Con Cristina fuera de carrera y Massa liderando el ajuste,
el mercado festeja a cuenta y proyecta una definición electoral entre dos tipos
de menemismo. El regreso de la épica noventista según Cavallo.
Por Diego Genoud
14/01/2023 Política on Line
Entre otros, estaban el
magnate inmobiliario Eduardo Elsztain, el banquero Eduardo Escasany y Daniel
Novegil, el histórico director ejecutivo de Paolo Rocca que hoy figura en la
conducción de Ternium. El anfitrión era Eduardo Eurnekian, que había puesto su
mansión de Martinez para que Sergio Massa se sintiera una vez más como dueño de
casa. Puente permanente entre el poder económico y los gobiernos de turno,
Eurnekian está unido al ministro de Economía de los Fernández por una larga
relación y una intensa afinidad de intereses.
Massa se mueve en la casa
del dueño de Aeropuertos Argentina 2000 con una familiaridad asombrosa y está
acostumbrado a reunirse ahí con empresarios, como lo hizo antes de este
encuentro con el llamado Grupo de los 6. El objetivo de Elsztain, Escasany,
Novegil y algunos más era escuchar a Massa y saber cuál era su plan hacia
adelante. No le preguntaban por su programa económico, esa gran galera de la
que, según dice Marina Dal Poggetto, el ministro saca conejos para una platea
cautiva que se entrega a la suspensión de la incredulidad. Los dueños y
directivos reunidos pretendían que el ministro de Economía que gobierna a
nombre de Alberto y Cristina Fernández les dijera qué piensa hacer con su, a
esta altura histórico, proyecto presidencial.
Cuando llegó la hora de
las definiciones, Massa les respondió con una frase que quedó rebotando en el
establishment: "Lo que yo tengo a favor es mi cedula", les dijo el
político que, tres décadas después de haber saltado de la Ucedé al peronismo,
ahora se considera joven para ir por el premio mayor. Con un lenguaje más
propio de sus interlocutores o de sus padres, el creador del Frente Renovador
aludió a su "cédula" para referirse a la edad que figura en su DNI.
Reiteró que tiene 50 años y que puede esperar cuatro más para ver cómo el
próximo gobierno se ocupa de la pesada herencia que le espera: la inflación
récord en más de 30 años, una brecha que resiste altiva en el 100%, la
histórica restricción externa hoy apenas maquillada, una deuda en pesos
que estimula versiones de reperfilamiento y una economía que marcha
hacia el estancamiento, producto de la caída acentuada del salario real y la
falta de dólares.
En privado, Massa le
transmitió a la liga de empresarios lo mismo que afirmó en público en Entre
Ríos, el jueves último. Sin embargo, su promesa de declararse prescindente
en la carrera presidencial contrasta con las apuestas de todos los dirigentes
políticos que lo conocen desde hace años, incluidos varios de sus colaboradores
más íntimos. También con algunos signos que se leen con atención en el
exterior.
Desde hace tiempo, una
agencia de lobby con sede en La Florida que está contratada por gente cercana a
Massa difunde en Estados Unidos una versión opuesta a la que él mismo sostiene
para consumo interno. De larga militancia en la madre patria, el ministro tiene
amigos influyentes que aseguran en Washington que está lanzado a pelear por el
premio mayor. Massa puro, a gusto del consumidor. Con información privilegiada
o comprando un globo de ensayo, en los círculos de poder demócratas en los que
se mueve el consultor cubano-americano "Freddy" Balsera miran a la
Argentina y se esperanzan con que la avenida del medio llegue finalmente al
poder por la vía de los votos.
Con Cristina Fernández de
Kirchner al margen de la disputa presidencial y Mauricio Macri todavía haciendo
ademanes de candidato virgen en frustraciones, el peronismo entró sin
definiciones en el año electoral en el que se juega su sobrevida en el poder.
El juicio político a la Corte le brindó al presidente el reconocimiento de
parte de los escuderos de CFK y le permitió respirar más tranquilo en el frente
interno, pero su inversión para vestirse de político con futuro le puede costar
caro.
Salvo que Axel Kicillof
sea forzado a abandonar la provincia de Buenos Aires, Massa asoma como el
candidato mejor posicionado para representar al espacio que lidera la
vicepresidenta. Si el ministro cumple con lo que dice y se queda en su casa,
tiene más chances Daniel Scioli de ser un candidato con consenso que Fernández
de tener algún respaldo más allá de los jardines de Olivos.
El problema de Massa son
los meses que quedan hasta que llegue el momento de lanzar las candidaturas.
Que parte de los mismos empresarios que ahora elogian al ministro se dejen
llevar por la lógica del escorpión, piquen a la rana en medio del río y fuercen
una devaluación antes de las elecciones. José Luis Manzano, el padrino
histórico de Sergio, dice entre sus interlocutores que "los Magnetto y los
Rocca de la vida" pueden cometer ese error.
La cuestión más urgente
es la inflación interanual de 94,8% y no puede atribuirsele a un ministro que
recibió una situación de extrema gravedad y que, según acaba de admitir Martín
Guzmán en su reaparición pública, mostró "capacidad política
para llevar a cabo" lo que se propone. Tampoco el récord de
inflación acumulada que tiene la gestión Fernández desde que asumió: 291% hasta
noviembre pasado, según los números del ex ministro macrista Dante Sica. Lo que
sí le pueden reclamar a Massa, sobre todo entre los votantes del Frente de
Todos y los sectores de menores recursos, es la receta ortodoxa y el proceso de
ajuste y licuación de ingresos que lleva adelante sobre jubilaciones,
prestaciones sociales y sectores asalariados desde que asumió.
Sergio Massa, en Entre
Ríos, el jueves pasado.
De acuerdo a los datos
oficiales, desde mitad de año los sueldos vienen cayendo en forma pronunciada.
Entre junio y noviembre, el índice RIPTE de salarios aumentó un 30,4% y la
inflación llegó a 36,1%. La renuncia de Guzmán y el fallido interregno de una
Silvina Batakis a la que le soltaron la mano los mismos que la designaron
influyó en el mes previo a la llegada de Massa, pero desde entonces la línea la
marca el creador del Frente Renovador.
Por eso, los pronósticos
de economistas de la oposición y también de algunos del gobierno prevén una
caída del consumo en el año electoral: del 8,5% de 2022 a 1,7% según Abeced,
producto de salarios comprimidos, familias sobreendeudadas, aumentos de tarifas
y transportes en alza y precios de la canasta siempre hacia arriba.
Si ese derrumbe
del consumo se confirma, el crecimiento del 5,5 con el que cierra 2022
impulsado por la actividad del primer semestre, podría reducirse a 1 punto o
menos. ¿Hasta cuándo seguirá Cristina permitiendo que
avance este proceso que atenta contra su capital simbólico? ¿Hasta dónde se
estira la paciencia social?
El ajuste fiscal
con el que avanza Massa gracias al apoyo de la vicepresidenta acelera a tal
velocidad que pareciera haber asumido un gobierno de otro signo político.
En la entrevista que le hice, Guzman afirmó de hecho que no le sorprendería que
se sobrecumplan las metas con el FMI y el déficit sea más bajo del 2,5% del PBI
que él había acordado (y el cristinismo consideraba incumplible). Además,
sugirió que hay que preguntarle al espacio de la vicepresidenta: "¿Por qué
durante tanto tiempo estuvieron atacando la política económica y después en
lugar de apoyar una idea distinta lo que hacen es apoyar una idea que vas más
allá, a la derecha de lo que nosotros estábamos llevando a cabo?".
Dueña de un caudal
de votos sin igual dentro de un peronismo sin líderes de recambio, CFK debe
tener la respuesta, aunque quizás no pueda admitir en público el giro pro
mercado que decidió cuando se vió cerca del precipicio.
El experimento del Frente de Todos ganó estabilidad: en palabras de Guzmán, la
probabilidad de que pase algo realmente desestabilizante es baja. Pero lo hizo
con un manual que contradice toda su historia y hasta sus postulados del
presente. Si la base de apoyo incondicional de la vice lo entiende en un
contexto en que la plata no le alcanza, se verá en las elecciones.
El mercado no tiene dudas
y apuesta fuerte por un escenario despejado para el shock, sobre las cenizas de
un populismo que se ordena detrás del ajuste. 2023 arrancó con un rally de las
acciones argentinas en Wall Street y el Merval, una baja del riesgo país y un
repunte de los bonos que empieza a zafar del quinto subsuelo al que habían
caído. En Wall Street, la YPF de mayoría estatal triplicó su valor en últimos
seis meses triplicó su valor y acumula en ese lapso una suba de 235%. Además,
las acciones financieras están de fiesta: en las dos primeras semanas de enero,
el Banco Supervielle subió un 32,4% en dólares; el Grupo Galicia de Escasany,
un 30% y el Banco Macro de la familia Brito, un 26,4%.
Aunque los economistas
marcan que existen factores externos como la baja de la inflación y la tasa de
interés en Estados Unidos, también hay una renovada apuesta de los reyes de la
timba por la Argentina que viene. Un optimismo que recuerda al del triunfo de
Macri en 2019, como si la elección ya estuviera liquidada
y hacia adelante se eligiera entre dos menemismos con distinto envase.
Nadie mejor para explicar los fundamentos de la euforia que Domingo Cavallo. El
superministro escribió en su blog que se está cerrando un "ciclo
histórico" y viene un tiempo en el que las reformas neoliberales vuelven a
contar con consenso social: por primera vez desde 2002, tienen apoyo de
"jóvenes, trabajadores y personas de escasos recursos" que en las
últimas décadas apostaron al kirchnerismo. La temporada de más ajuste,
reprivatización de empresas y leyes a favor de la inversión que vislumbra el
creador de la ficción contable llamada Convertibilidad le debe mucho, según
reconoce, al auge de Javier Milei, un Bernardo
Neustadt de Tik Tok que llevó a todo el sistema político a rendirse ante su
rugido. Al lado de Larreta lo reconocen y dicen con
encuestas en la mano que el "gran fenomeno político"
del momento es el diputado de Libertad Avanza.
El renacido Cavallo prevé una inflación del 100% en 2023 con caída de salario
pero sin un ajuste furioso y dos primeros años para que el próximo presidente
siente las bases de un nuevo proceso, similar al que se instaló entre 1991 y
1992.
Las ideas del ex ministro
encuentran eco en la oposición de Juntos como el que el economista viene
promoviendo desde hace varios años. Más le costó lograr que Redrado se integre
al gobierno porteño y comience a ir a la sede de Uspallata todos los días. Sin
embargo, una palabra clave lo convenció: "necesito cotidianeidad", le
dijo.
Desde febrero, el
ex titular del Banco Central al que Alberto Fernández prometía otorgar "un
rol importante" y Massa tuvo entre sus asesores atenderá en la sede de
Parque Patricios. No alcanzó la sintonía que el actual
presidente tenía con él por haber compartido el equipo de Cavallo y las
reuniones multitudinarias que organizaba el superministro en el Salón Padilla.
Tampoco, la amistad con un Massa que quería ser jefe del Palacio de Hacienda.
Se puede pensar que no fueron cortocircuitos personales, sino producto de una
época que aún no convalidaba las recetas de la ortodoxia. Tres años más
tarde, con la deriva accidentada del Frente de Todos y Massa en Economía, los
agitadores del mercado festejan a cuenta: las condiciones, piensan, ahora están
más que dadas.
Pero... Si M@$$@ estaba en "La lista de Cristina"
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