Cuando te vi en televisión
participando en “¿Quién quiere ser millonario?”, percibí un sentimiento de
solidaridad contigo. Me pregunté quién era esta científica que se arriesgaba a
ir a la televisión acompañada de su equipo, a buscar los fondos para continuar
una investigación que el Estado no le proveía. También advertí que las críticas
por entonces iban hacia el Estado y no al gobierno que transitoriamente lo
maneja. Pero me pareció un hecho propagandístico muy positivo, de mayor
repercusión que la que los científicos y becarios del CONICET vienen haciendo y
denunciando esforzadamente desde hace más de tres años. También se conoció
entonces que tu pareja Esteban Galuzzi, es Subsecretario de Tránsito y Transporte del
gobierno de Horacio Rodríguez Larreta; no me importó porque es absolutamente
secundario y nadie debe ser prejuzgado por la ubicación ideológica de su
pareja, y porque me pareció y me parece
que lo principal es que los ciudadanos debían tomar conciencia de los
atropellos que el gobierno estaba cometiendo sobre el desarrollo de la ciencia
en la Argentina y de la amputación presupuestaria del CONICET, que se traducen
en la restricción del ingreso de científicos, en sueldos paupérrimos y en la
falta de insumos para las investigaciones. Te llamé varias veces, te envié
varios correos electrónicos y whatsapps para invitarte a subirte a nuestro
programa radial EL TREN. No tuviste la gentileza de contestar, que no es
precisamente una exhibición de buenos modales, pero pude escucharte cómo salías
en varios programas colegas. Luego el viernes 10 de mayo fuiste recibida por el
presidente Mauricio Macri, al que le hiciste una serie de pedidos que
consideré muy positivos; ¿la recordamos? la eliminación de los impuestos de importación y aplicación del sistema puerta-puerta
para reactivos de investigación; el "pago en tiempo y forma de los
subsidios adjudicados"; la "recomposición salarial" de los
investigadores; y "simplificación del manejo de subsidios del exterior
como los financiados por laboratorios extranjeros.”
También la incorporación al directorio
del Conicet de los doctores Alberto Kornblihtt y Mario Pecheny, elegidos por sus pares
hacía más de un año. Dijiste entonces: “El
Presidente me dio su apoyo. Yo me comprometí a empezar a reunirme con los
funcionarios que correspondan para impulsar los cambios. Y me comprometo con la
comunidad a mantenerlos informados sobre la ejecución de los mismos.” Justo es reconocer que se avanzó en la
eliminación de la tasa de estadística, después de haberla aumentado, y la incorporación de los elegidos al
directorio del Conicet.
Pasaron unos meses y ahora te veo
firmando el apoyo a la reelección de Mauricio Macri, junto a otras 149
personas, casi todas del campo intelectual “progresistas” antiperonistas.
No me sorprendió tu presencia en ese
espacio, pero sí el razonamiento viniendo de una bióloga prestigiosa que cuando
incursiona en el pronunciamiento político archiva el razonamiento científico.
Dijiste: “Me pasaron la
carta y yo adhiero a eso. No tengo ningún problema en reconocerlo. Sí, me
parece que la política científica de Macri es un desastre, pero la vida no
tiene una sola dimensión. No estoy de acuerdo con los modos del kirchnerismo
y nunca los votaría, punto". Lo de punto no parece una
invitación al debate ni un ejercicio de “buenos modales.”
La
primera parte de tu aseveración me recuerda a los gladiadores del circo romano
que se presentaban ante el emperador, previo al combate y exclamaban: ¡Ave
César! Los que van a morir te saludan! Marina: es cierto que la vida tiene
distintas dimensiones, pero la política científica del gobierno que es “un
desastre” está en absoluta correlación con la política de tierra arrasada del INVAP,
la CNEA, el INTA, el INTI, el desfinanciamiento de las universidades. Tiene
absoluta coherencia como cuando el presidente dijo en campaña: “El problema no está en hacer más universidades, también soy muy crítico
en eso: ¿Qué es esto
de universidades por todos lados?
Basta de esta locura"; y en la misma línea, demostrando que no son
exabruptos sino convicciones, la gobernadora de la Provincia de Buenos Aires
afirmó en un auditorio adecuado como el Rotary Club: “¿Es
de equidad que durante años hayamos poblado la Provincia de Buenos Aires de
universidades públicas cuando todos los que estamos acá sabemos que nadie que
nace en la pobreza en la Argentina hoy llega a la universidad?” Ese
gobierno de malos modales, efectivamente, llenó de universidades el conurbano a
las que los pobres pueden acceder. Es una fiesta familiar poder ingresar; y el
egresar mucho más porque las más de las veces son la primera generación que lo logra.
Es el equivalente a la creación de la Universidad Tecnológica durante el primer
peronismo, para que pudieran estudiar los que trabajaban todo el día. Sí
Marina, son las cosas que hacen los populismos, esos gobiernos de malos
modales, como el yrigoyenismo que alentó la Reforma Universitaria con lo que se
consiguió la autonomía universitaria, el gobierno tripartito y libertad de
cátedra; y fue el peronismo, un 22 de noviembre de 1949, el que suprimió los
aranceles universitarios, porque hasta ahí la universidad no era gratuita.
Mis abuelos eran inmigrantes,
posiblemente como los tuyos, y en la sociedad de movilidad social ascendente
diseñada y/o fortificada durante el peronismo que construyó la sociedad más
justa y equitativa de América Latina, decía mi abuelo Jacobo: “Los colonos
sembramos trigo y cosechamos doctores.” Efectivamente todos sus nietos fueron
profesionales universitarios egresados de la Universidad Pública, de la que
estamos orgullosos, supongo al igual que vos. Ah, te aclaro que yo “no caí en
la educación pública”, sino que fue una elección consciente. Y desde entonces,
como mi hijo que también es Doctor en Biología como vos, como mi nuera que es
Doctora en Química, asumimos un compromiso de devolver todo lo que
contribuyeron con sus impuestos, aquellos que aún no pueden seguir una carrera
universitaria. Te hago una pequeña disquisición personal: mi hijo y mi nuera trabajaban
en el Conicet y se fueron durante 6 años a hacer un postdoctorado en Washington
D.C. Estaban muy bien, con importantes ingresos y con todas las condiciones y
medios para investigar. Pero su lugar estaba aquí, este país tan querible como
injusto. Regresaron, ganaron sus actuales puestos en el Conicet por concursos y
ahora luchan con sus anoréxicos ingresos y con las limitaciones enormes de
recursos para sus investigaciones. Como vos también sabés, comprando de su
bolsillo algunas veces los reactivos.
El año pasado publiqué una nota
titulada “La ciencia argentina acorralada” donde en un párrafo decía: “Están ahí los científicos. Buscando con sus
investigaciones mejorar la calidad de vida de los argentinos. Están ahí. Aunque
Ud. nos los vea. Son productos excelsos de la educación pública. A la que todos
nosotros hemos contribuido financieramente para que se dediquen a abrir las
puertas del futuro. Y lo hacen. Están ahí. Aunque Ud. no los vea. No están ni en
las revistas “Gente” y “Caras”, ni en “Intratables”. No se los ve en “Animales
Sueltos” ni en TN. Mucho menos en “Showmatch” o en los programas de chimentos
conventilleros de las tardes de la programación televisiva.
Están ahí. En revistas de prestigio internacional
como “Nature” o “Science”.
Están ahí. En la oscuridad luminosa de la investigación. No constituyen
empresas off-shore. No los mueve el dinero sino el conocimiento. Su patrimonio principal está en la
cabeza y no en el bolsillo.”
Por supuesto
Marina que te veo integrando esta descripción. Por eso no entiendo cómo es
votar en contra tuya, de tus compañeros, de tus alumnos, de tu futuro, del
futuro de la ciencia en la Argentina. Mauricio Macri dijo, de ser
reelecto, que iba hacer lo mismo de lo
que viene haciendo, pero más rápido. Es decir que la situación de la ciencia se
agravará o terminará por extinguirse.
Permitime
que te haga una pequeña ironía. Cuatro años más pero con mayor intensidad, más
que ir a “Quien quiere ser millonario”, te veo en la calle Florida pasando la
gorra, si siendo optimista el CONICET sobrevive.
Claro que
como vos decís, “la vida no tiene una sola dimensión”. Veamos otras Marina:
miles y miles de empresas cerradas, un industricidio, los trabajadores y
jubilados perdiendo el 20% de sus ingresos, un endeudamiento que nos deja
atados de pies y manos durante décadas, aumento impactante de la pobreza de
alrededor de 8 puntos, incremento de la desocupación a dos dígitos, caída
dramática del consumo, aumento obsceno de la desigualdad, la inflación más
elevada desde 1991, tasas de interés por encima, muchas veces, del 80%, precarización del trabajo que lleva, en el súmmum
de la hipocresía, denominar microemprendedores a los trabajadores de las
aplicaciones. Podría seguir llenando
páginas y páginas, pero ¿para qué? si vivimos en el mismo país. Es cierto que
el gobierno mejoró significativamente el INDEC, pero las estadísticas son un
instrumento y no la solución de los problemas que revela. Y después sobre esos
datos utilizables, el gobierno miente descaradamente sobre lo que reflejan.
Firmaste un documento donde dicen que reconocen errores sin precisarlos. Deben hurgar
en el fondo de la olla para encontrar algo meritorio; y lo que exhiben como
éxitos, fácilmente se demuestra que son fracasos. Como la aludida división de poderes, en la
que hoy cualquier juez que ose pronunciarse contra medidas del gobierno, quedará
al borde del enjuiciamiento en el Consejo de la Magistratura. No obstante
sostienen: “Lo hacemos convencidos que hay mucho que defender de lo realizado,
lo que no quita que la tarea aún pendiente sea enorme. También creemos que
sería un grave retroceso para el país volver al pasado…el lugar que Argentina
recuperó en el mundo es otro de los aspectos fundamentales para renovar la
confianza de Mauricio Macri por cuatro años más.” Seguramente se referirán a la
ubicación con los países caídos del planeta, donde integramos el pelotón de
rezagados en cuanto al retroceso sostenido del PBI, inflación récord y
emergencia alimentaria. Todo eso “como
invitación a construir un país moderno” y sostener que se están construyendo
“cimientos sólidos.”
Fue el
politólogo Edgardo Mocca quien desnudó el motivo último del endeble documento:
“Aunque no tuviera ningún otro mérito, Macri merece ser apoyado porque es el
nombre del antiperonismo. De un antiperonismo triunfante. Que es justo votar a
su favor porque promete avanzar en la obra de destrucción que la democracia
argentina necesita de modo definitivo y terminante: el fin de una identidad que
constituye un insulto a la Argentina culta, productiva, abierta al mundo,
civilizada…..La especificidad del peronismo es el cuestionamiento a las normas
que organizaron el poder en la Argentina.”
Con relación a la transparencia de los actos del
actual gobierno, levantado como bandera en la solicitada, la socióloga Alcira
Argumedo, una crítica intensa del kirchnerismo, ha escrito: “Entre otros aspectos, los firmantes del
progresismo alfonsinista afirman que: “La corrupción fue durante años
anteriores un ejemplo extremo del uso del Estado para beneficio personal. En
2015 se inició un proceso de drásticos cambios para transparentar las acciones
del gobierno. Se buscó recuperar el valor de la honestidad como mandato
indisociable de la función pública…”. Los firmantes debieran explicarnos si
éste ha sido el caso del Correo Argentino; de los parques eólicos; de Avianca;
de Autopistas del Sol y los peajes; de la compra de las acciones de Petrobras,
del Fondo de Sustentabilidad de Anses por parte de Pampa Energía, empresa de
los amigos Joe Lewis y Marcelo Mindlin, que a los pocos días duplicaron su
valor en dólares; de la venta de las usinas eléctricas al amigo del alma y
socio Nicolás Caputo a un 40% de su valor real; y la posible concesión del
nuevo puerto y la extensión de Puerto Madero también a Nicolás Caputo. Tampoco
explican el bono a cien años a un 8% anual en dólares tomado por el ministro
Luis Caputo, primo del amigo del alma del presidente, que en una encuesta a
nivel mundial del Financial Times fue definida por el 70% de los lectores como
la operación financiera más negativa del mundo. A su vez, los Panamá Papers nos
permitieron saber que el fondo especulativo en paraísos fiscales Noctua
Partners, cuyo fundador y propietario es Luis Caputo, era el más beneficiado
por dicho bono. Tal vez no fue casual que el propio FMI planteara como
condición para otorgar el crédito, el desplazamiento de Luis Caputo. Para
darnos una idea de la dimensión de este desfalco, nadie de los que actualmente
habitamos este mundo -incluidos niños de 1 año- va a estar en este mundo cuando
dentro de 99 años se cumpla el plazo de pago; pero los bisnietos o tataranietos
herederos de Luis Caputo lo van a poder disfrutar: el monto total a pagar puede
estimarse calculando un interés compuesto del 8% anual durante cien años.”
Pero pasemos
a los malos modales. Te doy provisoriamente la razón para facilitar la
contestación. Desde la ciencia ¿ Estarías dispuesta a estar en contra de la
teoría de la relatividad por el protocolo privado indigno que le escribió
Einstein a su mujer? ¿Negarías las leyes de Newton porque escribió una lista de sus
pecados e incluyó uno en particular: «Amenazar a mi padre y a mi madre Smith
con quemarlos a ellos y a su casa»? ¿No leerías El Capital porque Carlos Marx no
reconoció una hija que tuvo con su empleada del hogar y al cual le dio su
apellido su gran amigo Federico Engels, situación similar a la de Manuel
Belgrano cuyo hijo llevó el apellido de Rosas?
Se que no caerías en esas torpezas. Pero cuando entramos en el campo de
la política los malos modos sí te importan mucho más que los contenidos, y
entonces tiras a la papelera de reciclaje la teoría de la relatividad, las
leyes de Newton, el Capital y el Éxodo Jujeño.
Y sí, así somos los humanos. A veces nuestras miserias impiden entender
al filósofo Baruj Spinoza: “En política no hay que reír ni llorar, sólo
comprender”. A veces nuestra ignorancia, que como decía Raúl Scalabrini Ortiz
ha sido científicamente planificada, nos impide aprehender la realidad. Y
reemplazamos la comprensión por el odio que como decía Buda es “como tomar un
vaso de veneno y esperar que el otro se muera”. Tal vez metida demasiado en el
laboratorio no alcances a visualizar el retroceso fenomenal del país. Se me
viene al respecto aquella frase de Hipócrates: “El médico que sólo sabe de
medicina, ni de medicina sabe.” Sarmiento, en una de sus pocas frases
acertadas, sostenía que “El título no quita las orejas”. Y comparto con vos,
levemente modificada, una frase de Rodolfo Walsh, aparecida en el número 1 del
diario de la “CGT de los argentinos” un Primero de mayo de 1968, cuatro años
antes de que nacieras: “El campo del intelectual es por definición la
conciencia. Un intelectual (un científico) que no comprende lo que pasa en su
tiempo y en su país es una contradicción andante, y el que comprendiendo actúa
(colocándose en la vereda del poder económico), tendrá un lugar en la antología
del llanto pero no en la historia viva de su tierra.”
Me encantaría que tuvieras razón. Que cuatro años más de Mauricio Macri
no nos habrá de dejar una profundización del país
primario-extractivo-exportador, atravesado por el de valorización financiera,
donde sobren millones de argentinos. Incluso vos y yo.
Para hablar un lenguaje que te es familiar: el ADN de este gobierno no
son las chimeneas de las fábricas, ni la ciencia que abre las puertas del
futuro, sino las Leliq del sistema financiero y la fuga de capitales, por donde
se escurren los fondos que te faltan para investigar.
Viendo cómo caen empresas grandes y chicas que sobrevivieron a todas las
crisis, cuyas marcas formaron parte de la vida cotidiana, me encuentro cercano
a la humorada del escritor metafísico Macedonio Fernandez que influyó
poderosamente en el sentido del humor de Jorge Luis Borges: “Fue
un desastre tan completo que hasta los sobrevivientes perecieron.”
De los dos modelos en pugna desde 1810 y que Macri pretende desempatar en
forma definitiva, una de las diferencias significativas es quiénes se benefician
y quiénes se perjudican. Como ciudadano, primero, y luego como gobernante, el
hijo de Franco apostó siempre a beneficiar a los que detentan el poder
económico del que él forma parte. Fijate cómo confiesa su voto en un reportaje
que le realizó Jorge Fontevecchia el 4 de marzo del 2007: “En 1983 voté por
Alsogaray, en el 89 voté a Angeloz, en el 95 a Menem, en el 99 no estaba y no
voté, y en el 2003 a López Murphy.” Una línea coherente para una Argentina
colonial. Y una colonia no necesita que vos te sigas dedicando a la ciencia. Lo
que vos hacés se compra afuera.
Hasta aquí llego. Este es simplemente un intento amigable de que no
atentes contra vos misma, contra tus alumnos, tus compañeros, tus colegas. Que
cuando salís del laboratorio, no dejes olvidado el método científico. A partir
de ahí todos tenemos la posibilidad de optar. Incluso la libertad para
suicidarnos.
Te saludo
cordialmente
Dr. Hugo
Presman
31-07-2019
- Publicado en la Tecla Ñ
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