Salvo que la mayoría de las encuestas
vuelvan a equivocarse groseramente, cosa que nunca es improbable, el gobierno
se encamina a consolidar y ampliar su triunfo nacional en las PASO. Observando
de qué espacios pueden nutrirse Unidad Ciudadana y Cambiemos para crecer, es
claro que el primero caranchea en los esmirriados votos de Cumplir y el segundo
en el flojo resultado de Un País, que sin embargo triplica a las huestes de
Florencio Randazzo. Está claro que el ex intendente de Tigre es una versión de
un peronismo derechoso y oportunista, muy antikirchnerista y asociada a una
dirigente mediática como Margarita Stolbizer, de cuño radical y portadora de un
presunto progresismo que en la práctica es inofensivo. Ambos son el complemento
“opositor” de una restauración conservadora apoyada por el establishment, que
viene a diseñar un modelo agro exportador-extractivo atravesado por el de
rentabilidad financiera y desplazar definitivamente al modelo populista, al que
han convertido en un demonio sobre el cual se depositan todos los males del
país e intentan transformarlo en un sinónimo de la corrupción, siendo por ahora
exitosos en el intento. Florencio Randazzo que se quedó con toda la recompensa
monetaria de los votos obtenidos anteriormente por el Partido Justicialista,
más allá de sus reales intenciones que parecen agotarse en la proyección de su
propia persona, termina siendo muy funcional al poder económico.
El partido Justicialista que intenta
reorganizarse excluyendo al Cristinismo, se transforma en una copia del
macrismo. Es bien conocido que los electorados entre el original y la copia
siempre terminan optando por el original. Ese peronismo derechoso y
desorientado renuncia al movimientismo que lo caracterizó, se atrinchera en el
pejotismo y opta por los aires restauradores. De alguna forma el clima de época
mundial que siempre modeló el pragmatismo peronista está presente en estos días
de retroceso planetario. Seguramente intentan ejercitar aquella cita atribuida
a Perón: “Le ponemos la montura al caballo de la historia y vamos para donde va
la historia.”
La implosión que atravesará el
peronismo al día siguiente de las elecciones de octubre, si se confirman los
pronósticos, tendrá una potencia trascendente, como sucede cuando la probabilidad
de derrota se convierte en una irreversible certeza. Cristina Fernández, la candidata mejor
posicionada y la opositora real, tiene techo y una imagen negativa que si no se
revierte, obstaculiza seriamente sus posibilidades futuras. Si hubiera ganado
las PASO por 6 o 7 puntos y los hubiera consolidado en octubre, los pejotistas
pragmáticamente, tapándose la nariz, se hubieran alineado detrás de ella. Pero
eso no sucedió y todo indica que no sucederá. Ahí se entra en un laberinto de
recorrido azaroso: los que tienen territorio y gobierno se retraen en el PJ y su
presencia nacional es insignificante y la política que tiene un significativo
nivel de votos a nivel bonaerense fundamentalmente y un poderío nacional de
alrededor de un 23%, encuentra cerrada sus posibilidades de seguir creciendo
significativamente. Posiblemente sólo una crisis económica altamente probable
pero imposible de determinar en el tiempo y el momento, le permitiría romper su
techo y la revalorización de su figura en los sectores fluctuantes del
electorado. Está claro que fraccionado todo el que se reivindica peronista no
puede aspirar a la victoria. No practican en las actuales circunstancias la frase
de Benjamín Franklin: “O caminamos juntos, o nos ahorcarán por separado”
La politóloga María Esperanza Casullo
declaró en La Nación: “No hay un liderazgo fuerte que pueda jubilar a Cristina
Kirchner y tampoco el de Cristina tiene la fuerza que tenía antes del 2015. A
su vez el oficialismo se va convirtiendo en el partido de la clase media en
reemplazo del radicalismo que crecientemente va siendo absorbido por el partido
que en años, desde su fundación, no ha llegado a la mayoría de edad. En Le
Monde Diplomatique, la misma autora escribió: “En cierto modo, Cambiemos es
algo viejo y algo nuevo al mismo tiempo. Es viejo porque representa la fusión
en un partido de una hegemonía cultural por parte de la élite hacia las clases
medias, algo que ya existía durante el siglo XX. El dato nuevo es la
consolidación de Cambiemos como partido nacional no es la conducta política de
las clases medias que ahora votan convencidas al macrismo sino la politización
de las elites, que resolvieron asumir de
manera franca un lugar de competencia en la conducción partidaria argentina.
Este alineamiento de liderazgo político novedoso con una hegemonía cultural que
lleva décadas hace muy probable que Cambiemos se consolide como el partido que
integre a las clases medias y se convierta en el heredero definitivo del
radicalismo”
El periodista Martín Rodriguez
acuñador de frases ingeniosas ha dicho: “La
clase media es el hecho maldito del país peronista”
Lo
llamativo, además, es que franjas de trabajadores también votaron por un gobierno
alejado de la defensa de sus derechos. La fractura del entretejido social
durante la dictadura establishment -militar y el menemismo, la crisis del 2001,
ha dejado consecuencias donde más que identificarse con los compañeros se
termina aspirando a ascender socialmente en forma individual, y se lo consiga o
no, se termina adoptando las pautas culturales de la clase a la que se desea
pertenecer. Un mérito de Durán Barba es
haber percibido este reseteo social y actuar en consecuencia. Uno de los más lúcidos
analistas políticos del establishment, Eduardo Fidanza, analizó estas
particularidades en La Nación el 23 de septiembre: “Captar
estas mutaciones culturales constituye una de las explicaciones del ascenso de
Pro. El afianzamiento de su dominio empieza por aprovechar un fenómeno poco
novedoso: al votante medio no le interesa la política. Su vida transcurre en la
esfera privada, determinada por las alternativas laborales, los lazos
familiares y amistosos, la panoplia tecnológica, el entretenimiento, las redes
sociales e Internet, el consumo, la fugaz sexualidad. A ese ciudadano
apolítico, con déficit de atención y sumido en el multitasking, le
calzan las herramientas antes que los argumentos. Inadvertidamente, las apps se
fueron convirtiendo en el paradigma de sus aspiraciones cotidianas: comprar
pizza, detectar un síntoma físico, conseguir transporte, concertar una cita,
jugar o hacer una broma, deben resolverse rápido para pasar a la siguiente
escena donde aguardan Netflix, la consola de juegos, el deporte a toda hora, el
dilatado universo de las redes y las compras. En ese mundo de estímulos
múltiples y búsqueda de soluciones prácticas, la política exitosa emula la
tecnología digital: es una aplicación a gran escala para facilitar la vida. Con
lucidez, Pro lo descubrió y lo factura.”
El sociólogo y encuestador Ricardo Rouvier lo
analiza de la siguiente manera: “Cambiemos con el PRO a la cabeza, ha alcanzado
cierta cooptación de sectores medios y bajos directamente afectados por el
ajuste y ese logro electoral se ha producido por la negatividad hacia Unidad
Ciudadana”
Cambiemos es ideológicamente una
alianza antiperonista. Al respecto explica el periodista José Natanson: “Las
encuestas revelan que Cambiemos mejora sus resultados entre los mayores de 50
años, lo que podría explicarse por el desplazamiento del voto
antiperonista (más
adulto que el justicialista) del radicalismo al macrismo, así como las
apelaciones al orden social y la seguridad que hoy están en el centro del
programa del gobierno y que constituyen valores conservadores más populares
entre los viejos que entre las nuevas generaciones”
Entre las tantas paradojas que nos
depara la política actual está que el pulmotor del gobierno es el acceso al
endeudamiento superlativo, un beneficio notable de la “pesada herencia” que le
ha permitido al oficialismo incrementar significativamente el déficit fiscal
que venían a corregir, lo que le ha facilitado hacer menos virulento el ajuste,
aumentando inteligentemente la inversión social lo que explica junto con las
expectativas que el futuro será mejor que campea en amplias franjas de la
población hacer una buena elección. Todo ello tapa por ahora, el endeudamiento
sin precedentes, el incremento de la desigualdad, el déficit de la balanza comercial,
la desindustrialización en algunos rubros como textiles y calzado, el
incremento de la desocupación, la pérdida del poder adquisitivo de los
salarios.
BARAJAR
Y DAR DE NUEVO
A partir de un ingenioso grafitti, se
puede entender el escenario político que puede titularse en el “Barajar y dar
de nuevo”
Al meme original: “Massa es una
colectora del macrismo y Randazzo es una bicisenda del gobierno”, me permito
agregar: Los gobernadores del justicialismo son un camino de ripio y Cristina
Fernández es una autopista pero corta como la Illia.
Macri resetea el modelo y aspira la
colectora de Massa, disciplina los gobernadores con sus caminos de ripio, y
deja a Cristina Fernández como el más importante camino opositor, pero corto y
tal vez a mediano plazo sin posibilidades mayores de extender su recorrido.
Ante esta situación la oposición discute por algunas cabinas de peaje mientras
el macrismo se queda con la red vial. Esta oposición está discutiendo por las
achuras mientras el PRO se queda con toda la vaca. Por lo tanto, no es creíble que
en este escenario van a ponerle un límite al oficialismo. El límite a corto
plazo es la resistencia social y a mediano plazo son las consecuencias
explosivas de su plan económico.
De
la incertidumbre a concluir su mandato se ha pasado a barajar un gobierno de
dos décadas, objetivo muy aventurado si se hace un repaso de la historia
argentina del siglo XX. Ese propósito lo refleja y lo argumenta Eduardo
Fidanza: “A medida que pasan los días, una impresión se
consolida: Cambiemos pareciera encaminarse a hegemonizar el poder, abriendo un
período más o menos extenso en el que regirá el destino del país. Si esto se
confirmara, ocurriría un hecho inédito: un gobierno no peronista administrará
el Estado durante más de un mandato. La gesta de Alfonsín fue histórica, pero
su dominio político resultó efímero, mientras que De la Rúa nunca lo alcanzó.
Quienes pensaron, con ironía, que el de Macri era "el tercer gobierno
radical" ahora están recalculando. A diferencia de aquellas experiencias,
se empieza a constatar una transferencia múltiple y acaso duradera del poder.
No sólo se trasladan votos, comienzan a mutar voluntades y proyectos, a cambiar
la propiedad de medios de comunicación, a alcanzarse cierta unanimidad en la
Justicia, a lograrse alineamientos y simpatías sindicales y empresarias. Las
corporaciones intuyen la tendencia y modulan sus intereses y demandas ante un
gobierno que poco a poco impone, con astucia y resortes administrativos, las
nuevas reglas.”
“Nunca es triste la verdad, lo que no
tiene es remedio” canta el notable cantautor catalán.
Pero si lo que se quedan con el mazo
y los que lo barajan son actores políticos como Miguel Angel Pichetto, Juan
Manuel Urtubey, José Manuel de la Sota, el peronismo entrará en un estado
vegetativo como hoy se encuentra el radicalismo. La historia no extiende certificados de supervivencia cuando se
reiteran errores garrafales. Ni el
radicalismo ni el peronismo son el fin de la historia, sino hitos
significativos de una historia. El peronismo, más allá de sus marchas y
contramarchas ha sido en sus 72 años de existencia, el movimiento popular más
longevo, cuando otros populismos latinoamericanos se han disuelto, y lo ha sido
porque en sus mejores etapas ha sido “El hecho maldito del país burgués”. Su
lugar es ese. El espacio de expresar al establishment ya está ocupado por el
macrismo y durante décadas por el radicalismo alvearizado, pero en su
ineficiencia en el manejo del gobierno, aún en su mejor versión la alfonsinista,
ha sido reemplazado por su actual socio dominante, en el que cumple el penoso
papel de empleado que perdió jerarquía.
Si
todo taller de forja parece un mundo que se derrumba, a contrario sensu, un mundo que se derrumba puede llegar a convertirse en el taller de forja
de algo nuevo y superador.
La historia tiene una
originalidad impactante, pero siempre es necesario ayudarla a parir. Siempre nos puede sorprender con un
cambio de libreto y actores.
La resignación no es el camino,
porque es un suicidio cotidiano. La conocida frase del político marxista
Antonio Gramsci: “El pesimismo de la inteligencia y el optimismo de la voluntad.”
Las Madres sintetizaron al teórico
italiano extraordinariamente: “La única batalla que se pierde es la que se abandona.”
Mientras se construye lo que hoy está
en un horizonte lejano, hay que barajar y dar de nuevo.
24-09-2017