El comportamiento del gran
empresariado industrial argentino supera las posibilidades del análisis
político y entra rápidamente en el campo de la psicología. Intoxicados
ideológicamente, adoptando las premisas de los sectores agropecuarios, adhieren
desde un país subdesarrollado a los axiomas neoliberales que por tercera vez lo
conducen a una crisis terminal. Desde el análisis político no son consecuencia
de un nacimiento propio sino respuestas a las crisis del capitalismo mundial
donde surgen como sustitución de importaciones. Desde la psicología, todos los
beneficios que reciben de los gobiernos populares (mercado interno potente,
protección, créditos favorables, promoción de exportaciones, subsidios) quedan
invalidados en su concepción porque la ampliación de los derechos laborales,
las paritarias, las limitaciones que los delegados de fábrica le imponen al
ejercicio irrestricto del derecho de propiedad, los obnubila al punto de
cegarlos. Dueños y ceos de las más importantes empresas, con todas las
consecuencias de las políticas anti industriales del gobierno de Mauricio Macri
a la vista y padeciéndolas, crearon en el 2019 un grupo activo de watsapp
denominado “Nuestra voz” de una militancia activa a favor del ese oficialismo
que los condenaba a su desaparición. Émulos de los gladiadores romanos que
antes del combate se acercaban al César y exclamaban: “Ave César: los que van a
morir te saludan”. Duros con sus empleados y genuflexos con los poderosos
circunstanciales, los más entusiastas empresarios militantes a favor del
macrismo corrieron presurosos el 28 de octubre a sacarse una foto con Alberto
Fernández al que empezaron a aplaudir y encontrar virtudes que hasta el 26 de
octubre supuestamente ignoraban.
El gobierno de Mauricio Macri puso al
frente del Ministerio de Agroindustria a dirigentes de la Sociedad Rural, que
por sus posturas históricamente anti industriales, es como poner a un
piromaníaco al frente de los bomberos. No era un error, era la instrumentación
de un planificado industricidio. Era la forma científica de destruir al
peronismo en sus bases fundamentales. La forma de hacer de la desocupación y la
pobreza un enorme ejército de reserva irrecuperable.
La mentalidad semicolonial de la
clase dominante es al parecer hereditaria y es apropiada por los empresarios
más jóvenes que no se diferencian de los más longevos.
Una anécdota que Alberto
Fernández le cuenta a Rafael Correa en un reportaje que le realizó el ex
presidente ecuatoriano, ilustra esa situación: “Tuve hace un tiempo una reunión
con un empresario argentino, una de las empresas multinacionales que tiene
Argentina, o sea que comercia más allá de las fronteras argentinas. Entonces le
pregunté cómo le estaba yendo con el gobierno de Macri. Me contestó mal, muy
mal, los dos últimos balances fueron negativos. Entonces le pregunté cómo le
había ido con Cristina y me dijo: No, no, con Cristina no dejábamos de ganar
plata. Entonces le pregunté por quién había votado. Sonrojado me contestó por
Macri. Y ahora que va a hacer, insistí.
Me contestó: “No sé”. Le dije: Lo que te pasa es que te da vergüenza votar como
tus obreros. La verdad que a vos te va bien cuando hay gobernantes que quieren
que te vaya bien a vos y a tus obreros. Y a vos cierta pertenencia de clase no
te permite votar como tus obreros. Y se quedó callado”. Fernández no lo dice, pero el empresario a
que se refiere es Luis Pagani de Arcor, una de las empresas más grandes de la
Argentina con inserción internacional.
Aunque no es un
industrial, ni argentino, el gerente de la línea aérea low-cost Fly Bondi,
Julián Cook expresa el pensamiento de muchos de empresarios locales. Hace unos
días declaró: “Amo a la
Argentina y espero que algún día salga del peronismo, un cáncer que destruye el
país poco a poco hace décadas. No puedo creer que Cristina volvió”.
No serían tan graves las
afirmaciones de este empresario extranjero si no fuera que cuenta con el aval
de importantes empresarios nacionales. Así lo cuenta el periodista Alejandro
Bercovich en el diario BAE: “Le valió discretísimas felicitaciones de dueños de
grandes compañías del sector energético y de accionistas de dos bancos
nacionales. Ninguno de ellos se atrevería a reproducirlas en público, pero
muchos todavía piensan así. Como en los años 50.”
En la reunión anual de la Unión
Industrial, cuenta Jorge Fontevecchia: “Algunos empresarios mencionaban que en
estos cuatro años- algo que no sucedió ni en la crisis del 2002- hubo una caída
de alimentos del 19% en términos absolutos y 23 % per cápita porque todos los
años siempre creció mínimamente el 1% que es lo que crece la población; otros
agregaban que el consumo de leche cayó el 30% acumulado en el mismo período
hasta que alguien se le escapó “es el peor presidente de la historia
reciente” lo que generó un silencio incómodo…….Al terminar la conferencia,
dos vicepresidentes de la Unión Industrial hicieron declaraciones: José Urtubey
dijo que a Macri se lo aplaudió al terminar el discurso sólo por respeto y
Guillermo Moretti (industrial rosarino del sector plástico, presidente
de la Federación de Industriales de Santa Fe) fue mucho más terminante: “Yo
tengo un gran respeto por la investidura presidencial, pero me retiré antes de
que hable porque también tengo respeto por mí mismo.”
La mayoría de estos
empresarios sólo empezaron a pegarle a Macri cuando fue derrotado. Antes, la
mayoría, se disputaban quién era más macrista. El bisemanario Perfil, que tuvo
muchas expectativas favorables sobre las políticas neoliberales de Cambiemos,
dice ahora: “Fue la triste despedida en la Unión Industrial, el presidente
empresario que terminó siendo peor valorado por su propio grupo de
pertenencia.”
Mauricio Macri con
su discurso aprendido y monotemático, en ese ámbito acogedor durante casi
cuatro años, que se había tornado velozmente inhóspito, expresó con poco
criterio de oportunidad, que: “Nos hubiese gustado contar con más tiempo para
ver los frutos de lo que logramos”. Los resultados catastróficos son
indisimulables y hubiese sido suicida conceder cuatro años más. Recorriendo un
país que habita en su imaginación sostuvo: “Estamos mejor parados de cara al
futuro”
La lista de caídos
en estos cuatro años es extensa, ya sea que cerraron o están en convocatoria o
redujeron sucursales. Muchas de ellas son empresas y marcas incorporadas a la
vida cotidiana de los argentinos. Longvie, Musimundo, Frávega Grimoldi, Sancor,
La Campagnola, Wrangler y Lee de VF Corporation, Estancia El Rosario de los
alfajores cordobeses, indumentaria Chocolate, la fábrica de piletas Pelopincho,
Siam y Zanella, Metalúrgica Tandil, El Ciervo de Oro, Confitería Boston y
siguen y siguen. Para el presidente, los únicos que padecieron fueron los
integrantes de la clase media.
Es un panorama que
parece reflejado en una frase del escritor metafísico Macedonio Fernández, hace
ya más de setenta años: “Fue un desastre tan completo que hasta los
sobrevivientes perecieron” Sin embargo la frase exagera, acá hay pocos, pero
muy enriquecidos sobrevivientes: concesionarios de servicios públicos, grandes
empresas de exportadores agrícolas, mineras, dueños de peajes, parques eólicos,
y fundamentalmente los bancos.
Es difícil contar
con empresarios cuya visión del país va contra las mayorías y son capaces, por
convicciones equivocadas, disparar contra sí mismos. Con empresarios que están
colonizados y que ideológicamente tienen anteojeras y carecen de un proyecto que,
persiguiendo sus propios intereses, consigan incluir a las mayorías. Es difícil
hacer un desarrollo capitalista sin la clase social que debería motorizarla. No
sólo no lo hace, sino que demasiadas veces vota y milita por sus verdugos.
Denuestan y se oponen a los gobiernos que los benefician y apoyan y promueven a
los que los conducen al suicidio. Ni siquiera el síndrome de Estocolmo alcanza
para caracterizar semejante absurdo.
El peronismo es el
que ha reemplazado el papel histórico de esta clase ausente a través del
Estado, además de haberlos beneficiado superlativamente sin que se lo
reconozca.
Por todo eso, la
caracterización que les corresponde, como alguna vez lo hizo el ensayista
Alejandro Horowicz, es: “son una clase
dominante pero no dirigente.”
30-11-2019
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PUBLICADO EN LA TECLA Ñ
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