TRANSFORMACIONES
El Cardenal Jorge Bergoglio no tenía
la sonrisa fácil. El Papa Francisco desborda de alegría. El hombre que mostraba
simpatía por la oposición en la Argentina, amigo de Gabriela Michetti y Elisa
Carrió, cercano al largo lockout patronal agrario, recibió a la Presidenta de
la Nación por tercera vez y aconseja a sus
visitantes argentinos: “Cuiden a
Cristina”. El joven Jorge Mario, que ingresó a a la Compañía fundada por
San Ignacio de Loyola los 21 años en marzo de 1958, reconoce tres mujeres que
marcaron su vida: la abuela paterna
Rosa que le enseñó a rezar, sobre la cual Marcelo Larraquy en su libro
“Recen por él”, escribió: “El 11 de
septiembre de 1929 llegó a la Argentina procedente de su país Italia y
descendió a tierra, en pleno verano, con un tapado de piel que escondía en su
interior todos los ahorros familiares”; su
madre que le enseñó a gustar de la ópera; y su jefa en el laboratorio
de uno de sus trabajos previos a su vocación sacerdotal, Ester Ballestrino de Careaga, una de las primeras Madres de Plaza
de Mayo desaparecidas.
El hombre que nació el 17 de
diciembre de 1936, hincha de San Lorenzo y admirador de Jorge Luis Borges, que
realizó una cruzada opositora contra el matrimonio igualitario mientras era
jefe de la Conferencia Episcopal y Arzobispo de Buenos Aires, ahora declara: ¿ Quién soy yo para juzgar un gay?
Su figura en la Argentina estuvo atravesada por facetas contradictorias: la
vida austera típica de los jesuitas, sus viajes en subte, su apoyo a los curas
villeros, la denuncia de los prostíbulos y talleres clandestinos, y actitudes
que lo colocaban en el banquillo de los acusados en la desaparición de los
curas Francisco Jalics y Orlando Yorio,
en octubre de 1976, durante la dictadura establishment- militar. Ahora la
directora italiana Liliana Cavani está filmando “La lista de Bergoglio”, una
versión argentina de “La lista de
Shindler”, donde se sostiene que más de cien personas fueron salvadas por el
actual Papa.
Había también algunos hechos que
revelaban gestos de sensibilidad social de una figura con aristas
contrastantes. El tradicional lavado de pies de Semana Santa, lo sacó de la
Catedral y lo realizó en diferentes lugares. El primer año lavó y besó los pies
de doce enfermos de sida en el hospital Muñiz. Al año siguiente la ceremonia la
trasladó a la cárcel de Villa Devoto y en el tercer año al hogar San José que
aloja a ciudadanos sin techo. Y así siguió cada año, en un lugar similar al que
hubiera optado Jesús.
El sermón del tedeum del 25 de mayo, una práctica medieval que
debería eliminarse, provocó un corto
circuito con el gobierno kirchnerista
que pareció definitivo y que llevó a que
nunca más el mismo se celebrara en Buenos Aires. Ahí Bergoglio habló de la corrupción,
los anuncios amplificados, muchos incumplidos y el exhibicionismo.
Evangelina Himitian en su libro
“Francisco. El Papa de la gente” recuerda otros tedeums: “Delante de Carlos
Menem habló de los que sirven una mesa para pocos”. Con Fernando de la Rúa:
“Sobre los que actúan como un cortejo fúnebre en el que todos consuelan a los deudos, pero nadie levanta al muerto.”
Transformaciones. La historia con su
sorprendente imprevisibilidad. A los 76 años, Bergoglio preparaba su
retiro. Pensaba alojarse en el hogar de sacerdotes ancianos de Flores,
un barrio muy cercano a sus ilusiones juveniles. Su poder político en nuestro país se había debilitado, había perdido
protagonismo después de quince años de intensa labor pastoral y política.
Pero sucedió un hecho imprevisto: la
renuncia del Papa Ratzinger, un hecho que no ocurría desde hacía 598 años.
Benedicto XVI estaba abrumado por los problemas de un clero en franco declive y
con serios problemas por la corrupción y la pedofilia en la Curia Romana, convertida en una especie
de Nomemklatura religiosa que según el periodista italiano Gianluigi Nuzzi “es un grupo de poder que intenta
mantener contento al Papa, manteniendo su propio poder”
En su última homilía antes de viajar
a Roma para participar del Cónclave para elegir al nuevo Papa, el 13 de febrero,
el escepticismo general sobre sus posibilidades quedó reflejado en que había un solo periodista en la Catedral. Y que
no se creía candidato lo demuestra que dejó escrita su homilía de Semana Santa.
En su “campaña electoral” de esos
días sobre los que se asentaría su actual alegría, seguramente habrá expresado
un discurso que convenció, a más de los
dos tercios de sus colegas luego de cinco elecciones: “Evangelizar supone celo
apostólico. Evangelizar supone en la Iglesia la parresía de salir de sí misma. La Iglesia está llamada a salir de sí misma
e ir hacia las periferias, no sólo geográficas, sino también a las periferias
existenciales: las del misterio del pecado, la del dolor, la de la
injusticia, la de la ignorancia y prescindencia religiosa, la del pensamiento,
las de todas las miserias.”
Coherente con este relato, sobre los
divorciados, muy lejos de condenarlos afirma ahora: “ debemos acompañar a los que fracasan en su matrimonio, siempre con la
misericordia y ternura que comanda el Evangelio de Cristo”
Esto está en la línea de sus
discursos para seducir a los votantes del Cónclave: “Cuando la Iglesia no sale de sí misma para evangelizar deviene en
autorreferencial y entonces enferma….En el Apocalipsis Jesús dice que está a la
puerta y llama. Evidentemente el texto se refiere a que golpea desde fuera la
puerta para entrar….Pero yo pienso en las veces en que Jesús golpea desde
dentro para que le dejemos salir. La Iglesia autorreferencial pretende a
Jesucristo dentro de sí y no lo deja salir.”
Para la política argentina, el
Vaticano se ha convertido en una versión siglo XXI de la mítica Puerta de
Hierro que albergó a Juan Perón en su prolongado exilio español.
Su influencia sobre el escenario
político es incuestionable, tanto en sus aspectos positivos como en los
negativos. Entre los primeros, el haber dejado de lado las rispideces que
caracterizaron su relación con el gobierno en la década kirchnerista y ser un
soporte de la gobernabilidad de Cristina Fernández. Entre lo negativo, que los
aires renovadores de una iglesia que intentará dar posiblemente un giro
importante como fue el recordado Concilio Vaticano II, mantiene hacia su país
de origen un conservadorismo profundo manifestado en las regresivas
modificaciones realizadas al proyecto original del Código Civil, con media
sanción parlamentaria, que invalida muchos de los avances realizados por el
gobierno.
En sus actitudes hay mucho del peronismo que
aprendió en sus simpatías juveniles en Guardia de Hierro; y en sus gestos hay
emulación de lo que le permitió al kirchnerismo pasar de su esmirriado 22% de
origen a cifras cercanas o superiores al 50%.
Su ascenso ha despertado
expectativas justificadas mundiales como su oportuna intervención impidiendo la
invasión de EE.UU y sus aliados a Siria,
que se acrecientan en nuestro país, lo que
ha provocado un derrame de adjetivaciones superlativas y exageradas de
los que encuentran que cubriéndose con su sotana habrán de potenciar sus
posicionamientos políticos.
La Argentina conoce de transformaciones
sorprendentes. Néstor Kirchner, Presidente de la Nación propulsó y
concretó políticas diferentes y aún opuestas a las que pregonó e instrumentó cuando fue
Gobernador de Santa Cruz. Un camino similar al de Jorge Bergoglio convertido en
Francisco.
El sociólogo Fortunato Malimacci
sostuvo al respecto: “La primera
etapa fue ganar credibilidad, quizás más afuera que adentro, y Francisco lo
hizo. Ahora hay que ver en quiénes se apoya. Es alguien que lee lo que pasa
en el momento, ahora tiene una gran presencia en América Latina, y en EE.UU y
Europa, donde está todo corrido a la derecha, los católicos se movilizan contra
el matrimonio igualitario y el aborto pero no lo hacen por la paz, la justicia
y los inmigrantes. Su presencia es continuidad de los mandatos anteriores pero
presentados de otra manera. Él mismo lo dice todos los días”
Cristina Fernández dejó
correctamente en situación desairada a soldados incondicionales acostumbrados a
repetir consignas en lugar de crearlas y por lo tanto no comprendieron el viraje que significaba un
Papa argentino. El Cristinismo, pragmáticamente, desandó el camino y manifestó
una alegría por su proclamación que sus primeros gestos desmentían y Francisco
olvidó antiguas confrontaciones y adoptó una posición favorable.
Su intervención al Banco del
Vaticano conocido como Instituto para las Obras de Religión (IOR), sus
discursos populares, la separación de sacerdotes involucrados en delitos
aberrantes, su decisión de no vivir en los aposentos papales sino en la
residencia de Santa Marta, marcan un giro auspicioso con relación a los papados
anteriores.
Se entiende por qué Bergoglio tiene
un semblante que desmiente categóricamente
lo que su sucesor, el cardenal Mario Poli le dijo: “En Buenos Aires tenías una cara de velorio bárbara”. Su alegría
desbordante es fruto de que pasó de ser un jubilado inminente, a una figura
mundial de un poder simbólico enorme, desde ese 13 de marzo del 2013, cuando
apareció en el balcón de la Basílica de San Pedro convertido en el Papa numero
266. Y el gen peronista que pervive en él, disfruta de ese ejercicio.
Sin embargo conviene ser prudente.
Los ditirambos exagerados son el equivalente a los aplaudidores acríticos del
gobierno. Como afirma la sabiduría popular: “Al rengo sólo se lo conoce cuando
camina.”
17-03-2014
Buenas Tardes, Sr. Presman
ResponderEliminarAyer 19 de marzo hizo unos comentarios sobre el "diario de Yrigoyen", los precios y vicisitudes varias que no alcancé a escuchar para tomar nota de las mismas, bien vale algún aporte más con los gobiernos de Perón e Illia que han sufrido los y su pluma hagan un post al que nos acostumbra.
Desde ya, Muchas Gracias