara con 48 horas de cepo. En venganza, Moreira asesinó al almacenero y luego cuando Don Francisco y cuatro soldados fueron a detenerlo mató a su enemigo y a dos soldados. Un virtuoso en el manejo del cuchillo protagonizó infinidad de duelos, y enfrentó exitosamente numerosas partidas policiales. Fue guardaespaldas de Adolfo Alsina. Dormía a la intemperie, con su perro Cacique y se dice que nunca desensillaba su caballo para poder escapar de las persecuciones. Su territorio era las ciudades de Navarro, General Las Heras, Lobos, 25 de Mayo, e incluso como Martín Fierro paso un tiempo en las tolderías del Cacique Coliqueo. Su muerte es una de las escenas más memorables en la historia del cine argentino. En abril de 1874, por orden del juez de paz de Lobos se envió 25 hombres al mando del comandante Bosch y lo rodean en ese pueblo. Moreira lucha como un poseído y justo cuando intenta saltar la pared que se interponía entre los policías y su caballo recibe del sargento Chirino un golpe de bayoneta en un pulmón. A pesar de ello Moreira dispara su trabuco que le atravesó el ojo a Chirino. Logra herir a otro soldado pero muere en medio de vómitos de sangre que Fabio inmortaliza con su exquisita sensibilidad.
Nazareno Cruz y el lobo recoge la fantasía rural que el séptimo hijo varón se convierte en lobo  en las noches de luna llena. Recogía una versión radioteatral famosa de Juan Carlos Chiappe.
José María Gatica venía de la pobreza extrema y accedió al boxeo a través de las peleas callejeras para mantener su parada de lustrabotas. Sus míticos combates con Alfredo Prada dividía al público: los del ring- side alentaban a Prada y los de la popular terminaban afónicos gritando por Gatica. De los primeros recibió el apodo de Mono, descalificación que los sectores medios y altos extenderían a los obreros de las provincias etiquetados como “cabecitas negras”.
Cuando se encontró por primera vez con Perón, lo saludo con aquella frase famosa: “General, dos potencias se saludan” Fanfarrón y generoso, solía pegarle a los recuerdos desafortunados de su infancia regalándole sumas importantes a los lustrabotas. En un combate con el campeón mundial Ike Williams, no tuvo mejor ocurrencia que ofrecerle la cara lo que le costó un nocaut en el primer round. A partir de ahí su carrea se deslizó por  una pendiente de la que no se repondría. Caído el peronismo al que adhirió con intensidad, la Revolución Fusiladora a través de la Asociación Argentina de boxeo lo sancionó de por vida impidiéndole seguir boxeando. Fue el retorno a la miseria y a la degradación. Su ex adversario le ofreció trabajo en su pizzería. Protagonizó algún combate de catch con Karadagían que terminó con una lesión en el tobillo de la que nunca se recuperó. Una inundación se llevó sus escasas pertenencias. Terminó vendiendo muñequitos en la cancha de Independiente. A la salida de ese estadio, posiblemente alcoholizado, cayó bajo las ruedas de un colectivo de la línea 295. Murió un 12 de noviembre de 1963, cuando apenas tenía 38 años.
Estas historias de perdedores llevadas al cine con la sensibilidad de un artista que venía de los mismos sectores sociales que los protagonistas de sus películas lo elevaron a la condición insuperable de artista profundamente popular.
Visceralmente peronista realizó un documental notable titulado “Perón: Sinfonía de un sentimiento”
El periodista Mario Wainfeld lo expresó con claridad: “Uno piensa que la marca mayor de Favio en su recorrida sobre el peronismo y, aún, la historia argentina es haber sido el gran narrador de sus epopeyas a través de personajes reales, dulcemente ficcionados: Moreira “en cierta medida” y Gatica, a todo vapor. Dos hombres no perfectos ni ejemplares, dos tipos plagados de defectos ostensibles. Mandarlos al frente como exponentes del pueblo en general y del pueblo peronista en especial, y conseguir un cuadro enternecedor, poblado de pertenencia y calidez, es una hazaña accesible a pocos, tan pocos….Favio tal vez fue el más grande director del cine de su patria. Su ausencia deja un vacío en el cine y en el cuore”
Cuando incursionó en la canción su éxito fue impactante. Para los que tenemos más de sesenta años, algunas de sus canciones han conformado la banda sonora de nuestras vidas.

DOS VISIONES OPUESTAS SOBRE FAVIO
Favio formó parte del grupo de políticos, artistas y deportistas que acompañaron a Perón en su regreso al país después de su prolongado exilio el 17 de noviembre de 1972. Ese grupo de figuras destacadas intentaban impedir un eventual atentado al avión en aquellos años donde el líder expresaba la soberanía popular proscripta.
Estuvo también en el palco desde donde se consumó la masacre de Ezeiza en el regreso definitivo de Perón, un cálido y primaveral 20 de junio de 1973. Los que estuvimos ahí, la voz de Favio desde el palco, en medio del sonido de las balas,  ha quedado incorporado a esa tarde trágicamente malograda.  Horacio Verbitsky escribió: “El chiquito salvó la vida de una docena de rehenes a quienes torturaban guardaespaldas descontrolados el día del regreso de Perón en 1973. Una cosa es la ideología y otra cosa  la decencia”
El ensayista José Pablo Feinmann tiene otra visión. En el segundo tomo de su obra “Peronismo. Filosofía política de una persistencia argentina”  (Página316) sostiene: “El tono de Favio había cambiado. Ya lo veníamos escuchando desde hacía rato. Era Favio. Ese tipo de peronista que uno no sabía por dónde andaba, que decía generalidades, dulzonerías algo bobas que incluían a todos en un Paraíso Justicialista con un dios bondadoso que era el único que podía ser, Perón. Un peronista que se empeñaba en no ver los conflictos del movimiento. Que no señalaba un solo error del pasado y menos del presente. Uno que se desvivía en cadenciosas lisonjas hacia el Líder y la compañera Evita, eterna en el alma de su pueblo. Sin embargo, el 20 de junio estaba arriba del palco, al lado de Osinde y nunca podrá convencer a nadie de tanta inocencia o ceguera: tenía que saber lo que estaba pasando. Por otra parte, esa concepción tan abarcante  que del peronismo tenía nunca lo acercó a la Jotapé. En lo que podríamos llamar amablemente el pensamiento de Favio, no tenía lugar la idea del conflicto. Era un tipo extraño. Lo llevó a Cámpora a ver su Juan Moreira durante la primavera y ahí jugó de camporista. Pero nunca se lo vio en nada importante que tuviera relación con la potencia movilizadora de la Jotapé durante la campaña ni antes. Es un peronista ortodoxo. Se ve bien- lo hemos dicho- en su dilatado documental sobre Perón, que lleva ese impecable título de derecha: “Sinfonía del sentimiento”
….Es un personaje tan curioso que – luego de hacer este documental con la ayuda decidida y decisoria de Eduardo Duhalde- anda durante estos días defendiendo a la presidenta Cristina Fernández , con un buen tino desacostumbrado en él. O está despistado o cambió. Porque Cristina Fernández  estaba debajo del palco el 20 de junio, Favio. No sé si usted recuerda. Y Néstor Kirchner era Lupín Kirchner y andaba con la juventud de la FURN de La Plata y se acercó al palco con la columna  sur, que se les vino al humo a ustedes, los del palco, con 60.000 militantes que- al menos algunos que conozco, no tenían intención de copar nada sino de estar cerca de Perón. A esos, los que usted tenía a su lado, los ametrallaron a mansalva”

LEONARDO FAVIO Y EL KIRCHNERISMO
Su posición la expresó claramente en la edición XXIII del Festival Internacional de cine de Mar del Plata, en el 2008. Dijo entonces:  "Uno la ve tan frágil, tan bonita y parece mentira que tenga esa fortaleza de titán, para enfrentar estos vendavales de mediocres, mezquinos y angurrientos, que tanto pululan. Claro que ella camina confiada, porque la custodia el amor hacia la gente que es el arma más poderosa que puede tener el ser humano. Yo le agradezco a Dios que me haya permitido ver esta etapa de mi país que nunca pensé en llegar a ver. Porque yo conocí la etapa de la primavera, cuando brotaron todas estas cosas me parecía imposible que se repitiera. Además ella va muy confiada al frente porque sabe que va rodeada de los humildes, de los que no hacen barullo, pero si tienen una capacidad muy grande de amar, y de mantener en su memoria a aquellos que nos traicionan. Yo estoy feliz, feliz. Feliz como cuando andaba de pequeño en mí pueblo desnudo corriendo en el río con mis amigos. Feliz como en esa etapa”


LA OBRA COMPLETA

Cuando la muerte y el terror irrumpió en la Argentina, Favio filmó “Soñar, soñar”, que como en la canción Utopia de Serrat  había que cuidar  los sueños  para mejores tiempos. Con relación al notable catalán Favio sostenía: “Cada uno vuela hasta donde le dan sus alas. A mí me gustaría haber tenido el vuelo poético del Serrat de los primeros discos. Bueno llegué nada más que a Favio, pero estoy contento. Yo sé que estoy en el corazón de casi todo el mundo de habla hispana con mis canciones que son simples”
Cuando la Argentina recuperaba su capacidad de soñar, allá por el 2008 y en pleno conflicto del gobierno con las patronales del campo, hizo la remake del “Romance del Aniceto y la Francisca” con bailarines

LA MUERTE DE UN ARTISTA POPULAR
¿Viste Leonardo? Marina te mintió. Por más que uno corre la muerte nos alcanza. Ya sé que ahora corrías para ver si en tiempo suplementerio podías filmar “Mantel de hule”.
La muy canalla no te lo permitió. Más cerca de la verdad estaban aquellos encuentros tuyos con Norberto Galasso cuando éste recuerda: “Alguna vez comentamos aquello de que una vida es sólo un haz de luz entre dos noches eternas” Aunque vos íntimamente confesabas: “Cuando trato de mirarme, siento que soy el niño que alguna vez fui, sólo que más viejo. Soy tan ingenuo como entonces, tengo los mismos miedos y muchas veces me veo tan desamparado y desguarnecido como en mi infancia” Aunque a veces archivabas esa ingenuidad y decías: “Yo odio como se debe a la oligarquía”.
Parafraseando a Mario Wainfeld se puede decir: “A  lo largo de toda tu existencia fuiste como un personaje incidental de una inolvidable canción, el pibe que miraba. Jamás dejaste de asombrarte con la realidad, jamás dejaste de que tus ojos no brillaran, jamás permitiste que no brillaran los de los espectadores”  
Fuiste un peronista ortodoxo, por eso cantabas: “Soy soldado de mi pueblo y estoy orgulloso de mi general”. Por eso tu figura está en el cruce de caminos diseñado  en los recuerdos antagónicos de Verbitsky y Feinmann.
No podremos observar los recuerdos de tu infancia en “Mantel de hule”. Premonitoriamente, esto está adelantado en tu célebre canción “Fuiste mía un verano”. Ahí dijiste: “Que otra vez será/ que otra vez será/ Tierno amanecer/ sé que nunca más.”     



07-11-2012
Todos los derechos reservados. Hugo Presman. Para publicar citar fuente.

1 comentario:

  1. Acá le acerco el programa completo El Tren con Lucas Carrasco de invitado.

    http://www.mediafire.com/?q9gacrs0k6qq7l1
    Saludos.

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