27 agosto 2015

              TODO INVERTIDO

 No se encuentran antecedentes de un equipo de fútbol que gane por goleada y que se queje del arbitraje. Sería raro que un boxeador que triunfa por nocaut  se enoje con el referí.
Pero en política es diferente: puede darse el caso que el partido que perdió por goleada pida que el mismo se juegue de nuevo o que denuncie que el ganador hizo trampa. O el boxeador que sigue groggy denuncie que si lo hubieran dejado levantarse y el árbitro se  lo impidió,  la pelea hubiera cambiado de ganador.
Fraude no hubo, dicen los perdedores, en todos los lugares que ganaron. Sólo las groseras irregularidades se perpetraron en donde perdieron.


La lógica elemental supone que la quema de las urnas la perpetraron los que sabían que perdían conforme a todas las encuestas. Los que ganaban serían suicidas si embarrarían lo que legítimamente obtienen. Sin embargo se denuncia que los que ganaron con porcentajes similares a las encuestas previas, hicieron fraudes y quemaron urnas. Las PASO, un par de semanas atrás, arrojaron diferencias de 36 puntos, sin que se hicieran impugnaciones.
La lógica ha sido proscripta. El sentido común vaga desconcertado. Los candidatos presidenciales opositores que integran una alianza en Tucumán, parecen chirolitas del poder económico que ante la probabilidad de perder en octubre, decide deslegitimar el instrumento del sufragio y envilecer la legitimidad del próximo gobierno, como un ensayo a replicar a nivel nacional.
Es difícil entender semejante desmesura del poder económico. Ni que Daniel Scioli fuera Lenín.
O avizoran como Claudio Escribano con Néstor Kirchner, una orientación profundizadora que hoy le parece muy lejana a los kirchneristas.
Debe volver a votarse en los lugares donde se quemaron las urnas y verificar indubitablemente en las mesas donde no coinciden las actas con los telegramas cursados. Se está jugando con cosas que no tienen remedio. Más allá de prácticas provinciales atravesadas por nepotismos irritantes e incrementos patrimoniales injustificados  
Todo invertido. Se acusa que quema urnas el que gana las elecciones en la provincia por amplia diferencia, en la misma que en las principales ciudades  donde gana la oposición es una fiesta de la democracia. El  poder económico desconfía de un candidato como Daniel Scioli  por lo que puede hacer en más, mientras sus seguidores más ortodoxos también le desconfían por lo mucho que de menos puede concretar.

25-08-2015



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