21 septiembre 2015

DOS REPORTAJES TRUNCOS POR LA CADENA NACIONAL



El  20 de  agosto se subió a EL TREN, el historiador israelí Raanan Rein, un especialista en peronismo. Algunos de sus libros sobre el tema: “La cancha peronista”, “Los muchachos peronistas judíos”. En sólo quince minutos demolió varios de los mitos que desde el gorilismo descalifican al movimiento popular más longevo de América Latina.









El  15 de septiembre y durante intensos 30 minutos, dos de los autores de “ La lealtad :Los montoneros que se quedaron con Perón”, Aldo Duzdevich y Rodolfo Beltramini nos llevan a los setenta y al vértigo de aquellos años. Entre los dos reportajes, 45 minutos sobre Perón y el peronismo, un tema que atraviesa la historia y el presente de los argentinos  

 

1 comentario:

  1. Una vez dado el consenso acerca del juzgamiento de la pata militar del proceso, y encaminados los juicios a la pata civil (aunque haya todavía sectores –muy minoritarios pero poderosos- que busquen la “reconciliación”), creo que es hora de tratar el tema de la militancia y la lucha armada en los 70s con la madurez que se merece (como bien lo hicieron ustedes en las últimas emisiones de “El Tren”).

    Siempre se habló en voz bajita de estos asuntos, con miedo de herir a quienes han sufrido el terrorismo de estado en carne propia o tienen seres queridos desaparecidos. Pero esos temores han dilatado un debate necesario; llegué a pensar que sólo se podría dar una vez fallecidos los protagonistas de la época y sus allegados.

    Es necesario decirlo: no puede seguir tratándose el tema desde la visión del “mártir” o “el guerrillero heroico”. Efectivamente hubo una generación “que luchaba por un mundo mejor”, pero es una parte ínfima de ella la que optó por la lucha armada. Y con dolor, pienso que en gran medida fueron los que tomaron el camino de la violencia quienes le pusieron un precio a la cabeza de todos aquellos que militaban o aportaban a la causa de otros modos (la labor política, el trabajo territorial en los barrios, la participación sindical, la enseñanza en colegios y universidades, el periodismo resistente, las artes, etc).

    No puedo evitar hacerme el siguiente planteo contrafáctico: ¿Se hubiese desarrollado ese “sentido común” que pedía la intervención militar, de no vivirse en un clima tal de violencia política? No niego que el plan del norte para nosotros era, tarde o temprano, el neoliberalismo impuesto por la doctrina del “shock”. Tampoco niego que la mayoría de los 30.000 constituían un impedimento para aplicarlo, pero ¿no aceleró esa espiral de violencia la confrontación de las organizaciones armadas con Perón? Dicho sea de paso, las mismas organizaciones armadas son las que plantearon la idea de “guerra revolucionaria”, se auto-nominaron como “ejércitos” y aplicaron modos castrenses. Pequeña contribución hicieron a la construcción posterior de la teoría de los “dos demonios” y la “guerra sucia”, ¿no les parece?.

    Creo que falta un mea culpa de los protagonistas de ayer, y una mayor madurez de los políticos y organizaciones de hoy, porque la lectura actual baña con romanticismo un periodo doloroso, sangriento y equivocado de la historia argentina. Lectura más que peligrosa, a sabiendas de que los jóvenes que militan hoy entusiasmados con el peronismo, lo hacen sin haber vivido esa época, y merecen análisis de mayor profundidad.

    Por eso, muchísimas gracias a ustedes y a tipos como Duzdevich, por aportar al debate.

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