Por Mariana Carabajal
17 de octubre de 2022/ Página 12
Eduardo O´Neill
Todavía
recuerdo aquella llamada. Eran tiempos en que se hablaba más por teléfono que
ahora. Fue entre fines de abril y principios de mayo de 2013. Me contactó
Gloria Bonder, académica feminista que trabaja en FLACSO hace muchos años y me
contó que una exalumna suya, ya investigadora del Conicet y docente de la
Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA, quería frenar la
presentación que iba a hacer un excamarista marplatense en la Feria del Libro
de Buenos Aires. Se había anunciado que Edmundo O´Neill, juez durante la
última dictadura militar y posteriormente en democracia, presentaría su libro
Sancho, una edición pagada por el mismo autor, en el stand de Dunken. Y ese
hombre había sido su abusador.
Así
empezó a salir a la luz la historia real en la que se inspira la película Algo
incorrecto, de la cineasta feminista Susana Nieri, que se estrenó el
6 de octubre y continúa exhibiéndose en el cine Gaumont. Esa exalumna de Bonder
era Carolina Carrillo, bióloga molecular, cuyo nombre cobró resonancia
mediática en 2020 porque ella y su equipo desarrollaron en tiempo record, 45
días, el primer test molecular de detección de COVID 19 y ese
anuncio lo hizo el presidente Alberto Fernández.
En
aquella llamada Gloria Bonder me planteó qué se me ocurría para frenar la
presentación. Para las víctimas de O´Neill, que él estuviera en un ámbito de
la cultura como la Feria del Libro, que fuera aplaudido ahí, significaba un
golpe muy duro. No había una sola víctima. Eran muchas.
Le
propuse que juntáramos firmas para acompañar una carta dirigida a las
autoridades de la Feria del Libro, donde les pidiéramos que suspendieran la
presentación de O’Neill. Al mismo tiempo, yo me encargaría de contar la
historia del exjuez y este reclamo en Página/12. Y así se hizo. En pocas
horas habíamos conseguido reunir más de un centenar de firmas de referentes de
organizaciones de mujeres y de derechos de la niñez y personalidades de la
ciencia. Y se envió la nota a la Feria. En el artículo que publiqué en este
diario el 3 de mayo de 2013 di cuenta del pedido y conté que una docena de
amigas de las hijas de O´Neill, sobrinas y vecinas –ya adultas– habían
relatado en forma contundente en la Justicia de Mar del Plata que en su
infancia, cuando tenían entre 6 y 12 años aproximadamente, el entonces
camarista había abusado sexualmente de ellas. La causa se abrió en 2004,
pero dos años después se cerró, sin llegar a una condena, “al encontrarse
extinguida la acción penal por el paso del tiempo”. En el expediente, el
acusado llegó a admitir que había hecho “algo incorrecto”.
Luego
de la publicación en Página/12 de su historial, el mismo O´Neill decidió
suspender la presentación. Y no estuvo en la Feria. Por entonces, Carolina no
se animaba a dar su apellido.
La
semana pasada compartimos con ella, y otra de las sobrevivientes de abuso
sexual del mismo O´Neill, Julia Auge --actriz y directora de la carrera de
Artes y Tecnología de la Universidad Nacional de Quilmes-- un panel junto con
la directora de Algo Incorrecto, tras un preestreno de la película en la
Escuela Nacional de Experimentación y Realización Cinematográfica. Entre el
público también estuvo Gloria Bonder, y se la vi muy emocionada. Nos dimos un
fuerte abrazo. También con Carolina y con Julia, a quienes entrevisté en estos
años en varias oportunidades por esta misma historia. El testimonio en primera
persona de Carolina Carillo forma parte de mi último libro Yo te creo
hermana (Aguilar, 2019).
“En
la causa declaramos más de 14 víctimas de O´Neill. Pero en ese momento, 2004,
los casos de abuso sexual prescribían con el paso del tiempo. Ahora con la
lucha activa de muchas personas y organizaciones esto ha cambiado: la
prescripción empieza a correr a partir de la denuncia. Sin embargo, todavía
poder poner en palabras lo que significa un abuso es muy difícil, y es muy difícil
encontrar las palabras y el momento para narrar el horror, por eso es tan
importante sumarse a las acciones de visibilización, de toma de conciencia. Por
eso celebro esta película”, me dijo Carolina.
O´Neill
abusaba de las amigas de sus hijas cuando iban a su casa a jugar, en los
cumpleaños, en las guitarreadas que organizaba en la playa. Hay un relato de
una de sus víctimas que no voy a olvidar jamás: él abusaba de ella cuando se
cantaba el feliz cumpleaños y se apagaba la luz para soplar las velitas. Se
ponía por detrás y se aprovechaba de esa quietud obligada para manosearla.
Es
decir, los abusos ocurrían a la vista de muchos. Pero parecía que nadie
veía nada. Incluso se presume que la esposa estaba al tanto como los padres de
algunas de esas niñas, porque algunas pudieron contar algo en su momento. Pero nadie
se animó a denunciar al camarista. Era un tipo muy influyente en los
tribunales marplatenses. A lo sumo las niñas dejaban de ir a la casa. Como
suele suceder con los abusadores, O´Neill era un hombre seductor, con muy buen
concepto en su entorno, un caballero.
Después
de la publicación de las notas de Página/12 sobre O´Neill, otras mujeres
que habían sido abusadas por él se fueron contactando con las sobrevivientes
que habían declarado en la causa. En total, fueron identificadas al menos 37
mujeres que sufrieron abusos de parte suya. Algunas eran de la localidad
bonaerense de Ayacucho, donde la familia de la esposa de O´Neill tenía campos.
Seguramente sean aún más.
Un
dato que me resultó muy interesante es cómo se rompe el silencio y se
empieza a correr el velo sobre estos abusos. La menor de las dos hijas de
O´Neill, ya adulta, a comienzos de los años 2000, empezó a contactar a sus
amigas de la infancia: no casualmente todas se habían ido de Mar del Plata a
vivir a otros lados, como un exilio. Y se fue encontrando con cada una de ellas
para preguntarles si su padre cuando eran chicas les había hecho algo. El
alerta se lo dio una amiga suya, trabajadora social, que había observado
dibujos de las nietas de O´Neill –hijas de la mayor de las hijas del
excamarista– que le llamaron la atención porque le resultaban muy fálicos. Fue
la punta del ovillo que se empezó a tirar. Después, esas mujeres fueron a la
Justicia.
Edmundo
O´Neil murió en 2016 a los 86 años, en Mar del Plata, sin haber sido ni
siquiera llamado a declarar. La película Algo incorrecto es una forma de
reparación para las víctimas.
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