Siempre el futuro se presenta como
incierto. Posiblemente este es uno de los momentos históricos donde la
incertidumbre a la que nos convocaba a disfrutar el Ministro de Educación
Esteban Bullrich del gobierno de Mauricio Macri recorre como un fantasma el planeta.
Una hecatombe sanitaria y económica ha parido el nacimiento del siglo XXI. La
caída del PBI con cifras impactantes en la mayoría de los países y concretada
en apenas cinco meses, revela que la velocidad de la destrucción es similar a
la velocidad de los contagios del COVID-19. Si un ser humano tuviera el tamaño
de un estadio de fútbol, una bacteria sería del tamaño de una pelota de fútbol
y un virus sería un gajo hexagonal de esa pelota. Esta crisis es más arrasadora
que una guerra. Nunca mil millones de chicos simultáneamente dejaron de ir a
las escuelas. En EE.UU, en sólo seis meses fueron despedidos cuarenta y un
millones de personas. La caída de su PBI del segundo trimestre es del 37%. Los
economistas de una ortodoxia blindada mantienen silencio cuando en el país que
admiran se espera un déficit presupuestario del 17%. La pandemia ha desnudado
un mundo que camina al cataclismo del calentamiento global de la mano de las
dos grandes potencias, como si fueran los dos únicos países habitantes del planeta.
La Argentina que dejó el gobierno de
“Juntos por el cambio” equivalente al paso de una manga de langosta, con una
reducción insólita en consumos de leche y carne, ello entre decenas y decenas
de índices negativos y con el yugo de una deuda externa contraída con la
velocidad del contagio de la pandemia. El gobierno de Alberto Fernández recibió
una crisis económica y social que decidió enfrentarla en los primeros meses
abocándose en dos frentes: el hambre en lo local y la deuda externa en lo
internacional. Sobre ese escenario cayó la pandemia que sumó más desolación a
la destrucción recibida. El éxito sanitario importante pero aún provisorio, le
dio una fortaleza muy superior al recibido electoralmente a través del recurso
de la cuarentena. La polémica salud o mercado, como era fácil de
pronosticar, conduce a la misma contracción económica con la diferencia que los
que privilegian la economía llegan al mismo resultado con la carga despiadada
de miles y miles de muertos.
Un problema de
sincronización tal vez difícil de prever, lamentablemente ha hecho coincidir en
nuestro país los agotamientos social y económico con el pico de la pandemia. La
destrucción económica generalizada se potencia en la Argentina por el
debilitamiento extremo del aparato productivo a diciembre del 2019.
La crisis es
superlativamente superior a la del 2001/2002. No es arriesgado pronosticar una
caída del PBI superior largamente al 15%. Eso
es un tsunami local inserto en el maremoto mundial. El futuro de los
gobiernos de la región es una página en blanco; y a mero título informativo
parece razonable ver qué pasó en nuestra región en la única crisis comparable
como fue la de 1929/1930. Igualmente ésta es mucho más rápida y amplia, y
por tanto mucho más demoledora. En aquella crisis la región padeció una
serie de golpes de estado. El escenario actual es muy diferente pero la
historia es imaginativa y parece interesante reflexionar sobre aquellos caminos
traumáticos para que los gobiernos actuales estén alertas y prevenidos, que
nadie puede salir indemne de un tsunami. Ningún gobierno puede estar seguro de
que la fuerza del agua no erosione sus bases de sustentación.
LA CRISIS DE 1929/1930 Y
SUS CONSECUENCIAS EN EL ÁREA CHILE
La gran depresión de 1929 repercutió con gran
fuerza, desencadenando una vasta agitación social que se tradujo en una fuerte
inmigración de obreros desempleados del norte salitrero a Santiago, una
carestía de los bienes básicos de consumo y una fuerte persecución a los
estudiantes de la Universidad de Chile, quienes en agosto de 1930 habían
refundado la Federación de Estudiantes. El Presidente Carlos Ibañez del Campo
renunció a la presidencia el 26 de julio de 1931 quedando el mando del país en manos del presidente
del Senado, Pedro Paso Letelier. Asumió el vicepresidente Juan Esteban Montero, mientras el país
se estabiliza políticamente, haciendo que la popularidad de Montero suba, hasta
que en las elecciones de 1931 alcanzara un 64%.
La crisis económica deteriora de tal manera la situación, que se produce un golpe de
Estado del 4 de junio de 1932, que terminaría la carrera política de la
mayoría de los personeros del gobierno, incluyendo al propio Montero. La
revolución no pudo ser controlada debido a la negativa de las guarniciones
santiaguinas y la inmovilidad del mediador del conflicto, Arturo
Alessandri Palma, de quien se supone que habría incitado el golpe. Triunfante
la asonada, asume un gobierno de militares socialistas encabezado por Arturo Puga, Carlos Dávila, Eugenio Matte y Mamadurque Grove. Ese
gobierno proclamaría
el establecimiento de una República
Socialista en Chile, la cual tendría la corta vida de 12
días, antes de que Dávila se hiciese en exclusiva con el poder.
Una sublevación de regimientos con un importante apoyo
popular y un contragolpe de estado liderado por Bartolomé Blanche, concluyó con la asunción del Ministerio del
Interior, obligando la partida de Dávila al exilio en Estados Unidos, el 13 de septiembre de 1932.
URUGUAY
En marzo de 1931 José Luis Gabriel Terra asumió la Presidencia de
la República, originalmente para el período 1931-1935. Pero el 31 de marzo de
1933, desde el Cuerpo de Bomberos, el presidente promovió un autogolpe con el
apoyo de la policía (a la sazón dirigida por su cuñado Alfredo
Baldomir), el Ejército, y el sector mayoritario del Partido Nacional, dirigido por Luis Alberto de Herrera. Terra
dictó un decreto por el cual se declararon disueltos el Parlamento y
el Consejo Nacional de Administración y se creó una Junta Gobierno de
nueve miembros para asesoramiento del Poder Ejecutivo. También se anunció
la creación de una Asamblea Deliberante en sustitución del Poder
Legislativo a la cual la oposición llamó irónicamente como Asamblea Delirante.El período inaugurado por dicho golpe se conoce como la Dictadura de
Terra.
PERÚ
El 22 de agosto de 1930, un golpe de estado perpetrado por el Comandante Luis Miguel Sánchez Cerro derrocó al
presidente Augusto Leguía.
BRASIL
El
25 de octubre de 1930 es derrocado el presidente Washington Luis por un
golpe de estado liderado por los estados de Minas Gerais y Rio Grande
del Sur.
ARGENTINA
En las elecciones de junio de 1928,
Hipólito Yrigoyen, acompañado por Francisco Beiró, obtuvo el 61,69% de los
votos sacando una amplísima ventaja a la fórmula radical antipersonalista
integrada por Leopoldo Melo-Vicente Gallo que alcanzó el 31,71%. Una diferencia
rotunda de 30 puntos. La fórmula ganadora triunfó en todas las provincias por
más de la mitad de los votos salvo en San Juan donde no se presentó. Casi
dos años después Yrigoyen fue derrocado por el poder económico, el que
aprovechando las repercusiones de la crisis de 1929, con un accionar
despiadado de los medios gráficos de la época como el popular diario Crítica,
persuadieron a las Fuerzas Armadas para que produjeran el golpe del 6 de
septiembre de 1930. Ni siquiera fue necesario el ejército sino meramente el
avance de los cadetes del Colegio Militar. Un reflejo del clima de época lo
cuenta Luis Fernando Beraza en su libro “Grandes conspiraciones de la historia
argentina”: “Los cadetes estaban arribando a Buenos Aires y se disponían a
entrar por el barrio de Liniers. En dicho lugar se pudo palpar el desgaste del
gobierno, puesto que la mayoría de la población (acoto porteña), salía a la
Avenida Rivadavia y desde ambas aceras vivaba a las tropas……En la
Facultad de Medicina, los militares fueron recibidos por cinco mil
universitarios. Todos curiosamente hablaban del imperio de la ley y de la
Constitución, como si el gobierno hubiera sido una feroz dictadura…. El
cronista del diario La Nación, entusiasmado por la jornada y sobre lo que
ocurría en la calle Callao, tratando de darle un carácter épico-fundacional,
escribió: “Envuelto en pueblo entraron las tropas….” Los estudiantes
gritaban increíblemente ¡Democracia si, dictadura no!” El estudiante Raúl Uranga que más de dos
décadas después fue gobernador desarrollista de Entre Ríos, llamaba a Yrigoyen
“caudillo senil y bárbaro”
EL GOBIERNO DE ALBERTO
FERNÁNDEZ
Una crisis como la de 1929 produjo
consecuencias como las descriptas. Se las señalan simplemente para meditar que los efectos de
las conmociones económicas superlativas pueden tener conductas políticas
difíciles de pronosticar. No significa que la actual crisis, que todo indica es
muy superior a aquella, tenga derivaciones como las aquí mencionadas. Todo
el escenario es diferente, pero eso no impide vaticinar, porque es obvio, que nada será igual después de un tsunami de
magnitud superlativa.
El gobierno de Alberto Fernández es
fruto de una situación inédita: una vicepresidente con el mayor caudal de votos
pero no suficientes para asegurar una victoria, eligió a quien se desempeñaría
como candidato a presidente al frente de una coalición que incorporó a ex
adversarios críticos de Cristina Fernández.
Una coalición política,
decía el político francés Guy Mollet, es
“el arte de llevar el zapato derecho en el pie izquierdo sin que le salgan
callos”. Enfrente del gobierno hay otra
coalición política que es la expresión del poder económico, poder que desconfía
del actual oficialismo con el cual paradójicamente ha vivido, en general, sus
mejores etapas. Es que el peronismo suele ocupar el rol de una burguesía con
muy débil adscripción nacional, más atraída por la rentabilidad financiera que
por las actividades productivas, teñido todo de una enorme colonización
cultural en donde su antiperonismo -que hoy se envuelve en la pretendida
descalificación de “populismo”-, le impide comprender la realidad. Es tan ciega
que sigue apostando a políticas pro mercado de economía abierta e inserción al
mundo pero de rodillas, esas políticas que en los países subdesarrollados
son un certificado de defunción. Incluso durante los cuatro años de
macrismo grandes empresas que raramente perdieron en su historia, tuvieron
balances con resultados de un rojo profundo. Pero lo llamativo que eso no les
impide a sus dueños sentirse mucho más cercanos a aquellos que con sus
políticas los llevaron a perder (salvo unos pocos amigos presidenciales,
beneficiados y socios de empresas de servicios y obras públicas) donde nadie
les pone límites a un ejercicio irrestricto del derecho de propiedad. Esos
empresarios se parecen esos gladiadores que en el Imperio Romano saludaban al
emperador con la frase: “Ave César, los que van a morir te saludan”. A todo
esto se suma una base popular compuesta por enormes sectores de las clases
medias, horrorizada por la mejora de los sectores populares, incluidos ellos
mismos, durante el “populismo” al que denuestan; y que como los reflejos
condicionados del perro de Pavlov, tienen un rechazo inmediato y visceral,
consecuencia de la enseñanza sarmientina de “Civilización y barbarie” y el
exitoso desconocimiento histórico infundido por el falso relato mitrista.
En medio de la peor crisis económica
y sanitaria del planeta, el poder económico a través de su representación
política “Juntos por el cambio”, sus medios poderosos que desde el mismo 11 de
diciembre del 2019, vienen practicando un feroz periodismo de guerra; sumado a
ellos los sectores medios que en la mayoría de los casos son hablados por
aquellos, confluyen en una oposición suicida. “Todos somos Nisman” ayer; “Todos
somos Vicentin” hoy: es un recorrido que
combina ignorancia y degradación.
El gobierno se encuentra ante un
panorama desolador con un estado debilitado y debe acudir a una gigantesca
operación de salvataje económico y de alimentación de millones de personas, de
la misma forma que en todo el mundo la economía sufre con despidos,
suspensiones, cierre de empresas, aumento de la desigualdad, caída del poder
adquisitivo, una recesión creciente, incremento de la desocupación y pobreza
desmesurada. El presidente se ha revelado un bombero eficaz, con las
limitaciones estructurales de un estado muy debilitado. Pero la situación es de
tal gravedad que necesariamente se deben tomar medidas estructurales para
afrontar una crisis de dimensiones inigualables. Se anunciaron dos: la
intervención y posterior expropiación de Vicentin fue conducida al fracaso por
errores de principiantes y la del impuesto a la riqueza tarda tanto en llegar
al Congreso que parece inspirada en los movimientos del recordado, no
precisamente en forma elogiosa, general Ernesto Alais.
El éxito provisorio de la política
sanitaria es posible que con la oposición que hemos descripto, termine jugando
en contra del gobierno. Si se logra efectivamente que no implosione el sistema
sanitario, cuando pasen los efectos
demoledores de la pandemia, se conviva con el Covid-19 y se haga el recuento
exitoso en términos relativos, de supongamos entre 4000 y 5000 muertos, la
oposición la comparará con el número de empresas que no volvieron a levantar
las cortinas, con la destrucción del aparato productivo, con los miles y miles
de desocupados, con los que murieron por otras causas y no pudieron ser
atendidos adecuadamente, por un aumento de la pobreza de más de 10 puntos y por
una caída del PBI de más de quince puntos. Esos serán números concretos y
palpables contra la argumentación de los 30.000 o 40.000 argentinos que la
política sanitaria del gobierno evitó. Es fácil imaginar a los gurkas de la
oposición, desde Patricia Bullrich a Mario Negri, desde Alfredo Cornejo a
Fernando Iglesias, desde Marcos Peña a Elisa Carrió, pasando por el artífice de
una catástrofe como Mauricio Macri, sostener impúdicamente que se paralizó la
economía por un virus que al final era casi inofensivo y que produjo menos muertos
que los que anualmente fallecen en accidentes de tránsito. Que todo fue un
artilugio para avanzar en el autoritarismo y en el cercenamiento de la
libertad. Si finalmente la apertura de la cuarentena en el peor momento lleva a
que implosione el sistema sanitario público y privado, el gobierno quedará
contra las cuerdas y la oposición aducirá que se mintió y que la ineptitud
gubernamental es sólo equiparable a los habituales relatos de los gobiernos
populistas.
En un ejercicio contrafáctico es
difícil suponer que en nuestro país, un gobierno sobreviviría a una cantidad de
muertos como los ocurridos en Brasil o EE.UU que al 20 de julio acumulan 80.200
muertos y 140.000 respectivamente. A simple título de poner en evidencia su
magnitud, en el primer caso equivale de la caída de 200 aviones de 400
pasajeros ocurridos en cinco meses, 40 aviones por mes, más de uno por día.
Supera a un Estadio de River repleto con muertos en las tribunas. En el segundo
caso equivale a 350 aviones de 400 pasajeros caídos en cinco meses, casi dos
veces y media los muertos norteamericanos en 16 años de guerra en Vietnam (
58.159) y 46 veces en las torres gemelas( 3016)
El enorme esfuerzo que realiza el
gobierno de un país quebrado auxiliando con la IFE (Ingreso Familiar de Emergencia) , el ATP (
Asistencia de Emergencia al Trabajo y a la Producción) son muchísimos para el
Estado y extremadamente insuficientes para los que lo reciben.
Esta ayuda y la pandemia como
desmovilizador, más el aporte de las organizaciones sociales han impedido
implosiones sociales.
Ante este posible panorama el
gobierno debe entender que debe ampliar todo lo posible su base de
sustentación; que gobernar afectando intereses impide tener un millón de
amigos; que la parálisis de muchos ministerios debe desaparecer; que se debe
tomar la iniciativa y no correr tras las agendas de la oposición; que las
organizaciones sociales, los sindicatos, los representantes de las PYMES, los
gobernadores, los intendentes, los senadores y diputados oficialistas, los
intelectuales, los científicos, los docentes, deben expresarse y militar
activamente; que en esto se está jugando no sólo el futuro de la Argentina
sino la propia existencia y volver a emprender el camino que hoy parece tan
lejano de la independencia económica y la justicia social.
Detrás de muchos chisporroteos, se
esconde la discusión de que estado y que papel tendrá en la post pandemia. La
amplitud ganada en esta etapa de crisis intensa asusta a los sectores
económicos concentrados que sólo lo admiten como un potenciador de sus negocios
y utilidades.
La oposición gana la calle, más allá
de su magnitud, y hay que buscar formas creativas para continuar ocupando el
espacio que siempre fue una marca original de los gobiernos populares. Está muy
bien el debate público, ante espacios inexistentes como los partidos políticos,
pero cuidando de evitar desprendimientos. Una mesa partidaria del Frente de
Todos puede ser una alternativa. Se debe tener presente una frase de Martin
Luther King quien sostuvo: “Puede ser que todos hayamos venido en
distintos barcos, pero ahora estamos en el mismo barco”. Ese barco que
recibe el oleaje de un tsunami , que tiene muchos orificios y enfrente está el
iceberg de la oposición, de los medios y del poder económico. Más una deuda
impagable que se está negociando, dejando pedazos de futuro en el camino y que
tiene a la nave torpedeada en la línea de flotación. El panorama es tan
dramático que no se puede, ni se debe dejar de recordar una frase de Benjamín
Franklin: “O caminamos juntos o nos ahorcarán por separado”. Y no es necesario
recordar los horrores que ha sido capaz de perpetrar en la Argentina el poder
económico.
EL FUTURO ES UNA PÁGINA
EN BLANCO
Nos esperan días muy difíciles. Pero más fáciles que la preparación de un ejército para cruzar los Andes, que el Éxodo Jujeño, o declarar la independencia en medio de la restauración conservadora europea. La moneda está en el aire. Lo descripto en la primera parte de esta nota es improbable pero no imposible desde una visión pesimista. Con otros procedimientos como el accionar de la justicia y la prédica disolvente de los medios. En momentos de conmoción social y malaria económica, generalmente los pueblos buscan salidas por derecha. Pero también como dice Joan Manuel Serrat en “Bienaventurados”, se puede tener una mirada optimista: “Que si en cada alegría/ hay una amargura/ todo infortunio esconde alguna ventaja/….. Bienaventurados los que están en el fondo del pozo/ porque de ahí en adelante/ sólo cabe ir mejorando…”
A veces, en condiciones extremas como
las que deberemos atravesar, puede resultar mucho más favorables para
acometer y concretar transformaciones estructurales.
El futuro es una página en blanco. Podemos escribir
en ella una historia distinta. No dejemos que la escriban otros, cuyos
resultados se padecen y son muy conocidos.
20-07-2020
*PUBLICADO
EN LA TECLA Ñ y DIARIO REGISTRADO
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