LENGUAJE: DETRÁS DE LAS PALABRAS
Cada vez que a numerosos entrevistados se les pide que expliquen su posición acerca de algún tema, intentan ganar tiempo para explicitar la misma con un “a ver”, que además pretende colocar su respuesta desde una supuesta superioridad sobre el interlocutor que formuló la pregunta. El que introdujo la muletilla hace muchos años fue el ex jefe de gobierno de la Ciudad de Buenos Aires Aníbal Ibarra. Otra muletilla de reciente difusión es introducir le expresión “digo” antes o en el medio de una frase. Es evidente que el que acude a este bastón verbal está hablando, y por lo tanto su digo es una reiteración innecesaria.
Algunos periodistas, Jorge Lanata por ejemplo, concluye buena parte de sus frases con la muletilla “¿me entendés?”; lo mismo hace Elisa Carrió con una pequeña variante: “¿se entiende?”. En ambos casos, la muletilla juega como una forma de exteriorizar una superioridad intelectual sobre el que escucha, que prima facie estaría imposibilitado de entender la pretendida complejidad de pensamiento de quien lo formula.
Dos periodistas de larga trayectoria como Magdalena Ruíz Guiñazú y Marcelo Longobardi, rematan la mayoría de sus frases con un “¿no es cierto?”. Es como si necesitaran que el que escucha confirme sus afirmaciones. Varios periodistas utilizan en medio de una frase la expresión nada, que actúa como un punto y coma oral; como mera expresión se podría deducir que el silencio hubiera sido preferible al vacío o desconocimiento de lo que se acaba de decir.
Algunos periodistas y entrevistados suelen concluir cada frase con un si interrogador que implica preguntarle al escucha si ha entendido.
En el brutal asesinato de Ángeles Rawson, el periodismo en forma generalizada, denominó a la infortunada adolescente de 16 años como “la nena”. Alguien a quien la ley electoral le permite votar ha dejado de ser una nena y a su vez el Código Civil le autoriza a tener relaciones sexuales consentidas con un mayor, no puede ser denominada de esa forma infantil. Ni hablar de los que se expresan con diminutivos y entonces a las amigas de la estudiante pasan a denominarlas como sus amiguitas. En ese aspecto, un consumado cultor de los diminutivos es el locutor Fernando Bravo a los que se suman muchos movileros que tratando de poner un pretendido azúcar en las palabras, una especie de diabetes verbal, denominan a todo jubilado como abuelito.
Un vocablo adoptado del lenguaje juvenil, y tomado por todo el equipo radial de Lanata, es el término “obvio”. Si a un comentario que se realiza, el que escucha responde con la palabra “obvio”, es decirle al otro que lo que está expresando es algo innecesario o demasiado conocido, una verdadera perogrullada.
Una variante en el mismo sentido es la que utiliza el periodista Nelson Castro que mientras habla un entrevistado o un colaborador repite con persistencia “por supuesto”, “por supuesto”, con lo que parece decirle: estás diciendo obviedades.
Otra muletilla juvenil adoptada por gente que ya ha entrado en la madurez, es concluir cada frase con la palabra “boludo”. En algunos casos es una forma de llamarse y ha reemplazado al “che” que nos identificaba verbalmente como argentinos. Es tal la extensión de uso que si eso hubiera ocurrido en los finales de la década del cincuenta, Ernesto Guevara no hubiera pasado a la historia como “EL CHE”, sino posiblemente como Ernesto “boludo” Guevara.
El periodista Nelson Castro intenta ser original y ha acuñado un saludo con el que inicia cada conversación: Fulano, bella tarde de …..y ahí le agrega el día de la semana que corresponde. El problema es que el programa es una sucesión de pálidas, sus comentarios sobre el gobierno son de un rencor visceral y entonces el saludo entra en contradicción con el deseo que expresa. El contraste se acentúa cuando la naturaleza descarga lluvias intensas con caída de granizo, vientos huracanados, inundaciones en diferentes puntos de la ciudad, y el conductor continúa con su meloso y amanerado saludo.
A su vez un saludo importado de Brasil en la década del noventa que tiene un rico trasfondo es el “¿todo bien?” con sus respectivas variantes “¿todo tranquilo?” y la que parece derivada de la época de la dictadura establishment militar “¿todo en orden?”. Son preguntas que carecen de una respuesta precisa y demuestra el vaciamiento de la pregunta en el sentido que al que la formula realmente no le importa la respuesta, ya que difícilmente a alguien le vaya bien en todos los aspectos de la vida. Por eso la pregunta se contesta, se salva, con la única respuesta posible que es la misma frase sin los signos de pregunta. Distinto es el cálido “¿cómo estás?” con lo cual el interrogado en función del balance de aspectos positivos y negativos puede contestar: bien, más o menos o mal.
Las expresiones se han extendido y generalizado y constituyen una continuación de la lógica epistemológica de los noventa, en el que el otro no importaba.
Entrelazada entre la inseguridad real y su superlativa y sesgada repercusión mediática, los jóvenes han generalizado una expresión de despedida pronunciada en forma de consejo: ¡ Cuidate!
Una de las costumbres más remanidas es el saludo del que ingresa a un lugar donde hablará a un grupo de gente, o invitado a la radio o a la televisión, dice: “Buenos días a todos”; con decir buenos días es suficiente. No conozco a nadie que haya dicho: “Buenos días a todos, menos a fulano y mengano.” Otro error de las mismas características es el que dice: “Mi opinión personal”; al decir mi opinión, se debe descartar lo de personal ya que queda implícito en el mí.
Otra malversación lingüística es “tener códigos.” Ello importa haber incorporado la acepción mafiosa del término; mientras que bien se puede decir: “es necesario tener reglas.”
En los últimos años, algunos comunicadores, al cumplirse un nuevo aniversario del nacimiento de una persona muerta, les desean ¡feliz cumpleaños! Es elemental que alguien muerto no puede cumplir años, que es precisamente una celebración de la vida.
Ni hablar de aquellos que son invitados a un programa, son aplaudidos al empezar y al terminar y el homenajeado también aplaude.
Desde la presidencia de Cristina Fernández, el “todo” que englobaba a hombres y mujeres, fue desmembrado arbitrariamente en todas y todos. Más allá de acentuar una mirada de género, la división del concepto es más una batalla política que un aporte idiomático terminando en este campo en un pleonasmo. La presidenta, una oradora notable, cae sin embargo, en un excesivo uso de la primera persona del singular, ignorando sistemáticamente la primera del plural. Para decirlo simplemente: el yo eclipsa al nosotros. Por otro lado repite en forma superlativa la expresión “ en la República Argentina”, lo que resulta innecesario pues es el país que gobierna.
La prolijidad expositiva de Víctor Hugo Morales se empaña con una expresión que incorporó desde su país natal, el Uruguay, donde es habitual como una fórmula de cordialidad: “a sus órdenes”. Más allá de la gentileza, la expresión arrastra un pasado que expresa brutalmente la relación del mandado con respecto al mandante.
El lenguaje tiene carga ideológica; y en muchos casos, poderosa intencionalidad política.
Ante la implosión de los partidos políticos, los mismos políticos han dejado de referirse prioritariamente a su marco de referencia y prefieren reemplazarlo por “espacio político”
Así no es inocente tampoco que se titulara y se repitiera hasta el cansancio la palabra campo en el conflicto del gobierno con las patronales campestres. Bajo el concepto geográfico campo se diluían los conflictos sociales, y la mesa de enlace quería dar la imagen que en las actividades agropecuarias las relaciones entre empleadores y empleados es una nueva versión de la familia Ingalls.
Cuando se habla del paro en el campo, parece sugerirse que el trigo y la soja deciden no crecer, el gallo no canta a la madrugada, las vacas cierran sus ubres, los chanchos abominan del chiquero, las ovejas dejar de balar y las vacas se niegan a los toros y a la inseminación artificial.
Con la caída del Muro de Berlín y la hibernación de los sueños de una sociedad socialista, a la potente palabra pueblo se la reemplazó por la pasteurizada gente. Pueblo es una clara categoría política, mientras la palabra gente puede tener cierta equivalencia pero desde una mirada posicionada desde afuera de una concepción política. Había que castrar la potencialidad del sujeto de la historia que es el pueblo y entonces se la despolitizó con la expresión gente. Pero ahí no terminó la ofensiva descafeinada y era necesario quitarle toda pasión. Convertir el concepto ciudadano en el dietético vecino. Se reduce a un ciudadano con derechos, civiles, políticos, sociales, a un simple consorcista a quien sólo le interesa la administración de su edificio; perdón, de su ciudad. En el mismo camino la ideología se trasmutó en gestión, como si un cuchillo podría independizarse de la mano que la maneja y del cerebro que la dirige.
Otro manejo discrecional, intencionado o ignorante del lenguaje, es decir que el Estado paga en negro. Este error es cometido por periodistas económicos bien intencionados, por otros que aborrecen al Estado y aún por sindicalistas que son trabajadores del Estado. Un trabajador está en negro cuando cobra sin un recibo oficial; cuando no existe para las leyes laborales y no está registrado en el ANSES; quien no tiene cobertura de obra social y a quien no se le hacen retenciones ni aportes. Cuando se dice que el Estado paga en negro, se describe una situación diferente. El trabajador está registrado, tiene obra social, figura en el libro de sueldos. Ahora bien, ocurre que en su recibo oficial figuran conceptos denominados “no remunerativos” sobre los cuales no se efectúan contribuciones ni aportes y no se consideran para el cálculo de algunos beneficios, pero ello en manera alguna transforma su relación laboral en “negro”. Ello sí acontece cuando increíblemente el Estado obliga a un empleado a facturarle como monotributista encubriendo una relación real de dependencia.
Si no se usa la terminología correcta, lo aprovechan los privados que pagan realmente en negro, sin recibo oficial y sin inscripción del trabajador y se escudan que también el Estado paga en negro.
Con la misma carga ideológica, los medios dominantes modificaron el superávit fiscal que siempre ponderaron para denominarlo “hacer caja” en forma despreciativa e insinuando un manejo oscuro que siempre atribuyen a un gobierno popular.
La estatización de los fondos de las AFJP, recuperando para el Estado el manejo de la seguridad social, lo denominan tendenciosamente como una confiscación. Los críticos sufren de amnesia y “olvidan” que el artículo 14 bis dice: “El Estado otorgará los beneficios de la seguridad social, que tendrá carácter integral e irrenunciable.”
Otro equívoco intencionado es confundir los fondos para los jubilados como técnicamente debe decirse en un sistema de reparto y no el dinero de los jubilados.
El intento más grosero actual de adulteración conceptual y del lenguaje, lo concreta la periodista Silvia Mercado, ponderada por los periodistas Jorge Lanata y Jorge Fontevecchia , quien en su libro “El inventor del peronismo, Raúl Apold, el cerebro oculto que cambió la política argentina” reduce, en una jibarización sorprendente, al peronismo, su historia y sus logros, a un mero relato fabricado por Raúl Apold, Subsecretario de Prensa y Difusión.
Actualmente, los economistas del establishment denominan al control de cambios como cepo cambiario. Que la derecha, que aplicó desde el cepo real al terrorismo de estado, pasando por todo el arsenal de torturas, utilice ahora esa denominación identificándola como una forma grosera de restricción de la libertad, es una hipocresía insultante.
George Orwell escribió: “Si el pensamiento corrompe el lenguaje, el lenguaje también corrompe el pensamiento”
Samuel Clemens, conocido como Mark Twain, sostenía correctamente: “La diferencia entre una palabra casi justa y la palabra justa no es una pequeña cuestión, es como la diferencia entre una luciérnaga y la luz eléctrica.”
29-08-2013
30 agosto 2013
28 agosto 2013
Después de los buitres, ¿le conviene a la Argentina tomar créditos exter...
Mesa de Periodistas 28-08-2013
25 agosto 2013
PALABRAS VACIADAS
El periodista Federico Bernal escribió un muy buen artículo titulado “El ataque del imperialismo “médico.””, donde cuenta que le envió un correo a Owen en donde después de enumerar los que el mismo considera que padecieron del síndrome mencionado ( Hitler, Fidel Castro, Komeini, Hussein, Khadafi, Milosevic, De Gaulle, Eva y Juan Perón, Noriega, Ghandi, Ernesto Che Guevara, Ho Chi Minh, y Martín Luther King) ( obsérvese que curiosamente no está incluida Margaret Thatcher o Churchill) le pregunta ¿ Y que hay de Cristina Fernández de Kirchner?.
Si el lenguaje en lugar de aclarar, oscurece; si en vez de comunicar, oculta; si en lugar de transmitir, obstruye; el poder está ganando o al menos empatando la actual batalla cultural.
El Presidente Raúl Alfonsín decidió no acudir a la palabra renuncia para denominar su entrega anticipada del gobierno en 1989. Prefirió encubrirla diciendo: “He resuelto resignar a partir del 30 de junio de 1989 el cargo de Presidente de la Nación Argentina con el que pueblo me honrara desde el 10 de diciembre de 1983”
Cuando las tropas argentinas se rindieron en Malvinas el 14 de junio de 1982, la palabra rendición no aparece en el comunicado 165 en que se comunica que: “ El Estado Mayor Conjunto comunica que en el día de ayer, 14 de junio de 1982, se produjo la reunión entre el comandante de las fuerzas inglesas General Jeremy Moore y el comandante de la guarnición militar Malvinas, general de brigada Mario Benjamín Menéndez. En dicha reunión se labró un acta en la cual se establece las condiciones del cese del fuego y retiro de tropas.”
Después de las PASO, del 11 de agosto, algunos sectores del kirchnerismo se refugian en las aritméticas antes que en la política para convertir en victoria una derrota política. En esa línea se inscriben el sociólogo encuestador Artemio López y el periodista Horacio Verbitsky.
Otros integrantes del núcleo duro como el periodista Enrique Masllorens escribió en Tiempo Argentino del 21 de agosto: “Estas PASO nos dejaron un regusto amargo. Previsible pero igualmente agrio. Y como pasa siempre, algunos sectores propios salen a proclamar públicamente la necesidad de una autocrítica, que es una demanda del enemigo para solaz de su propia tribuna. En momentos en que la vieja reacción conservadora y sus compañeros de ruta nos subieron a un ring de box y nos encerraron entre sus cuerdas, la consigna es clara y contundente: aceptamos la pelea aunque no la buscamos y dejaremos hasta el último aliento por la consolidación y la permanencia del movimiento nacional y popular……..La autocrítica es puertas adentro y en los ámbitos propios. Y a otra cosa”
El gobierno necesita un preciso cuadro de situación, buscar con rapidez los déficit y hacerse dueño de la pelota con algunas medidas audaces, que reviertan, en parte, el último resultado y le permita transitar con menos inconvenientes los dos años que le faltan.
A Daniel Scioli, como al viejo Popeye, le han dado raciones extras de espinaca, con lo cual ha fortalecido su habitual insípido y previsible discurso. Sabe que no sólo lucha por fortalecer al gobierno, sino también y fundamentalmente porque de ello depende su futuro político. La aparición de Sergio Massa ha producido un insólito fenómeno: Cristina mira con otros ojos al gobernador, con el cual ha tenido serias diferencias políticas y estéticas que ha manifestado públicamente en reiteradas ocasiones. Como bien lo adelantó con precisión el ensayista Alejandro Horowicz en Tiempo Argentino del 30-06-2013: “Ahora bien, la irrupción de Massa aportará el próximo milagro: los que hasta ayer lo denostaban (a Scioli), a partir de octubre lo verán como un heredero razonable del ciclo iniciado en 2003. Y ese será el nuevo milagro de la política K en la Argentina”
En el mejor caso, Daniel Scioli será al kirchnerismo, lo que el alvearismo significó con relación al Irigoyenismo.
Sergio Massa es acunado por el establishment que ha encontrado el Capriles buscado. Desde el 12 de agosto viene creciendo a expensas de los errores del gobierno. No deja de ser duro que un proceso de transformación resulte jaqueado por un intendente inteligente pero chirle, de discurso insustancial, proveniente de un distrito pequeño, cubierto de clubes de campo, cuyo sueño fue convertir al Tigre en una versión sudamericana de Miami. No es de extrañar entonces, que hacia allí huyan y se refugien los que desertan del kircherismo.
La argamasa del candidato se ha construido en base a la seguridad y a las cámaras, en un territorio donde el 50% del mismo, por lo menos, tiene seguridad privada y cercos perimetrales. Paradojas de un político diseñado por el marketing, el mercado y el poder económico.
Sergio Massa articula un discurso plagado de deseos y lugares comunes, en sintonía con el sentido común despolitizado de sectores importantes de la población. Su propuesta fue concreta y descarnada en el Consejo Interamericano de Comercio y Producción (Cicyp): hay que “trazar una raya, dejar de mirar para atrás y darse una política de construcción de futuro”; remarcó la necesidad de financiamiento externo”; “Estado y mercado deben acompañarse automáticamente”; “se manifestó a favor de revisar impuestos y emitir bonos; “volver a la AFJP en forma complementaria al sistema de reparto”. “Massa habló de discutir seriamente la matriz tributaria de la Argentina y hacerla más progresiva. Cuando uno mira y compara siente que pierde competitividad no sólo por una cuestión vinculada a lo cambiario. Muchas herramientas se juntan para frenarla: el costo logístico, el costo de combustible, el costo tributario. Cuestiones que han ido quitando la posibilidad de crecer y desarrollarnos.”
El establishment se siente ganador. Pululan los que repiten hasta el cansancio la expresión “fin del ciclo.” Mensaje claramente dirigido a la Corte Suprema para que se pronuncie a favor de los poderosos que han sido lastimados y que volverán a reinar, presumen, después del 2015 y a los intendentes y gobernadores para que deserten de un proyecto que vociferan ha concluido.
Pero en el mientras tanto el objetivo es identificar a la presidenta como loca. Lo dice Eduardo Fidanza en La Nación del sábado 17 de agosto: “Se habla, en off y despectivamente, de los avatares de la cordura presidencial, pero no se estudian las consecuencias que puede tener en la marcha del Estado.”Sobre el mismo tema escribió Jorge Fontevecchia en Perfil del 18 de agosto: “Que la Presidenta enloqueció se ha convertido en un lugar común. Sea o no cierto, la sola creencia se transforma en un hecho político.” Hasta un hombre caracterizado por su falta de audacia a la hora de las decisiones y de las declaraciones como Hermes Binner, consideró en este escenario pertinente declarar: “Se necesita una persona equilibrada para gobernar”
Imprevistamente, retornó de su autoexilio Chiche Duhalde, que puso en tela de juicio las condiciones de la mujer para desempeñarse en política, en una jugada que apunta a la Presidenta pero que incluye su propia denigración. Pero faltaba aún la irrupción en escena del periodista Nelson Castro, que abusando de su condición de médico en retiro efectivo le diagnosticó por televisión que la presidenta padece el ´Síndrome de Hubris”.
El mismo es más una caracterización sociológica que médica. Su creador es el neurólogo inglés David Owen que la definía como una suerte de “enfermedad de la mente, originada en el poder.
Owen fue canciller británico entre 1977 1979 y uno de los principales propulsores de la respuesta armada del Reino Unido en contra de la recuperación de Malvinas por parte de Argentina.
El periodista Federico Bernal escribió un muy buen artículo titulado “El ataque del imperialismo “médico.””, donde cuenta que le envió un correo a Owen en donde después de enumerar los que el mismo considera que padecieron del síndrome mencionado ( Hitler, Fidel Castro, Komeini, Hussein, Khadafi, Milosevic, De Gaulle, Eva y Juan Perón, Noriega, Ghandi, Ernesto Che Guevara, Ho Chi Minh, y Martín Luther King) ( obsérvese que curiosamente no está incluida Margaret Thatcher o Churchill) le pregunta ¿ Y que hay de Cristina Fernández de Kirchner?.
Contestó el padre del llamado síndrome de Hubris, el 19 de agosto: “Tengo como regla absoluta no pronunciarme sobre si alguien tiene o no el Síndrome de Hubris sin estudiar cuidadosamente los hechos y la historia médica hasta donde uno puede hacerlo.”
El periodista Hernán Brienza lo cruzó: “No hace falta, doctor, hurguetear en los basurales para hacer periodismo opositor. Es posible hacerlo con elegancia. La primera mandataria, además de tener la investidura presidencial, es una mujer. Milite en las filas caballerescas, tome mi consejo, no caiga en el síndrome de la Madrastra de Blanca Nieves hablándole al espejito.”
Cerrando el círculo, se enlaza el presunto desequilibrio presidencial con la muletilla fin de ciclo. Inmediatamente se pasa al postkirchnerismo. La misma tiene un doble propósito: dirigirla hacia lo oídos siempre políticamente atentos del poder judicial para influir en sus decisiones, empezando por la ley de medios, y por otro lado influir sobre los intendentes favorables al gobierno para que se orienten hacia el Tigre.
El vaciamiento del lenguaje o el intentar contrabandear derrotas presentadas como victorias muchas veces ha sido el prólogo de otros vaciamientos o fracasos. Basta recordar lo que se hizo bajo las consignas del salariazo y la revolución productiva o el autismo de De la Rúa ante el resultado de las legislativas de octubre del 2001.
Si el lenguaje en lugar de aclarar, oscurece; si en vez de comunicar, oculta; si en lugar de transmitir, obstruye; el poder está ganando o al menos empatando la actual batalla cultural.
22-08-2013
22 agosto 2013
21 agosto 2013
20 agosto 2013
Ya está On Line el nuevo Número, 59, de La Tecl@ Eñe.
Escriben Horacio González, Edgardo Mocca, Rubén Dri, Ricardo Rouvier, Oscar Steimberg,
Miguel Molina y Vedia, Jorge Boccanera, Hugo Mulerio, Perla Sneh, Susana Cella, Hugo Presman, Jorge Giles, Carlos Raimundi, Edgardo Form, Norberto Colominas, Rubén Liggera,
Hugo Biondi,Flavio Crescenzi, Ronaldo Wright, Garaventa Jorge, William Puente, Rodolfo Yanzón y Vicente Muleiro
Para leer la revista hace click en el siguiente enlace: http://lateclaene.wix.com/la-tecla-ene
Escriben Horacio González, Edgardo Mocca, Rubén Dri, Ricardo Rouvier, Oscar Steimberg,
Miguel Molina y Vedia, Jorge Boccanera, Hugo Mulerio, Perla Sneh, Susana Cella, Hugo Presman, Jorge Giles, Carlos Raimundi, Edgardo Form, Norberto Colominas, Rubén Liggera,
Hugo Biondi,Flavio Crescenzi, Ronaldo Wright, Garaventa Jorge, William Puente, Rodolfo Yanzón y Vicente Muleiro
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18 agosto 2013
ENCENDER UNA VELA
Confucio
decía que es mejor encender una vela que maldecir a la oscuridad. Sería
conveniente que en el gobierno sigan el consejo de Confucio. Los dos discursos
de la Presidenta después de la derrota política del 11 de agosto (el del día de
las elecciones, luego de conocido el escrutinio
y el de Tecnópolis) parece haber optado en principio por enojarse con la
oscuridad.
Algunas
consideraciones de aproximación al tema. Las especulaciones previas llevaban a la
certeza que a nivel nacional el Frente para la Victoria obtendría la victoria, teniendo en cuenta que era el
único partido que con el mismo nombre tenía presencia en todos los distritos.
Dado que la situación económica y social era considerablemente mejor que la
peor elección realizada por el gobierno en el 2009 y que esos eran los
legisladores que se renovaban, estaba garantizado una presencia legislativa mayor al superar previsiblemente
por varios puntos la performance nacional de aquel año que alcanzó a 31,5%. En
los distritos más desfavorables como Capital Federal, Santa Fe y Mendoza se
estimaba, que aún derrotado, duplicaría los votos obtenidos en el 2009, mejoraría un poco en Córdoba y permanecería
estable en la Provincia de Buenos Aires. En la mayor parte de los otros
distritos se consideraba factible mantener la habitual hegemonía. Con ese
panorama, y partiendo de un núcleo duro superior al 30%, resultaba
absolutamente probable llegar al 35 %.
El
resultado estuvo lejos de ese cálculo. Como escribió el periodista Eduardo
Blaustein en el semanario Z: “La sorpresa no fue sólo la baja elección hecha
por el kirchnerismo en la suma nacional cinco puntos por debajo de su marca del
2009. La sorpresa es lo lejos que estuvo
el oficialismo-dirigentes, voceros, sus medios cercanos- de prever ese
resultado. La ausencia de esa percepción explica en buena medida lo
sucedido: dificultades de escucha y de
interpelación, negaciones, una cierta tendencia oficial (según lo definió el
escritor Juan Sasturain) a lo autocelebratorio. Es cierto que el silencio
previo de un par de consultoras cercanas al gobierno se hacía elocuente y es
cierto que en términos generales las encuestas porteñas y bonaerenses se
acercaron a los cómputos finales, pero
no a lo que finalmente sería la escala nacional y menos a lo sucedido en muchas
provincias. Es cierto que el kirchnerismo sigue siendo primera minoría
nacional y la fuerza más organizada. Pero ese argumento obvio es pobre en el
análisis general y sólo complementario de otras lecturas posibles de las
elecciones”
En provincia Buenos Aires, donde el Frente
para la Victoria estuvo casi tres puntos
por debajo del 2009 se produjo la sorpresa que en los lugares donde debía ganar
por amplio margen el mismo se estrechó en forma considerable, perdió en forma
amplia en los municipios cuyos intendentes apoyaron a Sergio Massa y fue
derrotado, a mero título enunciativo en lugares impensados como Morón,
Avellaneda, Moreno, Ituzaingó o Lanús registrándose un empate en un territorio
abonado a la victoria como Merlo. A eso se suma la derrota en provincias como
La Rioja, Jujuy, San Juan en donde el resultado parecía cantado a favor,
igual que en Catamarca aunque en esta provincia con menor margen de certeza, y el
previsible pero muy simbólico fracaso en Santa Cruz.
Los triunfadores opositores
con amplias ventajas, como Julio César
Cleto Cobos en Mendoza o Hermes Binner
en Santa Fe, se caracterizan por su discurso lavado e insustancial, su falta de
carisma y su nula audacia.
Sergio Massa realizó una muy buena elección, con un emprendimiento político de
apenas 40 días, aunque su preparación tiene muchos meses acumulados. Su
discurso en la línea de Capriles en Venezuela, intentó recoger lo que considera
positivo del kirchnerismo y apuntar lo que la prédica opositora política y
mediática ha hecho trinchera: no a la reelección, no a la reforma de la
constitución, defensa de la justicia actual, hincapié en la división de
poderes, y prédica en la lucha contra la inflación y la inseguridad. Ese envase esconde un contenido fuertemente
noventista que recorre todas la muletillas que van desde la prolongación de las
penas para mejorar la seguridad a la de dejar atrás el pasado y
consecuentemente el procesamiento de los genocidas, postulando una falsa reconciliación. Desde el
abrazo al mal llamado campo, a la de transitar el camino del endeudamiento y
subordinación a los organismos internacionales, bajo las premisas de la
conciliación, el consenso y la reinserción en el mundo. Desde la subordinación
integral a las corporaciones y a la patria financiera al alineamiento
incondicional con los EE.UU, desertando de la utopía revolucionaria de la
unidad latinoamericana.
Otro
derrotado es el PRO en el único distrito que administra, protegido por los
medios hegemónicos, que han amortiguado el fracaso al punto de pasar por
triunfador, pero internamente no han podido disimular el sacudón donde el frente UNEN amenaza su hegemonía.
Éste ganó en la mayor parte de los barrios porteños, tanto para diputados como
para senadores. Como compensación precaria tuvo las buenas elecciones de
Alfredo de Angeli en Entre Ríos donde superó al radicalismo ubicándose en el
segundo lugar, igual que Miguel del Sel en Santa Fe que volvió a confirmar un
segundo puesto con menos votos que en su debut y a mayor distancia del primero. En Córdoba el
ex árbitro de fútbol Héctor Baldassi, debutante político en las huestes de
Mauricio Macri, se ubicó tercero,
superando en votos al Frente para la Victoria, que llevó como candidata a
Silvia Scotto, la ex rectora de la Universidad de Córdoba, lo que obliga a realizar un enorme esfuerzo de
comprensión, para lo cual es útil acudir al filósofo Baruj Spinoza que
sostenía: “En política no hay que reír ni llorar, sólo comprender.”
El
Frente de Izquierda realizó una muy buena elección con presencia en 19
distritos en todos los cuales superó largamente el piso establecido en las
PASO.
Dentro
de UNEN, ha quedado claro que Jorge Lanata siembra y Elisa Carrió cosecha.
El
amplio triunfo en Entre Ríos del gobernador Sergio Uribarri, lo deja en
condiciones favorables de ser una alternativa kirchnerista en el 2015.
EXPLICACIONES POSIBLES DE
UNA DERROTA
Es
posible que el gobierno haya leído equivocadamente el resultado del 55% en las
elecciones presidenciales del 2011, considerándolos suyo. Sostuve entonces que
los votos propios alcanzaban a lo sumo a un 35%. El 20% restante es fluctuante.
El gobierno debía retener por lo menos 7 puntos de ese total de dos dígitos. No
solo no lo hizo, sino que su drenaje perforó incluso su propio piso. Cuando
Cristina Fernández afirmó “Vamos por todo”, su lectura correcta era por todo lo
considerado pendiente y no como interpretó o simuló entender el establishment
que significaba un arrasamiento institucional. Esa estrategia entró en contradicción con la construcción política que
se desplegó. La Presidenta fue expulsando seguidores y simpatizantes y
radicalizando a sus opositores de clase media. Se enfrento con la CGT de Hugo Moyano con daños fuertes para ambos.
Cristina perdió representación y capacidad de movilización y el líder camionero
extravió su GPS y terminó abrazado con los que esperan la oportunidad para ser
sus verdugos. Cristina se acercó a un sindicalismo gordo y sin capacidad
movilizadora como el que expresa Gerardo Martínez, impresentable hasta desde el
punto de los derechos humanos, mientras que Moyano decidió transitar por la política donde
está más desorientado que camionero en la niebla, utilizando un lenguaje
neoliberal y un arco de alianzas que contrasta con su valorable posicionamiento
en los noventa.
Un
movimiento nacional y popular con la clase obrera organizada fuera de ese
campo, necesariamente padecerá de una debilidad costosa que se expresa en las
calles y en las urnas.
El ensayista Ernesto
Laclau, cuya defensa del populismo es meritoria, ha incorporado la teoría del papel secundario del proletariado,
desplazado por las organizaciones sociales y las juveniles. Si la Presidenta
adscribe a esta postura, la realidad empieza a demostrarle la equivocación. Si
a esto se suma que franjas crecientes de las clases medias, fundamentalmente
las más favorecidas, desembarcaban de la aceptación pasiva para pasar a la
oposición activa, la base de sustentación se debilitaba significativamente.
Los masivos cacerolazos fueron un alerta que la Casa Rosada minimizó y algunos
de sus ministros ridiculizaron.
Se da entonces una
situación paradojal: mientras se intenta ir por más, las fuerzas que se va
disponiendo para concretarlas se van reduciendo.
He
manifestado reiterada y obsesivamente mis dudas sobre la construcción política
de la Presidenta. El hostigamiento a Daniel Scioli intensificado en los meses
previos a las elecciones, cuestionando incluso su capacidad de gobierno para
luego recurrir a él con el objetivo de sostener a Martín Insaurralde, desconocido fuera de Lomas de Zamora, revela
una contradicción difícil de explicar. Haber especulado con la alta
probabilidad que Sergio Massa no iba a romper, limitó el esfuerzo de mantenerlo
dentro del redil. Massa y Scioli eran necesarios para estas decisivas
elecciones presentadas como plebiscitarias, tanto por el gobierno como para la
oposición, y de su resultado depende la
continuidad más o menos tumultuosa de los últimos dos años de gobierno, y la proyección
o no del proyecto, más allá de la finalización del presente mandato. Si se
tenía pensada la ruptura, la misma debía concretarse a posteriori del 27 de
octubre. Si se hace un ejercicio de
historia contrafáctica, es fácilmente imaginable la derrota estruendosa que
hubiera sufrido el Frente para la Victoria si Scioli rompía y se aliaba con
Massa.
Hay una tendencia creciente
en el gobierno hacia el enclaustramiento en los considerados leales, y un
sistema de promoción que premia a los que se despojan de toda observación
crítica, lo que potencia a los alcahuetes.
Hay
además una metodología parlamentaria y económica que levanta polvaredas de
disconformidad. La primera se vio, por ejemplo, en las seis leyes de
democratización de la justicia, a las
cuales se las impuso. Teniendo fuerzas suficientes para sancionarlas, se abortó
el debate previo, para darle un tratamiento veloz. Se prescindió del
conocimiento social donde se debe librar la
batalla del convencimiento y de la aceptación. En el orden económico suceden
situaciones inadmisibles en diferentes
áreas, donde la oscuridad de los procedimientos y la arbitrariedad producen en
muchos casos irritaciones justificadas.
Una cosa es la necesaria
confrontación para llevar adelante transformaciones que han sido en muchos
aspectos la marca en el orillo del kirchnerismo. Muy diferente es usar un
discurso revulsivo, incluso necesario y luego esterilizar o incumplir lo
prometido.
Por ejemplo, el pretendido control de precios con apoyo activo de la Cámpora,
duró lo que la luz de un fósforo.
Dejar
que la lista de los artículos las confeccionaran los supermercados, fue una
torpeza de principiantes. Amenazar con un control radicalizado para dejarlo en
las gateras, es un error político.
Provocar
la reacción del establishment por algo que se amenazó y no se concretó como el
accionar de la Cámpora en los supermercados, forma parte del manual de lo que
no se debe hacer.
No
encarar el saneamiento del INDEC, de aquí para adelante, es un desgaste en la
credibilidad que puntualmente llega en los primeros días de cada mes.
Medidas
como el control cambiario, imprescindible en un contexto como el actual para
tratar de soslayar escenarios mucho más graves,
debió comunicarse como una cruzada en defensa del país y de sus
ciudadanos y no como ha sido considerado finalmente, aunque en forma falaz,
como una restricción de la libertad. Incluso que el establishment y sus
servidores políticos, económicos y mediáticos lo califiquen de cepo cambiario
es haberle dejado la batalla idiomática de fuerte contenido cultural al poder
económico que desde sus orígenes no escatimó los medios de tortura como el
cepo.
El
actualizar los sueldos sin el correlato en las tablas y deducciones del
impuesto a las ganancias es una obstinación poco inteligente. Lo mismo sucede
con diferente intensidad en las categorías del monotributo.
La
prensa favorable sólo llega a un limitado número de simpatizantes y jamás ha
sido una mediana competencia de los medios dominantes. De todos los productos
periodísticos engendrados, sólo 6-7-8, Duro de domar y TVR, han tenido
influencias destacadas como antídoto a la distorsión y falsedades de los medios
dominantes, aunque la receta y el encapsulamiento ideológico sufra cierto
desgaste. La carencia de programas periodísticos creíbles en la televisión
pública que incluya una audiencia que supere largamente a los convencidos, es
una ausencia injustificable. La aplicación de la ley de medios, en la parte no
judicializada, es otra materia pendiente.
El
atraso cambiario y sus consecuencias sobre las economías provinciales, puede
explicar las derrotas en territorios tradicionalmente ganados.
La
tardanza en poner en la agenda gubernamental como temas prioritarios la
inflación, la inseguridad, el mejoramiento del transporte ferroviario son
facturas que segmentos importantes de la población pasan. No alcanza con
explicar las calamidades del punto de partida. Lo que el gobierno revirtió ya
es considerado derecho ganado e incorporado.
Gobernar
se parece al trabajo de las empleadas de casas particulares. No terminan de
limpiar cuando algún ambiente se vuelva ensuciar. El gobierno se ha enamorado
de sus éxitos y retrasó las respuestas a las nuevas demandas.
Al
desgaste lógico de una década de gobierno se le ha sumado las denuncias de
corrupción, que más allá de sus grotescas exageraciones, han sido efectivas y a
las cuales el gobierno no les ha dado respuesta, en aquellos casos que lo
ameriten.
El
haber realizado la mejor campaña publicitaria electoral tuvo, sin embargo, el
déficit de apuntar hacia lo logrado sin proponer medidas que enamoren a futuro.
ENCENDER UNA VELA
El
gobierno después de diez años sigue siendo la primera fuerza nacional, con
ventajas significativas sobre sus contendientes. Es un hecho con pocos
precedentes y el único del mismo signo que gobernará durante doce años. Pero sería
equivocado si la Presidente no afronta con claridad los errores cometidos,
muchos de ellos no forzados, mientras retoma la iniciativa y profundiza el
proyecto.
El kirchnerismo ha
producido profundos cambios culturales y superestructurales, muchos más
intensos que los que han afectado a la estructura económica.
Lo
realizado le ha granjeado la profunda animadversión de franjas mayoritarias del
poder económico, que intentarán cercar al gobierno deseando y agotando las
instancias para un final con salida en helicóptero. No sólo les resulta necesario derrumbarlo sino desterrarlo como
experiencia para que resulte aleccionador e irrepetible.
Muchos
de los avances podrán ser apreciados nostálgicamente si Sergio Massa u otra variante similar accede al gobierno en
el 2015. El programa real del intendente de Tigre invoca siempre un futuro
cuyas raíces profundas se internan en el pasado noventista, mientras aggiorna
un discurso encubridor que no puede explicitar claramente aunque audiencias
populares porque sería piantavotos.
Paradojalmente, el
kirchnerismo que representa la alternativa presente con mayor posibilidad de
acceder a un futuro no deja de hablar de sus éxitos pasados
La
oposición ha olvidado las presuntas denuncias de fraude que levantó a través de
sus escribas más reconocidos. El 3 de agosto, en su columna semanal en el
diario Clarín, Jorge Lanata tituló: “Fraude, el fantasma que sobrevuela otra
vez”
Es curioso: si gana el
gobierno necesariamente hay fraude, pero si triunfa la oposición es una jornada
democrática histórica . “Comicios impecables” escribió Carlos
Pagni en La Nación del 15 de agosto.
El
gobierno actúa en espejo cuando quiere explicar a través de una causa
excluyente la derrota política. Entonces los responsables fundamentales son los
medios hegemónicos. Si con todos esos medios desenfrenadamente opositores ganó
hace dos años con el 55%, sacándole 30 puntos al segundo, cuando reduce su
caudal a la mitad, utilizar en forma unilateral ese determinante, es escaparse
por la tangente. Eso no significa desconocer la enorme influencia diaria de los
medios dominantes en la configuración de posiciones y estados de ánimos.
La
posibilidad de revertir el resultado de cara a octubre es muy difícil. Es
posible que en la Provincia de Buenos Aires Sergio Massa incremente sus votos y
amplié su distancia de Martín Insaurralde, que si logra evitar el habitual
drenaje hacia el ganador, es posible que también incremente su performance
aunque en menor proporción.
Si
durante la agonía de la Alianza la liga de gobernadores desempeño un papel
fundamental, en el actual contexto se ha impuesto la municipalización de la
política. Los intendentes bonaerenses que solo recaudan en general un 30% de
sus ingresos, dependen para su funcionamiento de la coparticipación provincial
y de las obras que les asigna el gobierno nacional. Eso explica el corte de
boletas que llevó que en la elección de diputados provinciales triunfara el
Frente para la Victoria.
El
periodista Martín Rodríguez ha ironizado sobre el comportamiento de los
intendentes tomando la conocida frase de Raul Alfonsín: “No sigan hombres,
sigan ideas” transformándola en “No sigan hombres, no sigan ideas, sigan al
presupuesto”
El kirchnerismo ha
demostrado que su audacia se incrementa cuando está acorralado. También es
cierto que no siempre es factible
repetir situaciones exitosas en escenario diferentes. Pero de cara al 2015, el
gobierno no tiene otra alternativa que retomar el centro del ring, corregir los
errores y avanzar decididamente.
Prender
una vela para cambiar o moderar el resultado del 11 de agosto implica recuperar
el piso propio e ir sobre el electorado fluctuante que el gobierno ha
espantado.
Profundizar
el fracaso electoral de las PASO, implica para el gobierno quedarse con la
segunda parte del pensamiento de Confucio, es decir, sólo maldecir a la oscuridad.
17-08-2013
Hugo
Presman. Para publicar citar fuente. Todos los derechos reservados.
16 agosto 2013
09 agosto 2013
08 agosto 2013
DISPARADORES PARA LA REFLEXIÓN
Uno
diferencia fundamental entre la Argentina y Brasil, Chile y Uruguay es que aún
no se ha dirimido la superioridad definitiva entre dos proyectos de país en
pugna. Cuando un gobierno popular avanza en ese sentido, los que expresan otro
proyecto de país intentan disimular la confrontación histórica con el lenguaje
de olvidar el pasado, suprimir el espejo retrovisor, superar las diferencias,
mirar el futuro, unirse y sólo buscar las coincidencias.
Un
discurso donde la realidad subyacente queda envuelta en un mar de falsedades.
Gobernar
sin conflicto y confrontación es suponer que uno puede ascender en una escalera
que carece de escalones, que es el equivalente a la peregrina teoría que se
puede gobernar sin afectar a nadie o en su versión más bizarra con el
consentimiento y aprobación de los afectados.
El
ensayista Alejandro Horowicz sostiene al respecto: “La simplota confianza en
que “la buena voluntad” y el “gesto amable” navegan por encima del conflicto
social; más aún, el conflicto mismo sólo sería un malentendido al que un
diálogo razonable podría poner fin, y esto sucedería por responsabilidad
personal de “los políticos”…..es obviar que gobernar no puede ser otra cosa que
satisfacer intereses en conflicto; y que toda política por su naturaleza,
termina por reducirse en última instancia a defender o atacar intereses de
clase.”
A su vez Jorge Lanata, el
multipremiado periodista en la entrega de
los premios Martín Fierro, un elemental divulgador histórico, no
entiende que lo que él denomina grieta no la ha provocado el gobierno sino que
éste sólo la pone en evidencia. Expresó: “Hay una división irreconciliable en
la Argentina que es lo que yo llamo grieta, que es lo peor que nos pasa. Va a
trascender al actual gobierno, porque la grieta ya no es política, tiene que
ver con como vemos el mundo”
En
la Argentina, a diferencia de los países mencionados, el poder económico no
tiene partidos de derecha explícita que le garantice su acceso al gobierno. La
única vez que en democracia, gobierno y poder económico nacional e
internacional encontraron un punto de encuentro total fue en las presidencias
de Carlos Menem, a continuación que el riojano se olvidara y desmintiera a sus
promesas electorales.
Sobre
la democracia, el ex muy buen periodista y cada vez más mediocre político
Rodolfo Terragno, se explayó en forma sorprendente en su medio preferido, el diario Clarín del
21 de julio: “ Un gobierno, si es elegido libremente, tiene legitimidad de
origen; pero si no tiene oposición es antidemocrático aunque no lo quiera: la
hegemonía deriva siempre en autoritarismo” Según el dirigente radical el
partido mayoritario además de gobernar debería preocuparse por alentar el nacimiento de una oposición
para no ser tildado de antidemocrático. Es una proposición tan sorprendente
como aquella que descalifica a los gobiernos populistas como democráticos por
su origen pero no por su funcionamiento.
El
ensayista italiano Lucio Colleti sostenía: “La democracia burguesa, la
democracia liberal, es el poder de la minoría contra la mayoría, de la parte
contra el todo, de los pocos contra el pueblo”. Bajo
un escenario democrático de origen, los pocos disuelven el triunfo en las urnas
y terminan imponiendo el poder de la minoría sobre las mayorías.
En
la Argentina, el poder económico que no tiene votos, jaqueó a los gobiernos
populares a través de la irrupción de las Fuerzas Armadas. En
1930, 1955, 1966 y 1976 un modelo de país, con gobiernos dispares de distinta
intensidad de transformación o
conservación de lo transformado fue expulsado. Por eso afirma correctamente el
ensayista Alejandro Horowicz: “En la Argentina, la historia de la ilegalidad
hasta ahora, es la historia de la contra revolución”.
Luego de la dictadura establishment- militar, el
juzgamiento de las tres primeras juntas durante el gobierno de Raúl Alfonsín,
el desbaratamiento de los alzamientos durante el gobierno de Menem, sacó a las
fuerzas armadas del escenario. Fueron reemplazadas por la prensa dominante, que
alentó las corridas cambiarias, la fuga de capitales del poder económico y el
generalmente infundado descontento de las clases medias.
Por eso el joven y talentoso periodista Martín
Rodríguez ha escrito: “La
clase media es el hecho maldito del país peronista”
El argumento basado en algunos
hechos reales y otros maliciosamente falsos es la corrupción, que hace pie en el moralismo de las clases
medias, en los últimos años fogoneado principalmente por Jorge Lanata a quien el
Doctor en Filosofía Tomás Borovinsky califica como “ el paco de las clases
medias” y cuyo éxito concreto es haber
resucitado a Elisa Carrió para las PASO del 11 de agosto.
A su
vez sobre el moralismo de las clases medias, el ensayista de la izquierda nacional
Jorge Enea Spilimbergo escribió hace cerca de sesenta años: “No hay político
“democrático” ni usufructuario en general del 16 de septiembre que no presente
al gobierno caído como una banda de facinerosos que logró mantenerse diez años
en el poder, gracias a la ignorancia de los más y al silencio impuesto sobre
las minorías “ilustradas”…..¿Y cómo la oligarquía, la venal y corrupta
oligarquía, se erige en custodio de la austeridad republicana y en censora
atrabiliaria de sus enemigos, los gobiernos populares?.....El tema del
moralismo en la política argentina es parte de la táctica oligárquica de
dividir el frente del pueblo, aislando a sus sectores más revolucionarios y consecuentes: el proletariado y las masas
pobres del interior, de la pequeña burguesía urbana y rural”.
León
Trotzky sostenía lúcidamente que “cuándo un pequeño burgués habla de moral hay
que echar mano al bolsillo, porque la cartera está en peligro”
La
relación entre el discurso insustancial de Sergio Massa y el periodismo de
“denuncia” de Jorge Lanata está analizado con profundidad por el periodista
Martín Rodríguez: “Monólogo en uno y silencio del otro se articulan. La cristalización mutua
que resultan tiene dos claves: lo que Lanata quiere decir es que no hay moral
en la política, lo que el gestionalismo quiere decir es que no hay ideología en
la política. Lanata parado en el lugar del que el progresismo partió para
abrazar al kirchnerismo, no dice “esto podría hacerse sin conflicto”, sino esto
podría hacerse sin robar…No ataca la
épica por la épica misma, sino por la moral”.
En la misma sintonía, el
periodista Bruno Bimbi en su artículo “El honestismo y los ladrones” se
pregunta “Imaginemos un funcionario honesto, no importa si presidente,
ministro, diputado o juez ¿Alcanzaría su honestidad para hacer del país, la
provincia o la ciudad donde ejerce su función un lugar mejor para vivir?” Y se
responde: “Decir que si sería como pensar que basta una buena ortografía para hacer literatura. La política es la
lucha (en democracia pacífica) entre diferentes visiones de mundo, entre diferentes
proyectos de futuro colectivo, y no apenas un mecanismo para seleccionar
administradores incorruptibles, que debería ser apenas un prerrequisito, aunque
sabemos que, en la práctica nunca lo fue. Si no, elegiríamos a los gobernantes
por concurso público, analizando su curriculum, investigando sus antecedentes y
tomándoles examen, y no votando”
Más adelante sostiene: “A mí me molesta más la corrupción del
kirchnerismo que a cualquier antikirchnerista. Porque cuando un funcionario de
este gobierno roba, pone en riesgo muchas políticas que defiendo y muchas
conquistas que no quiero perder. Podemos decir: le hace el juego a la derecha.
Y porque no quiero que, en nombre de principios en los que creo, un chanta se
llene los bolsillos….”
La
municipalización de la política es otro rasgo distintivo de las próximas
elecciones. Si la política es sólo gestión a ideológica, es como si una cirugía
fuera meramente el bisturí sin el
cerebro que lo moviliza y el brazo que lo mueve.
Un editorialista tan
moderado como Jorge Fontevecchia tituló su comentario en Perfil del 14 de
julio: “Liga alumbrado, barrido y limpieza”
Irónicamente
Horowitz escribió: “Desde que el debate sobre la cosa pública no supone
definiciones estratégicas, ni programas para llevar adelante, sino marketing y
gestión, lo más parecido a un intendente termina siendo otro intendente, y
todos tratan de satisfacer a los vecinos; los viejos socialistas denominaban
jocosamente "política municipal" a la gestión, para diferenciarla de
la política en serio…….Y obviamente no conozco a mucha gente que pueda
apasionarse leyendo un digesto municipal, y muchísimo menos creer que la
renovación de la política –más allá de lo que se entienda por tal cosa– puede
surgir de discutir el asfaltado de las calles de tierra.”
La
oposición se junta, se amontona, alrededor de la consigna: “Hay que frenar al
kirchnerismo” y levantan mayoritariamente la bandera del honestismo.
Como
dijo Francisco de Narváez: “Aquí no importa quién viene sino quién se tiene que
ir en el 2015.”
No lo hacen fundamentalmente por los errores y
limitaciones del gobierno sino por lo que hizo bien. Sobre esa oposición Bruno
Bimbi escribió: “Carente ….de un discurso convincente sobre cualquier cosa,
disponibles para defender intereses del mejor postor, juegan al honestismo. ….De Narváez hablando de la corrupción
kirchnerista es como Carlos Monzón
denunciando violencia de género”
Por
eso quienes proponen “la nueva política” intentan en realidad hacerle un
maquillaje para retornar al pre kirchnerismo.
El
gobierno tiene la enorme ventaja de las concreciones realizadas y el contrapeso
de los 10 años transcurridos. Pero a diferencia de la oposición puede decir,
aunque sea parcialmente, como decía William Shakespeare: “Somos lo que hacemos, no lo que
decimos y menos lo que creemos que
somos.”
06-08-2013
Todos los
derechos reservados. Hugo Presman. Para
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